Pastoreo

¿Qué enseña la Biblia a nuestras iglesias sobre la unidad multiétnica?

Por Jeff Mooney

Jeff Mooney es el pastor principal de la Iglesia Bautista del Redentor en Riverside, California. También es profesor de interpretación del Antiguo Testamento y Teología en la Universidad Bautista de California.
Artículo
18.01.2021

Ningún momento de mis 30 años de ministerio ha sido tan complicado como los últimos meses. Los conflictos raciales y políticos en medio de una pandemia tumultuosa han presentado innumerables desafíos pastorales.

Dadas estas dificultades, los ancianos de mi iglesia decidimos que queríamos pasar tiempo pastoreando intencionalmente a nuestra gente, para que pensara correctamente sobre nuestra identidad como comunidad evangélica, así como nuestra responsabilidad los unos con los otros y con el mundo en estos tiempos convulsos.

Una manera en la que lo hicimos fue predicando una serie de sermones que destacaban cuatro textos sobre nuestra relación de pacto, ya que se aplicaban a la raza, la etnia y los propósitos de Dios en el evangelio.

Quizá, pastor, tú puedas considerar hacer algo parecido.

LOS TEXTOS

Los cuatro textos que elegimos fueron Deuteronomio 4, Amós 5, Efesios 2 y Apocalipsis 7. A continuación, quiero explicar brevemente estos textos

Deuteronomio 4

En Deuteronomio 4, Dios establece una comunidad evangélica por su poder, presencia y palabra. Como pueblo del pacto, Dios tenía la intención de que Israel testificara sobre Él al mundo que lo observaba. Piensa en ellos como una «comunidad de pecera»(1), compuesta por estructuras culturales, políticas, judiciales y económicas que testificaría de la presencia de Dios y su sabiduría única. Si la comunidad no cumplía con su propósito al abrazar la idolatría, bueno, entonces ya no serían una buena pecera.

Lamentablemente, la idolatría de Israel impidió que las naciones vieran al Dios de Israel como digno de adoración y devoción. Recuerda a Salomón, el rey más sabio de la historia quien se convirtió en un idólatra común.  A su muerte, su hijo, el insensato rey Roboam, dividió el reino. Jeroboam, hijo de Nabat, tomó diez tribus y cultivó la vida del norte de Israel en torno a la adoración de ídolos para asegurar su reinado (1 Reyes 12: 16–33).

En el siglo VIII, la religión de Israel no era más que la adoración de ídolos paganos orientados alrededor del trono en Samaria. En respuesta a su perversidad, Dios envió profetas para llamar a su pueblo al arrepentimiento, profetas como Amós.

Amos 5

Quizá ningún libro bíblico proporcione más información sobre la tragedia de la idolatría que Amós. Este profeta nos muestra que la lucha y la discordia en una comunidad, en última instancia, provienen de abrazar la idolatría y rechazar el pacto de Dios.

En la época de Amós, el pueblo de Dios se hizo eco de las realidades culturales de las naciones que lo rodeaban. Se sumergieron en la idolatría aprobada políticamente. Este punto aparece más claramente cuando Amasías, un sumo sacerdote, le prohíbe a Amós profetizar en Betel, llamándolo el «santuario del rey» y el «templo del reino» (Amós 7: 12-13). Este sacerdote no solo humilló la palabra profética, sino que se olvidó de mencionar el nombre de Dios, de quien decían que vivía en el templo.

Dios había redimido a su pueblo con su poder. Había morado en medio de ellos. Los había sostenido y moldeado con su palabra. Pero ahora era irrelevante para Israel, y ni siquiera merecía una mención junto con el templo.

Sin embargo, ante tal idolatría, Amós ofrece esperanza. Antes de que el sumo sacerdote censurara a Amós, el profeta pidió a Israel que abandonara su idolatría y dejara que «corra el juicio como las aguas y la justicia como arroyo impetuoso» (Amós 5:24). Hizo un llamado a Israel para que cumpliera su llamado como la comunidad creada por Dios que «guarden el camino de Jehová haciendo justicia y juicio» (Génesis 18:19) y da testimonio de su presencia y sabiduría a las naciones (Deuteronomio 4: 5-7).

Asimismo, Amós 9:11–12 apunta a la restauración del trono davídico. Cuando llegamos al Nuevo Testamento, los apóstoles nos muestran cómo esta promesa incluye abrazar a los gentiles como parte del pueblo de Dios. El próximo reino davídico sería una comunidad supraétnica multirracial formada alrededor del nuevo David (Hechos 15: 13-19).

La comunidad de la pecera ya no permanecería en el Antiguo Cercano Oriente. Reventaría y se convertiría en un reino global multiétnico que declara las «virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 P. 2: 9-10).

Efesios 2

Efesios 2 nos da una idea de esta comunidad reconciliada y multiétnica como un reflejo del evangelio. Ahora que el pueblo del pacto es multiétnico, también lo son las responsabilidades del pacto.

Pablo comienza recordando a los efesios quiénes eran antes de que Cristo los salvase: muertos en el pecado, esclavos del pecado, extraños al pacto y sin Dios en el mundo. Sin embargo, Dios, en su misericordia, les dio vida en Cristo sin ningún mérito de su parte. Son hechura de Dios, creada para buenas obras en Cristo. Una comunidad cristiana sana siempre debe recordar tanto lo que fueron una vez como en lo que ahora se están convirtiendo juntos.

Luego, Pablo presenta la magnífica irrupción redentora de Dios contra la pared divisoria entre judíos y gentiles. Les recuerda a los efesios que Dios los ha acercado, no solo a él mismo, sino también a unos con otros por la sangre de Cristo. Los ha convertido en «un hombre nuevo». Además, unidos por su nueva vida en Cristo, Dios continúa moldeando a todos los redimidos en un templo glorioso, independientemente de su origen étnico, con su perpetuo poder, presencia y palabra.

Esta «comunidad de pecera» supraétnica nunca pierde sus múltiples etnias, incluso cuando vive su nueva identidad como devotos de Cristo. Este testimonio declara abiertamente que todos los reyes y culturas han sido hallados deficientes a la luz de la muerte, resurrección y reinado de Cristo. Jesús es el Rey que no solo nos ha comunicado el amor del Dios trino, sino que también ha hecho que nos amemos los unos a los otros como familia. Es su vida, muerte y resurrección lo que alimenta y define nuestra comunidad y misión multiétnica.

Apocalipsis 7

La gloriosa culminación de esta comunidad supra-racial aparece en Apocalipsis 7 cuando todo el pueblo de Dios se reúne para proclamar la excelencia de Cristo. Lo primero que ve Juan es la diversidad étnica del cielo. Gente de toda tribu, lengua y nación finalmente se unen como una sola, y ahora cantan a la gloria del Cordero y se deleitan con su poder, su presencia y su palabra viva.

La promesa hecha a Abraham en Génesis 12 ahora se ha convertido en una realidad. Esta congregación ya no tiene hambre, sed ni sufrimiento. Dios provee para todas sus necesidades, les enjuga las lágrimas de los ojos y les asegura que él, su rey pastor, está para siempre a su lado. Así que cantan colectivamente en voz alta y sonora a Dios y al Cordero.

En Apocalipsis 7, la esperanza escatológica de la promesa de Abraham —una comunidad global, supraétnica, de pecera— ahora está completa.

PENSANDO EN CÓMO SER UNA COMUNIDAD DEL EVANGELIO

Esa es la panorámica a 14 mil metros de altura de cuatro importantes pasajes bíblicos. Se podría decir más, por supuesto. Pero lo anterior es suficiente para esbozar un bosquejo amplio de lo que la Biblia enseña sobre un tema tan difícil y tristemente tenso.

Lo confieso: los ancianos de mi iglesia todavía estamos luchando por saber qué hacer a continuación. Después de todo, somos una iglesia predominantemente blanca. ¿Qué pasos debemos tomar para reflejar este testimonio evangélico vital y multiétnico?

No sabemos cómo responder completamente a eso. Pero nos hemos hecho algunas preguntas que creo que nos ayudarán a seguir adelante:

  • ¿Cómo debería afectar la visión multiétnica de Apocalipsis 7 a quienes pastorean en una cultura donde los blancos son mayoría?
  • ¿Estamos escuchando intencionalmente y con simpatía a las personas de color en nuestra congregación al compartir sus experiencias y necesidades?
  • ¿Estamos modelando el discernimiento al escuchar bien las voces externas?
  • ¿Está nuestra iglesia local tan arraigada en el evangelio que podemos entender a nuestros dos partidos políticos principales sin ser dueños de ninguno de ellos y resistir lo que hay de malo en cada uno? La incapacidad de ver el cristianismo distinto de cualquier partido político indica un cierto tipo de idolatría estatal, no muy diferente de Israel.

Con suerte, estos pasajes y las preguntas que evocan nos impulsarán a convertirnos en la comunidad de pecera en la que las naciones puedan mirar y ver claramente el amor tangible y centrado en el evangelio en un mundo que lo necesita tan desesperadamente.


Traducido por Vladimir Miramare

1.Un juego de palabras que alude a una comunidad con características propias.