COVID-19

¿Cómo expone el Covid-19 la mentira del evangelio de la prosperidad?

Por Conrad Mbewe

Conrad Mbewe es el pastor de Kabwata Baptist Church en Lusaka, Zambia.
Artículo
27.08.2020

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Los predicadores del evangelio de la prosperidad en el mundo entero afirman que el cristianismo, cuando se comprende y se aplica bien, tiene por objeto brindarte una larga vida de salud y mucha riqueza. Frecuentemente, les digo a mis amigos en Occidente, que el evangelio de la prosperidad en África tiene una textura y un énfasis ligeramente diferente de lo que inicialmente se importó desde allí.

Los maestros del evangelio de la prosperidad en Occidente, a menudo enseñan textos de la Biblia cuidadosamente seleccionados, de maneras que no están alineados con la intención original del autor. En África, los maestros de la prosperidad enfatizan sobre el “hombre ungido de Dios”, que tiene el poder para librarte de tu pobreza a través de sus oraciones.

Este es un problema muy serio en África. Se ha extendido como un incendio forestal salvaje. No estoy seguro acerca de los estados islámicos en el norte de África, pero al sur del desierto del Sahara se ha convertido en la forma más notable del cristianismo. Esto se debe a que los predicadores del evangelio de la prosperidad tienden a ganar tiempo en la televisión y la radio. También levantaron los edificios de la iglesia más magníficos y espaciosos, y viven estilos de vida opulento. El mensaje que viene de ellos es que, si crees lo que ellos creen, pronto también vivirás así. Esto atrae a muchos seguidores.

La adaptación africana del evangelio de la prosperidad tiende a prometer una solución a cada “vacío” concebible en la experiencia humana. No solo te prometen catapultarte de la pobreza a un estado de riqueza, también te prometen resolver tus problemas, como la falta de un cónyuge o la ausencia de hijos en el matrimonio.

Por supuesto, también está el negocio de la llamada curación milagrosa. Afirman tener poderes especiales que Dios les ha dado para sanar instantáneamente cualquier forma de enfermedad. La frase “evangelio de salud y riqueza” captura los dos lados de este fenómeno. Es esta última promesa la que se ha expuesto durante la pandemia de Covid-19.

El Covid-19 es una enfermedad, y muy peligrosa. Ha causado la muerte de no menos de 200 mil personas en todo el mundo. Ciertamente, es de sentido común que lo que nuestros predicadores del evangelio de la prosperidad deberían estar haciendo es ir a los epicentros de esta enfermedad y curar milagrosamente a aquellos que están gravemente enfermos y con ventiladores.

Lo que sucedió en cambio es que cancelaron sus reuniones de sanidad programadas previamente y se volvieron mortalmente silenciosas. Unos pocos le gritan al Covid-19 que se aleje de la comodidad de los edificios de su iglesia; pero ninguno, por lo que puedo ver, va a los lugares donde los médicos y las enfermeras luchan contra todo pronóstico para curar a los enfermos.

Decir que están orando por los enfermos donde quiera que estén, no es lo que han dicho todo el tiempo. Anteriormente, sus anuncios publicitarios nos invitaban a sus reuniones porque afirmaban tener el poder de curar todas las enfermedades. Pero cada cristiano ora por aquellos que están enfermos. El cambio en los propósitos de sus anuncios es evidente para todos. Esto los expone y debería avergonzarlos.

Lo que los predicadores del evangelio de la prosperidad deberían hacer a la luz del Covid-19 es enfrentar honestamente los hechos. A diferencia de la malaria y el cáncer, existe una enfermedad que es tan contagiosa, que los ha obligado a refugiarse por el bien de sus estimadas vidas, igual que el resto de nosotros.

El Covid-19 muestra nuestra necesidad del glorioso evangelio bíblico, que nos satisface en cualquier circunstancia en la que nos encontremos. Este evangelio nos permite confiar en un Dios soberano que tiene derecho a hacer lo que quiera con nuestras vidas. También nos da una paz que desafía todos los pronósticos, porque sabemos que somos justificados por la obra culminada de Jesucristo, el Hijo de Dios.

Por tanto, en medio del Covid-19, deberíamos estar preocupados por el cómo podemos compartir el amor de Dios con un mundo que sufre. Y finalmente, si el Covid-19 es el vehículo pre-ordenado que nos llevará a la tumba, sabemos que tenemos una gloriosa eternidad que nos espera en el cielo.


Traducido por Renso Bello