Plantación de Iglesias
Saber cuándo decir cuándo: Reflexiones de una plantación de iglesia fallida
Cuando me dispuse con mi familia a plantar una iglesia en Providence, Rhode Island, nunca imaginé escribir sobre el tema de los fracasos en la plantación de iglesias. Por el contrario, habíamos previsto volver a sembrar Rhode Island y el sur de New England con iglesias impulsadas por el evangelio —una línea que todavía resuena en mi corazón de algunos de nuestros primeros materiales— y habíamos orado para que nuestra iglesia fuera la primera de muchas.
Plantar una iglesia en New England, y en Providence en particular, no fue algo que hiciéramos por capricho. Comencé a discutir las posibilidades con Wes Pastor del Centro NETS para la Plantación de Iglesias y Revitalización mientras era un estudiante de doctorado soltero en el Seminario del Sur. Las conversaciones continuaron cuando me casé con Elizabeth, continué mis estudios, y tuvimos nuestro primer hijo. En julio de 2007, nos mudamos de Louisville, Kentucky a Essex Junction, Vermont para entrar en el programa de residencia de dos años con NETS, que se extendió otros dos años cuando pasé a ser parte del personal en la iglesia.
EL PROCESO DE PLANTAR UNA IGLESIA
El proceso de plantar una iglesia desde cero fue difícil y lento. Sabíamos que sería duro, pero quizás yo era más optimista que realista, pensando que plantar una iglesia iría un poco más rápido para nosotros.
Empezamos organizando estudios bíblicos en nuestra casa. Al principio, reunir a unas cuantas personas en la sala era un éxito rotundo. Algunas semanas sólo éramos Elizabeth, yo y uno o dos vecinos. Después de 2 años de estudios bíblicos en casa, seminarios matrimoniales, y numerosas iniciativas de alcance comunitario (búsquedas de huevos de Pascua, una noche de cine en un parque local, noche de bolos, una fiesta en la cuadra) habíamos crecido de nuestra familia de 6 a alrededor de 25 adultos y niños.
En septiembre de 2013, comenzamos los cultos mensuales preliminares con vistas al lanzamiento en enero de 2014. Los servicios y los meses siguientes fueron a la vez alentadores y desalentadores. Un matrimonio en el que Elizabeth y yo habíamos estado invirtiendo llegó a la fe salvadora, pero otras dos parejas decidieron abandonar el equipo central: la primera en diciembre y la segunda en enero. Dado que la incorporación de nuevas personas llevaba tanto tiempo, este tipo de pérdidas resultaba devastador.
CUÁNDO APAGAR LAS LUCES
Responder a la pregunta: «¿Cómo saber cuándo es el momento de apagar las luces?» es para mí un poco como pastorear a la gente a través del sufrimiento. El momento del sufrimiento no es el momento de presentar la realidad de la soberanía de Dios.
Más bien, deberíamos preparar a nuestra gente para el sufrimiento a través de una exposición consistente y minuciosa de toda la Biblia centrada en el evangelio, construyendo una cosmovisión centrada en el evangelio desde la cual procesarán correctamente la vida en un mundo lleno de pecado.
Del mismo modo, la plantación de iglesias es un trabajo duro, y hay que partir con un sistema de apoyo. Porque, cuando las cosas se ponen difíciles, necesitas tener hermanos y hermanas con los que puedas ser sincero. Por la gracia de Dios, cuando partimos de Burlington, Vermont a Providence, Rhode Island, teníamos un fuerte sistema de apoyo: 1) una iglesia enviadora y su liderazgo bajo cuya autoridad nos habíamos colocado, 2) un mentor que había invertido en nosotros durante cuatro años, y 3) una red de plantadores de iglesias con los que podía ser honesto y a los que podía llamar en momentos de necesidad.
CÓMO LO SUPIMOS
¿Cómo supimos que había llegado el momento de renunciar?
En primer lugar, hacía más de un año que luchaba por saber si la plantación de iglesias pioneras era «lo mío». En los 2 años anteriores había recibido dos solicitudes de escuelas que querían que enseñara en su departamento del Antiguo Testamento. Una la rechacé rápidamente y la otra después de un breve período de consideración en oración. Pero en febrero de 2014, estaba empezando a preguntarme si sería más eficaz para el reino enseñando o pastoreando una iglesia existente, en lugar de plantando.
En segundo lugar, comencé a hablar honestamente con mi esposa sobre algunas de mis dudas.
En tercer lugar, estaba en contacto frecuente con mi mentor en Vermont, mi hermano mayor, que era un plantador de iglesias en el área de Boston, así como un pastor local de otra iglesia con ideas afines donde habíamos estado adorando hasta que nuestra iglesia estuviera en marcha.
Mientras reflexionaba con estos hermanos, mi esposa y algunos otros, algunas cosas me llamaron la atención:
- El estado de las iglesias en Providence en 2014 era mucho mejor que en 2007, cuando consideramos por primera vez mudarnos y plantar una iglesia allí.
- Queríamos plantar una iglesia exactamente a un kilómetro y medio de una iglesia muy parecida, lo que significaba que cuando la gente se trasladaba a la ciudad en busca de una iglesia como la nuestra, normalmente acababa allí porque ya estaba funcionando. Esto fue muy importante para mí.
- No teníamos ninguna pareja de peso en nuestro equipo central, así que Elizabeth y yo llevábamos la mayor parte del peso.
- Mientras que un año antes, cuando me ofrecieron un puesto de profesor, no tenía ningún deseo, ahora me sentía libre y en paz para abandonar la plantación sin ninguna oferta de trabajo en el horizonte. Estaba experimentando un cambio de deseo.
Este último punto es claramente subjetivo, pero está directamente relacionado con los dos primeros; la libertad para abandonar la plantación estaba directamente relacionada con el cambiante estado de las iglesias en Providence, y en particular con mi confianza en el liderazgo de ciertas iglesias. Sin sus fieles y fructíferos esfuerzos, dudo que hubiera sentido tanta paz.
No obstante, la decisión de finalizar nuestra plantación fue extremadamente difícil y desgarradora. Me dejó luchando con mi identidad en Cristo. Se sentía como si hubiera habido una muerte en la familia.
Y, sin embargo, a medida que avanzábamos, Dios, nuestro buen pastor, mantuvo su mano misericordiosa sobre nosotros, nos llevó a los verdes pastos de otros ministerios pastorales, y luego me abrió la puerta para enseñar en Ámsterdam, en un seminario misionero con más de veinte naciones representadas en nuestro cuerpo estudiantil. Ahora somos misioneros en la Europa occidental secular, ayudando a plantar una iglesia en Ámsterdam y equipando a los estudiantes del Seminario Teológico Tyndale sobre cómo predicar correctamente a Cristo a partir de toda la Biblia, enseñándoles Exégesis Hebrea y Teología del Antiguo Testamento. En este trabajo, recurro regularmente a mis dificultades y a mi antigua experiencia en la plantación de iglesias, mientras equipo a mis hermanos para plantar y pastorear en algunas de las áreas más estratégicas del mundo.
Nuestro Dios no desperdicia absolutamente nada.
Traducción, Nazareth Bello
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