Teología bíblica

Cómo decidir cuando la Biblia no es explícita

Por Diego Franco

Diego Esteban Franco Grymailo (MMB, MDiv), es odontólogo, predicador, y pastor en la Iglesia Bíblica del Camino en Córdoba, Argentina. Además, sirve ocasionalmente como profesor invitado en diferentes seminarios. Es egresado del Seminario Bíblico William Carey, también tiene una Maestría en Ministerio Bíblico en The Master's Seminary, y una Maestría en Divinidades en The Southern Baptist Theological Seminary. Diego está casado con Lucila, con quien tiene tres hijos: Pedro Eliam, Andrés Joel, y Zoe Abigail. Puedes seguirlo en X: @diegoefg2.
Artículo
08.12.2025

Como un cristiano protestante, es seguro que reafirmas tu compromiso con la Biblia como tu máxima regla de fe y práctica, y que través de ella Dios te instruye. Que Dios te guía sobre cómo vivir y qué creer (2 Timoteo 3:16–17). En fin, la Palabra de Dios es suficiente para tu vida cristiana.

Sin embargo, ¡Sorpresa! La experiencia cristiana te presenta un desafío: No todos los asuntos de la vida aparecen descritos de forma explícita en las Escrituras. ¿Cómo deberías actuar cuando la Biblia no te da una instrucción tan específica y clara? ¿Cómo puedes tomar decisiones sabias sin comprometer tu fidelidad al Señor?

El aparente silencio de la Biblia no implica la ausencia de dirección divina. Dios te ha provisto de los principios generales, del acompañamiento del Espíritu Santo y de la guía de la comunidad de fe para formar convicciones firmes y coherentes con su voluntad. A continuación, tienes siete principios prácticos para ayudarte a discernir la dirección de Dios cuando las Escrituras no se pronuncia de manera explícita.

1. Principio de sabiduría: aplica lo revelado a lo no revelado

Aunque la Biblia no trata todos los temas en forma directa, contiene principios que orientan cada aspecto de tu vida como creyente. La sabiduría bíblica no consiste en el cumulo de información, sino en aplicar la verdad revelada a tus circunstancias. Ser sabio es mirar la realidad a la luz de la Palabra y vivir conforme a ella.

Esta sabiduría está al alcance de aquellos que temen al Señor (Proverbios 1:7), para quienes le aman y buscan su dirección con fe. La sabiduría no es un destello místico, sino una disposición humilde que consiste en reconocer tu dependencia de Dios. Por esto, cuando enfrentas una toma de decisiones que la Biblia no aborda de forma directa, comienza orando y pidiendo la sabiduría divina. Dios promete darla en forma abundante a quien la piden con fe (Santiago 1:5).

La sabiduría bíblica te enseña a conectar lo explícito a lo implícito, y a confiar en que la obediencia es siempre el mejor camino, incluso cuando no ves a corto plazo todos los resultados.

2. Principio del consejo: discierne en comunidad

La vida cristiana no fue diseñada para vivirse en la soledad. Dios estableció la iglesia como el espacio donde recibes guía, corrección y consuelo. Proverbios enseña que, «donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad» (Proverbios 11:14). El que aprendas a buscar el consejo en creyentes maduros, pastores o líderes piadosos no es señal de tu debilidad, sino de tu humildad. La comunidad de fe actúa como un espejo que revela tus motivaciones y corrige tu parcialidad.

Evita el «shopping de consejería», sí, esa tendencia a buscar las opiniones de los demás hasta encontrar una que confirme tus deseos. La verdadera sabiduría se nutre del consejo que te confronta, que te guía hacia aquello que Dios aprueba, y no del que te halaga para tu complicidad.

Dios usa a su pueblo para que preserves tu discernimiento y te protejas de tu propia subjetividad. Escuchar a consejeros piadosos es una forma práctica de reconocer que no lo sabes todo y que necesitas la sabiduría de Dios expresada también a través de otros.

3. Principio de dependencia: confiar en la guía del Espíritu Santo

Jesús prometió que el Espíritu Santo te guiaría a toda verdad (Juan 16:13). No significa que te revele doctrinas nuevas, sino que te ilumina con su Palabra, te convence de pecado y fortalece tu obediencia. Su ministerio es recordarte lo que Cristo enseñó y aplicar esa verdad a tus circunstancias (Juan 16:14). Depender del Espíritu te protege del racionalismo que confía solo en la lógica, y del misticismo que confunde las emociones con revelación. Él no reemplaza la Escritura, sino que te capacita para vivir conforme a ella.

Cada decisión requiere oración, humildad y sensibilidad espiritual. La verdadera dirección del Espíritu siempre está en perfecta armonía con la Palabra inspirada.

4. Principio de gratitud: decide aquello por lo cual puedes dar gracias

La gratitud revelará la orientación de tu corazón. Pablo escribe: «Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él» (Colosenses 3:17). Pregúntate si podrás dar gracias a Dios sinceramente por la decisión que vas a tomar. Si no puedes hacerlo, probablemente esa elección no complazca al Señor. Lo que no puede ofrecerse con gratitud difícilmente puede considerarse santo o conforme a Su propósito.

Decidir con gratitud implica reconocer que cada paso depende de su gracia, no de tu autosuficiencia.

5. Principio de agradar a Dios: busca su aprobación, no la tuya

El propósito de la vida cristiana no es maximizar tu comodidad ni satisfacer tus gustos personales, sino agradar a Aquel que te salvó. «Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios» (Hebreos 13:16). Cuando enfrentes una decisión, pregúntate: ¿Esto agrada a Dios? ¿Refleja Su carácter? ¿Honra Su nombre? No decidas según lo que te haga sentir paz o lo que parezca más fácil para ti, sino según lo que sea fiel a Su Palabra. La paz interior puede confirmar una decisión correcta, pero no reemplaza la autoridad de la Escritura.

El cristiano maduro no busca justificar sus preferencias, sino someterlas al agrado y aprobación de Dios. Decidir con el fin de agradarle transforma incluso las decisiones más ordinarias en actos de adoración.

6. Principio de santificación: evalúa si tus decisiones te acercan a Cristo

La santificación es el proceso por el cual Dios te transforma para que te parezcas más a Cristo. Cada decisión, grande o pequeña, es una oportunidad para avanzar en este proceso. «Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica» (1 Cor.10:23). La libertad cristiana se ejerce dentro de los límites del amor y de la edificación espiritual. Seguir a Cristo implica negarte a ti mismo, tomar tu cruz cada día y obedecerle (Lucas 9:23). Pregúntate: ¿Esta decisión me acerca más a Jesús? ¿Fortalece mi comunión con Cristo y su iglesia? Si no lo hace, no es sabia.

La madurez espiritual se evidencia cuando eliges lo que te forma, no solo lo que te conviene.

7. Principio de la gloria de Dios: el fin último de toda decisión

El criterio supremo de toda decisión es la gloria de Dios: «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31). Vivir para la gloria de Dios implica reconocer su señorío sobre cada área de tu vida. Toda decisión correcta, por más común o compleja que parezca, es aquella que exalta su nombre. Entre dos opciones buenas, elige la que más glorifique a Dios.

Cuando la sabiduría, el consejo, la dependencia del Espíritu, la gratitud, el deseo de agradar a Dios y la santificación se entrelazan, todo converge en este propósito final: que Cristo sea honrado con tu vida y glorificado en ella.

Finalmente,

Aunque algunas veces la Biblia pareciera guardar silencio, nunca te deja sin su guía. La sabiduría de la Palabra, el consejo de la iglesia, la dependencia del Espíritu y la gratitud, junto con el anhelo de agradar a Dios y crecer en santidad, te capacitan para decidir conforme a Su voluntad.

Recuerda que tu vida no te pertenece, debes vivir para Aquel que te compró con su sangre (2 Corintios 5:15). En medio de la incertidumbre, confía en que la Palabra es suficiente. Disfruta de la dirección del Espíritu y mantén tu mirada en la gloria de Dios. Así, incluso cuando la Escritura no hable de manera específica, seguirás teniendo dirección clara. Cada decisión se convierte entonces en una oportunidad para mostrar que Cristo es digno de gobernar toda tu vida.

Editado por Renso Bello

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