Pastoreo

La iglesia necesita menos hombres que se sientan «llamados» al ministerio

Por Dayton Hartman

Dayton Hartman es el pastor de la iglesia Redeemer en Rocky Mount, Carolina del Norte.
Artículo
17.12.2021

Me acababa de graduar del seminario, con varios años de ministerio ya en mi haber. También tenía una opinión muy elevada de mí mismo.

Me acerqué al pastor principal de la iglesia en la que había sido contratado recientemente y le pedí ser ordenado. Se emocionó y organizó a un consejo de pastores para que supervisara el proceso. Nos reunimos en dos ocasiones. La primera reunión fue un interrogatorio formal. Me sentí como el personaje de Jack Nicholson en Cuestión de Honor, siendo interrogado en una corte militar.

Me llegaron preguntas a diestra y siniestra, desde las teológicas hasta las de filosofía del ministerio. Me gustaría poder decir que todas mis respuestas reflejaban sabiduría y meditación, pero no fue así. En cambio, manejé la barricada de preguntas con la precisión de un niño pequeño armando un rompecabezas. Sin embargo, la sala estaba de mi parte y la aprobación fue inevitable.

Luego vino la pregunta final: «¿Qué pasaría si dijéramos que no?». Yo respondí: «Seguiré haciendo lo que estoy haciendo —ojalá me hubiera detenido allí, pero no lo hice— ¿Quiénes son ustedes para decirme lo que Dios me ha llamado o no a hacer?». Pontifiqué sobre el hecho de que todo el proceso de ordenación carecía de sentido (ya sé, si no tiene sentido, ¿por qué lo estaba haciendo?). Estaba plenamente convencido de que mi llamado era personal, subjetivo y, en última instancia, entre Dios y yo. Además, creí que los requisitos bíblicos para ser anciano se cumplían fácilmente en el momento en que experimentaba un llamado subjetivo de parte de Dios.

Estaba equivocado.

IDENTIFICANDO A LOS FUTUROS PASTORES

En su primera carta al joven pastor Timoteo, el apóstol Pablo explicó cómo una iglesia debe identificar a sus futuros ancianos y pastores: «Si alguno aspira al cargo de obispo, buena obra desea hacer» (1 Ti. 3:1 LBLA). Pablo no dice: «Si alguno es llamado»; dice si alguno «aspira». Me temo que hemos tomado el lenguaje del Antiguo Testamento sobre el llamado de los profetas y lo hemos superpuesto al oficio de anciano. Al contrario, debemos recuperar el lenguaje bíblico de «aspira».

Necesitamos menos hombres que se sientan «llamados al ministerio» y más hombres que aspiren al cargo de anciano. Pero si desechamos el lenguaje del llamado, ¿Cómo sabemos si deberíamos procurar el ministerio? Aquí tienes cinco indicadores:

1. Amas a la iglesia local. Ser un cristiano maduro es amar cada vez más lo que Jesús ama. Jesús ama a su iglesia. Si no amas a la iglesia local, no deberías aspirar al cargo de anciano. Punto. Si amas a la iglesia local, tal vez deberías aspirar al cargo de anciano.

2. Tienes un buen carácter. Los requisitos predominantes para el obispado establecidos en Tito 1 y 1 Timoteo 3 tienen que ver con el carácter. Por ejemplo, Pablo pone a prueba a los ancianos en asuntos como el manejo del dinero (¿se endeudan innecesariamente?), la vida familiar (¿aman bien a sus esposas e hijos?) y la respetabilidad de sus vidas (¿viven vidas irreprochables?). De todos los requisitos que Pablo enumera, solo uno tiene que ver con la capacidad para predicar.

3. Puedes enseñar. Los aspirantes al cargo de pastor deberían poseer la capacidad para enseñar la Biblia. Esto no quiere decir que tienes las capacidades para predicar como Charles Spurgeon, simplemente significa que puedes explicar la Biblia de una forma que el pueblo de Dios puede entenderla y aplicarla. Para que quede claro, esto no es un don estático sino una habilidad que puede crecer con el tiempo.

4. Sientes una carga por el pueblo de Dios. El pastorado es una labor de suma importancia que implica consecuencias eternas. ¿Sientes el peso de pastorear al pueblo de Dios? ¿Estás preparado para rendir cuentas al mismo Cristo por la manera en que has llevado a cabo tu pastorado (He. 13:17)? Consciente de este peso e importancia, ¿aún deseas ser pastor? Probablemente es lo que la mayoría de las personas quieren decir cuando hablan de un «llamado».

5. ¡Has sido confirmado! No me refiero a que alguien en tu iglesia te haya dicho al azar: «¡Deberías ser pastor!» Esto es a lo que me refiero: ¿Han confirmado tu aspiración pastores bíblicamente calificados y tu iglesia local? Tal confirmación requerirá un tiempo de prueba en base a los requisitos de la Escritura. Pocos de los rasgos de carácter enumerados por Pablo podrían conocerse o evaluarse inmediatamente.

Si estas cinco características están presentes en tu vida, ¡entonces no hay nada que te impida procurar el ministerio pastoral!

ASPIRO… ¿QUÉ SIGUE?

Aquí está la forma en que puedes comenzar tu travesía:

1. ¡Pregúntale a tu pastor cómo puedes ayudar! Pastorear es un trabajo difícil, y requiere más fuerza de voluntad de la que un solo pastor puede brindar. Siempre hay más trabajo por hacer. Por tanto, suponiendo que te encuentras en una iglesia sana y bajo el liderazgo de un pastor piadoso, comunícale tu aspiración a tu pastor y pregúntale cómo podrías ayudarle a él o a los demás ancianos como una oportunidad para aprender. Como nota aparte, si ya eres pastor, deberías tener ideas para evaluar y preparar a los que aspiran al pastorado. Invítalos a participar en tus rutinas de pastoreo. El discipulado es en gran medida el proceso por el cual invitamos a otros a imitarnos como nosotros imitamos a Cristo. Este proceso no es diferente en la formación de los futuros pastores.

2. Deberías considerar tus opciones educativas teológicas. Los que aspiran al ministerio pastoral deben estar equipados para la obra del ministerio, no solo en cuanto a un entrenamiento práctico, sino en cuanto a una formación bíblica y teológica. Para algunos, eso implicará prepararse en algún seminario. Para otros, eso puede significar participar en un programa de capacitación pastoral que incluya un componente teológico. Yo animaría de corazón a todos los pastores a tener una serie de libros y textos teológicos que todos los aspirantes a ancianos deberían leer.

3. Haz que los requisitos bíblicos para el pastorado sean tu meta diaria. Al aspirar al ministerio pastoral, nunca debemos olvidar que la formación rigurosa ni la educación teológica estaban entre la lista de requisitos de Pablo. En cambio, debemos procurar en forma humilde y habitualmente un carácter como el de Cristo. Y esto no se detiene cuando somos ordenados. Al contrario, se intensifica. No podemos mirar los títulos en nuestra pared o el título al lado de nuestro nombre como evidencia de estar calificados. Antes bien, debemos vigilar constante y continuamente nuestra vida y doctrina con sumo cuidado.

Traducido por Nazareth Bello