Teología bíblica
La Teología Hasta en Lo Más Cotidiano
Hace algunos años, durante mis estudios teológicos, comencé a ver la importancia de reflexionar teológicamente sobre temas comunes y cotidianos de la vida diaria. Empecé a entender que la teología era relevante no solamente para el pastor, pero también para aquel que no está en el ministerio a tiempo completo: aquel que divide su día entre su trabajo, familia, y responsabilidades en su iglesia local.
Lamentablemente, esta manera de ver la vida de manera teológica no es común en la iglesia, y ha resultado en personas que no contemplan a Dios y arraigan sus vidas en las verdades de las Escrituras. Tal vez aceptan a Cristo para su salvación, pero lamentablemente no ven el valor verdadero de la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo para toda la vida.
TODOS NECESITAMOS TEOLOGÍA
Si recibimos a Cristo como nuestro Salvador y Señor, entonces debemos reconocer que todo en nuestra vida le pertenece. Eso incluye las cosas más cotidianas. La teología no es algo que hacemos con libros y sermones: es algo que vivimos todo los días. Es necesario que el cristiano reflexione teológicamente en todo lo que hace en su vida diaria para que de una manera práctica, pueda ser confrontado con las verdades de Dios para vivir en obediencia a Dios.
Cuando buscamos la voluntad de Dios y pensamos teológicamente sobre quién es Él y lo que Él ha hecho por nosotros, recordamos algo básico: la teología que no apunta a Cristo, apunta al hombre. Si no buscamos la voluntad de Dios en la manera en que nos relacionamos con otras personas, trabajamos en la oficina, criamos nuestros hijos, o cuidamos nuestros cuerpos, buscaremos hacer estas cosas de nuestra manera. La teología sana para el cristiano es la que apunta a la obra salvadora de Cristo como la única solución para toda la vida. Entonces, cuando experimentamos verdaderamente la salvación de Dios, este nos debe llevar a tener un pensamiento transformado, dirigido, y determinado por Dios.
Solo una persona que haya reconocido su culpabilidad de pecado y su necesidad del sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz es capaz de tener una verdadera experiencia de adoración (Jn 4:21-23), un entendimiento de lo que adora (1 Co. 14:15), una devoción personal con Dios (Sal. 143:10), y el conocimiento para poder defender la fe (1 Pe. 3:15). La teología no es un lujo de unos cuantos pensadores; es una necesidad para la vida de toda la iglesia, no importe su trabajo.
EVITAR “SER TEOLÓGICO” ES PELIGROSO
Cuando no nos dedicamos seriamente al estudio de las Escrituras, corremos varios peligros fatales para nuestra vida devocional, personal y social. No pensar bíblicamente sobre estas áreas nos puede llevar a desobedecer a Jesús o a adorar a otros dioses, ya que las Escrituras nos dan testimonio verdadero de quién es Dios y de la obra salvífica de Cristo (Jn. 5:39). Si carecemos de este conocimiento, nunca sabremos a quién estamos adorando, cómo debemos adorarle, y cómo recibir salvación. Contemplar la teología no se trata de simplemente tener más conocimiento: se trata de conocer mejor al Dios quien nos salvó y cómo vivir a la luz de la salvación que Él nos compró.
Si no tomamos en cuenta las maravillosas verdades de Dios en nuestras vidas, corremos el riesgo también de conformarlas más al mundo que a Él. ¿Cómo sabrá el mundo que representamos a Dios si ni lo conocemos muy bien? Por otro lado, cuando cristianos viven conforme a la Palabra de Dios, ellos serán una luz que brillará en el mundo pecaminoso en la que se encuentra. Ellos no podrán erradicar el pecado, pero sí apuntarán al Dios verdadero quién tiene el poder para hacerlo.
TODO COMIENZA CON NUESTRA COSMOVISIÓN
Vivir una vida teológicamente de acuerdo con Dios —hasta en lo más cotidiano— comienza con desarrollar una cosmovisión cristiana arraigada en las Escrituras. Al estudiar y aplicar Su Palabra, podremos centrar la adoración de nuestra vida pública y privada en Cristo Jesús. Esto se podrá ver en la manera en que defendemos la fe o predicamos la Palabra el domingo por la mañana, pero afecta el resto de la semana también. ¿Cómo organizamos nuestro tiempo? ¿Cómo reaccionamos ante situaciones incómodas en las que no recibimos lo que inmediatamente deseamos? ¿Cómo manejamos nuestros presupuestos? ¿Cómo cuidamos nuestros cuerpos? Todas estás situaciones merecen una respuesta teológica, y para hacer eso, debemos ir a las Escrituras.
Contemplar a Dios es una herramienta simple para vivir, apuntar todo lo que hacemos tanto en nuestra vida comunitaria y privada a Él. Sobre todo, esto también nos acerca más a Dios. Reflexionar teológicamente nos debe llevar a reflexionar sobre nuestra conducta y vida, contrastándola con la vida de Cristo Jesús, para que nos demos cuenta de todo aquello que nos hace falta para alcanzar Su estatura, y todo lo que Él está haciendo para conformarnos más a Su imagen. Esto nos debe hacer caer de rodillas ante la cruz pidiendo Su ayuda para vivir de acuerdo a Su Palabra.
Artículo publicado primero en Coalición por el Evangelio
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