Pastoreo

La soledad de la plantación de iglesias

Por John Starke

John Starke es el pastor de la predicación en la iglesia de los apóstoles de Nueva York en Manhattan. Puedes encontrarlo en Twitter en @john_starke.
Artículo
20.07.2019

Durante la última década aproximadamente, ha habido un profundo interés en la plantación de iglesias urbanas. Los jóvenes se movieron a las grandes ciudades con visiones de plantar «una iglesia para la ciudad». Quieren vivir en los suburbios de los que muchas iglesias evangélicas trataron de escapar en décadas anteriores. 

En los años 90, recuerdo la primera lectura de Jim Cymbala Viento Fresco, Fuego Fresco, sobre la renovación del Tabernáculo de Brooklyn. Fui hipnotizado por el extraño mundo de los 80 que Nueva York describía en sus historias. Pero Cymbala no estaba dando una visión para la ciudad. Él estaba retransmitiendo historias de las primeras filas.

Libros famosos acerca de iglesias en Nueva York, como Viento Fresco o La Cruz y el Puñal, no pedían un renovado interés en moverse a la ciudad. No estaban motivando a los jóvenes pastores intrépidos a invertir sus vidas allí. En cambio, contaban historias exóticas sobre una tierra lejana que, a lo mejor, motivaba a los grupos de jóvenes a viajes misioneros. Y si por casualidad te levantas y te mudas a la ciudad, recibirás más advertencias sobre la ciudad sexualizada y liberal que motivaciones acerca del bien prospectivo que el Señor pudiera hacer. Escucharías: «¿Y tus hijos?» «¿Quieres que crezcan en ese medioambiente?».

UN TIEMPO DIFERENTE

Pero eso era entonces. Las cosas han cambiado. Para estar seguro, mi esposa y yo aún recibimos aquellas advertencias y miradas de lado, pero eso no caracterizó mi experiencia. Ahora, nuevos grupos de ministros están llegando a la ciudad en manadas. Ahora, es común que las iglesias de contexto urbano incluso tengan la palabra «ciudad» en su nombre. Ahora, muchas iglesias se distinguen por su declaración explícita orientada hacia la misión en la ciudad.

Este énfasis renovado de plantación de iglesias urbanas incluso ha causado cansancio entre algunos evangélicos. El cansancio no es porque ellos creen que la ciudad sea mala, como lo hicieron generaciones previas, sino porque confundieron el énfasis con un enfoque en las élites como algo opuesto a las comunidades rurales y urbanas de los estados sobrevolados. 

Aunque entiendo la preocupación, soy menos comprensivo. En Nueva York, necesitamos miles de iglesias plantadas durante las próximas décadas. Eso no es una exageración. El enfoque renovado en la plantación de iglesias en las ciudades, especialmente en NYC, apenas comienza a ver algún impacto. Probablemente todos conocemos grandes historias de iglesias llegando y creciendo y viendo fruto en la ciudad. Pero necesitamos más que solo algunas historias exitosas en un puñado de iglesias. Ahora mismo, en Manhattan, solo de un 2 a un 4 por ciento de la población dice ser evangélico o cristiano «tradicional». Para alcanzar algo cercano al 8 o 10 por ciento, no solo necesitamos escuchar tres o cuatro grandes historias sobre crecimiento de iglesias en NYC; necesitamos 600.

UNA PREOCUPACIÓN

Sin embargo, lo que pudiera ser de mayor preocupación es lo que actualmente está atrayendo más pastores a la ciudad. Algunos critican la visión «para la ciudad», tan popular en estos días como si quisiera decir: «para la élite cultural blanca de la ciudad». Me identifico más con esa preocupación. 

Aun así, pienso que hay más de un problema básico. Llámalo corazonada pastoral o sensación espiritual, pero para muchos de nosotros que pastoreamos en lugares como NYC, estamos encantados con la ciudad. Después de todo, ministrar a las élites puede significar estar «asociado con las élites». Ministrar a personas que trabajan en Broadway, o en Google, o Twitter, o para casas de moda, El New York Times, y NPR puede significar que estamos bien asociados con personas que trabajan en Broadway, o en Google, o Twitter, o para casas de moda, El New York Times, y NPR. Ninguno de nosotros diría explícitamente que, frecuentemente somos inconscientes de los deseos de nuestros corazones que nos llevan a hacer muchas de las cosas que hacemos.

LO QUE DEBERÍAMOS DECIR A LOS PLANTADORES DE IGLESIA DE UNA CIUDAD PROSPECTO

Pero lo que debe comunicarse a los plantadores de iglesias es cuán poco atractivo, humillante, confuso, fatigoso, y solitario es la plantación, revitalización y pastoreo de iglesias a largo plazo, especialmente en la ciudad. Probablemente hablo con más vecinos sin hogar que a las «élites culturales». Paso más tiempo llamando y esperando por paramédicos que ayuden a personas inconscientes en las escaleras de nuestra entrada, que lo que hablo en el Googleplex.

La oficina, si puedes costearla, es frecuentemente provisional e incómoda. Las grandes multitudes y los eventos de galería con paredes blancas se encuentran principalmente en Instagram y Pinterest.  

La transitoriedad es impresionante, lo cual hace del crecimiento de la iglesia algo difícil en la cima del ambiente ya hostil. Un amigo cercano me explicó que había dirigido 75 personas a través de su clase de membresía este año. Esto sonaba como excelentes noticias, ya que habíamos estado orando para que su iglesia no tuviera que cerrar las puertas debido a las finanzas. Sin embargo, debido a la naturaleza transitoria, su reunión los domingos por la mañana no ha cambiado nada desde el año pasado.

Esta transitoriedad significa que los plantadores y revitalizadores de las iglesias frecuentemente luchan con una soledad extraña. La mayoría de los amigos que haces se irán dentro de unos años. Estaba cenando con un pastor y su esposa, y ellos explicaron que durante los últimos 18 meses perdieron a todos sus amigos más cercanos. Los pastores y sus esposas constantemente tienen la experiencia de tener que «comenzar de nuevo» con las relaciones. Eso puede ser extremadamente agotador.

Personalmente, he luchado con la depresión por primera vez en mi vida y he encontrado una experiencia común entre mis colegas. Si conoces las dinámicas de la depresión, exaspera los desafíos ya difíciles del ministerio.

Los espacios para vivienda son caros. Un apartamento de una o dos habitaciones en Manhattan se encuentra entre los 3300 y 4000 dólares al mes. Y, sin embargo, la mayoría de los pastores que conozco sirven en iglesias que no pagan lo que ellos necesitan para sostenerse, tomar algunas vacaciones y ahorrar. Muchos pastores caen en deudas personales. El efecto que esto puede tener en las familias es significativo.

Antes de mudarse, muchos pastores y sus esposas no son conscientes de cuán profundas son nuestras expectativas de comodidad, aunque rápidamente aprenden en su nuevo apartamento de dos habitaciones de 65 a 75 m², sin patio, y sin mencionar la poca o nula ayuda familiar. Como resultado, los pastores son generalmente tan transitorios como cualquiera en Nueva York, y los pastores transitorios no son una buena fórmula para la renovación de una iglesia.

Un encantamiento con la ciudad no es lo mismo que un amor bíblico por la ciudad, y a la larga no te sostendrá.

LO QUE LAS CIUDADES NECESITAN

No escribo esto para alejar a posibles pastores prospectos. En cambio, estoy ansioso por ver una generación de pastores que esté consciente y tome en cuenta el costo, que tenga esposas que entiendan lo que esto conllevará y lo que tendrán que sacrificar.

Por supuesto, esto no solo ocurre en la ciudad de Nueva York.

Mi ciudad, y tal vez la tuya, necesitan pastores que sepan lo que es el fracaso y cómo responder al mismo, para que puedan perseverar de todas maneras. Necesitamos pastores con vidas de oración apasionadas, y que comprendan que pueden ser  más inseguros de lo que piensan.

El éxito en muchas iglesias significa tener un pastor que sepa cómo enfrentar el rechazo, la crítica y el fracaso el domingo, y aún así, volver el lunes a orar y preparar otro sermón para el domingo. Necesitamos pastores que sepan lo que es sentirse olvidados y confiar en Dios. Necesitamos pastores que sepan cómo leer sus corazones y Biblias tan bien como saben leer el New York Times. Necesitamos pastores que aprendan de sus errores y oren para mejorar. Necesitamos pastores que sean hospitalarios y escuchen a sus vecinos. Necesitamos pastores que oren por su congregación, por sus vecinos, que oren para que el reino venga. Tal vez entonces Dios nos bendiga y traiga un avivamiento. Los mejores pastores que hacen el mejor y más fructífero trabajo son devotos de la oración, humildes, contritos, enseñables y muy seguros en Cristo. Necesitamos muchos más pastores así.


Traducido por Samantha Paz