Discipulado

Los grupos pequeños: Vías de acceso, no cul-de-sacs

Por Andy Johnson

Andy Johnson es un pastor asociado en Capitol Hill Baptist Church en Washington, DC.
Artículo
12.06.2023

Para los que no lo sepan, un cul-de-sac es un punto semicircular de una carretera que no va a ninguna parte, un callejón sin salida. Cuando era niña, mi familia y yo vivíamos en uno, y me encantaba. Sin tráfico, mi hermana y yo podíamos patinar en la calle sin preocuparnos de que nos atropellaran. Puede que nuestro cul-de-sac no fuera útil para ir a algún sitio, pero era cómodo.

Creo que eso describe lo que mucha gente quiere de los grupos pequeños de su iglesia: un grupo pequeño y manejable de personas que ofrezca un refugio de la diversidad y los desafíos de la iglesia más grande. Muchas iglesias quieren que sus grupos pequeños sean familiares y seguros.

¿Pero los grupos pequeños tienen que ser así? No necesariamente. Creo que deberíamos tratar a los grupos pequeños no como cul-de-sacs, sino como vías de acceso. Hay que pasar por ellos para llegar a alguna parte.

Me doy cuenta de que a la gente le gustan los grupos pequeños por una variedad de razones. Algunos son evangelísticos, mientras que otros funcionan como estudios bíblicos temporales. Algunos se centran en necesidades locales urgentes, mientras que otros se ocupan de problemas específicos relacionados con el pecado. Sin embargo, a veces los grupos son para tener compañerismo y estar en comunidad, y ese es mi interés aquí: cuando las iglesias utilizan los grupos pequeños para crear un sentimiento de comunidad.

La creación de una de comunidad es una estrategia fructífera pero arriesgada para una iglesia. Pueden animar a los miembros, pero también convertirse en cul-de-sacs de complacencia.

¿Cómo? Las mismas cosas que les hacen sentirse cómodos también pueden impedir que los miembros se adentren en la diversidad de oportunidades de relación disponibles en toda la iglesia. Ese es un peligro significativo.

Cuando pienses en el ministerio de los grupos pequeños en tu iglesia, pastor, tu objetivo debe ser evitar que se conviertan en fines en sí mismos. Pregúntate, ¿cómo puedes usar los grupos pequeños para impulsar a la congregación hacia la comunión más grande en la iglesia? ¿Cómo puedes utilizarlos como vías de acceso y no como cul-de-sacs?

Cortar la comida para no atragantarse

Entonces, ¿por qué arriesgarse a tener estos grupos? Quizá otra analogía nos ayude.

Me encanta el filete, sobre todo con sal y un poco de mantequilla. Pero si me pones delante un filete enorme, no me lo voy a tragar de un bocado. Voy a cortarlo para no atragantarme.

Muchas personas consideran que amar intencionadamente a toda la Iglesia es como intentar comerse un filete de un bocado. ¿Cómo podemos empezar? Los grupos pequeños pueden ser una solución de «un bocado a la vez». Ayudan a la gente a tomar el primer bocado ayudándoles a crear relaciones con media docena de personas.

Pero, y aquí está la clave, no quieres que tus miembros se detengan ahí. Yo no daría un bocado al filete, dejaría los cubiertos y me recostaría satisfecho. Daría otro bocado.

Del mismo modo, los miembros no deben conformarse con las relaciones de sus grupos pequeños. Deben llevar a la gente a buscar también otras relaciones.

Cuestiones teológicas

Teológicamente, una iglesia y un grupo pequeño no son lo mismo. La primera es más importante que el segundo; así lo prescriben las Escrituras. Los grupos pequeños no lo son. Por tanto, deberían ser menos centrales en nuestro discipulado, aunque les tengamos un gran afecto.

Jonathan Leeman ha definido útilmente a la iglesia local como «un grupo de cristianos que se reúnen regularmente en el nombre de Cristo para afirmar y supervisar oficialmente la membresía de los demás en Jesucristo y su reino, a través de la predicación del evangelio y las ordenanzas evangélicas». Un grupo pequeño no es eso, aunque pueda existir para servir a ese objetivo central.

Dios quiere ser glorificado en la diversidad de su iglesia, no en el grupo pequeño, especialmente cuando son homogéneos. Observe lo que Pablo escribe a la iglesia en Éfeso con respecto a su madurez en Cristo: «de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor» (Ef. 4:16).

Eso es lo que queremos, ¿no es así? Una iglesia en la que todos los miembros crezcan y ayuden a los demás a crecer, a fin de que todo el cuerpo —no solo un grupo pequeño— sea edificado en amor.

Cuestiones sociales y estructurales

Otra cuestión que debemos tener en cuenta es la dinámica social que puede convertir los grupos pequeños en cul-de-sacs en lugar de vías de acceso: nos gusta estar con gente que es como nosotros.

Nadie se pregunta por qué grupos de personas en situaciones similaressolteros, estudiantes universitarios, padres jóvenes, jubilados, etc. pasan tiempo juntos. Ningún incrédulo observa grupos así y se pregunta cómo pueden amarse. No hay ningún misterio evangélico en ello.

¿Pero qué ocurre cuando en un grupo pequeño de mujeres hay algunas solteras, una madre joven, una inmigrante reciente que habla poco inglés y una viuda mayor? Tal vez se reúnen semanalmente en una cafetería local. Ríen, lloran, se abrazan y oran. ¿Qué dirán entonces los observadores? Se preguntarán cómo puede existir un grupo así.

¿Cómo se consigue ese tipo de grupo? Una forma es estructurar los grupos pequeños en función de las diferencias de los miembros de la iglesia en lugar de sus similitudes. Sin duda, las cuestiones prácticas de disponibilidad pueden limitarte. Las mujeres solteras pueden necesitar reunirse después del trabajo, mientras que las madres con niños pequeños pueden necesitar reunirse a mediodía en el parque. No obstante, los pastores deben intentar crear grupos marcados por las diferencias que confundan al mundo y ensalcen el Evangelio.

Otro desafío es que los miembros pueden dar prioridad a sus grupos pequeños por encima de toda la iglesia. Sabes que esto está sucediendo cuando los grupos pequeños programan sus reuniones durante las reuniones regulares de la iglesia, como la reunión de oración del domingo por la noche. Más comúnmente, aparece cuando las personas no piensan dos veces en faltar a la iglesia, pero odian faltar al grupo pequeño.

Ayudar a los grupos pequeños a convertirse en vías de acceso

¿Qué puedes hacer como pastor para ayudar a que los grupos pequeños de la iglesia actúen menos como cul-de-sacs y más como vías de acceso?

Para comenzar, añade regularmente nuevos miembros a los grupos pequeños. También puedes reorganizar los grupos pequeños de vez en cuando. Si un grupo se resiste a añadir gente nueva, o se jacta de que «llevamos juntos cinco años», puede que tengas un cul-de-sac entre manos.

También es necesario seleccionar y formar cuidadosamente a los líderes de los grupos pequeños. No es necesario que sean super cristianos, pero su madurez debe manifestarse en su amor por la iglesia en general. Su amor por la gente fuera del grupo ayudará a fomentar este tipo de amor dentro del grupo.

La formación recurrente es valiosa, pero la formación de nuevos líderes es esencial. Aquí es donde debes establecer tu visión de los grupos pequeños como vías de acceso a la comunidad de la iglesia en general, no como callejones sin salida donde la gente puede esconderse con unos pocos amigos íntimos.

De hecho, los líderes de los grupos pequeños deberían considerar esto como una de sus metas principales: ayudar a los miembros a servir a otros fuera del grupo.

Conclusión

Incluso la teología más clara y los mejores esfuerzos pastorales no garantizarán que los grupos resistan el impulso de convertirse en fortalezas relacionales equipadas con una mota y un puente levadizo. Todos tenemos que luchar contra el deseo de mantener la vida segura, familiar y pequeña.

Sin embargo, tener en cuenta las advertencias anteriores debería ayudar a tus grupos pequeños a convertirse en activos, especialmente para una congregación más grande o de rápido crecimiento.

Esta es precisamente la razón por la que cada reunión de grupo pequeño debería ofrecer alguna oportunidad para centrarse en la Biblia. Ya sea que nuestros grupos se centren en un estudio bíblico, un libro acerca de la vida cristiana o un sermón reciente, se nos recuerda que compartir a Jesús en común hace que nuestras diferencias más definidas parezcan pequeñas.

La Palabra nos recuerda que estamos unidos porque estamos unidos a Cristo. Incluso si eso es todo lo que tenemos en común, es suficiente, y es glorioso.

 

Traducido por Nazareth Bello