Pastoreo

Nunca menosprecies el valor de las conversaciones cristianas ordinarias y breves

Por Caleb Greggsen

Caleb Greggsen está involucrado en el ministerio de la iglesia local en el Medio Oriente.
Artículo
01.02.2022

El aprendizaje de idiomas es una actividad que requiere mucho tiempo, y los estudiantes de idiomas a veces temen esas largas horas de estudio concentrado, cuando tienen la cabeza puesta en un libro o están sentados en una clase de idiomas. Olvidan que también están aprendiendo el idioma cuando, en un país extranjero, escuchan la radio, ven dibujos animados con sus hijos o disfrutan de las conversaciones con los ancianos de las oficinas postales. Ninguna de estas son oportunidades intensamente enfocadas, pero, sin embargo, cuentan como exposición, y un estudiante de idiomas puede ser intencional con ellas.

EN ELOGIO DE LA CONVERSACIÓNES CRISTIANAS

La mayoría de los cristianos y me atrevo a decir, los pastorescaen en un error similar cuando se trata del discipulado cristiano. Contamos las cosas grandes. Las cosas que podemos poner en nuestro calendario. Y como no nos damos cuenta de los innumerables y pequeños momentos de discipulado, no los utilizamos. Pasamos por alto el valor de las conversaciones cristianas ordinarias y breves.

Pastor, ¿consideras cuántas interacciones breves tiene normalmente en esos 20 o 30 minutos en la puerta trasera después de tu sermón? ¿Qué preguntas escuchas? ¿De qué situaciones te enteras? ¿A quiénes logras atender, apenas unos minutos antes de que empiece tu semana?

En esos momentos, me entero de que un matrimonio está en problemas. Aconsejo a un hermano cuyo jefe le presionó para que mienta a un cliente. Pido disculpas a un miembro al que ofendí por alguna palabra imprudente. Suelo encontrarme allí con muchos no cristianos. Es un tiempo vital.

Ahora, multiplica mi puñado de interacciones por el resto de nuestros miembros. ¿Cuántas conversaciones suceden en ese salón? ¿Y sabes qué? En cada una de las interacciones, hay una oportunidad para que los cristianos se influyan unos a otros, para que el evangelio se transmita, se aclare y se aplique. Estas oportunidades no son típicamente impresionantes o incluso memorables, pero son enormemente significativas.

Ahora bien, no pretendo que estas conversaciones sean siempre profundamente espirituales. No es el caso en mi congregación, y probablemente no sea el caso en la suya. Lo más probable es que muchas de ellas sean sobre el partido de anoche, o el partido que está a punto de empezar, o simplemente una repetición de la misma conversación que ocurrió la semana pasada y que ocurrirá la siguiente semana: «¿Cómo estás?» «Ocupado. ¿Y tú?» «Igual».

DOS AFIRMACIONES

Quiero hacer dos afirmaciones sobre estas conversaciones: son más significativas de lo que pensamos, y pueden llegar a ser aún más importantes de lo que creemos.

Un comentario pasajero puede tener una influencia duradera en la vida de alguien. ¿Cuántas veces has tenido a un miembro que te dice que «nunca olvidarán lo que dijiste una vez» y, aún después de que te digan qué fue, no puedes recordar haberlo dicho? Un querido hermano me dijo una vez que yo había moldeado su comprensión de la iglesia local más que nadie. Me sentí alentado, pero también humillado porque no podía recordar un solo momento en el que le hubiera enseñado intencionalmente algo sobre la iglesia. Ahora es un fiel pastor en Illinois. No había considerado nuestras conversaciones tan importantes. Pero, de forma consecutiva, han moldeado su visión y su amor por la iglesia.

Ahora, otra vez, suma esas incontables conversaciones a lo largo de las semanas, de los meses y los años. ¿Habrán hecho mucho bien tus palabras, sin que tú lo sepas?

Por supuesto, la mayoría de las conversaciones cristianas no contienen sabiduría que cambie la vida. Pero cada conversación cristiana transmite un ejemplo de cómo los cristianos ven el mundo (¡para bien o para mal!). El modo en que esa hermana soltera responde a los niños que interrumpen su «conversación de adultos»; el modo en que ese hombre habla con dulzura, pero con severidad a otro hermano; el modo en que esa pareja menciona de pasada que ha estado discutiendo mucho últimamente, todo esto proporciona una imagen fugaz pero vívida de la fidelidad cristiana.

Estas interacciones funcionan como pequeñas correcciones de rumbo mientras conduces por una carretera larga y recta. Muchas de ellas ni siquiera se graban en tu conciencia. Solo que gracias a Dios las haces. Individualmente, no cuentan mucho. Pero juntas, te mantienen en el buen camino.

Una vez que reconoces el valor de conversaciones ordinarias como éstas, su importancia aumenta. Empezarás a utilizar tus propias conversaciones breves con mayor intencionalidad.

¿De qué eliges hablar después del servicio? Desde que lo conozco, mi amigo Brinton siempre se dirige a quienes estén a su lado y les pregunta cómo les ha edificado el sermón que acaban de escuchar. ¡Qué cosa tan simple y obvia para hablar después de la iglesia! Lo ha hecho durante casi veinte años. Me pregunto cuánto bien ha hecho esa simple pregunta.

Me he referido principalmente a las conversaciones que se producen en torno al culto corporativo de una congregación. Obviamente, el mismo principio es válido para los otros seis días de la semana. Pero las conversaciones en torno a nuestras reuniones corporativas son especialmente útiles. Al fin y al cabo, es el momento y el lugar con más oportunidades.

Tal vez yo debería haber empezado por esto. Pero estoy convencido de que las Escrituras nos ordenan este tipo de conversaciones intencionadas. Hebreos 10:23-25 nos exhorta a no dejar de reunirnos, como algunos tienen por costumbres, sino a animarnos unos a otros. ¿Y cómo debemos animarnos unos a otros? Reuniéndonos y estimulándonos unos a otros para el amor y las buenas obras.

Eso ocurre en nuestro culto formal, sí. Pero también nos estimulamos unos a otros en esas conversaciones en el camino de regreso. La conversación cristiana es el transmisor más olvidado de la doctrina y la ética cristiana. A menudo es el medio por el que los creyentes entienden mejor las implicaciones de la Palabra que acaban de recibir.

Formar a los creyentes para que alcancen la madurez en Cristo es una ardua tarea. Sólo es posible debido a la obra avivadora y santificadora del Espíritu Santo. Pero, amados, anímense en la tarea. El Señor utiliza más que los eventos programados, las sesiones cuidadosamente planificadas, y los sermones amorosamente elaborados. Él también ha ordenado la plática cristiana ordinaria como un medio para la madurez en Cristo.

Considera Efesios 4:15-16. ¿Cómo crecemos en todos los sentidos en aquel que es la cabeza? ¿Cómo hemos de estar unidos y equipados por nuestro salvador? ¿Cómo podemos ayudar al resto del cuerpo a edificarse en el amor? «Hablando la verdad en amor».

Ahora vayan y hagan lo mismo.

 

Traducido por Renzo Jr. Bello