Predicación expositiva

Cómo (no) predicar a los profetas del Antiguo Testamento

Por Nick Roark

Nick Roark es el pastor de la Iglesia Bautista Franconia en Alexandria, Virginia. Lo puedes encontrar en Twitter en @NickRoark.
Artículo
02.04.2021

Predicar fielmente desde el Antiguo Testamento es siempre un desafío. Pero predicar fielmente de los profetas del Antiguo Testamento es quizás el más desafiante de todos. «Los libros de los profetas de Israel se encuentran entre los más difíciles del Antiguo Testamento y probablemente entre los libros más difíciles jamás escritos»1. Lutero estuvo de acuerdo: «Los profetas tienen una forma extraña de hablar, como las personas que, en vez de proceder de manera ordenada, divagan de una cosa a otra, de modo que no puedes hacerte ni pie ni cabeza de ellos, ni ver lo que están captando»2.

Sin embargo, a pesar de la dificultad, no podemos descuidar o evitar predicar a los profetas, si buscamos declarar todo el consejo de Dios a nuestra gente (Hechos 20:27). En lugar de decirte qué hacer, aquí tienes una breve lista de lo que no debes hacer al predicar de los Profetas. Considere lo siguiente como una lista de verificación de «no hacer».

1. No prediques sobre el profeta. Predica el mensaje del libro profético

Lo primero que no debes hacer al predicar de los profetas del Antiguo Testamento es predicar sobre el profeta. En cambio, predique el mensaje del libro de inspiración divina que lleva el nombre del profeta.

Los profetas del Antiguo Testamento son personajes pintorescos. Isaías se quitó toda la ropa y deambuló desnudo durante tres años (Isaías 20: 1-3). Jonás, el profeta obstinado, huyó en una barca del Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra seca (Jonás 1:1-3). Jeremías escondió su taparrabos de lino en una hendidura de la roca junto al río Éufrates (Jeremías 13: 1–6). Oseas se casó obedientemente con una prostituta en obediencia al mandato del Señor (Oseas 1:2-3).

Con un material biográfico tan interesante como este para trabajar, es fácil que el predicador se deje seducir para que trate a los Profetas como si fueran una forma de las antiguas memorias de Israel. Pero los libros proféticos no son biografías de los profetas. En muchos casos, solo conocemos pequeños detalles sobre sus vidas personales.

En lugar de predicar sobre los profetas, la tarea del expositor fiel es proclamar el mensaje de los libros proféticos inspirados por Dios, los escritos sagrados, que pueden hacer a sus oyentes sabios para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús (2 Timoteo 3: 15; 4:2). Esto requiere una lectura y relectura cuidadosa y en oración de los libros proféticos. Meditar día y noche (Salmo 1), así como pedir y recibir sabiduría del Señor mismo. Porque: «¿Quién es sabio para que entienda esto, y prudente para que lo sepa? Porque los caminos de Jehová son rectos, y los justos andarán por ellos; mas los rebeldes caerán en ellos» (Oseas 14: 9).

2. No te concentres exclusivamente en Israel. Resalta los gloriosos propósitos globales de Dios, para todas las naciones

La segunda cosa que no debes hacer al predicar de los profetas del Antiguo Testamento es enfocarte exclusivamente en Israel. Es fácil leer a los Profetas y pensar que estos libros son únicamente sobre los tratos antiguos del Señor con el pueblo de Israel. Después de leer los libros proféticos, ¡algunos cristianos pueden incluso comenzar a sentir que han estado leyendo el correo de otra persona! Después de todo, a los israelitas pertenecen «…la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén» (Romanos 9: 4-5).

Ciertamente, los libros proféticos nos informan de eventos históricos que ocurrieron en el pasado de Israel. Pero el pasado de Israel fue el lienzo divino en el que Dios pintó sus planes para el futuro3. El pasado de Israel es el prólogo del mundo. Los planes divinos del Señor para el futuro no solo presentan a Israel, sino que también resaltan los gloriosos propósitos globales de Dios para todas las naciones. Los Profetas proclaman la visión de los últimos días que se encuentra en el Pentateuco, donde Dios promete bendecir al mundo entero a través de Abraham y su descendencia (Génesis 12:3; 22: 17-18; 49:10; Gálatas 3:16).

Esta gloriosa esperanza no tiene como único objetivo convocar a la casa de Jacob a caminar a la luz del Señor. Dios también tiene la intención en que su salvación llegue hasta los confines de la tierra (Isaías 2:2-5; 49: 6; 52:10). No solamente es el mundo entero hoy en día lleno de su gloria (Isaías 6:3), sino que un día futuro «la tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar» (Habacuc 2:14). Un día, los cielos y la tierra serán renovados (Isaías 65:17). Debes proclamar estas buenas nuevas globales cuando prediques a los Profetas.

3. No te limites a predicar el juicio divino. Señala a Cristo y la radiante esperanza del Nuevo Pacto

La predicación profética a menudo se asocia con la apasionada proclamación de un destino inminente. ¡Y por una buena razón! El tema del juicio divino abarca la amplitud de los profetas. Si busca predicar expositivamente a través de los libros proféticos, entonces debe abordar fielmente la ira de Dios hacia los pecados de su pueblo.

La desobediencia tiene consecuencias. Y los profetas recuerdan constantemente al pueblo infiel de Dios las maldiciones por desobediencia que se prometieron por primera vez en Deuteronomio 28. De esta manera, la predicación de los libros proféticos a menudo implica una exégesis de una exégesis, porque los libros proféticos interpretan y aplican textos bíblicos anteriores. Por eso los libros proféticos están llenos de Biblia.

Pero, así como los Profetas interpretan y aplican las advertencias del Pentateuco sobre el juicio divino por desobediencia, también iluminan maravillosamente la gloriosa esperanza del Mesías venidero y la promesa del nuevo pacto. Sobre el oscuro telón de fondo del fracaso del pueblo de Dios, para creer y obedecer su Palabra, descansa la gloriosa visión del Rey Davídico eterno y el establecimiento de su reino eterno a través de un nuevo pacto (Isaías 9: 6–7; Jeremías 31: 32– 34). Los gloriosos propósitos globales de Dios revelados en los Profetas miran más allá de los estragos del exilio y se centran en la llegada de este futuro Rey como David (Ezequiel 34:23).

En otra parte, el Señor dice que este nuevo pacto implicará una reunión de su pueblo a través de una especie de nuevo éxodo (Ezequiel 36: 26-28; cf. Deuteronomio 30:3-4) y un derramamiento de su Espíritu en una nueva manera, de tal forma que todo el pueblo de Dios reciba corazones nuevos para confiar y obedecer a su Rey (Joel 2:28-29; Hechos 2:14-21). Los profetas incluso tienen la esperanza de que el Rey de toda la creación traerá una nueva creación, un cielo nuevo y una tierra nueva en la que todas las naciones adorarán delante del Señor (Isa. 65:17; 66: 22–23).

Cualquier predicación fiel de los libros proféticos debe incluir señalar continuamente a nuestro pueblo a Jesucristo, la simiente de Abraham, el hijo de David, el profeta como Moisés, el Siervo Sufriente, que fue obediente hasta la muerte, incluso la muerte en la cruz. Quien inauguró el nuevo pacto y compró la iglesia de Dios con su propia sangre (Lucas 22:20; Hechos 20:28). «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus llagas fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros» (Isaías 53:5-6).

Jesucristo, el Señor resucitado, enseñó a sus discípulos a buscarlo en los profetas. «Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían» (Lucas 24:27; véase también 1 Pedro 1: 10–12). Así que, predica a los profetas señalando a tus oyentes al que vendrá, a quien todos los profetas del Antiguo Testamento anhelaban ver. «De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre» (Hechos 10:43).


Traducido por Renso Bello.

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1 Delbert R. Hillers, Pacto: La historia de una idea bíblica (Baltimore: Johns Hopkins Press, 1969), 124.

2 Martín Lutero, citado en Gerhard von Rad, Teología del Antiguo Testamento, vol. 2 (Nueva York: Harper & Row, 1965), 33. (Obras de Lutero, edición de Weimar, Volumen 19: 350).

3 John Sailhamer, Profecía bíblica (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1998), 47.