Predicación expositiva

No camines por el pasillo, lleva tu cruz

Por Ben Lacey

Ben Lacey sirve como Pastor Asistente en la Iglesia Bautista Capitol Hill.
Artículo
18.10.2022

Unas semanas atrás, mi esposa y yo salimos una noche de cita muy privada para nosotros. Todo estaba listo: teníamos una niñera y planes para visitar un restaurante mexicano nuevo y popular. La noche iba bien. Incluso encontramos estacionamiento, un milagro en DC. Cuando llegamos al restaurante, salté la larga fila hasta la recepcionista con orgullo. Después de todo, yo tenía una reserva y esas pobres almas no.

Lo que pasó a continuación fue impactante. Nuestro nombre no estaba en la lista. Pero, ¿cómo podía ser eso? Seguramente, habían cometido un error por su parte. Tenía mi reserva, y podía probarlo. Abrí mi teléfono, ansioso por probar que en efecto la había hecho, solo para descubrir que había hecho una reserva para una fecha equivocada. Que humillante. Luego procedí a defender sinceramente mi caso de por qué deberían darnos una mesa: tenemos tres hijos y un cuarto en camino y las citas nocturnas son extremadamente raras, pero mi sinceridad no fue suficiente.

Supongo que así es como muchas personas viven sus vidas hoy. Piensan que están bien con Dios cuando no es así. Son sinceros en su seguridad. Pero están sinceramente equivocados. ¿Quién tiene la culpa de esto? Bueno, en última instancia, todo hombre y mujer se enfrentará al Señor y será responsable de sus propios pecados. Al mismo tiempo, al menos algo de culpa pertenece a muchas iglesias y a sus pastores. Gente como yo.

He aquí el por qué. Hace unas semanas, decidí ver los servicios de Pascua en las iglesias que predican el evangelio en todo el país para ver cómo celebraban el Domingo de Resurrección. Lo que encontré fue preocupante y problemático. Escuché pastores—mis hermanos en Cristo, los hombres que fielmente predican el evangelio, diciendo cosas que socavan el evangelio que acaban de predicar.

Mientras invitaban a la gente a venir a Cristo, ellos guiaban a la gente a través de la oración del pecador. Algunos pastores dijeron algo como esto: «Si oraste esa oración con sinceridad, la Biblia dice que hay regocijo en el cielo por ti, y quiero que camines hacia adelante ahora para que podamos regocijarnos contigo». Llegados a este punto, mucha gente inundó los pasillos.

Hace años, cuando era pastor de jóvenes, me regocijaba ver a los estudiantes responder después de que les diera una invitación similar. No me malinterpreten, oro y espero que todos los que oraron y caminaron por el altar realmente nacieron de nuevo. Pero tengo mis dudas. ¿Por qué? Al menos dos razones.

1. Estos métodos de invitación son bíblicamente deficientes

En Lucas 15:7, Jesús no dice: «Hay regocijo en el cielo por el que hace una oración, o camina por un pasillo, o que es bautizado espontáneamente». No, dice, hay regocijo en el cielo por un pecador que se «arrepiente».

¿Cómo sucede el arrepentimiento? Según Jesús en Lucas 15:3–7, sucede cuando el pastor deja las noventa y nueve y va y encuentra la oveja perdida. El arrepentimiento sucede porque el pastor conoce a sus ovejas y no perderá ni una sola.

Jesús está llamando a sus ovejas a sí mismo, no a través de métodos de invitación hechos por el hombre, sino por pastores que predican fielmente el evangelio.

2. Estos métodos de invitación crean una crisis de seguridad

Métodos como la oración del pecador, caminar por un pasillo, música de adoración exagerada y bautismos espontáneos son la versión diabólica de Robin Hood. Dan una falsa seguridad de salvación a quienes no deberían tenerla, y roban la seguridad a quienes deberían tenerla.

Por ejemplo, si le dices a un grupo de personas: «¿Quieres ir al cielo y no ser castigado eternamente por tus pecados en el infierno?». Nadie en su sano juicio dirá: «¡No, estoy bien!». Así que continúas: «Así es como llegas al cielo: ora sinceramente esta oración, camina por el pasillo y ¡bautízate!».

¿Qué sucede en este momento? Posiblemente algunas conversiones verdaderas. ¡Alabado sea el Señor! Al mismo tiempo, probablemente le hayas asegurado a un grupo de personas que no han calculado el costo de seguir a Jesús que pasarán la eternidad en el cielo debido a su oración sincera y su obediencia inmediata a sus sencillas instrucciones, las cuales fueron emocionalmente avivadas por un buen conjunto musical y la retórica del predicador de la culpa, el miedo y el deseo. ¿Cuántos no cristianos se sientan en sus bancas todos los domingos, endurecidos en su incredulidad porque se les ha dado una falsa seguridad?

Pero ese tipo de evangelismo es inútil incluso para aquellos a quienes Dios realmente salva porque más o menos asegura que lucharán con seguridad. ¿Por qué? Porque has conectado su posición correcta ante Dios con la sinceridad de sus oraciones y su respuesta obediente a una invitación. En pocas palabras, están parados sobre arena movediza. Cuando las emociones se desvanezcan, cuando les lleguen las tentaciones y las pruebas, cuando la obediencia decaiga y el pecado parezca gobernar su día a día, los pobres santos se llenarán de temor y de ansiedad, porque no hicieron la oración con la suficiente sinceridad; por tanto, Dios ahora está repentinamente en contra de ellos.

Pastores, ofrézcanle a las personas algo más grande y más seguro que sus propias obras. ¡Ofréceles a Cristo! Entonces, ¿cuál es una mejor alternativa a llamar a las personas a rezar una oración y caminar por un pasillo? Aquí hay cuatro cosas que debes hacer en su lugar

I. Predica la santidad de Dios

Los pecadores nunca se verán claramente a sí mismos hasta que vean claramente a Dios. Necesitan ver que Dios en su esencia es santo y perfecto. Él no necesita nada ni a nadie. Él es autosuficiente. Es sabio, justo y bueno en todo lo que hace. No hay nadie como Él. Y ellos son enemigos de este Dios. ¿Por qué? Porque son pecadores y se han rebelado contra Él.

II. Predica la pecaminosidad del hombre

Los pastores necesitan ayudar a las personas a sentir la carga de su propio pecado. Para que el evangelio haga su obra de sanación, primero debe herir. Antes de que cualquier hombre pueda venir a Cristo, necesita ver que su naturaleza es corrupta. Que no sólo hace el mal, sino que está mal. Debe sentir y ver su miserable estado ante un Dios Santo.

Al comentar sobre los métodos de invitación de su propia época que buscaban acelerar las conversiones, Charles Spurgeon dijo una vez: «A veces nos inclinamos a pensar que una gran parte del avivamiento moderno ha sido más una maldición que una bendición, porque ha llevado a miles a una especie de paz antes de que hayan conocido su miseria»[1]. Cuando un hombre siente de verdad su impotencia ante Dios, definitivamente está en un lugar para ser ayudado por Dios.

III. Predica la justicia de Cristo

Durante años, John Bunyan estuvo afligido y atormentado por su pecado y no vio ninguna manera de reconciliarse con Dios. Una oración o responder a una invitación no pudieron sanar su conciencia agobiada. Lo que finalmente liberó a Bunyan no fueron sus obras, sino las de Cristo. Bunyan se convirtió cuando finalmente se dio cuenta: «Tu justicia está en los cielos…También vi, además, que no era la buena disposición de mi corazón lo que mejoraba mi justicia, ni mi mala disposición la que empeoraba mi justicia; porque mi justicia es el mismo Jesucristo, el mismo ayer, hoy y por los siglos» [2].

Lo que hace que un pecador sea justo ante Dios es lo que Cristo ha hecho por él en su nombre. No pueden ganar esta justicia, sino que solo pueden recibirla mediante el arrepentimiento y la fe.

IV. Llámalos a llevar su cruz

Si solo predicas la justicia de Cristo, entonces aún no has predicado lo que demanda el evangelio. Los pecadores deben ser llamados a responder. ¿Cómo responden? No caminando por un pasillo, sino cargando su cruz. Aquí está la invitación de Jesús a los que vendrían después de él: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará» (Marcos 8:34–35).

Pastor, tú necesitas predicar ese mismo mensaje explícito y duro que hizo Jesús. Así es como debería sonar tu invitación del evangelio:

¿Quieres estar bien con Dios? ¿Quieres la justicia de Cristo? Te costará todo. Tendrás que abandonar los pecados que amas. Puedes perder tu trabajo. Tu familia puede odiarte. Necesitas saber que seguir a Jesús siempre es lo correcto, pero rara vez es fácil. Si estás aquí hoy y ves que vale la pena perder todo y ganar a Cristo, entonces este es el lugar para ti. Eso es una iglesia, un pueblo que ha calculado el costo y se niega imperfectamente a sí mismo y carga su cruz. Nos encantaría hablar contigo después del servicio sobre lo que significa seguir a Cristo y cómo hacer pública tu fe y unirte a esta iglesia.

Esta clase de mensaje e invitación no produce resultados rápidos. Las masas probablemente no caminarán por el pasillo. Sin embargo, es el medio que Cristo ha confiado a los predicadores para llamar a sí a sus ovejas. Entonces, pastor, modela esto para su pueblo negando cualquier deseo o método de crecimiento rápido y confía en que Cristo traerá resultados verdaderos y sinceros a través de la predicación fiel de su evangelio.

 

Traducido por Vladimir Miramare

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[1] Murray, Iain Hamish. «Apostasía y calvinismo»Archibald G. Brown: Spurgeon’s Successor, Banner of Truth Trust, Edimburgo, 2011, pág. 293.

[2] Bunyan, Juan. «Abundante gracia para el primero de los pecadores»Grace Abunding to the Chief of Sinners, The Banner of Truth Trust, Edimburgo, Escocia, 2018, pág. 89.