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Nueve marcas de una iglesia del evangelio de la prosperidad

Artículo
03.10.2017

¿Cómo evalúas una iglesia de la prosperidad? 

Los primeros nueve años de mi caminar con Cristo fueron en un medioambiente particular, seguido de dos años de rehabilitación teológica que me preparó para los próximos seis años de pastoreo en el contexto urbano. Lo que ha quedado claro para mí es que las nueve marcas de una iglesia sana, son una herramienta útil para evaluar cualquier iglesia incluyendo aquellas que enseñan el evangelio de la prosperidad. 

Y lo que encontramos es que una iglesia del evangelio de la prosperidad es una iglesia totalmente contraria a una del tipo de las nueve marcas. 

Algunos de los ejemplos que siguen son específicos y pueden no identificarse contigo, el lector. Sin embargo, muchos son universales y divulgados por los predicadores a través del internet, la radio y la televisión. Ya que el movimiento del evangelio de la prosperidad es inter-denominacional, las enseñanzas expresadas en este artículo no están siendo asociadas a ninguna denominación en el cristianismo evangélico.

1. La predicación expositiva. 

La predicación en las iglesias del evangelio de la prosperidad está muy lejos de ser expositiva. En lugar de eso, el propósito de la predicación es motivar a los oidores a dar financieramente, y das para recibir. Los predicadores exponen los pasajes que tienen que ver con dar diezmos y ofrendas con sacrificio semana tras semana. Ellos instruyen a los oidores a activar su fe a través de la siembra de una «semilla de fe», aprovechando la ley de Dios de la reciprocidad y llevándolos a su propio progreso financiero. 

Pasajes aislados del Antiguo Testamento son frecuentemente usados como ejemplos de la recompensa abundante de Dios a quienes dan en fe. Uno de esos pasajes usados para manipular a los oidores a dar más es Malaquías 3:10. Los predicadores de la prosperidad destacan dos puntos de este pasaje. Primero, ellos le dicen a los oidores que están robándoles a Dios al no diezmar. Segundo, ellos le aseguran a los oidores que Dios quiere que lo prueben dando más, para así él darles más a ellos. 

Sin embargo, considera a Malaquías 3:10 en su contexto. Los israelitas estaban robándole a Dios al no darle suficiente comida al depósito nacional que era utilizado para alimentar a los sacerdotes de Israel. Por tanto, los sacerdotes tenían que dejar sus deberes como sacerdotes y dedicarse a la agricultura para poder sobrevivir (ver Neh. 13:10-13). Por ello, Dios exhorta a Israel a probarlo dando obedientemente. Si lo hacían, Él los recompensaría como lo hizo en el pasado (2 Cr. 31:7-10). El enfoque de este pasaje se refiere a un episodio histórico específico en la vida de Israel. Sin embargo, predicarlo como un sermón cristiano requiere más que transferir sus mandatos y promesas a cristianos de manera individual. Sí, hay aplicaciones mayores para los cristianos sobre dar, pero primero es necesario tomar en cuenta las diferencias existentes entre el antiguo y el nuevo pacto, especialmente lo que trata de la naturaleza de las promesas de Dios para Israel y la forma en que son cumplidas para los cristianos en Cristo. 

Una iglesia sana usa la predicación para comunicar las palabras de Dios a su pueblo. Confronta al oyente con la verdad de Dios llevándolo a convicción, motivación, claridad y un llamado a la acción. También enfoca cada texto en el evangelio con el fin de mostrar al oyente lo prioritario y necesario que Jesucristo es para el creyente que vive en obediencia a la Palabra de Dios. Una iglesia sana dirá a los creyentes que los resultados de una vida santa no necesariamente será la ganancia financiera sino la piedad que honra a nuestro Señor.

2. Teología bíblica. 

La teología del evangelio de la prosperidad descansa sobre el error fundamental que asegura que el hombre comparte una forma de deidad con Dios, hasta el punto de decir que nuestras palabras tienen el mismo poder creativo que las palabras de Dios. Salmos 82:6, Proverbios 18:20-21 y Romanos 4:17 son la prueba popular utilizada para apoyar esta falsedad. Frecuentemente se dice que el hombre es un «dios en menor escala» y que tiene el poder para demostrar su deidad hablando para que cosas existan, creando y controlando su destino con palabras y aún ordenándole a un Dios frustrado y limitado actual a favor suyo para su beneficio. 

Pero ninguno de estos textos apoya estas enseñanzas sobre la prosperidad. En Salmos 82:6, el salmista clama a Dios por los jueces inmorales que estaban gobernando la nación de Israel. Dios les habla directamente a los jueces que yerran dirigiéndose a ellos como «dioses» para destacar el hecho de que estaban juzgando a la nación en su lugar. Ellos debían utilizar la Palabra de Dios como el estándar de juicio. En el próximo versículo, Dios les recuerda que ellos no son seres eternos, sino simplemente hombres que han fracasado en vivir y juzgar correctamente. Este pasaje no está elevando al hombre a un estatus de semi-dios, ni tampoco está dándole al hombre la habilidad de actuar con autoridad soberana, sino que el Único Dios verdadero y vivo está juzgando las acciones inmorales de estos jueces. 

Proverbios 18:20-21 es un principio, no una promesa, y destaca dos verdades. La primera, es que nuestras palabras no establecen nuestro destino; sino que expresan la condición de nuestro corazón. Segundo, hay momentos cuando nuestras palabras nos llevarán a enfrentar consecuencias. Este pasaje no nos promete el poder para declarar toda nuestra vida, ni tampoco pronuncia la falta de poder de Dios para salvarnos si nos maldecimos hasta la muerte, como algunos maestros de la prosperidad han enseñado. 

En Romanos 4:18 Pablo enseña que Dios justifica a Abraham y lo declara padre de naciones aun cuando Abraham no tenía hijo. Este pasaje no tiene nada que ver con los santos que le hablan al dinero, a asensos laborales o aún a la salvación de personas que aman y que están perdidas. Este pasaje está defendiendo la siguiente verdad: Dios es el único capaz de hacer que las cosas sean creadas. 

Una iglesia sana enseña a sus miembros sana doctrina que está fundamentada en las Escrituras que son mantenidas dentro de su contexto. La sana doctrina es enseñanza sana que brinda al oidor los nutrientes bíblicos necesarios para crecer a la madurez de Cristo (2 Ti. 3:16-17). Para que una iglesia sea sana debe enseñar toda la Biblia, en el contexto de toda la Biblia y fundamentada en todas las convicciones doctrinales que hay en toda la Biblia, en lugar de tomar pasajes fuera de contexto (1 Ti. 1:5; Tit. 2:1-10; 2 Jn. 1-6). 

3. El evangelio. 

En muchas iglesias del evangelio de la prosperidad el mensaje del evangelio es identificado con las bendiciones materiales del pacto Abrahámico. Aunque se proclaman la vida perfecta, muerte, sepultura y resurrección de Cristo, y que es defendida la salvación solamente a través de Cristo, muchos predicadores del evangelio de la prosperidad dicen que la evidencia de que una persona cree en el evangelio es si recibe las bendiciones prometidas a Abraham de parte de Dios (Gé. 12-15). 

He identificado que esta enseñanza lleva a las personas a cualquiera de estas dos conclusiones. Si alguien tiene prosperidad y salud, concluye diciendo que son salvos porque están disfrutando de las promesas de Abraham. Pero si estas bendiciones no están presentes en la vida del creyente es porque no tiene suficiente fe. Está en pecado. Necesita diezmar más, o tal vez no ha confiado totalmente en Jesucristo y necesita nacer de nuevo para recibir las bendiciones de Abraham. 

A diferencia de esto, las iglesias sanas proclaman sin vergüenza todo el consejo del evangelio bíblico. Esto incluye la verdad de que fuimos creados a la imagen de Dios (Gn. 1:26-27), que una vez tuvimos comunión abierta con Dios (Gn. 2:7-25), y que debido al pecado de nuestro primer padre Adán toda la humanidad fue separada tanto física (Gn. 3:1-19) como espiritualmente (Ro. 5:12) del Dios justo y santo que nos creó. Debido a que la humanidad ha sido separada de Dios por el pecado, la penalidad para expiar el pecado es el derramamiento de sangre y la muerte (Lv. 1:3-17). La belleza del evangelio es que Jesucristo, quien ha existido eternamente como Dios (Jn. 1:1), se convirtió en hombre (Jn. 1:14), vivió una vida perfecta según la ley de Dios (He. 7:26) y derramó su sangre para morir en lugar de los pecadores (Mr. 10:45 y 2 P. 2:24). Jesús fue sepultado en una tumba por tres días (Mt. 27:57-66) y al tercer día resucitó de la tumba (Mt. 28:1-8). Ahora él llama a todas las personas a arrepentirse de sus pecados y a confiar en él para ser reconciliados con Dios y recibir vida eterna (Jn. 3:16). 

El evangelio bíblico no promete que los cristianos serán ricos y prósperos en esta vida en cumplimiento de las promesas de Dios a Abraham. En cambio, los cristianos son «bendecidos» en Abraham porque recibimos el Espíritu (Gá. 3:14) y recibiremos no sólo un terreno sino toda la nueva creación en la era por venir (Ro. 4:13; Ap. 21-22). 

4. Conversión. 

La conversión en una iglesia del evangelio de la prosperidad es una mezcla incómoda de opuestos: una fe fácil y una salvación por obras. Los predicadores de la prosperidad son conocidos por enseñar que un pecador es «salvo» cuando termina de recitar la «oración del pecador». Después que esta salvación es recibida, el nuevo creyente debe someterse al liderazgo y las enseñanzas de la iglesia, diezmar regularmente, dar ofrendas frecuentemente y prosperar en el servicio continuo en algún ministerio de la iglesia. Siempre que la persona haga esto, mantendrá su salvación, pero si alguien se detiene por un período de tiempo puede perderse. Para que esta enseñanza progrese, se sabe que los pastores usan la manipulación psicológica y manipulan usando las Escrituras para hacer que los miembros de la iglesia lleven a cabo varios actos de servicio en nombre del ministerio del Señor. Su servicio, promete el pastor, les evitará «caer de la gracia» y perder su salvación. 

Algunos seguidores del evangelio de la prosperidad se agotan y enojan con sus líderes. Comienzan a cuestionar los métodos del ministerio y se niegan a cumplir con sus demandas. He visto pastores quienes, al sentir que pierden el control de este tipo de personas, responden diciendo que el miembro está en rebelión, causando división y en camino a perder su salvación a menos que se arrepienta y comience a servir nuevamente. En estos casos 1 Samuel 15:23 ha sido utilizado como el texto que señala las consecuencias de las acciones de la persona y que disuade a otros de seguirlo. Pero este versículo habla de la desobediencia directa del rey Saúl a un mandato de Dios, no de un creyente genuino que cuestiona las enseñanzas o prácticas no bíblicas de una iglesia. 

Una iglesia sana enseña de manera amorosa la visión bíblica de la conversión. En la Biblia leemos que la conversión ocurre cuando el evangelio bíblico es predicado (Ro. 1:16-17; 10:9-17) y el pecador se arrepiente de sus pecados y pone su confianza en Jesucristo (Hch. 3:19; Ro. 3:21-26). La conversión ocurre cuando el Espíritu Santo de Dios hace que el pecador muerto en pecado reciba vida a través de Cristo (Jn. 3:3-8; Ef. 2:1-10). La conversión bíblica se enfoca en el arrepentimiento y cree en la obra de Cristo, no simplemente a través de una oración y de servir hasta estar exhausto por temor a perder la salvación.

5. Evangelismo. 

Las iglesias del evangelio de la prosperidad frecuentemente enseñan que el evangelismo debe estar acompañado de la demostración de señales y prodigios. Cuando estos dos elementos se combinan se dice que los pecadores se arrepienten y creen en Jesús. He escuchado personas decir en tiempos de oración pre-evangelísticos que los pecadores no se arrepienten a menos que vean una evidencia física de la obra sobrenatural del Espíritu Santo de Dios según se especifica en Mr. 16:15-16. 

Debido a que la inclusión de este pasaje en los manuscritos originales y más antiguos está siendo disputado, no es sabio construir una postura doctrinal basado solamente en este texto. Además, ordenar que las personas demuestren las señales descritas en este pasaje para ser efectivos en el evangelismo es peligroso y manipulador. 

El evangelismo bíblico es proclamar el evangelio y llamar a los pecadores al arrepentimiento. El evangelio no necesita mejoras, campanas o ruido para ser efectivo (1 Co. 15:1-4). La Biblia es clara al decir que el evangelio predicado es poderoso para salvar pecadores (Ro. 1:16; 10:17). 

6. Membresía de iglesia. 

El evangelio de la prosperidad frecuentemente iguala la membresía de iglesia con la asistencia regular, dar el diezmo y el servicio – con o sin un compromiso formal. Las personas son muchas veces «protegidas» en la membresía de iglesia si hacen estas cosas por mucho tiempo. En una ocasión, recuerdo que una persona que asistió a la iglesia por más de dos décadas recibió los beneficios de la membresía, pero nunca se unió formalmente a la iglesia. Sentía que no tenía la necesidad de hacerlo porque daba financieramente y servía semanalmente. He observado personas en dichas circunstancias vivir en pecado abiertamente y evitar la disciplina de la iglesia. 

Una iglesia sana presenta la membresía en la iglesia como una bendición y un mandato para el creyente. La bendición es que la iglesia afirma la fe del creyente y lo edifica en amor (Ef. 4:11-16). El mandato es que Jesús requiere que los cristianos se sometan a su autoridad al someterse a la autoridad de la iglesia. No eres un verdadero miembro del cuerpo si puedes desconectarte simplemente cuando quieras. 

7. Disciplina de iglesia. 

He sido testigo de que la disciplina de iglesia en iglesias con el evangelio de la prosperidad cae en uno de dos extremos. El primero es una excomunión informal donde el protocolo bíblico para la disciplina de iglesia no es seguido (Mt. 18:15-17; 1 Co. 5:1-13; 2 Co. 2:6; 2 Ts. 3:6-15). Los individuos acusados de vivir en pecado son «desvinculados» de la iglesia en privado, solamente para decir en público que con tales no se puede tener contacto debido a su rebelión. 

El segundo extremo es evidente cuando el liderazgo ignora completamente el pecado de algún líder o miembro popular. Cuando se usa este enfoque, los líderes que conocen a la persona que no se arrepiente de un pecado habitual, rehúsan reconocerlo y lidiar con él. Lamentablemente, fui testigo de líderes que comunicaron el pecado de otros con declaraciones tales como: «Dios perdona y su amor cubre multitud de pecados» y «sólo Dios puede juzgarlos». Cuando líderes que habían pecado continuaban en el ministerio, se dijo «los dones de Dios vienen sin necesidad de arrepentimiento», lo cual es una distorsión de Romanos 11:29. Los predicadores de la prosperidad frecuentemente usan 1 Cr. 16:22 («¡no toquéis a mis ungidos, no hagáis mal a mis profetas!») como un repelente para preguntas de miembros en su congregación. Algunas veces, las iglesias del evangelio de la prosperidad han sido conocidas por ocultar el pecado de un líder enviándolos a un sabático en lugar de practicar lo que dice 1 Timoteo 5:17-20. 

Las iglesias sanas abrazan el deseo de Dios por una iglesia pura y santa. Mientras ayudan a su pueblo a crecer a la imagen de Cristo, brillarán como estrellas en el mundo (Ef. 4:11-32; Filipenses 2:1-18). Las iglesias sanas entienden que los líderes no están exentos de las tentaciones, períodos de juicio y pecado. Las iglesias sanas enseñan y siguen la prescripción bíblica para la disciplina de iglesia, incluyendo la disciplina de los líderes (1 Ti. 5:17-20). 

8. Discipulado. 

El discipulado en una iglesia de la prosperidad frecuentemente tiende hacia la dependencia del pastor u otro líder prominente de la iglesia. El nivel de entrada del discipulado es conocido como el estado de «escudero». Un escudero en las Escrituras era una persona que llevaba las armas de su líder y las protegía (1 S. 14:6-7 y 2 S. 18:15). Sin embargo, en las iglesias del evangelio de la prosperidad, el escudero se ha convertido en una función extraoficial.  

Los nuevos convertidos que quieren crecer en su caminar con Dios son puestos en un grupo. Este grupo es entrenado para servir a las necesidades emocionales, físicas y espirituales del pastor o líder de iglesia. El pastor frecuentemente encargará a los escuderos de involucrarse en actividades que van desde llevar su Biblia hasta pagar sus facturas, todo en nombre del «ministerio». En algunos casos extremos he aconsejado ex-escuderos que fueron instruidos para darle masajes al pastor luego de haber predicado, y aún favores sexuales. 

Si un escudero permanece por mucho tiempo en su función, puede ganar una promoción que viene con un título, licencia para predicar y hasta la ordenación. Muy frecuentemente, el pastor hace esto para proteger la posición de su ministerio mientras muchos de estos hombres ordenados (y algunas veces mujeres) se sientan a su lado aplaudiendo al pastor mientras predica. He conocido algunos pastores que se jactan de tener docenas de hombres ordenados sentados bajo su cuidado por décadas. Raras veces, estos ministros ordenados son enviados a plantar iglesias, revitalizar iglesias que están muriendo, o se involucran en algún ministerio en el extranjero. Lamentablemente, en una ocasión aconsejé a alguien que estuvo con un pastor por más de quince años como ministro ordenado y nunca fue instruido sobre los requisitos bíblicos de un anciano. 

Una iglesia sana discipula a sus personas para que dependan más de Jesús, no de un pastor o líder de iglesia. Los creyentes crecen cuando profundizan en su conocimiento de Jesús (2 P. 3:18), y en el poder del Espíritu, imitan a Jesús (1 Co. 4:16; 11:1; Ef. 5:1). Los discípulos bíblicos producen más discípulos bíblicos, no dependientes (2 Ti. 2:2; Tit. 2:1-8). 

9. Liderazgo de iglesia. 

Los predicadores del evangelio de la prosperidad frecuentemente reciben un apoyo inquebrantable de sus miembros porque las personas viven de manera vicaria a través de su pastor. Si la plataforma y la cuenta de banco del pastor crecen, los miembros del rebaño celebran como si la prosperidad fuera suya. Algunas congregaciones quieren que su pastor tenga el vehículo más caro, use ropa de marca exclusiva y viva en una gran casa para que las bendiciones de Dios lleguen a ellos. En una ocasión me dijeron, «mi pastor vive en grande, él está abriendo el camino para que mi familia y yo vivamos en grande». 

En muchos casos, el pastor dice ser la voz de Dios para la congregación, y por lo tanto tiene una autoridad incuestionable. La estructura de liderazgo varía entre el modelo de un Gerente Ejecutivo y una monarquía. Frecuentemente he visto a otros ser nombrados como pastores o ancianos no basado en requerimientos bíblicos sino en su ocupación y cercanía con el pastor. 

Una iglesia sana promueve los líderes bíblicamente calificados. 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9 son pasajes que claramente describen los requisitos de los hombres que dirigirán la iglesia de Dios. Los requisitos hacen énfasis en el carácter del hombre no en su ocupación o amistad con el pastor. Los ancianos deben pastorear al rebaño, alimentarlo con doctrina sana, dirigirlo en humildad y defenderlo de los falsos maestros. 

 

Ovejas sin pastor 

Hay un dolor continuo en mi corazón por las personas que están bajo todas o algunas de las enseñanzas descritas aquí. Son como las ovejas cansadas y descarriadas sin un pastor de las cuales Jesús tuvo compasión (Mt. 9:36). Estas almas preciosas de los días de Jesús estaban siendo abusadas, afligidas y acosadas por sus líderes. No conocían otra forma de vida porque eran sus propios líderes religiosos que las trataban de esta manera. Jesús respondió diciéndoles a sus discípulos que oraran al Señor de la cosecha para que enviara obreros a su cosecha. 

El dolor que comparto por las ovejas cansadas y descarriadas de hoy me lleva a hacer dos cosas: orar para que el Señor envíe obreros que busquen y sirvan a estas ovejas descarriadas, y trabajen para dirigir una iglesia sana con el fin de alcanzar a las ovejas de mi ciudad. Oro para que este artículo haya ayudado a encender una llama en tu corazón por ver iglesias sanas sirviendo en las ciudades alrededor del mundo. 

 

Este artículo fue traducido por Samantha Paz.