Clases esenciales: Apologética

Apologética – Clase 1: Introducción a la Apologética Cristiana

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
21.12.2017

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Clase esencial
Apologética
Clase 1: Introducción a la Apologética Cristiana


I. ¿Qué es la apologética cristiana?

Bienvenido a la primera clase del Seminario Básico «Apologética».

El propósito de la clase de hoy es explicar qué es la apologética cristiana y comunicar por qué la apologética cristiana te concierne. Confío en que el día de hoy verás que la disciplina de la apologética es fundamental para el evangelismo y necesaria para todos los creyentes. Espero que nuestro tiempo juntos despierte tu apetito durante las siguientes semanas por más material para reflexionar sobre cómo conectar el «qué» de una cosmovisión cristiana con el «cómo» del evangelismo. Pista: es el «por qué» de la apologética.

En primer lugar, deberíamos responder a la pregunta: ¿Qué es la apologética? La apologética es la argumentación para dar una explicación, reporte e incluso defensa sobre la posición o sistema de un tema.

De hecho, el término apologética proviene de la palabra griega clásica apologia. Comunicar una apologia significaba entonces dar una explicación para responder y refutar acusaciones, al igual que en el famoso caso de la defensa de Sócrates.

Esto puede sonar formal o intimidante, pero no debería serlo. Diariamente utilizamos la apologética en nuestras oficinas, aulas de clase y salas de estar. Cada vez que defendemos una decisión en un informe, o citamos ejemplos para contradecir una declaración, o defendemos nuestra posición acerca de un tema, estamos practicando la apologética.

Por tanto, ¿qué es la apologética cristiana? Para nuestros fines, definiremos la apologética cristiana de la siguiente manera: Disciplina que consiste en ofrecer y presentar defensa y evidencias de la veracidad y confiabilidad de la fe cristiana.

La apologética difiere del evangelismo con énfasis—aunque ambos están ciertamente entrelazados. El evangelismo explica la verdad del evangelio: quién es Jesús, qué es el pecado, y cómo podemos ser salvos de la muerte eterna. La apologética defiende la veracidad y confiabilidad de esas afirmaciones, y brinda una crítica contra falsas aserciones. Observa que la apologética cristiana es defensiva—defiende la veracidad y confiabilidad de las Escrituras—y es ofensiva—ataca las falsas enseñanzas y cosmovisiones antibíblicas. Cuando hablamos de atacar, no nos referimos a una violencia física. Los contrincantes de los cristianos no son otras personas, sino la incredulidad. Lo que decir con atacar es un compromiso proactivo y crítico de destruir las mentiras que Satanás disfrazaría como verdad, para llamarlas por lo que son: error e incredulidad. Un apologista cristiano es aquel que defiende el evangelio, mientras que también critica la incredulidad. 

II. ¿Para quiénes es la apologética cristiana? Para los cristianos.

Muchos cristianos han oído de la apologética. Pero algunos cristianos cometen el error de pensar que la apologética es solamente para creyentes filosóficos o intelectuales.

Sin embargo, la disciplina de la apologética cristiana es para todos los cristianos. Todos los cristianos deberían ser capaces de comunicar el evangelio, ofrecer una defensa de su confiabilidad y veracidad, e involucrarse críticamente con las personas incrédulas de su entorno. Déjame darte algunas razones por las cuales la apologética cristiana es para ti, para mí y para todos los cristianos.

  1. Los cristianos deberían ser capaces de explicar por qué ellos tienen fe en Jesús. 1 Pedro 3:15 nos da la siguiente declaración, «sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa (apología) con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros».

Esta «esperanza» de la que Pedro habla, es la esperanza de la vida eterna con Dios, la esperanza de la Resurrección. Pablo dice en 1 Corintios 15 que, «y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados… [y] Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres».

¿Por qué los cristianos creen en un antiguo rabí judío ambulante de Nazaret que fue asesinado y que resucitó del sepulcro? La respuesta puede ser parte del evangelismo, pero es directamente parte de una apologética cristiana.

  1. Los cristianos deberían ser capaces de criticar las cosmovisiones antibíblicas. En 2 Corintios 10, Pablo escribe, «Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo».

Observa que Pablo no añade requisitos. Él no dice que solamente los intelectuales tienen derribar todo argumento, o que sólo los capacitados por la Ivy League tienen que desafiar los argumentos que se levantan contra el conocimiento de Dios. No, la instrucción de Pablo aquí es para la iglesia en Corinto, y su clara expectativa es que todos los cristianos en la iglesia deberían poder enfrentarse en sentido crítico a verdades no bíblicas.

En una aplicación práctica, creyente, eres llamado a estar preparado para «militar», desafiando y criticando las enseñanzas antibíblicas que se opongan a la verdad sobre la persona y obra de Jesús. Esto no quiere decir que debes tener un doctorado o que debes asistir a un seminario. Significa que si eres cristiano, necesitas hacer avanzar la verdad del evangelio, cortando la maleza de mentiras y falsos supuestos que desordenan la visión del evangelio.

  1. Los cristianos deberían usar sus mentes e intelecto para la gloria de Dios. Observa también que en 2 Corintios 10, Pablo dice que los cristianos deben llevar cautivo todo pensamiento a Cristo. En Mateo 22, Jesús dijo que el gran mandamiento es, «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente». Parte del discipulado normal de un cristiano al seguir a Jesús debería ser «amar a Dios con su mente», es decir, usar su intelecto y mente en su evangelismo, discipulado, y apologética.

Puede que en nuestra impulsada congregación de tipo A sea algo usual para nosotros pensar cómo podemos aprovechar todo el poder de nuestras mentes por el bien del evangelio. Pero cabe destacar que históricamente, al menos en décadas recientes, ésta es un área en la que los evangélicos han fallado. Hay muchísimas razones para esto, el punto es que ser un discípulo de Jesús no implica que debes dejar tu cerebro en la entrada.

Como cristianos, no debemos temer en procurar la verdad. De hecho, uno de los apodos de la Reforma—el redescubrimiento de la confiabilidad y del mensaje de la Escritura—fue el clamor de que «toda verdad es la verdad de Dios». ¿Cómo es esto posible? La verdad es más que una colección de ideas. La verdad es una persona, y su nombre es Jesús. Ap. 19 dice que Jesús es fiel y verdadero. Jesús dice en Juan 14: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida».

Seguir a Jesús no quiere decir que tienes que apagar tu cerebro, no. Significa entregar todo lo que eres—tu corazón, mente y alma—a él. Parte de nuestra mayordomía como seguidores suyos es usar las habilidades que Dios nos ha dado—nuestro intelecto, así de caído como es—para su gloria. No confiamos en estas facultades, al contrario, las sometemos a Dios y las usamos con el fin de glorificarlo.

¿Cómo glorificamos a Dios? Por último, el propósito de estudiar la apologética y las visiones del mundo no es ganar debates o parecer intelectuales, sino ganar corazones defendiendo la verdad del evangelio y desafiando ideas falsas. El objetivo de estudiar las cosmovisiones y la apologética es que tú y yo podamos involucrarnos mejor con nuestros amigos, vecinos, colegas, compañeros de clase y familiares para comunicarles sabiamente la verdad y confiabilidad del evangelio, y defenderlos de falsos maestros, de suposiciones incorrectas y de la incredulidad. Queremos ayudar a personas no cristianas a cuestionar la veracidad y la confiabilidad de algunas de sus creencias, y ayudarles a reconocer la racionalidad de las creencias cristianas.

  1. Los cristianos a lo largo de la historia han utilizado la apologética para la gloria de Dios.

La iglesia primitiva

  • El libro de Hechos contiene una descripción de la apologética de Pablo, quien «discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían» (17:17) así como en el Areópago (17:19ff).
  • El apóstol Pablo emplea el término apología en su discurso ante Félix y Agripa cuando dice, «haré mi defensa» (Hechos 24-26).
  • Un término similar aparece en la carta de Pablo a los Filipenses mientras él «defiende el evangelio» (Filipenses 1:7 y 16).

Historia de la iglesia

  • Muchos padres de la iglesia primitiva fueron destacados apologistas. La iglesia primitiva estuvo marcada por una época de doctrina cristiana distintiva de las creencias paganas. Algunos de los notables padres de la iglesia durante los primeros siglos del cristianismo fueron: Justino Mártir, Ireneo y Tertuliano. De hecho, Tertuliano es conocido por escribir una «apología» contra los gentiles en defensa de los cristianos que vivían en el Imperio Romano.
  • La Reforma estuvo marcada por argumentos apologéticos de distintos valores, desde Juan Calvino hasta Tomás de Aquino.
  • En la era moderna, los apologistas cristianos reconocidos tienen una combinación de enfoques para defender la fe. Estarás familiarizado con algunos de ellos: Ravi Zacharias, Lee Strobel, Josh McDowell, C.S. Lewis, William Lane Craig, Jack Wellman y J.P Moreland. Estos apologistas afirman haber basado su defensa del cristianismo en evidencias arqueológicas e históricas, argumentos filosóficos y teológicos, investigaciones científicas y otras disciplinas.

Finalmente, debemos observar rápidamente tres posibles razones detrás de las cuales algunos cristianos se esconden para no practicar la apologética.

Primero, algunos cristianos alegan que la apologética niega el papel de la fe, porque ésta ofrece una manera de «autorazonar» nuestra entrada al reino de los cielos. Esto no podría estar más lejos de la verdad. La apologética cristiana trata de explicar la veracidad de la verdad de Dios revelada en Cristo—pero es Jesús quien salva, no nuestra razón. El simple conocimiento y la lógica, sin la obra activa del Espíritu Santo, son insuficientes para salvar a una persona. Satanás tiene un simple conocimiento acerca de Dios—pero, por supuesto, el tal no es suficiente para su propia salvación (Santiago 2:19). La fe salvadora en la persona y obra de Jesús implica más que solamente aceptar que lo que la Biblia dice es cierto y creer que Dios existe. Implica confiar realmente en Dios y tener una relación con él.

Segundo, algunos creyentes temen lo que otras personas puedan pensar de ellos. Si luchas con el miedo al hombre, bienvenido al grupo, todos lo hacemos hasta cierto punto. Con frecuencia, el miedo a la opinión de otros disuade a los cristianos del evangelismo y de la apologética. Si luchas específicamente con el miedo al hombre, te recomiendo el seminario básico sobre este tema, o puedes leer el libro Cuando la Gente es Grande y Dios es Pequeño de Ted Welch.

Tercero, como aludí anteriormente, algunos cristianos no practican la apologética porque son intelectualmente perezosos. No obstante, aunque nuestras mentes están corrompidas, estamos llamados a amar a Dios con nuestra mente, a llevar cautivo todo pensamiento, y a usar cada una de nuestras facultades para su gloria. En la era de Google y Wikipedia, Amazon.com y decenas de sitios de internet y libros con material accesible y útil, no hay excusas para que un cristiano sea intelectualmente holgazán y no procure la disciplina de la apologética cristiana.

III. ¿Para quiénes es la apologética cristiana? Para los no cristianos.

La apologética cristiana no es solamente una disciplina para ser practicada por cristianos, también es para el beneficio espiritual, claro y práctico de los no creyentes.

(1) La apologética cristiana responde las preguntas de personas inconversas y quita del camino las distracciones hacia la fe.

Por supuesto, algunos inconversos hacen preguntas para alejarse de la incómoda verdad del evangelio de que son pecadores y de que están moralmente arruinados. A menudo harán preguntas para cambiar el tema, como para intentar evadir las ramificaciones del evangelio para sus vidas.[1]

Sin embargo, en otras ocasiones ellos claramente tienen preguntas legítimas relacionadas a la fe en Jesús que la apologética ayuda a responder. Puede ser inquietante cuando quedan preguntas importantes sin responder. La apologética cristiana implica contestar preguntas y ser claros sobre las falsas creencias que oscurecen el sólido fundamento de la fe en Jesús. Una parte natural de educar e instruir a personas no creyentes en una cosmovisión bíblica, es estar preparados para responder a sus preguntas.

Los cristianos no deberían sorprenderse o sentirse amenazados por esto. Nosotros, después de todo, estamos predicando el evangelio—un mensaje fantástico que creemos debería reordenar fundamentalmente nuestras vidas por completo. Las preguntas deberían ser esperadas y bienvenidas.

(2) La apologética cristiana, junto con el evangelismo, dirige a las personas no cristianas a la fe en Jesús.

El objetivo de la apologética cristiana no es finalmente ganar un argumento, sino comunicar y defender la confiabilidad de colocar nuestra fe en la persona y obra de Jesús. La apologética es la disciplina que defiende la cosmovisión bíblica, derriba la incredulidad y brinda un punto de partida para el evangelismo apasionado.

Considera nuevamente, el ejemplo de Pablo para nosotros en Hechos 17. Pablo permaneció en el Areópago, una plaza pública de Atenas, y practicó la apologética—él ofreció una explicación y defensa de la fe cristiana. Pablo utilizó la razón, ejemplos culturales de un altar en Atenas y un poema griego. Pablo explicó las verdades bíblicas acerca de Dios, su carácter y nuestra necesidad de su misericordia. El propósito de todo lo que estaba haciendo era comunicar a los paganos que creían en muchos dioses las buenas noticias del único Dios verdadero que se convirtió en hombre por nosotros en Jesús.

Pablo tomaba en serio la apologética porque entendía los riesgos. Espiritualmente, la apologética es una guerra, no un juego de mesa. El objetivo de la apologética es preservar la vida de otro al ayudarle a entender la verdad, no anotar puntos en una pizarra espiritual.

Pablo dijo en Efesios 6 que, «no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes». Nuestro oponentes no son las personas inconversas. Nuestros oponentes son la incredulidad y las falsas creencias. Y, en un nivel más fundamental, como cristianos, nuestro oponente es aquel que se opone contra Dios mismo. Las falsas enseñanzas y las mentiras comenzaron el huerto con el mismísimo Padre de mentiras, Satanás.

En 2 de Tesalonicenses 2, hablando de la naturaleza de Satanás, Pablo dice, «inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos».

La disciplina de la apologética es una obra espiritual por el bien de los no creyentes y por el bien de la gloria de Dios en una verdadera e incesante guerra espiritual. 

IV. ¿Cuáles son los enfoques de la apologética?

Históricamente, la apologética cristiana ha caído en uno de estos dos campos. El primero es popularmente conocido como la escuela evidencialista—donde el enfoque se encuentra en usar evidencia objetiva en la apologética. El segundo es la escuela presuposicionalista—donde el enfoque está en las suposiciones de los no creyentes sin el Espíritu Santo.

Evidencialista

El principal enfoque de la apologética evidencialista es la idea de que podemos y deberíamos usar las evidencias objetivas o demostraciones, que Dios nos ha dado en el orden creado, como parte de nuestras pruebas y de nuestra persuasión en la apologética. R.C. Sproul es un famoso evidencialista. Por ejemplo, la creación testifica a un Creador, y nosotros deberíamos emplear esa creencia como parte de nuestra evidencia de que Dios existe.

Escuelas presuposicionalistas de la apologética

Los presuposicionalistas enfatizarían que las evidencias no convencerán a los incrédulos de seguir a Dios, porque las personas son gobernadas por sus presuposiciones, las cuales—sin la obra regeneradora del Espíritu Santo—están naturalmente orientadas en contra de Dios. Por tanto, ellos alegarían que no podemos demostrar que Dios es real o defender el evangelio usando nuestras propias pruebas o evidencias. Van Til, del Seminario Westminster, es un reconocido presuposicionalista.

Este seminario básico combina ambos enfoques. Este curso alegará que deberíamos usar evidencias y pruebas al defender la fe cristiana Y que, sin importar cuán buenas sean nuestras pruebas y opiniones, nadie puede creer en Dios sin su obra salvadora. Hemos estado contrastando varias cosmovisiones en las recientes semanas, pero no estamos contrastando los enfoques apologéticos durante este curso. Los dos enfoques son complementarios, no contradictorios.

VI. ¿Qué preguntas apologéticas estaremos considerando en las próximas semanas?

Profesor, puedes:

  1. Preguntar a la clase las interrogantes que quieren sean contestadas, ya que serás capaz de abordar casi todas ellas en las siguientes semanas.
  2. Dar a la clase un adelanto de los temas a tratar en las próximas semanas.

 

[1]En ‘Ends and Means’ (1937), Aldous Huxley confesó que sus motivos para debatir el mensaje de la Biblia no eran imparciales y filosóficamente objetivos. Él «tenía planes»:

«Yo tenía motivos por los que no quería que el mundo tuviera un significado; y por consiguiente, asumí que no lo tenía, y fui capaz de encontrar razones satisfactorias para esta suposición sin dificultad alguna… Para mí, así como para la mayoría de mis amigos, la filosofía de lo irrelevante era esencialmente un instrumento de liberación de un determinado sistema moral. Nos oponíamos a la moralidad porque interfería con nuestra libertad sexual. Los defensores de este sistema aseguraban que éste personificaba el significado—el significado cristiano, insistían—del mundo. Había un método admirablemente simple para refutar a estas personas y autojustificarnos en nuestra revuelta erótica: negaríamos que el mundo tuviera algún significado».