Clases esenciales: Nuevo Testamento

Nuevo Testamento – Clase 5: Marcos: El Rey siervo

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
27.06.2018

  Descargar Manuscrito en formato Word
  Descargar Folleto del Alumno en formato Word

 

Clase esencial
Panorama del Nuevo Testamento
Clase 5: Marcos: El Rey siervo


¿Qué clase de rey es Jesús? Si bien, nosotros, en los Estados Unidos no vivimos bajo una monarquía, todos estamos acostumbrados a cierto tipo de imagen o expectativa de cómo es una persona de la realeza.

¿Quieres a un rey que parezca estar más interesado en servir a sus invitados que en legislar? ¿Esperas a un rey que piense de sí mismo como un siervo o un monarca? La mayoría de las personas quiere que sus reyes estén rodeados de sirvientes y sean tratados como la realeza, y hay un encanto en la idea de la realeza. Esto es lo que esperaríamos para nosotros si fuésemos reyes, ser respetados y servidos para que pudiéramos seguir adelante con los negocios de gobierno.

No nos gusta la idea de servir. Sí, quizá nos gusta la idea de servicio, es noble, pero menospreciamos la idea de que alguien realmente nos trate como siervos.  Sin embargo, el Hijo del Hombre vino exactamente para esto, para ser un siervo y para ser tratado como siervo, un siervo sufriente. ¿Y por qué vino de esta manera? ¿Porque quería ser despreciado, rechazado y pisoteado? No, vino para ser esta clase de Rey, un rey y siervo sufriente, porque este es precisamente la clase de Rey que tú y yo necesitábamos.

Contexto

El evangelio de Marcos revela a Jesús como el Rey que llega, quien es a la vez el siervo sufriente. Este libro está destinado a ayudar a sus lectores a comprender quién fue Jesús y lo que implica el verdadero discipulado, como registra Marcos 10:45: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos».

Muchos piensan que el Evangelio de Marcos es el más antiguo de los Evangelios, escrito en algún momento en los años 60 d. C. El autor es Marcos, también conocido como Juan Marcos, quien fue una figura visible en el Nuevo Testamento. Proveniente de una familia adinerada y prominente de la iglesia primitiva (era la casa de su madre en Jerusalén, donde muchos oraron para que Pedro fuera liberado y adonde Pedro fue después de que escapó de la cárcel, Hechos 12:12).  Marcos era primo de Bernabé (Col. 4:10) y el compañero más joven de Pablo, Bernabé y Pedro durante los primeros esfuerzos misioneros cristianos (Hechos 12:24-25 y 13:5). Más adelante, su salida de Antioquía en el primer viaje misionero causó la separación entre Pablo y Bernabé (Hechos 13:13). Según la tradición histórica, Marcos fue el joven no identificado que huyó, olvidando su ropa, durante el arresto de Cristo (Marcos 14:51).

La evidencia señala que este Evangelio fue escrito en Roma a los cristianos gentiles en la iglesia de Roma. Por ejemplo en Marcos, hay traducciones griegas de términos arameos y la presencia de muchas transcripciones griegas de palabras latinas, que dan credibilidad a la afirmación de que fue escrito para un público griego/romano.

La fuente para el Evangelio de Marcos probablemente haya sido Pedro. Marcos no era uno de los discípulos, pero la Escritura sugiere que Marcos y Pedro se conocían muy bien:

  • Hechos 12:11-12 – Pedro va a casa de Marcos tras escapar de prisión.
  • Sabemos de 1 Pedro 5:13 que Marcos estaba con Pedro cuando escribió esa carta.
  • Además, Papías, líder de la iglesia a finales del siglo I, que conocía bien a los discípulos, dijo que Marcos escribió todo lo que Pedro le dijo acerca de los dichos y obras de Jesús. 

Pero volviendo al Evangelio en sí. Quizá el rasgo más sorprendente de libro de Marcos es lo lleno de acción que está. La palabra más repetida de Marcos (usada 47 veces) es la palabra «inmediatamente» («euthus» en el griego). Comparado con los otros Evangelios, es breve en la enseñanza. Por ejemplo, solo hay siete parábolas de Jesús en comparación con las 20 en Mateo y las 27 en Lucas. Y cubre menos acontecimientos que los otros Evangelios. Pero pese a ser el más corto de los Evangelios, cuando Marcos cubre un acontecimiento en la vida de Jesús, generalmente provee más detalles que el resto de los escritores de los Evangelios.

El Evangelio se caracteriza por frases concisas y detalles vívidos, que contribuyen a su estilo orientado a la acción. Como el más corto de todos los Evangelios, Marcos va directo al punto. Sus primeras palabras en el libro son un resumen de su mensaje: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio». Y para el versículo 16 del primer capítulo, Jesús ha comenzando su ministerio y está llamando a sus discípulos. En Mateo, no se registra este incidente, sino hasta el capítulo 4, versículo 12. Marcos registra los aspectos claves acerca de lo que Jesús vino a hacer y excluye las secciones de parábolas y enseñanzas incluidas en los otros Evangelios. Marcos pasa casi tres de sus 16 capítulos enfocado en lo sucedido en la última semana de la vida de Jesús.

Debido a su brevedad y sencillez, es un gran libro para ser usado al presentar el evangelio y Jesús a personas no cristianas. Pregúntales qué piensan de Jesús y sus declaraciones. ¿Quiénes dicen que es Jesús? Pero no solo sirve para evangelizar, ¡Marcos también es un excelente libro que puedes leer cuando necesites recordar lo que Jesús hizo! 

Estructura del Evangelio

El Evangelio de Marcos se divide básicamente en dos grandes secciones: lo que sucede antes de que Pedro reconoce a Jesús como el Mesías y lo que sucede después de su confesión.

En la primera mitad (1:1–8:26) vemos el ministerio público en Galilea donde se estableció como quien tenía autoridad como maestro y como quien podía realizar milagros. Y así, en el Evangelio de Mateo, el momento crucial en el Evangelio ocurre cuando Pedro confesó que Jesús es el Mesías (8:29). Marcos establece esto de una manera muy interesante, usando la sanidad de un hombre ciego para explicar lo que sucede.

Echa un vistazo al capítulo 8, versículo 22. «Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea. Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas. Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo. Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno».

Increíble paralelismo entre estos relatos en el corazón del libro. Los versículos 22 y 27 estructuraron las dos historias: en la primera, van a Betsaida; en la segunda, van a las aldeas alrededor de Filipo de Cesarea. La gente ve a Jesús, pero piensan que es Juan, Elías o uno de los profetas. Entonces obtenemos la visión completa. El hombre ciego ve claramente. Pedro ve que Jesús es más que uno de los profetas resucitados a la vida, él es el Mesías. Y luego una orden de silencio para ambos, el hombre ciego y los discípulos. No le digan a nadie lo que han entendido. Al menos no todavía.

Este es el punto pivotante de todo el libro. Hasta ahora, la gente ha visto parcialmente, como ilustra el hombre ciego. Pero de repente, llega la claridad y todo cambia. Hasta ahora, todos los detalles geográficos han señalado lugares alrededor de Galilea. Pero el capítulo 8, versículo 27 muestra a Jesús de camino a Filipo de Cesarea, desde donde va a Jerusalén. Desde el momento que se alcanza la claridad, Jesús comienza su camino a la cruz.

Finalmente, entonces, eso significa que la primera parte del marcapáginas hace la pregunta: «¿Quién es Jesús?» y da la respuesta: «¡Jesús es el Cristo!». Pero una vez que la respuesta es entendida, la segunda mitad del libro hace una pregunta diferente: ¿Qué clase de Mesías es Jesús? Respuesta: «Es el siervo sufriente». Como dice Jesús más adelante en el capítulo 10: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (10:45).

La segunda mitad de Marcos incluye la enseñanza privada de Jesús a los discípulos (8:27-10:52): Jesús provee enseñanza privada e intensa a los discípulos acerca de próximo su sufrimiento, muerte y resurrección, y lo que significa seguirle. El libro culmina con seis capítulos enfocados en la semana final de la vida de Cristo, su muerte y resurrección.

Bien, ese es un panorama de alto nivel del libro. Pero, ¿cuál es el mensaje de Marcos? Como acabo de mencionar, todo trata acerca de quién es Jesús. Así que… ¿qué nos enseña Marcos acerca de Jesús?

¿Qué nos enseña Marcos acerca de Jesús? 

Jesús es el «Hijo del Hombre»[1]

Primero que todo, vemos que Jesús es el Hijo del Hombre. Dieciséis veces en este Evangelio, Cristo usa el término «Hijo del Hombre» para referirse a sí mismo. ¿Acaso solo está siendo educado?

Difícilmente. «Hijo del Hombre» conllevaba un significado masivo y enfatizaba tanto la continuidad como la discontinuidad con las prevalecientes expectativas judías del Mesías.

Al usar el término, Jesús ciertamente tomó todo el manto de todo lo que los judíos creían acerca del Mesías. Daniel 7:13-14: «Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido».

De manera que cuando se hace llamar el «Hijo de Hombre», Jesús se identifica con esta increíble figura que inaugura el Reino eterno. Y en la primera mitad del libro de Marcos, este es lado del «Hijo de Hombre» que vemos. Autoridad divina.

Pero desde la perspectiva del pueblo, también existe una discontinuidad con sus expectativas.

«Hijo de Hombre» también hace referencia a la fragilidad humana. Se usa 93 veces para referirse al sufrimiento de Ezequiel. Y se usa con frecuencia en la primera mitad del Antiguo Testamento para recalcar la diferencia entre Dios y el hombre. ¿Contradicción de términos? En realidad, no. Jesús era a la vez la figura divina de Daniel 7 y el siervo sufriente de Isaías 53. Como vemos en el Evangelio de Juan (12:34), donde la multitud equipara claramente al «Hijo de Hombre» con el Mesías. «Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?».

Claramente, el retrato de Jesús del Hijo del Hombre como el que sufriría y moriría contradecía la comprensión de la multitud del esperado Mesías.

Así, lo primero que aprendemos en el libro de Marcos acerca de Jesús es que es el Hijo del Hombre, en ambos contextos aparentemente opuestos del término en el Antiguo Testamento.

Jesús tiene autoridad

Pero en segundo lugar, vemos que Jesús tiene autoridad. La característica más llamativa de la primera mitad del libro es el extraordinario retrato de la autoridad de Jesús en diferentes ámbitos. La demostración del poder y la autoridad del Hijo del Hombre es convincente. Vemos que tiene autoridad: Sobre la gente (1:14-20); sobre los enfermos y los demonios (1:29-34); sobre el pecado (2:1-12); sobre la naturaleza (4:35-41); sobre la enfermedad y la muerte (5:21-43); sobre aquellos que ni siquiera están en Israel o en su presencia (7:24-30); para abrir ojos ciegos dos veces (8:22-26).

La primera mitad del Evangelio de Marcos nos lleva a preguntar: ¿Quién es éste? Así, en Marcos 4:41, vemos que los discípulos estaban aterrados y se preguntaban los unos a los otros: «¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?».

Y Jesús mismo plantea esta pregunta a los discípulos en Marcos 8:27-30, como acabamos de ver, llevando a la confesión de Pedro como el Cristo y el punto de inflexión en todo el libro:

Pero Jesús no solo es el Hijo del Hombre divino y con autoridad. También es el siervo que sufre, la otra mitad del término. Y ese es el segundo tema en Marcos que queremos considerar.

Jesús vino con una misión: Morir en rescate por muchos

La misión de Jesús como el siervo que vino a este mundo, era morir en rescate por muchos. Justo después de la confesión de Pedro de que Cristo es el Mesías, vemos esta clara declaración de propósito:

Lee Marcos 8:31-38:

«Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles».

A diferencia del Rey conquistador que ellos habían estado esperando y esperaban, Jesús llega a la escena, se presenta como el Mesías, ¡y luego enseña que debe sufrir y morir! Y que si van a seguirlo, deben estar dispuestos a renunciar a aferrarse a sus vidas. Así, su enseñanza a los discípulos con respecto a su identidad está llena del lenguaje del siervo de Isaías 53.

Cuán contraintuitivo debió haber sido esto para los judíos de ese tiempo. Jesús menciona su misión de morir cuatro veces en Marcos:

  • 8:31  «Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días».
  • 9:31 «Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día».
  • 10:33 «He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles».
  • 10:45 «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos».

 

Y en la narrativa de la crucifixión, eso es exactamente lo que vemos que Jesús hace. Vemos esto después de su arresto, Jesús es completamente abandonado [14:50]. En capítulo 15, vemos que se libera a un culpable en lugar de al inocente. Y en Marcos 15:21-31, leemos acerca de la crucifixión y la muerte de Jesús:

«Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo,  que venía del campo, a que le llevase la cruz. Y le llevaron a un lugar llamado Gólgota, que traducido es: Lugar de la Calavera. Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó. Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno. Era la hora tercera cuando le crucificaron. Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDÍOS. Crucificaron también con él a dos ladrones, uno a su derecha, y el otro a su izquierda. Y se cumplió la Escritura que dice: Y fue contado con los inicuos. Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Bah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas,  sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz. De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar».

Su sufrimiento en la cruz es la mayor muestra de su servicio para nosotros. Reflexiona por un momento en esta verdad del Hijo del Hombre, que tiene toda la autoridad y regresará para juzgar, ¿Qué dice esto del carácter de Dios? ¿Qué sugiere acerca de su amor por los pecadores arrepentidos?

Y luego más inmediatamente, ¿qué significa para nosotros? Jesús prepara a sus discípulos para lo que está por venir. ¿Qué les dijo en Marcos 8? Seguir a este Rey siervo significa tomar nuestra cruz y compartir el costo del discipulado. Significa rendir nuestras vidas a Cristo sabiendo lo mucho que hemos sido perdonados por su servicio. Significa, por ejemplo, compartir el costo del discipulado y el sufrimiento en el evangelismo al hablar a otros acerca de Cristo incluso cuando puede ser peligroso de muchas maneras, y significa obedecer y confiar en él en las cosas difíciles como también en las fáciles.

En The Message of the NT, nuestro pastor escribe: «Si el Evangelio de Marcos trata acerca de Jesús, también trata acerca quiénes somos nosotros y su declaración para nuestras vidas. Su declaración es total… El verdadero arrepentimiento a menudo empieza con reconocer el peso de tus pecados y la grandeza de tu necesidad. Puede llegar como un trueno. Luego, puede causar lluvias de llanto arrepentido. Si es tristeza según Dios, produce arrepentimiento. Produce la clase de cambio que transforma a un traidor presumido como Pedro en un pastor fiel, que, según la historia eclesiástica, un día caminaría por un camino romano, tomaría su cruz y seguiría a Cristo. La tradición nos cuenta que Pedro no permitiría ser crucificado de la misma manera que Cristo lo fue. No se sentía digno. Así que fue crucificado al revés. Pedro pudo haber sido el líder de los discípulos en confusión y confesión, así como en negaciones cobardes y promesas audaces. Sin embargo, también podía llorar. Si quieres ver a Jesús por quien él es, debes verte a ti mismo por quien eres».

La pregunta prevalece, ¿qué haces con este siervo sufriente?

Jesús evoca una respuesta

Consideramos en Mateo cómo otros respondieron a Jesús, y este es un aspecto crítico de los Evangelios, especialmente en Marcos. Al usar este libro en nuestro evangelismo, es útil atraer la atención de la gente hacia la manera en que las personas respondían a Jesús cuando le escuchaban hablar. Para algunos puede ser fácil afirmar que si tan solo hubiesen estado allí en los días de Jesús y lo hubiesen visto, habrían creído. Bueno, deberíamos tomar en cuenta las diferentes reacciones a Jesús por parte de las personas en los tiempos de Cristo, y dejar que esto nos instruya en la actualidad. Aunque los tiempos y las culturas han cambiado, ¡los tipos de respuestas siguen siendo los mismos! 

  1. Algunos creyeron

Algunos creyeron que Jesús era quien dijo que era; leemos que tenían fe; como los amigos del paralítico cuando lo bajaron por el techo para encontrarse con Jesús. En Marcos 2:5, leemos que Jesús vio su fe.

También está la mujer que había estado sangrando durante mucho tiempo que tocó el manto de Jesús, y luego cayó a sus pies. En Marcos (5:34), Jesús le dice que su fe la ha sanado. Hay más: Jairo, dignatario de la sinagoga (5:23), la mujer sirofenicia (7:29), entre otros.

Es interesante notar, que muchos de los que respondieron más positiva y decisivamente fueron los rechazados por la sociedad. De nuevo, esto es una gran evidencia de la veracidad de los Evangelios, de qué clase de seguidores quisiéramos alardear. Probablemente de los que nos encontramos soñando con la venida de Cristo… del influyente, el poderoso, el rico. Ahora bien, el Nuevo Testamento ciertamente da testimonio de este tipo de personas viniendo a Cristo, la preponderancia de los seguidores parece ajena a la visión de la sociedad. Marcos, como alguien proveniente de una familia pudiente, habría tenido todos los motivos para enfocarse en algunos convertidos reconocidos y prósperos a fin de convencer a un público griego/romano de por qué Cristo debería ser seguido, pero así no es como lo hace.

  1. Algunos estaban confundidos

También vemos que no siempre hay una respuesta precisa de verdadero rechazo o fe hacia Jesús. Algunos reaccionaron a Jesús con confusión. Vemos esto principalmente con los discípulos. Aunque los discípulos respondieron en fe al seguir a Jesús cuando les llamó, son lentos para comprender quién es él. Cuando los discípulos no entendieron la parábola del sembrador y le pidieron a Jesús que la explicara, respondió: «Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?» [Marcos 4:13]. Cuando les sorprendió su capacidad de calmar la tormenta en el lago, Jesús preguntó: «¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?» [4:40]. Cuando Jesús alimentó a una gran multitud de personas por segunda vez, los discípulos estaban tan asombrados y confundidos como la primera vez [8:14].

¿Así no es como a menudo somos? Somos lentos para aprender, pensamos que creemos acertadamente, pero cuando somos confrontados con las ideas falsas que tenemos acerca de Jesús, con frecuencia nos parecemos más a los discípulos que a los marginados en la forma en que respondemos a Jesús.

Asimismo, deberíamos ser animados al ministrar a otros que Jesús no rechazó a los discípulos por su confusión o lentitud al aprender. De igual manera,  deberíamos ser pacientes y humildes en la forma en que consideramos el crecimiento y la madurez de otros cristianos. No deberíamos exasperarnos cuando otros se confunden o parecen ser incapaces de comprender una verdad espiritual que parece simple… ¡Jesús nunca se ha exasperado con nosotros!

  1. Algunos fueron antagonistas

Había un tercer tipo de respuesta, otra categoría imprecisa, aquellos que rechazaron a Jesús, muchos de los cuales fueron antagonistas de Jesús. Los complots en la vida de Jesús comenzaron muy temprano, en respuesta a sus declaraciones. En el capítulo 2, Jesús hizo varias afirmaciones provocativas, incluyendo profesar ser quien podía perdonar los pecados [Marcos 2:7, 10], el esposo de Israel [Marcos 2:19-20] y el Señor del día de reposo [Marcos 2:28].

Los maestros de la ley respondieron a su declaración de perdonar los pecados como blasfemia al inicio del capítulo 2. Los fariseos se opusieron a que sanara en el día de reposo y, ya en el capítulo 3, comenzó el complot de cómo podrían asesinarlo [3:6].

Pero otros que podrías no esperar, también reaccionaron antagónicamente. La familia de Jesús pensó que estaba loco e intentó custodiarlo [3:21]. Los habitantes de su pueblo natal fueron ofendidos por él (6:4-5).

Al final, la oposición a Jesús llegó a ser tan completa que engulló a los fariseos y saduceos, a los judíos y gentiles, a los enemigos e incluso amigos. No solo Judas, sino el resto de los discípulos desempeñaron un papel al traicionar, negar y abandonar a Jesús. Después del arresto de Jesús en el huerto de Getsemaní, los discípulos desaparecieron en la noche, abandonando a su rabino.

Algunos creyeron, algunos estaban confundidos y algunos fueron antagonistas. Podemos llegar a pensar que existe una cuarta respuesta, ambivalencia hacia Cristo. Sin embargo, vemos a lo largo de este libro y el resto del Nuevo Testamento,  que si bien esta puede parecer una posición posmoderna y atractiva, realmente no existe. La aparente ambivalencia hacia Cristo no es más que una oposición disfrazada.

¿Y nosotros? ¿Puedes pensar en momentos en los que cada una de estas respuestas te caracterizó? Si bien es verdad que, como cristianos, Cristo no ha garantizado los dones de la fe y el arrepentimiento, podemos reaccionar de todas estas maneras en varios momentos de nuestro discipulado, así como Pedro, la fuente del libro de Marcos, reacciona de todas estas maneras. ¿De qué manera podrías estar confundido o en contra de lo que Jesús requiere de ti?

Pero el mensaje de este libro es que independientemente de la oposición, la confusión, las expectativas equivocadas y la esperanza en el Mesías, solo hay una respuesta correcta. El libro concluye con la muerte y la resurrección de Jesús, dejándonos con la gloriosa respuesta de quién es Jesús. Él es el Rey divino, Dios mismo y el siervo sufriente. Y nuestra respuesta, citando las mismas palabras de Jesús en este evangelio, debe ser arrepentimiento y fe. Arrepiéntete y cree en el día de nuestra conversión; arrepiéntete y cree cada día que Dios nos dé en esta tierra, por nuestro bien y para su gloria.

 

[1]La frase «Hijo del Hombre» se empleó en la primera mitad del Antiguo Testamento para distinguir al hombre de Dios. La poesía de Números 23:19 usa este término para señalar que el hombre es mortal a diferencia de Dios. Así, dice: «Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta». El punto es claro: Dios no es como los hombres. Pero Jesús también entendía claramente que era más que un hombre. Daniel 7:13-14 se refiere al Hijo del Hombre.