Política

La vida de la iglesia: Nuestro verdadero testimonio político

Por Jonathan Leeman

Jonathan (@JonathanLeeman) edita la serie de libros 9Marks, así como el 9Marks Journal. También es autor de varios libros sobre la iglesia. Desde su llamado al ministerio, Jonathan ha obtenido un máster en divinidad por el Southern Seminary y un doctorado en eclesiología por la Universidad de Gales. Vive con su esposa y sus cuatro hijas en Cheverly, Maryland, donde es anciano de la Iglesia Bautista de Cheverly.
Artículo
15.08.2022

Charles, mi amigo y miembro de la iglesia, es un escritor de discursos en Washington, DC. Él ha escrito discursos para miembros del gabinete, presidentes de partidos y otros miembros de DC. El trabajo de Charles, sin duda, lo coloca en el centro de la política estadounidense.

Charles también pasa tiempo con Freddy, el cual no tenía hogar, se volvió cristiano y se unió a nuestra iglesia. Después de varios buenos años, la iglesia descubrió que Freddy estaba robando dinero de los miembros para apoyar una adicción a las drogas, así que ellos lo removieron de la membresía. Fue entonces cuando Charles entró en escena. Él comenzó a leer la Biblia con Freddy y, poco a poco, éste comenzó a arrepentirse. Finalmente, Charles ayudó a Freddy a presentarse ante toda la iglesia, confesar sus mentiras y robos y pedir perdón. La iglesia aplaudió, celebró y abrazó a Freddy. Charles y Freddy lloraron de alegría.

Aquí está la pregunta del tamaño del PIB: ¿Cuál Charles es el Charles «político»? ¿El escritor de discursos o el hacedor de discípulos? Para preguntarlo de otra manera, ¿qué Charles se ocupa de la política de bienestar, la política de vivienda, la reforma penal y la educación? Respuesta: ambos. En realidad, Charles les dirá que la vida política del hacedor de discípulos da forma e integridad a la vida política del redactor de discursos. Es el mismo hombre trabajando, el mismo Rey gobernando, los mismos principios de justicia y rectitud aplicados, la misma política en juego.

Este escritor de discursos tiene muchas esperanzas políticas de mejores leyes y sus prácticas más justas. Pero la mayor de sus esperanzas políticas proviene de la vida en la congregación. La iglesia local debe ser una comunidad política modelo para el mundo. Es la más política de las asambleas, ya que representa a Aquel que tiene el juicio final sobre presidentes y primeros ministros. Juntos confrontamos, condenamos y llamamos a las naciones con la luz de las palabras de nuestro Rey(Cristo) y la sal que hay en nuestras vidas.

Sin embargo, a diferencia de Charles, muchos cristianos en Estados Unidos continúan invirtiendo sus mayores esperanzas políticas en la nación. Desde la época colonial, hemos llamado a nuestra nación «una ciudad en la colina». Desde los días de Abraham Lincoln, hemos pedido a nuestros líderes que brinden «una paz justa y duradera entre nosotros y con todas las naciones». No obstante, ¿es posible que todas las contiendas y divisiones que enfrentan los cristianos en la actualidad sean el catalizador que Dios quiere forzar a algunos de nosotros a repensar dónde nuestras esperanzas políticas realmente descansan?

Solo piénsalo: ¿Dónde nosotros convertimos primero las espadas en rejas de arado y las lanzas en podaderas? ¿Dónde primero debería el amor al enemigo disolver el tribalismo de una nación? ¿Dónde debería primero enraizarse y crecer la paz justa y duradera de Lincoln?

La respuesta: en nuestras iglesias locales.

DONDE INICIA LA POLÍTICA CRISTIANA

Una política cristiana comienza siempre con Jesús. Él es el Rey de reyes y Señor de señores. Y conocemos su voluntad a través de su Palabra. Una política cristiana procede a través de la palabra evangelística hablada: «El Rey viene a juzgar a todos los transgresores. Arrepentíos y creed, y él les perdonará».

Una política cristiana se arraiga entonces en el corazón individual. Solo un corazón que ha sido regenerado por el Espíritu de Dios ya no buscará enseñorearse de los demás, sino que extenderá la misericordia, así como ha recibido misericordia.

Entonces, sorprendentemente, una política cristiana debería hacerse visible en la vida y comunión de la iglesia local, tanto en su enseñanza como en su comunión. Ya sea que sea miembro de este o aquel partido, la iglesia local es donde aprendemos a amar a nuestros enemigos, abandonar nuestro tribalismo y convertir nuestras espadas en rejas de arado y lanzas en podaderas. Aquí es donde nos instruimos unos a otros en la rectitud y justicia de Dios. Aquí es donde la rectitud y la justicia de Dios se vuelven tangibles, creíbles y creíbles para las naciones que observan.

Cada semana que un predicador se pone de pie para predicar hace un discurso político. Enseña a la congregación a «observar todo» lo que ha mandado el Rey con toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mt. 28:20). Se esfuerza por moldear sus vidas en el camino de la ley del Rey. Luego declaramos los juicios del Rey en las ordenanzas, abrazamos los propósitos del Rey en nuestras oraciones y hacemos eco del gozo y el duelo del Rey en nuestras canciones.

REGULACIONES POLÍTICAS EN UNA IGLESIA

Piense en algunas áreas de regulaciones políticas. Comienza, digamos, con la política de asistencia social. Mi propia iglesia enfatiza la «norma de asistencia social», aunque quizás no con los mismos términos. Cada miembro de mi iglesia promete en nuestro pacto de iglesia «caminar juntos en amor fraternal» y «ejercer un cuidado afectuoso y velar unos por los otros», así como «contribuir con alegría y regularidad al sostenimiento del ministerio» y «el socorro de los humildes».

Por consiguiente, además de dar para el presupuesto regular de la iglesia, los miembros dan decenas de miles, si no cientos de miles, anualmente al fondo de benevolencia de la iglesia. Esta es una forma en que nos preocupamos por nuestros miembros necesitados. Cuando Jane, miembro de la iglesia, se encontró sin hogar, tratamos de ubicarla en una vivienda segura. Debido a varias dificultades mentales, rechazó la ayuda y optó por dormir en un parque. Así que Luther fue al parque con ella y durmió en un banco cercano. Estaba profundamente preocupado por su bienestar, por decir lo menos.

También trabajamos en «política fiscal». Carlos, que pasa sus días de trabajo explicando al Congreso de los Estados Unidos las implicaciones fiscales de la nueva legislación, ha pasado muchas horas de la tarde ayudando a una familia en crisis con sus impuestos. Ha trabajado con los acreedores de la familia y las agencias de cobro debido a su deuda descontrolada.

Mientras tanto, tanto él como su esposa, Sue, dan tutoría a sus hijos en diversas materias, preparación para exámenes nivelados y ensayos de solicitud para la universidad.

Mi iglesia también cree que es importante abordar el problema racial de Estados Unidos, o al menos, nuestro propio problema racial. Cuando Patty me confesó un domingo por la mañana en la iglesia que le costaba gustarle las personas de piel negra, la animé a cenar con Tom y Laura. «Exprésales todo lo que acabas de decirme», dije. Tom es de raza negra.

Tom es piadoso y maduro. Y sabía exactamente cómo responderían Tom y su esposa. Para mi sorpresa, Patty hizo lo que le sugerí. Y exactamente como esperaba, Tom y su esposa le respondieron con gracia, amor y un abrazo. Patty se arrepintió y aprendió a amar a su hermano y hermana en Cristo.

Podríamos recorrer de un tema político tras otro. ¿Qué hay de las crisis de refugiados? Un amigo pastor me contó cómo los miembros de su iglesia le dieron un automóvil a un refugiado iraní que se había convertido al cristianismo en Irán. También lo albergaron y lo discipularon. Ahora es ciudadano estadounidense y se ha unido al ejército. Los miembros de mi iglesia en mi vecindario también han adoptado familias de refugiados de Afganistán.

CÓMO LA POLÍTICA CRISTIANA ES PASTORAL

Aquí está el punto más importante: los cristianos deben escuchar lo que los republicanos y los demócratas tienen que decir sobre la política de asistencia social, la política fiscal, la reconciliación racial, la crisis de los refugiados y las crecientes tasas de suicidio. Pero nuestro pensamiento no debe comenzar ni detenerse allí. Nuestro pensamiento debe ser más amplio, más complicado, más personal, más humano. Nuestros instintos políticos deben desarrollarse viviendo dentro de las relaciones amorosas y difíciles que componen una iglesia. Incluso se podría decir que nuestro pensamiento político debería ser pastoral.

¿Puedo ofrecerte una confesión personal? He tenido dificultades para saber cómo procesar mentalmente los eventos recientes en la vida estadounidense que han avivado el fuego de la controversia racial, ya sean los episodios de supuesta brutalidad policial, la elección de Donald Trump o las conversaciones s amplias sobre el papel de las así llamadas injusticias estructurales.

Específicamente, encuentro que mis instintos políticos a veces (no siempre) se desvían hacia la derecha, incluso cuando mis afectos personales se desvían fuertemente hacia los amigos de las minorías y los miembros de la iglesia que están decididamente a mi izquierda. Les amo. Ellos son mis hermanos y hermanas en Cristo. Son amigos cercanos. Asumo que tienen buenas razones para pensar como lo hacen, y asumo que pueden ver cosas que yo no puedo ver debido a sus experiencias. Así que encuentro mi mente dividida.

Sin embargo, no creo que sea un mal lugar para estar. La vida en una iglesia multiétnica, en otras palabras, me está preparando en la humildad, la comprensión y el deseo de justicia. Me está enseñando a caminar y pensar con más cuidado, a hablar con más prudencia. Me está enseñando a amar a mi enemigo y buscar la viga que hay en mi propio ojo. Me está enseñando una mejor política.

Por la gracia de Dios, confío en que seguiré creciendo, tal vez incluso alcanzaré en mi pensamiento político a los hermanos y hermanas a mi izquierda y a mi derecha.

Dentro de la iglesia local es donde una política cristiana se vuelve complicada, auténtica, creíble, no esclavizada ideológicamente y real. Es en estas situaciones de la vida real en las que se ve obligado a pensar qué es realmente la rectitud, qué requiere realmente la justicia, qué obligaciones tiene hacia sus compañeros creadores de imágenes de Dios y de qué estás hecho tú mismo.

ASPIRANTES POLÍTICOS, ÚNETE A UNA IGLESIA

Ten en mente que la ciudad donde vivo, Washington, está llena de cristianos que se han mudado aquí porque aman la política y quieren marcar la diferencia. Luego agrega todos los grupos de interés cristianos y las organizaciones que hacen presión y los desayunos de oración, y no encontrarás escasez de actividad política cristiana. Estoy agradecido por mucho de eso.

Pero si dices que te importa la política y no eres un miembro activo de una iglesia local, estoy tentado a pensar que no entiendes la política en absoluto. Eres como alguien que dice amar los autos porque juegas con los autos Matchbox en el piso haciendo ruidos. Qué fácil es hacer pronunciamientos sobre regulaciones políticas desde lejos. Levántate, súbete a un auto real y enciende el motor. Únete a una iglesia y descubre cómo amar a la persona que se ve diferente a ti, o que gana mucho más o menos dinero que tú, o que incluso peca contra ti.

La verdadera política comienza no con tus opiniones políticas, sino con tus decisiones diarias. No con la defensa pública sino con los afectos personales, no todo por tu soledad sino con un pueblo.

Los cristianos aprenden política, en particular, mientras trabajamos por la unidad, en medio de todas las razones que nos damos unos a otros para no estar unidos. Es en esta batalla por la unidad que debemos encontrar las primeras inflexiones y destellos del orden justo y recto, uno que debe hacer que las naciones envidien.

Traducido por Renso Bello     

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Nota del editor: este artículo ha sido tomado de  How the Nations Rage, de Jonathan Leeman. Derechos de autor 2018. Jonathan Leeman. Usado con permiso de Thomas Nelson. www.thomasnelson.com.