Discipulado

Tres razones por las que debe animar a tu congregación a reunirse cada semana

Por Sam Koo

Sam Koo es gestor multimedia en 9Marks y miembro de la Iglesia Bautista de Capitol Hill.
Artículo
25.08.2023

Pastor, ¿qué desearías que tu congregación añadiera a sus propósitos de Año Nuevo? Aquí tienes uno que deberías animar a los miembros de tu iglesia a incluir: decidir reunirse con la iglesia todos los domingos.

No los animes a considerar, pensar o simplemente albergar la idea de ir a la iglesia. Anímalos a que deliberadamente planeen, organicen y ordenen sus semanas y meses para que estén en las bancas esos 52 domingos.

Aquí tienes tres razones.

1. LA BIBLIA LO ORDENA

Si eres cristiano, la Biblia te ordena congregarte con regularidad. Hebreos exhorta explícitamente a sus lectores a «no [dejar] de [congregarse], como algunos tienen por costumbre» (He. 10:25). El Nuevo Testamento ofrece un modelo, establecido por los apóstoles y los primeros discípulos, de reunirse regularmente el primer día de la semana para escuchar la predicación de la Palabra, partir el pan y recoger donativos para los santos (Hch. 20:7; 1 Co. 16:1-2).

Pastor, ¿qué obstáculos ves en los miembros de tu iglesia que les impiden reunirse? La vida transcurre, por supuesto. No debemos ser legalistas. Nos enfermamos o debemos viajar. Pero debemos exhortar y animar a nuestra congregación a obedecer a nuestro Señor y Salvador.

Una manera de hacerlo es promoviendo las reuniones dominicales más que otras reuniones de la iglesia. Recuerda a los asistentes anunciando cada semana que volverán a reunirse el domingo siguiente. A través de la oración y el discipulado, las mentes y los corazones pueden cambiar para ver la asistencia a la iglesia no simplemente como un hábito o una rutina, sino también como una cuestión de obediencia.

2. NUESTRAS ALMAS LO NECESITAN

Todo el mundo quiere crecer. Aunque los propósitos de Año Nuevo suelen consistir en un entrenamiento físico, recuerda a tu rebaño que también debe cuidar su salud espiritual, a la que la Biblia da prioridad (Mt. 10:28, 1 Ti. 4:8).

Una de las mejores cosas para nuestras almas es acudir a la iglesia y escuchar la predicación de la Palabra de Dios. La Biblia es clara al respecto: Dios crea y sostiene la vida sólo a través de su Palabra (Sal. 119; Ez. 37; Jn. 1:4-5, 17:17; Ro. 10:17; He. 1:1-2). Un alma que no digiere consistentemente la predicación expositiva corre el riesgo de marchitarse y morir.

Los pastores y líderes deben mostrar su propia necesidad cuando no sea su semana para predicar sentándose en primera fila. Deben mostrar a su iglesia que la fuente del alimento de su alma es la misma que la de ellos.

3. NUESTRA FAMILIA SE BENEFICIA DE ELLO

Así como debemos reunirnos por el bien de nuestras propias almas, la iglesia entera también se beneficia. Las metáforas de la Escritura para la iglesia —una familia, templo, casa de Diostodas comunican la unión de aquellos que están en Cristo.

No podemos obedecer a los mandamientos de «unos a otros» sin los demás. Al reunirnos con hermanos y hermanas en Cristo, estamos haciendo posible que entre nosotros obedezcamos los mandamientos de Dios de amarnos y animarnos unos a otros. ¿Puedes creerlo? Sus miembros pueden ministrarse unos a otros con sólo asistir.

Recientemente, un miembro mayor de mi iglesia compartió que su cáncer había regresado. Nos afligimos como iglesia. Pero al ver que ella y su esposo continuaban asistiendo fielmente y adorando a Dios como su protector soberano y Padre amoroso, también nos sentimos alentados como iglesia.

Mientras tus miembros están agobiados por las pruebas de la vida, su compromiso continuo de reunirse con el pueblo de Dios muestra brillantemente la obra del Espíritu Santo en ellos. A cambio, su familia ve y es fortalecida.

CONCLUSIÓN

Matt Smethurst dijo una vez: «Las disciplinas espirituales no tratan de hacerte más valioso para Dios. Se trata de hacer a Dios más precioso para ti». No nos reunimos con la iglesia para hacernos más valiosos para Dios. Nos reunimos porqueal recordarnos las buenas nuevas de la muerte y resurrección de Jesús, al ser alentados por la familia por la que murió Dios se vuelve más valioso para nosotros.

 

Traducido por Nazareth Bello