La Reforma

La Reforma y la gloria de Dios

Por John Piper

John Piper es el fundador y maestro de desiringGod.org, y rector de Bethlehem College & Seminary. Por 33 años sirvió como pastor de Bethlehem Baptist Church en Minneapolis, Minnesota, Estados Unidos.
Artículo
25.10.2020

La Reforma protestante fue, fundamentalmente, una controversia con la Iglesia Católica Romana sobre la cuestión de hasta qué punto somos realmente impotentes en nuestra condición de muertos y culpables. Los reformadores creían que solo la gracia podía resucitarnos de la muerte y que solo Cristo podía llegar a ser nuestro castigo y nuestra perfección. Estos dos milagros: vida de la muerte y la ira quitada, podían ser recibidos como un regalo solo por medio de la fe. Jamás podían ser merecidos o ganados, todo ello para que la transacción entera culminara en soli Deo gloria – para la gloria de Dios solamente.

1. ¿Qué es la gloria de Dios?

El significado básico de la palabra santo es «separado» de lo común. Cuando se lleva esa definición hasta sus últimas consecuencias: la infinita «separación» de Dios de todo lo que es común, el efecto es hacerle a él el infinito y único ser en su clase – como el diamante más singular y más perfecto del mundo.

De principio a fin, la gran realidad que domina la Biblia es el hecho de que este carácter único de Dios, infinitamente valioso, puro y hermoso, resplandece a través de la creación y a través de todos los actos de Dios en la historia y en la redención como la gloria de Dios
– es decir, el resplandor externo del valor intrínseco, la hermosura y la grandeza de sus incontables perfecciones. Hablo del resplandor de la hermosura de sus «incontables perfecciones» porque la Biblia habla de la gloria de la potencia de Dios (2 Ts. 1:9), de la gloria de la gracia de Dios (Ef. 1:6), etc. Cada uno de los atributos de Dios es una faceta del diamante que es la gloria de Dios. Si Dios perdiera cualquiera de sus atributos, sería menos glorioso. De hecho, no sería Dios.

Así que cuando hablo de la gloria de Dios, no la estoy tratando como algo que Dios posea, como si fuera algo distinto de su misma esencia. No, la gloria de Dios es el resplandor del valor, la hermosura y la grandeza de Dios mismo, que su pueblo redimido ha de ver espiritualmente, saborear y manifestar.

2. ¿Por qué la gloria de Dios es la meta de todo?

Dios quiso que fuera así. Este era su plan desde la eternidad. Este era su propósito y diseño en la creación entera, en la historia entera y en la redención entera. Dios creó, sustenta, gobierna y salva con el propósito de revelar su gloria. Todo empezó con su propósito en la creación: «Los cielos proclaman la gloria de Dios» (Sal. 19:1). Es para hacer eso que existen. «Trae a mis hijos desde lejos y mis hijas desde los confines de la tierra, a todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi gloria, a quien he formado y a quien he hecho» (Is. 43:6-7).
Este propósito se extiende a todo lo que Dios hace: él «obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad, a fin de que nosotros, que fuimos los primeros en esperar en Cristo, seamos para alabanza de su gloria» (Ef. 1:11-12).

«Porque de él, por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria para siempre. Amén» (Ro. 11:36).

¿Por qué hay tal magnitud de galaxias deshabitadas y sin embargo solo un puntito minúsculo de existencia humana? La razón de ser de este universo no es retratar la importancia del hombre o siquiera de la creación misma. La intención de Dios es que todo ello nos dé aunque sea una noción de su propia grandiosidad y majestad. Y todo ello se queda corto. Dios creó, sustenta, gobierna y justifica a los impíos soli Deo gloria.

3. ¿Cómo es Dios glorificado más plenamente por su pueblo justificado?

Yo soy hedonista cristiano. Creo que Dios es más glorificado en su pueblo justificado cuando esas personas justificadas están más satisfechas en él. Y creo que los pastores y teólogos que escribieron el gran resumen de la enseñanza de la Reforma en el Catecismo de Westminster estuvieron dando expresión a lo mismo también cuando dijeron: «El fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de él para siempre».

No dijeron simplemente que nuestro fin sea glorificar a Dios, sino glorificar a Dios y gozar de él. Y tampoco calificaron glorificar y gozar como dos fines, sino como un único fin. Ellos discernieron lo que Pablo quiso decir cuando dijo: «el morir es ganancia» (Fil. 1:21). La manera en que la hermosura y el valor supremos de Cristo brillarían más sería estando Pablo más satisfecho en Cristo – hasta en el sufrimiento y, en última instancia, en la muerte.

Dios planeó que nosotros descubriésemos su gloria como algo que satisface totalmente, no porque el fin último del universo sea nuestra felicidad, sino porque al Dios totalmente glorioso –el valor último del universo– se le muestra como el supremo tesoro cuando llega a ser el supremo placer de su pueblo.

4. Si solo Dios recibe la gloria, ¿qué pasa con nuestra glorificación?

Cuando decimos: «soli Deo gloria» –«solo a Dios la gloria»– deberíamos querer decir: cualquier gloria que se comparta con el hombre es una gloria que, en última instancia, llama la atención a la fuente y el fin de todas las cosas – la gloria de Dios solamente. La Biblia es asombrosamente clara de que los hijos de Dios serán glorificados con la gloria de Dios. «Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu» (2 Co. 3:18).

«Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él porque le veremos como él es» (1 Jn. 3:2).

«Y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó» (Ro. 8:30).

¿Por qué está Dios tan empeñado en hacernos gloriosos con su propia gloria? La razón de esto no es difícil de ver. Jesús dijo que su propósito para nosotros era que su gozo –su gozo divino– estuviese en nosotros y que nuestro gozo fuese cumplido (Jn. 15:11; 17:13). Pero no se puede poner el motor jet de un avión 747 en un pequeñito coche Smart. Y no cabe el volcán del gozo de Dios en la tacita de mi alma no glorificada. No se puede poner un gozo totalmente glorioso en personas nada gloriosas. Nosotros seremos glorificados, porque es la única manera de que podemos estar plenamente satisfechos en Dios, para que Dios y él solo sea plenamente glorificado en nosotros (Jn. 17:24-26).

Espero que te sientas atraído a Jesús – para que le abraces por fe. Porque todos los que confiamos en él, no importa lo pecaminosos que hayamos sido, ahora somos justificados solo por gracia, sin tener ningún favor merecido en absoluto, sobre la base de Cristo solo, sin ningún otro sacrificio o justicia como fundamento, por medio de la fe solamente, sin incluir nada de obras humanas en absoluto, para el fin de que podamos gozar de Dios y de él solamente como el supremo tesoro de nuestras vidas, y así manifestar que, en última instancia, toda la gloria le pertenece a él solamente.


Este artículo fue traducido por Andrew Birch