Clases esenciales: Nuevo Testamento
Nuevo Testamento – Clase 15: Tito
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Clase esencial
Panorama del Nuevo Testamento
Clase 15: Tito
Tito: Características de una iglesia centrada en el evangelio.
Oremos.
Introducción:
Si vas a resolver problemas el día de hoy, ¿qué necesitas? Muchos dicen que la respuesta es innovar. ¿Qué necesita nuestra economía? ¡Innovación! ¿Nuestro sistema educativo? ¡Innovación! ¿La política y el gobierno? ¡Innovación! Atrapados en el atolladero de desacuerdos de décadas de antigüedad, necesitamos nuevas maneras de pensar; una nueva perspectiva, una nueva forma de hacer las cosas. Por tanto, cuando abordamos el tema de la iglesia, la innovación también debería parecer ser importante. ¿Cierto?
Bueno, no exactamente. De alguna manera, innovar en la iglesia equivale a buenos boletines electrónicos, fotografías en el directorio de miembros, un té para mujeres. Esas son innovaciones geniales. Sin embargo, cuando se trata de teología y la iglesia, «innovar», por lo general, no es algo que deseamos intentar. De hecho, la mayoría de las veces, las «innovaciones» en la iglesia resultan ser «herejías». ¿Por qué razón? Porque la innovación es buena siempre y cuando las cosas necesiten mejorarse. Pero si Jesús nos dio un mensaje perfecto, entonces cualquier cambio a ese evangelio es absolutamente terrible. Esa clase de innovación debe ser evitada.
Ahora bien, ¿cómo lo hacemos? ¿Cómo podemos proteger esta perfecta buena noticia que hemos recibido? De eso trata el libro de Tito. Y pienso que la respuesta de Pablo podría sorprenderte. Porque si bien Pablo expresa que nuestros pastores deben predicar el evangelio, también dice que la forma en que estructuramos nuestras iglesias, la forma en que nos relacionamos mutuamente y la forma en que vivimos en el mundo, todo ayuda a preservar este precioso mensaje.
Comencemos con algo del contexto del libro. La semana pasada, estudiamos la primera carta de Pablo a Timoteo, la cual también era la primera de lo que llamamos las Epístolas Pastorales. El día de hoy, analizaremos la segunda de estas epístolas, la carta de Pablo a Tito. Existen muchas similitudes entre 1 Timoteo y Tito. Ambos libros son escritos por Pablo a hombres con responsabilidades de liderazgo pastoral, así que es natural que Pablo incluiría instrucciones similares para ambos hombres. En Tito, al igual que en 1 Timoteo, vemos instrucciones acerca del establecimiento de ancianos, vemos la necesidad de enfrentar a los falsos maestros, y vemos instrucciones acerca de lo que significa vivir como cristianos en la iglesia y el mundo. Entonces, con todas estas similitudes, ¿en qué se diferencia Tito? Hay un contexto distinto aquí, por lo que tendremos algunas áreas distintas de enfoque.
Estructura de Tito:
Ve conmigo a Tito 1:4-5. Pablo dice: «a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador. Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé». Anteriormente, Pablo había pasado tiempo en la isla de Creta estableciendo la iglesia, y ahora ha enviado a Tito a continuar ese trabajo. Ese es el propósito de la carta: brindar salud espiritual a las iglesias en Creta. Así que, ¿cómo hace Pablo para preparar a Tito para hacer eso? Ve a la parte posterior de tu folleto, y verás un breve bosquejo del libro de Tito. Notarás que lo primero que hace Pablo al capacitar a Tito es enumerar los requisitos de los ancianos (1:6-9), tal como lo había hecho previamente para Timoteo.
¿Por qué comienza con una descripción del liderazgo bíblico? Bueno, a medida que avanzas en el bosquejo verás en los versículos 10-16 del capítulo 1, porque —como suele suceder— la ausencia de un buen liderazgo no dejó un vacío en el liderazgo, sino un mal liderazgo: falsos maestros. Estos maestros estaban causando estragos y era necesario enfrentarlos.
Así, con este elemento fundamental del orden de la iglesia en su lugar, Pablo continúa en los capítulos 2 y 3, animando a Tito qué enseñar para que también se pueda lograr un orden adecuado en otras relaciones. Dice en Tito 2:1: «Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina». Esta enseñanza correcta debía alimentar la vida impulsada por el evangelio entre varios grupos de personas que estarían en la iglesia: hombres mayores, mujeres mayores, mujeres más jóvenes, hombres más jóvenes, esclavos, ciudadanos.
Sin embargo, lo que es primordial destacar en ese bosquejo es cómo, después de cada capítulo de enseñanza práctica, Pablo vuelve al evangelio: las buenas noticias de Jesús. Él hace esto en el capítulo 3: Pablo después de resumir el mensaje de perdón de los pecados a través de la muerte y la resurrección de Jesús, y luego en el capítulo 3, Pablo dice en el versículo 8: «Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres». El evangelio transformaría la vida de los cristianos en Creta.
Por esa razón, podemos resumir bien el libro con una frase del capítulo 1, versículo 1: «El conocimiento de la verdad que es según la piedad».
Entonces, con este objetivo de una iglesia centrada en el evangelio, revisaremos este libro tema por tema. Primero, daremos un vistazo al buen liderazgo, (2) luego al mal liderazgo, (3) luego examinaremos el mensaje del evangelio que motiva las instrucciones de Pablo acerca de las relaciones ordenadas en los capítulos 2 y 3, y (4) luego, esas mismas instrucciones prácticas. ¡Empecemos!
Tema 1: Líderes moldeados por el evangelio (1:5-9)
En primer lugar, observamos como vimos claramente en 1 Timoteo, que un buen liderazgo es esencial para una iglesia sana. Aunque las iglesias pueden y continúan funcionando durante períodos de tiempo sin el tipo de hombres descritos en Tito y 1 Timoteo, una iglesia pierde rápidamente su testimonio puro del evangelio sin la dirección de tales hombres. Entonces, ¿cómo son estos líderes moldeados por el evangelio? Mira Tito 1:6-9. Pablo le dice a Tito: «el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen».
Tomemos unos minutos para ver más de cerca estos requisitos. Primero y principal, Pablo describe al anciano como alguien irreprensible. Ningún cristiano es perfecto; pero el anciano debe ser alguien cuya vida dé buen testimonio del evangelio.
Hacia el final, vemos que estos líderes moldeados por el evangelio, no serán líderes solamente en la iglesia, primero deben ser líderes en sus propios hogares. Un anciano debe ser marido de una sola esposa. Eso no significa que un anciano debe estar casado; eso hubiera excluido a Pablo, sin mencionar a Jesús. Pablo se refiere a la fidelidad en el matrimonio. Un anciano debe ser un hombre fiel a una sola mujer, sin desviarse de alguna manera.
Y la relación del anciano con sus hijos, también importa. Como dato curioso, no parece que Pablo alega que los hijos de un anciano deben ser cristianos, ya que eso está fuera del control de los padres. En cabio, una mejor traducción del término «creyentes» en el versículo 6 es «digno de confianza» o «fiel». El pasaje parece contrastar una reputación de comportamiento salvaje y desobediente con una reputación de comportamiento fiel y digno de confianza.
Pero además de gobernar bien a su propia familia, la relación del anciano con otras personas también debería ser ejemplar:
No debe ser «soberbio», dispuesto a salirse con la suya sin importar cuál sea el costo para los demás. El anciano no debe ser «iracundo»; los ancianos se verán en situaciones en las que se verán tentados a perder la paciencia; un hombre que tiene como hábito perder la calma rápidamente no es apto para dirigir la iglesia. El anciano no debe ser «dado al vino», en cambio, demuestra: moderación y dominio propio. El anciano no debe ser «pendenciero», demostrándonos que la masculinidad bíblica no está ligada a ningún tipo de agresión machista, poder, dominación. La enseñanza bíblica de la masculinidad se enfoca en proteger y proveer: usar la fuerza para el beneficio de otros. El anciano no debe ser «codicioso de ganancias deshonestas». No está mal que un anciano tenga riquezas, pero jamás debería ganarse la vida a través de medios deshonrosos.
Con estas restricciones más negativas en su lugar, Pablo continúa proporcionando descripciones positivas de cómo el anciano debe relacionarse con otras personas. El anciano está llamado a ser «hospedador», literalmente, un «amante de los extraños», que extiende la mano a quienes son diferentes a él. El anciano también debe ser «amante de lo bueno». Esta idea de «amante de lo bueno», «enseñar lo que es bueno», y «hacer lo que es bueno», se repite una y otra vez en el libro de Tito. ¿Cómo sabes si una iglesia es sana? Según Pablo, porque está comprometida con lo que es bueno. Y ese compromiso comienza con sus líderes. Por tanto, el anciano también es alguien que es «sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo». Un anciano no es alguien que anda descuidadamente por la vida, sin preocuparse por su propio crecimiento en la piedad. No, si el anciano va a dirigir a otros a Cristo, primero debe ser capaz de controlarse y disciplinarse a sí mismo. Debe procurar la santidad si va a llamar a otros al arrepentimiento de sus pecados y poner su confianza en Cristo.
Ahora bien, como hemos revisado esta lista hasta ahora, probablemente hayas notado algo. Todos esos requisitos son cosas que la Biblia recomienda para todos los hombres cristianos, y la mayoría de ellas también se aplican a las mujeres cristianas. Entonces, no deberíamos usar esta lista como un retrato de un anciano piadoso; podemos usarlo como una forma de examinarnos a nosotros mismos y de alentar a los demás. Podemos tomar esta lista de requisitos incluso esta semana y, según corresponda, orar para que Dios haga crecer este tipo de fruto en nuestras vidas.
Pero el último requisito que Pablo le da a Tito es el más singular para los ancianos y también uno de las más importantes, en Tito 1:9: «retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen». El anciano debe ser apto para enseñar. No puede ser débil en la sana doctrina, especialmente en la «palabra fiel», es decir, el evangelio. Puede que nunca abuse del alcohol, que nunca actúe de forma violenta, y tenga una familia disciplinada, pero si niega el evangelio o si no se impone cuando otros comienzan a negar el evangelio, no solo no es apto para dirigir a la iglesia, sino que ayuda a los lobos que entrarían en la iglesia. Entonces, cuando estamos evaluando a un candidato anciano, podemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿esta persona parece ser usada por Dios para traer claridad a las Escrituras? ¿Es el tipo de persona que puede conversar con un cristiano confundido y errante y conducirlo a la verdad? Y, ¿está dispuesto a estar firmemente en desacuerdo con aquellos que enseñarían lo que es contrario al evangelio?
En resumen, si nuestro mensaje, el evangelio que proclamamos, es central para la existencia de la iglesia y nuestra existencia como cristianos, entonces los ancianos que lideren deben ser fieles en conocer y mantener la verdad del evangelio. También deben tener la clase de vidas que respalden esa verdad. Pablo le está diciendo a Tito que si logra que este tipo de hombres dirija su iglesia, está en el camino hacia un testigo fiel en el mundo, y está glorificando a Dios obedeciendo sus instrucciones acerca de cómo ordenar a la iglesia. Debemos orar para que Dios haga que nuestra iglesia sea rica en este tipo de ancianos. Ora para mantenga fieles a nuestros ancianos. Y ora por lo que dice en el versículo 9, nos alentaría la sana doctrina que enseñan.
¿PREGUNTAS?
Tema 2: Resistencia de los que rechazan el evangelio (1:10-16, 3:9-11)
Así que… esos son los buenos líderes. ¿Pero y los malos? Antes de entrar en la enseñanza de la sana doctrina, vemos que primero es necesario refutar a los falsos maestros. Veamos Tito 1:10-14. Pablo le dice a Tito: «Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene. Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos. Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad». Lo que sucede en Creta no parece ser la simple presencia de falsos maestros en la comunidad circundante, «en algún lugar». No, parece que estos falsos maestros en realidad habían ganado una gran audiencia en la iglesia, ¡dice que «trastornan casas enteras»!
Entonces, ¿quiénes son estos falsos maestros? En Tito 1:10, Pablo hace referencia a la «fiesta de la circuncisión». Con base en lo que podemos resumir de las otras cartas de Pablo, estas son personas que aceptan a Jesús como el Mesías, pero exigen que se cumplan las leyes judías, incluida la ley de la circuncisión. Pablo sabe que cualquier adición al evangelio es un evangelio falso. Y entonces le dice a Tito, sin términos inciertos, que es su deber oponerse a tales maestros y sus enseñanzas. Y no solo decirles que están equivocados; explicarles cómo están equivocados. Dice en el versículo 13: «repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe». Su objetivo aquí no es reprimir la libertad de expresión, sino detener la propagación de la enfermedad espiritual y sanar las almas enfermas, incluso las almas de los falsos maestros.
Pablo retoma este tema nuevamente en el capítulo 3, versículos del 9 al 11: «Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho. Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio». Al pensar en esto, ya sabes, una de las cosas más importantes que cualquier pastor o anciano hará por nosotros es algo que quizás nunca notemos. No es visitar hospitales, liderar con éxito una iglesia para expandir su presupuesto, o asegurar que sus sermones tengan un bosquejo claro, todas las cuales son cosas buenas. Es esto: trabajar duro para conocer las Escrituras a fin de protegernos de falsas enseñanzas. La falsa doctrina es un poco como el asbesto: si se pone en el aire de una iglesia, todos corren el riesgo de ser lastimados, lo respiran, pero puede que ni siquiera lo sepan. Necesitamos que nuestros líderes nos cuiden.
Y todos nosotros deberíamos buscar la ayuda del Espíritu para poder discernir la buena enseñanza de la mala. Deberíamos ser como los de Berea en Hechos, debemos ir a las Escrituras para verificar lo que escuchamos.
Pero, por supuesto, no es suficiente simplemente oponerse a la falsa doctrina: Es genial, por ejemplo, si tienes una iglesia que se opone al universalismo, la idea de que todas las religiones conducen a Dios. Eso es falso e insalubre para la iglesia. Pero tienes que ir más lejos. Una iglesia debe tener ancianos que también enseñen la sana doctrina. La enseñanza sólida y consistente de la verdad es la mejor manera de asegurar una medida preventiva contra la falsedad de las enseñanzas que se apoderan de la iglesia. ¿Y cuál es esa verdad? Eso nos lleva a nuestro tercer tema:
Doctrina saturada del evangelio (2:1,11-15 y 3:3-8)
En el capítulo 2, versículo 1, Pablo le dice a Tito que, en contraste con los falsos maestros: «habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina». ¿Y cuál es el centro de esta sana doctrina que Tito y todos los demás pastores cristianos han sido llamados a predicar? El evangelio. Capítulo 2, versículos 11-14: «Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras». ¡Amén! Este es el corazón de todo lo que Pablo intenta transmitir en esta carta a Tito. Es el antídoto contra las falsas enseñanzas. Es el combustible que produce ancianos piadosos, y que impulsa la vida piadosa que consideraremos más a fondo en tan solo unos minutos.
Deberíamos atesorar lo que está en el centro de este mensaje, allí en el versículo 14: Jesucristo se entregó a sí mismo por nosotros. Este mensaje no trata acerca de algo que nosotros hayamos hecho, sino de lo que Dios ya hizo por nosotros a través de Cristo. Un sello distintivo de la sana doctrina es la gracia. Debido a nuestra naturaleza pecaminosa, nunca podemos alcanzar nuestra propia salvación. En nuestro pecado, somos enemigos de un Dios santo. Nuestra única esperanza es que Dios nos rescate de su propia justicia. Y eso es exactamente lo que hace: en amor, envía a su hijo Jesús a vivir una vida perfecta y morir la muerte que merecíamos morir en la cruz, y resucitar al tercer día, para que quien quiera que abandone su pecado y crea en Jesús, reciba la vida en lugar de la muerte, la gloria en lugar del juicio, el perdón en lugar de la ira. Eso es la gracia: un favor totalmente inmerecido.
Ve conmigo Tito 3:3-8, donde Pablo revela nuevamente las riquezas de esta gracia: «Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres». Tito debía enfatizar este evangelio. Y nosotros también debemos escucharlo, creerlo, valorarlo y agradecer a Dios por ello, porque solo así podremos dedicarnos a lo que es bueno.
Y una parte importante de valorar el evangelio es recordar de qué hemos sido salvados. Mira el versículo 3 de nuevo. Todos nosotros, incluido el propio Pablo, hemos sido necios, desobedientes, engañados y esclavizados por las pasiones y los placeres. Ahora, curiosamente, estos adjetivos suenan parecidos a lo que Pablo dijo de los falsos maestros que están en Creta.
¿Es posible… que fuéramos como ellos? Esto es central en el mensaje de Tito. Sí, Pablo da instrucciones acerca de los ancianos, resistir a las falsas enseñanzas y la vida santa. Pero todas esas instrucciones deben basarse en la verdad de que no eramos mejor que los falsos maestros en Creta. Estamos destrozados. Somos pecaminosos. Somos indignos del amor de Dios. Una iglesia centrada en el evangelio no es una iglesia donde las personas llegan por ser los más respetables y honrados de la sociedad, o porque eran los que tenían más que ofrecer a Dios. No, el corazón de la sana doctrina es que todos fuimos una vez necios, desobedientes, engañados y esclavizados. Pablo y Tito, tú y yo, todos hemos sido en algún momento más como estos falsos maestros falsos que como Cristo, y es precisamente por eso que necesitamos este mensaje del evangelio.
Ahora bien, digamos que lo conseguimos. Comprendemos mentalmente el evangelio. Nuestro cerebro acepta esta sana doctrina que debe enseñarse en la iglesia. ¿Eso es todo? ¿La vida cristiana solo implica firmar tu nombre en una lista de verdades?
De ningún modo. [Y personalmente, esto ha sido probablemente lo más alentador acerca de Tito para mí la semana pasada, ya que lo he estado estudiando]. Dios cambia radicalmente nuestras vidas a través del evangelio. La moralidad, las reglas, el esfuerzo y la determinación en última instancia no son lo que produce una vida transformada; el evangelio produce piedad en nosotros. Mira nuevamente Tito 2:11-12: «Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente». ¿Escuchaste eso? Si luchas con la impiedad y las pasiones mundanas como yo, escucha y cree que es la gracia de Dios la que nos enseña a decir no al pecado y seguirlo. Observa que la gracia de Dios no dice «no» por nosotros, no debemos limitamos a sentarnos sin hacer nada; estamos llamados a procurar la santidad. Pero solo podemos hacerlo cuando el evangelio de la misericordia de Dios nos enseña acerca del amor de Dios y de quiénes somos como hijos amados de Dios. ¡Somos salvos por su bondad! ¡Hemos sido lavados! ¡Hemos renacido! ¡El Espíritu Santo ha sido derramado sobre nosotros! ¡Hemos sido justificados por su gracia! Somos herederos de la vida eterna! (3:5-7). Al meditar en la cruz y saborear estas realidades del evangelio, nuestra gratitud se eleva. Y luego, no por determinación moral, sino por inmenso agradecimiento, aprendemos a obedecer a Dios, por su gloria y nuestro bien. Su gracia expone nuestros deseos mundanos como triviales, para que Dios nos satisfaga supremamente. Solo podemos vivir de manera sobrenatural porque hemos sido perdonados de manera sobrenatural.
Y eso nos lleva a nuestro punto final, donde Pablo enseñará cómo lucen las vidas que han sido transformadas por el evangelio de manera práctica en la iglesia. Antes de que cubramos eso, ¿alguna PREGUNTA?
Tema 4: Una vida centrada en el evangelio (2:2-10 y 3:1-2)
Para aquellos que conocen el evangelio, ¿cómo los llama Dios ahora y los prepara para vivir? Mira Tito 2:2-6: «Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes».
Una vez más, estas listas de requisitos son tremendamente prácticas para nosotros, dependiendo de dónde caigamos en estas categorías, podemos usarlas para examinar nuestros propios corazones, y luego usar las otras listas como una guía para saber cómo podemos orar por los demás. El objetivo de todo esto es que los que han sido transformados por el evangelio vivan vidas transformadas y alienten a otros a andar por sendas de piedad.
Deberíamos notar que Pablo supone que hay personas de todas las edades en las iglesias en Creta. Vivimos en una cultura donde la juventud y la creatividad son valoradas más que la edad y la sabiduría. No debería ser así en la iglesia. Si eres mayor, entonces tienes una responsabilidad particular en la iglesia de Cristo de dar un ejemplo de lo que significa vivir como cristianos a los hombres y mujeres más jóvenes. Tu salud física puede no ser lo que solía ser, pero este es el momento de la vida para que tu salud espiritual brille como un ejemplo. Aquellos de nosotros que somos más jóvenes haríamos bien en orar por nuestros hermanos y hermanas mayores en la fe. ¿Valoramos el legado y la estima que el ejemplo de cristianos mayores como Pablo nos enseña aquí? Aquí en CHBC, tenemos la bendición de tener una membresía intergeneracional. Pero solo tenemos comunión intergeneracional si cada uno de nosotros se apropia de la imagen de la iglesia centrada en el evangelio que Pablo elogia aquí: las ancianas capacitando mujeres más jóvenes, los ancianos dando ejemplo a los hombres más jóvenes. Tenemos que entrar en relaciones con personas que no son exactamente como nosotros. Es por eso que hablamos mucho de una cultura de discipulado, en la que pretendemos invertir en relaciones deliberadamente edificantes con el objetivo de que el evangelio se haga visible entre nosotros.
Pablo continúa dando instrucciones a los esclavos: «Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador» (2:9-10). Ahora bien, debemos reconocer que cuando el Nuevo Testamento habla de esclavos, no se refiere a la esclavitud racial y discriminatoria que Estados Unidos practicó durante casi tres siglos. Se trata de un tipo de esclavitud que era un tipo de servidumbre, pero que probablemente esté más cerca de nuestra idea de empleo que de nuestra idea de esclavitud. Entraremos más en detalle acerca del tema de la esclavitud más adelante cuando cubramos el libro de Filemón. Pero para nuestros propósitos de hoy, probablemente sea mejor aplicar la amonestación de Pablo a los esclavos a nosotros como empleados, reconociendo que nuestro sistema de empleo es mucho mejor de lo que estos esclavos en Creta habrían experimentado.
Lo que esto significa para nosotros es que nuestro trabajo es importante. Es una de las formas clave en que el evangelio está adornado por nuestras vidas ante los no cristianos. Entonces, si vamos a vivir vidas centradas en el evangelio, ¿qué significará esto para nuestras vidas en el trabajo, particularmente en relación con nuestro jefe? Bueno, negativamente, no deberíamos responderle a nuestros empleadores o robarles de ninguna manera.
Positivamente, deberíamos sujetarnos a nuestros jefes en todo, excepto si eso nos hiciera pecar. Deberíamos tratar de complacerlos, mostrarles que podemos ser plenamente confiables… ¿Alguna vez has pensado en Dios cuidando a tu jefe? ¿Alguna vez has considerado el deseo de Dios de que las buenas noticias sean atractivas para él? ¿Y alguna vez has pensado en Dios queriendo usarte para alcanzarlo? La forma en que trabajamos puede ser uno de los testimonios más poderosos que Dios usa, nuestra meta, Tito 2:10: «sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador». Si eres conocido como cristiano y un trabajador excepcional, eso recomendará el evangelio.
Una iglesia centrada en el evangelio se llenará de personas que buscan entender lo que significa vivir vidas santas, van a entender esto más a medida que se les enseña «lo que está de acuerdo con la sana doctrina». Al hacerlo, serán capaces de resistir a los falsos maestros y dar a conocer el evangelio a los no cristianos. Eso es lo que Pablo quiere ver en las iglesias en Creta, y eso es lo que debemos orar por nuestra congregación aquí.
Conclusión:
Bueno, permíteme concluir con una serie de preguntas para ayudarnos a pensar en aplicar el libro de Tito en nuestras vidas.
En primer lugar, ¿damos por sentado a los ancianos guiados por el evangelio? ¿O estamos orando para que Dios continúe levantando hombres como el modelo de Tito 1 para que dirijan su iglesia aquí en Capitol Hill, y por ende, para que Dios levante tales hombres en las iglesias de todo el mundo?
En segundo lugar, ¿suponemos que solo porque no hemos negado el evangelio en la clase de hoy, la falsa doctrina nunca podría entrar en este lugar? ¿Estamos atentos contra aquellos que quieran enseñar cualquier otro evangelio que no sea Cristo crucificado?
En tercer lugar, ¿alguna vez hemos menospreciado el evangelio? ¿Olvidamos que fue la bondad y el amor de Dios nuestro salvador lo que apareció para darnos una nueva vida?
Finalmente, ¿hemos tratado de cultivar una vida piadosa con nuestras propias fuerzas, sin la gracia de Dios? Gracias a Dios que no tenemos que hacer eso: su gracia es lo que nos enseña a honrarlo. Nunca viviremos estas verdades de Tito completamente en esta era. Pero por la gracia de Dios, la salvación que tenemos en Cristo nos da seguridad, como dice Tito 2:13: «Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo». Entonces, oremos para que Dios nos bendiga con ancianos piadosos, que nos protejan de las falsas enseñanzas, que presenten el evangelio todos los días, y que, como resultado, en las palabras de Tito 3:14, aprendamos a ocuparnos en buenas obras, para la gloria de Dios.