Predicación expositiva

El contenido no lo es todo: Algo de ayuda para el aburrido maestro de la Biblia

Por Jamie Dunlop

Jamie Dunlop es un pastor asociado de la Iglesia Bautista Capitol Hill en Washington, DC
Artículo
06.04.2020

En nuestras clases de escuela dominical para adultos en Capitol Hill Baptist Church, les pedimos a los maestros que usen un manuscrito, y la mayoría de las clases tienen formato de conferencia. Como resultado, nuestros maestros a veces creen que todo lo que nos interesa es un buen contenido, y que no importa si ellos son aburridos. Todo lo contrario. La interacción y el conocimiento son aspectos cruciales de la enseñanza, incluso para los laicos que enseñan clases en la escuela dominical. El contenido no lo es todo.

¿Por qué? Aquí tienes tres razones por las que los maestros de la Biblia no deberían ser aburridos, y cuatro estrategias para evitar la enseñanza aburrida.

RAZÓN #1: DIOS ES INTERESANTE

Como señaló Martyn Lloyd-Jones: «Hay algo radicalmente mal con los predicadores insípidos y aburridos. ¿Cómo puede un hombre ser aburrido cuando aborda semejantes temas? Diría que un ‘predicador aburrido’ es una contradicción en sí… Tomando en cuenta el gran tema y mensaje de la Biblia, la monotonía es imposible».

¿Qué puede ser más hermoso, inspirador y gratificante que estudiar intensamente las glorias de nuestro Salvador, su obra a nuestro favor y sus perfectos planes para nosotros? Jesús describió el acto de enseñar como sacar tesoros de una casa, tanto nuevos como viejos (Mt. 13:52). Las clases aburridas reflejan pobremente la magnificencia de los tesoros de los cuales podemos hablar los maestros.

RAZÓN #2: LOS MAESTROS DEBERÍAN SER SENSIBLES

Pablo en 1 Timoteo 3:3 nos dice que los ancianos debemos ser amables con aquellos a quienes supervisamos. Y si los principales maestros de una iglesia deben ser amables, ¿no deberían otros que enseñan aspirar ese mismo objetivo?

Parte de ser amables implica diagnosticar las necesidades y emociones de la gente. Muy a menudo, las personas que aparecen en tus clases los domingos por la mañana están cansadas, distraídas y desanimadas. Esa es la vida real. Un maestro amable reconocerá eso y atraerá la clase al tema del día en lugar de simplemente dar por sentado su interés.

RAZÓN #3: LOS MAESTROS DEBERÍAN SER OYENTES

Cuando los maestros son aburridos, significa que ellos mis no han sido atrapados y conmovidos por las increíbles verdades que predican, o que no están capacitados para compartir tal asombro con su clase. Por lo general, el problema es lo primero. «¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!» exclama Pablo (Ro. 11:33). ¿Cómo no podemos conmovernos también cuando encontramos la sabiduría y la ciencia de Dios?

En consecuencia, la enseñanza aburrida no puede abordarse simplemente con consejos y trucos para una mejor participación de la clase. Con mucha frecuencia, en la raíz de una enseñanza aburrida están los maestros que deben comprender la gloria de lo que enseñan antes de pararse frente a una clase.

Para ese fin, aquí tienes tres estrategias para ayudar a los maestros (especialmente maestros laicos) a ser más atrayentes en su enseñanza.

ESTRATEGIA #1: PREGUNTATE QUÉ TE EMOCIONA

Antes de comenzar a enseñar, un maestro siempre debería preguntarse: «¿Cuáles son las dos o tres verdades que estoy a punto de presentar que más me emocionan?». Anótalas en los apuntes, y asegúrate de enfatizarlas en la enseñanza. La clase sabe que el maestro ha pasado más tiempo estudiando el material que ellos, cuando el predicador señala lo que fue más impactante durante ese tiempo de preparación, las personas generalmente compartirán ese entusiasmo.

Por cierto, este es un buen estándar para saber cuándo te has preparado lo suficiente para enseñar a tu clase. ¿Te cuesta proponer dos o tres verdades que te emocionen? Si es así, es probable que todavía no estés listo para enseñar.

ESTRATEGIA #2: INTERACTÚA CON TU CLASE

Una de las razones por las que las clases en mi iglesia están en formato de conferencia. Es porque hemos diseñado nuestro programa de escuela dominical para adultos, a fin de que sea un camino fácil hacia la enseñanza, y se requiere menos habilidad para manejar una conferencia que manejar una amplia discusión impredecible. En otras palabras, hemos diseñado nuestras clases para que sean una fábrica de capacitación para maestros; las hemos diseñado para maestros inexpertos.

Pero el hecho de que las clases estén en formato de conferencias no significa que no queremos escuchar a la clase. Un maestro calificado sabrá esto instintivamente; los maestros nuevos necesitarán un empujón en esta dirección. Específicamente, se debe recordar a los maestros más nuevos que la mejor discusión en el aula normalmente ocurre no en respuesta a la pregunta de un estudiante, sino en respuesta a una pregunta que ha sido bien diseñada por el profesor para la clase.

Una buena pregunta tiene múltiples respuestas correctas, es clara y fácil de preguntar (si es demasiado larga como para formularla sin tener que mirar tus apuntes, es demasiado larga). Un buen maestro incluirá al menos algunas de éstas en una clase, especialmente al inicio, cuando las personas necesitan ser atraídas para comprometerse con el material.

A propósito, no olvides llamar a la gente por su nombre. O pregúntales su nombre si no los conoces, incluso si te da vergüenza no recordar sus nombres porque ya se han presentado tres veces diferentes. Sé humilde y pregúntales su nombre.

ESTRATEGIA #3: USA UN FOLLETO

Sin importar lo clara que creas que es tu enseñanza, un folleto siempre ayuda. Un buen folleto identifica lo que es más importante en tu enseñanza, ayuda a tu clase a tomar notas, y demuestra la lógica subyacente de tu argumento al mostrarles tu bosquejo. Le pido a todas nuestras clases de escuela dominical para adultos que tengan un folleto cada semana, y me esfuerzo por animar a los maestros a que usen el folleto. Después de todo, el folleto generalmente es una herramienta más importante que los apuntes del maestro, dado que el folleto es con lo que saldrán los estudiantes al finalizar la clase. Idealmente, un maestro se referirá a él a lo largo de la clase.

Algunos maestros prefieren utilizar diapositivas en PowerPoint o Keynote en la patalla en un lugar de un folleto. No obstante, en lo personal, preferiría que mi clase me observe a mí antes que a la pantalla detrás de mí (ver Estrategia #4), y la sala ligeramente oscurecida que funciona mejor para mirar una pantalla, no es adecuada para aquellas personas que intentan leer sus Biblias. Si tenemos que elegir entre diapositivas y Biblias, escojamos las Biblias siempre.

¿Qué debe contener un buen folleto? Aquí tienes algunas sugerencias:

  • Asegúrate de que el folleto contenga el bosquejo de lo que enseñas. Por lo general, recomiendo que un folleto enumere los principales puntos y subpuntos de la clase (un bosquejo de dos niveles).
  • El folleto debería incluir todas las referencias bíblicas que tomes en cuenta para que las personas puedan enfocarse en cómo aplicas esas referencias, en lugar de tomarse el tiempo para escribirlas.
  • Incluye las definiciones que explicarás en tu enseñanza, especialmente si se trata de definiciones largas o complicadas.
  • El folleto debería tener espacio suficiente para que las personas puedan escribir notas (lo cual los animará a escribir notas).
  • El folleto debería ser lo suficientemente claro para que al leer cada palabra en el folleto tus estudiantes no se distraigan de tu enseñanza.

ESTRATEGIA #4: QUITA TUS OJOS (Y MANOS) DEL PODIO

Esta quizá sea la estrategia más sencilla de todas, pero es increíble la frecuencia con la que los nuevos maestros luchan con conectarse con la clase simplemente porque no miran a las personas cuando enseñan. Estos son algunos de los consejos que doy a los maestros de nuestra escuela dominical para adultos:

  • Lee cuidadosamente tus anotaciones al menos cinco veces en voz alta antes de enseñar. (Puedes repasar menos veces si eres un maestro con experiencia). Esto te ayudará a dejar por fuera las partes de tus apuntes que no suenen natural; hará que tu boca se acostumbre a decir lo que vas a decir para que suene como tú, te dará la libertad de tener que observar menos veces tus notas porque conocerás mejor el material.
  • Imprime tus anotaciones en letra grande y mantén cierta distancia del podio. Puedes hacer los cálculos en tu mente: si te paras unos metros atrás, podrás darles sutilmente un vistazo a tus apuntes en lugar de tener que agachar la cabeza. Toma menos tiempo, y muchos en tu clase ni siquiera notarán que miraste hacia abajo. Por lo general, imprimo mi manuscrito en letra tamaño 16, con interlineado de 1.5. Este es un truco que aprendí incluso antes de convertirme en pastor cuando era un conferencista de negocios. Como había mucho dinero en juego en cada ronda de enseñanza, mi firma nos exigió a todos los oradores que aprendiéramos a hablar utilizando un manuscrito de una manera que fuera atrayente. ¡Ni se imaginaban que estaban capacitando a un predicador!
  • Cuando pases de una página de notas a la siguiente, pasa las páginas una sobre la otra en lugar de voltearlas. Eso hace que sea menos evidente cuando cambies de página. Lo ideal sería tener suficiente espacio en tu podio para que coloques dos hojas una al lado de la otra. De ese modo, nunca tendrás que hacer una pausa al voltear las páginas, porque moverás la página 2 para cubrir a la página 1 (y revelar la página 3) cuando termines con la página. Si haces esto, terminarás con tus apuntes apilados en el orden inverso exacto cuando finalices.
  • Separa tus manos del podio y tus codos de tus costados. Así gesticularás naturalmente, y tus gestos serán más espontáneos.

¿Son estos consejos en su mayoría mundanos y no específicamente espirituales? Por supuesto, pero oro para que a medida que aprendas a relacionarte con tu clase, te vuelvas cada vez más calificado para enseñarles los tesoros que Cristo nos ha dado en las Escrituras.

 


[i] D. Martyn Lloyd-Jones, Preaching and Preachers (La predicación y los predicadores) (Grand Rapids: Zondervan, 1972), 87.

Traducido por Nazareth Bello