Predicación expositiva

Cómo evaluar los sermones de tu pastor

Por Keith Collier

Keith Collier es un anciano de la Iglesia Bautista Normandale en Fort Worth, Texas, y se desempeña como editor en jefe del periódico de noticias bautista del sur TEXAN. Él está persiguiendo su Ph.D. en Predicación e Historia de la Iglesia en el Seminario Teológico Bautista del Suroeste.
Artículo
10.06.2019

Imagina esto: dos hombres están parados frente a una audiencia en vivo para competir por votos. Cada uno espera hacer lo mejor que puede para de alguna manera impresionar la multitud y así cuando los papeles sean contabilizados, sea escogido un ganador.

No, esta no es la última realidad original basada en el talento de Simon Cowell o Mark Burnett. Es realmente un escenario creado por un miembro de la iglesia bien intencionado cuando comenzamos a buscar un pastor principal para nuestra iglesia. Familiarizados con el proceso de búsqueda, esta amada hermana preguntó si luego de examinar todos los currículos reduciríamos los candidatos a dos y haríamos que participen en algún tipo de «prédica». Entonces y sólo entonces los miembros votarían por aquel que le gusta más.

Su pregunta era inocente, pero estoy seguro de que algo como este tipo de proceso ha sido visto en más de una iglesia, dejando atrás confusión, heridas y división. La razón de esto es que hace que la predicación de la Palabra de Dios sea un tipo de ejecución con el que damos nuestra aprobación o nuestra desaprobación. Por supuesto, vivimos en una cultura de crítica con una evaluación dirigida hacia el entretenimiento y la retroalimentación instantánea:

  •      Los jueces de las celebridades en la televisión evalúan el talento, canto, baile, cocina, etc. de las personas, ofreciendo comentarios ingeniosos y juicios cortantes.
  •     Las conversaciones en las transmisiones deportivas  y sobre políticas, los que participan discuten entre ellos, cuestionan cada decisión y analizan el desempeño de los demás.
  •    Las redes sociales proveen una retroalimentación instantánea sobre artículos, fotos, videos y todo lo demás. Muchos han sido acariciados y muchos corazones rotos por los comentarios (o falta de ellos) que llegan a través de una retroalimentación.

Esto nos lleva a esa pregunta que frecuentemente surge durante las conversaciones de un almuerzo de domingo con amigos y familiares: «¿qué piensas del sermón?» Si no somos cuidadosos, nuestras respuestas pueden sonar más como los escenarios descritos anteriormente, más enfocados en el carisma que en lo importante.

LA EVALUACIÓN DEL SERMÓN EN LA BIBLIA

En la Biblia, vemos maneras equivocadas y correctas de evaluar la predicación:

  •    EQUIVOCADAS – En la segunda carta de Pablo a Timoteo, su hijo en el ministerio, él advierte; «Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas» (2 Timoteo 4:3-4). La congregación que Pablo está describiendo evalúa los sermones según su propia medida del placer. Sólo desean escuchar sermones que les hagan sentir bien.
  •     CORRECTAS – Durante uno de los viajes misioneros de Pablo, él y Silas entraron en la ciudad de Berea y comenzaron a predicar en las sinagogas. Se dijo de los bereanos, «ahora estos judíos fueron más nobles que aquellos en Tesalónica; ellos recibieron la palabra con mucho deseo, examinando las Escrituras diariamente para si esas cosas eran así.» En lugar de simplemente escuchar lo que les hacía sentir bien, los bereanos evaluaron los sermones de Pablo y Silas a la luz de su alineamiento con las Escrituras.

Asumiendo que tu pastor predica sermones sanos y bíblicos, a continuación seis maneras prácticas en las que puedes evaluar sus sermones que añadirán a tu crecimiento espiritual, fortalecerán el ministerio de predicación de tu pastor y edificarán tu iglesia.

SEIS MANERAS DE EVALUAR EL SERMÓN DE TU PASTOR

  1. Evalúa con oración

Antes del domingo, pasa tiempo en tus rodillas. Ora por tu pastor mientras él prepara su sermón, para que pueda predicar el evangelio de manera clara y convincente. Un buen pastor conoce bien la carga de dividir correctamente la palabra de verdad y admira las oraciones de su gente. Además, ora por ti mismo para tener oídos que escuchen y para que el Espíritu Santo te ayude a evaluar el sermón. Ora también para que la congregación responda en fe y obediencia.

  1. Evalúa el entendimiento

La evaluación del sermón implica más que si te gustó o no el sermón; todo se reduce al hecho de si entendiste los puntos principales del pasaje predicado. No importa lo elocuente o atractivo o humorístico que sea tu pastor, pierdes totalmente el punto si no te enfocas en comprender el mensaje. Mientras escuchas, identifica los puntos principales y considera su aplicación para tu vida.

  1. Evalúa de manera crítica pero no críticamente

Si, leíste eso bien. La diferencia entre las dos es la diferencia sutil entre la crítica y el criticismo. En el sentido positivo, debemos evaluar un sermón críticamente de la manera que los bereanos evaluaron los sermones de Pablo, comprobándolo con la Escritura y considerando sus aplicaciones. En el sentido negativo, debemos evitar evaluar los sermones con espíritu crítico. En nuestro esfuerzo por examinar el contenido del mensaje debemos ser cuidadosos de no caer en derribar al mensajero. Cada pastor tiene debilidades y deficiencias. No hay necesidad de sacar aparte su gramática o hábitos nerviosos. Necesitas no mantener una lista de sus equivocaciones y fases usadas en exceso. Analizar las debilidades de tu pastor te desenfoca del mensaje y provoca desprecio hacia el mensajero, lo cual no es saludable. Créeme, la realidad es que tu pastor es más duro consigo mismo en estas áreas de lo que tú lo eres.

  1. Evalúa en términos de «nosotros» en lugar de «yo»

Vivimos en una era de mucho individualismo cristiano, donde la naturaleza de la vida cristiana es principalmente vista a través del lente del crecimiento y descubrimiento personal. Como resultado, frecuentemente consideramos la manera en que un sermón o pasaje de la Escritura aplica a nosotros personalmente. Sin embargo, hay otro lente que nunca debemos pasar por alto: el corporativo o congregacional, la naturaleza de la vida cristiana. Cuando consideramos la aplicación del sermón, no sólo pensemos sobre la manera en que aplica a nosotros de forma individual. También considera como sería para tu congregación vivir estas verdades colectivamente.

  1. Evalúa sin tener a alguien en mente

Gracias a los podcasts, ahora puedes escuchar horas tras horas de sermones cada semana de diferentes predicadores dotados de todo el mundo. Ciertamente, hay beneficios personales espirituales en escuchar los sermones de otros pastores. Al mismo tiempo, cuida de no permitir que este acceso te lleve a hacer comparaciones no saludables entre los sermones de tu pastor y aquellos de predicadores prominentes. Dios le ha dado a tu pastor un rebaño particular para pastorear que no le dio a esos otros pastores. Aunque sus sermones pueden no ser muy pulidos o precisos, él conoce mejor las fortalezas y debilidades, las pruebas y tendencias, de tu congregación en particular mejor que cualquier predicador del podcast. Por ejemplo: ¿está tu congregación llena de legalistas o hedonistas? Dios lo ha colocado de manera única para aplicar la Escritura a la vida de tu iglesia.

  1. Evalúa motivar

Mientras escuchas el sermón, busca los aspectos positivos del sermón y las verdades que Dios te enseña a través de él, y hazte el propósito de decirlo a tu pastor. Cuando lo hagas, sé específico. No sólo estreches su mano diciéndole «buen sermón». Dile algo como, «el Señor realmente me desafió cuando explicó esa segunda parte del pasaje sobre la generosidad». A la larga, la retroalimentación buena y útil lo ayudará a ser un mejor predicador, lo cual contribuirá a tu crecimiento espiritual y edificará la iglesia para la gloria de Cristo.