Liderazgo

Los Diáconos: amortiguadores y siervos

Por Jamie Dunlop

Jamie Dunlop es un pastor asociado de la Iglesia Bautista Capitol Hill en Washington, DC
Artículo
25.05.2019

La posición fue diseñada para aliviar la tensión en la iglesia, pero el oficio de diácono seguro que parece provocar mucha controversia. Los ancianos chocan con los diáconos en lo que se refiere a la autoridad en la toma de decisiones. Los diáconos son acusados de ser «resbalosos». El personal trata a los diáconos como irrelevantes. Y así sucesivamente. ¿Existe alguna manera de aliviar estas realidades desafortunadas en tu iglesia? Sí. Lo que se necesita es una definición positiva, teológica, de lo que significa ser un diácono.

¿QUÉ ES UN DIÁCONO?

Según el Nuevo Testamento, un diácono es dos cosas: uno que amortigua los golpes y un siervo. Los diáconos amortiguan los golpes: los siete hombres escogidos por la iglesia en Jerusalén para cuidar de las viudas, que parecen ser precursores de los diáconos, fueron escogidos para preservar la unidad cuando la administración fallida estaba creando fisuras en la iglesia (ver Hechos 6:1-7).

Y los diáconos son siervos: su nombre significa siervo, y sus precursores en Hechos 6 fueron escogidos para manejar las necesidades prácticas de la iglesia. De esa manera, los apóstoles podían dedicarse a dirigir la iglesia en la oración y el ministerio de la Palabra.  

LOS DIÁCONOS COMO AMORTIGUADORES

Dios siempre ha tratado de reflejar su gloria a las naciones, en parte, a través de la unidad de los judíos y gentiles en la iglesia (Efesios 3:10), y aún así fue exactamente en esta coyuntura que la desunión surgió en la iglesia primitiva de Jerusalén. Los judíos que hablan griego comenzaron a quejarse «contra» los judíos que hablaban hebreo sobre la distribución de la comida. Por tanto, la iglesia escogió siete hombres para distribuir la comida de manera equitativa, y más que eso para restaurar donde estaba la división. Construir la unidad era su objetivo principal; la buena administración era el medio.

Esto tiene varias implicaciones importantes por la manera en que vemos a los diáconos:

Selección: es notable que, cuando se exponen los requisitos de los diáconos en 1 Timoteo 3, Pablo se enfoca en asuntos de carácter en lugar de habilidades administrativas. Por tanto, nuestras iglesias deben seleccionar a los diáconos principalmente por su trayectoria como pacificadores, y sólo de manera secundaria por su experiencia administrativa.

En mi iglesia, hemos pasado por alto individuos con habilidades específicas que serían de beneficios en un diaconado (administración del edificio, finanzas, computadoras, y así sucesivamente) por individuos menos habilidosos que son mejores pacificadores. Entonces, hemos motivado al nuevo diácono a discipular al que es habilidoso como parte de un equipo voluntario.

Control: la idea de los diáconos como amortiguadores está en contraste con los diáconos que llevan sus propios feudos ministerios en la iglesia. ¿Cómo pueden las iglesias evitar poner diáconos que tengan feudos territoriales? Considera dar a los diáconos tiempos limitados de servicio (dígase, tres años), después del cual otro individuo debe ocupar la posición. Eso evita el monopolio ministerial y lleva a los diáconos a estar continuamente entrenándose en sus reemplazos. Además, los ancianos deben enseñar a los diáconos que ellos no son «dueños» de áreas de ministerio; sino que facilitan el ministerio congregacional bajo el liderazgo de los ancianos.

Comunicación: los ancianos también pueden equipar a los diáconos para que sean amortiguadores al comunicarse con ellos de manera regular. Ellos deben comunicarse con ellos sobre sus áreas específicas de ministerio. Ellos deben comunicarse con ellos sobre la dirección a la que los ancianos están llevando la iglesia de manera general. Por ejemplo, los ancianos pueden considerar revisar la agenda de una reunión de miembros con los diáconos con anticipación, o preparar a los diáconos los sábados con las noticias del anuncio de una mañana de domingo significativa. En ambos casos, comunicarse con los diáconos con anticipación los prepara para trabajar a favor de la unidad mientras los ancianos dirigen la congregación en los cambios.

LOS DIÁCONOS COMO SIERVOS

Los ancianos están llamados a «dirigir los negocios de la iglesia» (1 Timoteo 5:17), y los diáconos están llamados a ayudar en esa dirección. Entonces, en nuestras iglesias, los ancianos deben tomar decisiones sobre dirección mientras los diáconos facilitan el involucramiento congregacional para hacer que la visión sea una realidad. Esto da lugar a un dilema interesante: ¿cómo motivamos a los diáconos a ser constructores de la unidad sin usurpar el liderazgo de los ancianos de la iglesia, así no causar desunión? A continuación algunas ideas:

  1. ¿Reuniones de Diáconos?: si el objetivo de los diáconos es ayudar en las decisiones direccionales tomadas por los ancianos, entonces los diáconos no necesitan reunirse como un cuerpo deliberativo, especialmente si tus diáconos facilitan el ministerio en un área específica, como el cuidado de niños y la hospitalidad (como lo hacen en mi iglesia). Ciertamente, no existe ningún modelo bíblico donde los diáconos «compartan el poder» con los ancianos, como lo hace la legislatura del senado de los Estados Unidos.
  2. Comités: cuando levantar comités diaconales comienza a sentirse como que son «dueños» de áreas específicas de ministerio en la iglesia, es difícil para ellos evitar tomar decisiones sobre dirección que deben ser dejadas a los ancianos. Después de todo, aún cosas tan «mundanas» como el edificio o el presupuesto tienen dimensiones espirituales altas en su administración. Como tal, las iglesias deben considerar hacer que cualquier comité sea enfocado en tareas y sea por tiempo limitado, reservado para completar una tarea asignada por los ancianos.
  3. Comunicación: la mayoría de los ministerios de diaconado en ocasiones competirán con las decisiones direccionales que necesitan ir a los ancianos. En nuestra iglesia encontramos útil asignar a cada diácono un anciano que comunica regularmente lo que los ancianos están decidiendo en sus reuniones. Así los ancianos pueden tomar los asuntos de nivel direccional del trabajo del diaconado y llevarlo de vuelta al cuerpo de ancianos conforme sea necesario. Los ancianos dirigen el ministerio, los diáconos facilitan el ministerio, la congregación hace ministerio. Creo que ese es el modelo del Nuevo Testamento y que la claridad bíblica del papel de los diáconos influye mucho en la promoción de la paz y la unidad en nuestras congregaciones.