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Historia de la Iglesia – Clase 10: El Gran Despertar en Estados Unidos (Época colonial): El puritanismo, Jonathan Edwards y George Whitefield
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Clase esencial
Historia de la Iglesia
Clase 10: El Gran Despertar en Estados Unidos (Época colonial): El puritanismo, Jonathan Edwards y George Whitefield
«Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder» Mateo 5:14.
- Introducción: Los primeros pobladores puritanos en Estados Unidos
La semana pasada estudiamos a un grupo de pastores y líderes laicos que buscaron reformar la Iglesia en Inglaterra: los puritanos. Durante un período de gran persecución, algunos de los puritanos huyeron a la Europa continental, pero otros emigraron al Nuevo Mundo. Los primeros pobladores en Norte América no solo fueron puritanos devotos en Massachusetts.
En las mismas décadas, los colonos ingleses emprendedores fundaron nuevas colonias en Virginia, Maryland, Connecticut, Rhode Island, Georgia. Los virginianos, esos religiosos establecidos en la Iglesia, no tenían la misma visión para las «comunidades del pacto» como los puritanos de Nueva Inglaterra.
Durante el resto del siglo XVIII, estos grupos experimentarían una serie de avivamientos religiosos, conocidos como el Gran Despertar. El Gran Despertar generó una identidad religiosa estadounidense más común y moldeó profundamente al evangelicalismo moderno.
- Los puritanos estadounidenses: Vida y pensamiento en el siglo XVII
A. El pacto
El pacto era fundamental para la visión puritana de la Iglesia y la vida cristiana. Las iglesias, familias, gobierno y sociedad estaban organizados alrededor de la idea del pacto.
- Piensa en el pacto como en un acuerdo, para la persona, se es salvo porque Dios da la justicia de Cristo como expiación por el pecado, y a su vez, la persona tiene fe en Dios (ahora bien, este es un pacto de gracia, porque Dios también da la fe).
- La Iglesia está conformada por individuos cristianos que pactan juntos servir a Dios.
- Dios hace un pacto con las naciones cuando ellas lo glorifican, por lo que si ocurre un desastre, entonces se trata de una advertencia de que el pueblo no está cumpliendo con sus obligaciones pactales, por lo que todos deben ayunar y arrepentirse.
- Por tanto, puedes ver como esta idea del pacto visualiza una sociedad que es holísticamente cristiana, donde tanto la vida secular como la vida sagrada están unidas en un pacto sagrado entre el pueblo y Dios. Así, la casa de reunión estaba en el centro de la ciudad y donde se reunía la iglesia y la comunidad hacía negocios.
- El punto de entrada en esta sociedad pactal era el bautismo de niños, mediante el bautismo te convertías en miembro de la Iglesia y, en consecuencia, calificabas para participar en el gobierno y votar.
- Esto funcionó sin problemas en la primera generación porque la mayoría de los puritanos eran cristianos convertidos, pero esto cambió.
B. El pacto del Medio Camino
El bautismo era entendido como un sello del pacto de la gracia, pero en la segunda generación muchos de los que eran bautizados no estaban dando pasos para profesar a Cristo.
Después tuvieron hijos, así que los puritanos enfrentaron un dilema:
- Querían mantener la membresía de la Iglesia con cristianos verdaderamente convertidos.
- También querían mantener la influencia de la Iglesia sobre las personas y la sociedad.
- La solución: El Pacto del Medio Camino (1662), que permitía que los hijos de miembros no convertidos de la congregación pudieran bautizarse, pero no participar de la Cena del Señor, una membresía a medias que preservaba el sistema entrelazado de persona, Iglesia y sociedad.
C. La educación
Como discutimos la semana pasada, las universidades de Oxford y Cambridge fueron importantes para el movimiento puritano en Inglaterra; esta idea se trasplantó en Nueva Inglaterra. La Reforma Protestante y el puritanismo habían desatado históricamente altos niveles de alfabetización porque las personas ahora querían leer la Biblia. Harvard se fundó en 1636 como un lugar para capacitar a ministros. En 1701, se fundó Yale en respuesta a la percepción de que Harvard no era equilibrada en su enseñanza de la Biblia fielmente.
Las reglas del estudiante adoptadas por la Universidad de Yale dan cierta idea del antiguo carácter de esta noble institución:
«Todos los eruditos vivirán vidas religiosas, piadosas e irreprensibles de acuerdo con las Reglas de la Palabra de Dios, leyendo diligentemente las Sagradas Escrituras, la Fuente de Luz y Verdad, y atendiendo constantemente todos los deberes de la Religión tanto en público como en secreto… Todos los estudiantes de esta universidad deberán expresar con palabras y comportamiento todo el debido honor, respeto y reverencia hacia todos sus superiores… y en ningún caso utilizarán un lenguaje reprochador, despectivo, irrespetuoso o contumaz…»[1].
- Jonathan Edwards (1703-1758)
Uno de los primeros estudiantes de Yale fue un joven brillantemente talentoso llamado Jonathan Edwards, una de las mentes más grandes que Estados Unidos ha producido. En el año 1908, un profesor realizó un estudio de su árbol familiar, y encontró 1 vicepresidente de los Estados Unidos, 3 senadores de los Estados Unidos, 3 gobernadores, 3 alcaldes, 13 presidentes universitarios, 30 jueces, 65 profesores, 80 titulares de cargos públicos, 100 abogados y 100 misioneros. De modo que él fue el origen de tanto talento.
Edwards ciertamente reina como el principal teólogo de Estados Unidos, como uno de nuestros filósofos más innovadores, psicólogo y científico natural sorprendentemente avanzado, y su vida y pensamiento ilustran muy bien el carácter del siglo XVIII del cristianismo estadounidense.
A. Primeros años y educación
Nació en East Windsor, Connecticut, el 5 de octubre de 1703, hijo del reverendo Timothy Edwards y de Esther Stoddar Edwards.
Fue un joven contemplativo que pasó mucho tiempo deambulando por los campos y pensando en Dios y la creación. Un erudito, a los 11 años pasaba tiempo registrando en su cuaderno el comportamiento de algunas arañas.
En 1716 (a los 13 años), entró en la Universidad de Yale, se graduó 4 años más tarde como primero de su clase, después obtuvo una maestría.
Los años de Yale fueron intelectualmente fructíferos. Fue un tiempo productivo tanto intelectual como espiritualmente invertido en la teología cristiana y las Escrituras, las lenguas clásicas, las ciencias y filosofías de la Ilustración de Newton y Locke. Entendió los desafíos de la filosofía de la Ilustración acerca de la verdad histórica cristiana; se esforzó por responder a estos desafíos y adaptar las cosas positivas de sus creencias (como la ley natural) a la ortodoxia cristiana.
B. Conversión
Luchó con dudas sobre la gracia y la soberanía de Dios. En 1721, a la edad de 18 años, Dios le infundió a Edwards, emocional, intelectual y espiritualmente, la seguridad de que podía tener salvación, y cómo Dios mismo había obrado esto en Edwards. Meditando en 1 Timoteo 1:17: «Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén».
Esto llevó a Edwards a una nueva comprensión profunda. Después de leer este pasaje, escribió: «Entró en mi alma, tal como se difundiera a través de ella la sensación de la gloria del ser divino; un nuevo sentido, bastante diferente de cualquier cosa que haya experimentado antes».
De alguna manera, Edwards pasaría el resto de su vida meditando, reflexionando y expandiendo este dulce sentido de la majestad, la supremacía y la gloria de Dios.
C. Un joven pastor en Northampton, Massachusetts.
Edwards se convirtió primero en pastor de una iglesia a la edad de 19 años, en Manhattan. Luego de un corto pastorado en Manhattan y uno en Bolton, Connecticut, en 1726, fue invitado para ser pastor asociado de Solomon Stoddard, el envejecido pastor y abuelo de Edwards, en su iglesia en Northampton, Massachusetts. Stoddard era la autoridad incuestionable y el pastor más respetado del River Valley de Connecticut.
En 1727, se casa con su esposa Sara, de 17 años, a quien había admirado desde que ella tenía 13 años por su amor a Dios. Ella era la tátara nieta de Thomas Hooker, el famoso fundador puritano de Connecticut. Con ella tuvo 11 hijos.
D. Los primeros despertares
Edwards se sumergió en sus deberes pastorales:
Comenzando a las 4 o 5 de la madrugada para 13 horas de estudio y lectura, escribiendo numerosas cartas y ensayos y, sobre todo, preparando sus sermones, porque consideraba que la predicación de la Palabra era su deber más importante para con su congregación.
Una de sus resoluciones, las cuales vale la pena leer, era nunca apartarse de la Biblia si encontraba algo difícil en ella hasta que lo resolviera de manera totalmente satisfactoria en su mente.
Como resultado de sus escritos, su mensaje y su fama se extendieron. En 1731, las cosas mejoran, y en 1734, hay un hambre ardiente en Nueva Inglaterra por las cosas de Dios. Edwards comenta al respecto y escribe:
«Una gran y sincera preocupación por las grandes verdades de la religión y de la vida eterna se convirtió en el tema universal en todos los lugares del pueblo, y entre personas de toda clase y edad; el ruido entre los huesos secos aumentaba cada vez más. Todas las conversaciones, en todas las ocasiones, eran únicamente acerca de los asuntos espirituales y eternos. En compañía ya no se toleraba hablar de otras cosas excepto la religión. Pronto hubo reportes exagerados de que la gente hubiera dejado completamente sus trabajos seculares. Las mentes de la gente estaban maravillosamente apartadas del mundo. Las cosas del mundo eran tratadas como algo de muy poca importancia».
E. Una luz divina y sobrenatural
Edwards predicó y publicó uno de sus sermones más importantes de esa época: Una luz divina y sobrenatural.
Su principal preocupación era destilar la esencia de la verdadera experiencia cristiana y distinguirla del simple conocimiento o del simple emocionalismo.
Aquí Edwards explicó que Dios se comunica con las personas de manera inmediata, más allá del alcance de la sola razón. A los verdaderamente convertidos se les da una sensación completamente nueva para aprehender las cosas de Dios, un poder para apreciar la belleza y la excelencia de Cristo. Esta sensación no está disponible para los no regenerados. En la famosa ilustración de Edwards, es la «diferencia entre tener un juicio racional de que la miel es dulce y tener una sensación de su dulzura». Del mismo modo, la persona espiritualmente iluminada no «simplemente cree racionalmente que Dios es glorioso, sino que posee una sensación de la gloria de Dios en su corazón»[2].
Bajo la fiel predicación de la Palabra, esta nueva sensación pareció superar a muchos de los residentes de Northampton y los pueblos circundantes, y muchos llegaron a la fe por primera vez y otros renovaron su fe estancada.
F. El despertar de Northampton muere
Edwards creía en la supremacía absoluta de Cristo, pero también sabía que Satanás trabajaba para detener la obra del evangelio.
En junio de 1735, Joseph Hawley, tío de Edwards y miembro importante de la ciudad se angustió tanto por su propio pecado y se desesperó con las dudas de su salvación que se cortó la garganta y murió.
Esto tuvo un duro efecto en la comunidad. «Las noticias de esto afectaron extraordinariamente las mentes de la gente aquí», escribió Edwards. También asombró y atribuló al joven pastor, que luchaba con comprender lo que el describió como esta «horrorosa providencia».
Aunque que el suicidio de Hawley culminó con éxito el avivamiento, Edwards se mantuvo fiel a sus labores pastorales. Sin embargo, esta trágica muerte siempre sirvió como recordatorio y advertencia del peligro de los avivamientos piadosos que se desbordan en un exceso e histeria impíos.
G. Los grandes despertares
Los avivamientos en Northampton y en el River Valley de Connecticut anticiparon los avivamientos en todo el mundo angloparlante. Incluso los presbiterianos: los hermanos Tennent, Samuel Davies y James Davenport.
¿Qué caracterizó al Gran Despertar?
- Los predicadores itinerantes.
- Los mensajes sencillos basados en el evangelio básico.
- La apelación a la emoción humana así como también a la razón (lo cual produjo muchos gritos salvajes, convulsiones, desmayos, hablar en lenguas).
- El aumento de la membresía de las iglesias (por ejemplo, en 1733-1734, 300 nuevos miembros en la iglesia de Edwards).
- El individualismo. Se deshicieron de muchas de las viejas restricciones de la comunidad puritanas y se ayudó a moldear la democracia estadounidense de manera importante. Un antecedente de la Revolución estadounidense.
- George Whitefield (1714-1770)
Para 1740, un nuevo predicador eclipsa a todos los predicadores (incluso a Edwards) en prominencia internacional.
George Whitefield, el joven evangelista anglicano, había estado incitando a vastas multitudes en su Inglaterra natal a arrepentirse de sus pecados y creer en Cristo para la salvación.
A. Primeros años
Su madre era dueña de un bar. Tuvo una existencia bastante solitaria y dura. Educado en Oxford (buen amigo de los Wesley), fue allí donde se convirtió, clamando mientras oraba en su cama: «¡Tengo sed! ¡Tengo sed!».
Whitefield tenía una voz excepcional, un don increíblemente efectivo para una presentación dramática y una pasión incansable para proclamar el evangelio a los pecadores perdidos. Su primer amor fue el teatro, así que esto le ayudó. Whitefield, dijo un contemporáneo, podía «hacer que los hombres lloraran o temblaran por sus variadas expresiones de la palabra ‘Mesopotamia’».
B. El controversial joven evangelista de Inglaterra.
La controversia atacó el establecimiento de ministros anglicanos por no estar convertidos.
Predicó a extensas multitudes no en iglesias, sino en los campos, plazas públicas y mercados abiertos en toda Inglaterra. No era su fuerza física lo que atraía a la gente, ya que era algo obeso y bizco.
Predicaba desde un soporte plegable portátil que colocaba donde sea que predicara.
En sentido literal, miles de personas a la vez acudían en masa a los sermones de Whitefield, en algunas ocasiones, hasta veinte o treinta mil personas se reunían a la vez para escucharlo. Su gran voz podía ser oída al aire libre por muchos, en una época donde no existían amplificadores.
Mientras que algunos venían por curiosidad y la mayoría salían con un hambre espiritual, unos pocos causaron problemas. En una oportunidad, cuando se encontraba predicando a una gran multitud en un parque en Inglaterra, los intrusos bombardearon a Whitefield con «piedras, huevos podridos y partes de gato muerto». Sin desanimarse, terminó su sermón y vio a muchos llegar a la fe. En otra ocasión, le golpearon la cabeza con una roca y lo dejaron ciego de un ojo durante unos días.
C. Llegada al Nuevo Mundo
En 1738, fundó un orfanato en Gerogia. Todavía la organización benéfica existente más antigua en Estados Unidos, el Bethesda Orphanage.
En 1739, regresó a predicar en Pensilvania y en las colonias del sur. Se conviertió en la primera celebridad de Estados Unidos, y muchos recorrían kilómetros para escucharlo. Los periódicos informaban de sus llegadas y salidas; Whitefield hizo un uso astuto de esta publicidad, desesperado por ver tantas personas como fuera posible escuchando el evangelio.
D. Whitefield y Benjamin Franklin
Son buenos amigos y mantienen correspondencia durante décadas, Whitefield le ruega a Franklin que pruebe el nuevo nacimiento en Cristo, Franklin cree que realmente se ha convertido.
«Maravilloso… un cambio pronto hecho en los modales de nuestros habitantes. De ser irreflexivos o indiferentes con respecto a la religión, parece que todo el mundo se está volviendo religioso, de modo que no se puede caminar por la ciudad en una noche sin escuchar salmos cantados en diferentes familias de cada calle».
E. Encuentro con Jonathan y Sarah Edwards
Edwards había leído sobre la emoción que rodeaba al joven Whitefield. En 1740, Edwards le escribe a Whitefield invitándolo a predicar en Northampton durante una gira por Nueva Inglaterra. Whitefield había leído la obra de Edwards, Un relato fiel de la sorprendente obra de Dios en la conversión de cientos de almas en Northampton (1737) y aceptó venir.
Entre el 17-19 de octubre de 1740, Whitefield llega a Northampton y se queda con la familia Edwards.
Sarah Edwards era una mujer singular por derecho propio, modelo de aprendizaje, piedad y devoción por la familia, crió a once hijos y servía como una valiosa compañera de su esposo durante todo su ministerio.
Whitefield, soltero en ese momento, estaba impactado:
«No había visto pareja más dulce. La Sra. Edwards está adornada con un espíritu manso y tranquilo; ella hablaba sólidamente de las cosas de Dios, y parecía ser una ayuda tan grande para su esposo, que me hizo renovar esas oraciones, que por algunos meses, le entregué a Dios, que estaría encantado de que me enviara una hija de Abraham para ser mi esposa»[3].
La gira de Whitefield por Nueva Inglaterra en 1740 y 1741 marcó el apogeo de los avivamientos del Gran Despertar. Miles se reunieron para escuchar su mensaje; grandes números respondieron con profunda emoción. Convencidos del pecado, lloraron y clamaron a Dios por salvación; muchos se volvieron a Cristo, y la membresía de la iglesia creció en pueblos barridos por el avivamiento.
F. Diferencias entre Edwards y Whitefield
- Edwards solo predicó ocasionalmente fuera de su iglesia, Whitefield pasó su vida entera en itinerancia, por lo general, predicando en espacios públicos en lugar de edificios de la iglesia.
- Edwards fue un pastor cuyos sermones y escritos abordaron una gama de temas, Whitefield se apegó al mensaje básico del evangelio.
G. El final de Whitefield
A veces, subía al púlpito cuatro o cinco veces al día, y al final de su vida, según una fuente, vemos a un hombre que sufría «una vasta descarga estomacal, usualmente con una considerable cantidad de
sangre».
- Edwards, el Post-Despertar
Si Whitefield era el corazón del Gran Despertar, Edwards era la mente.
En muchos lugares de Nueva Inglaterra, los avivamientos se descontrolaron: gritos, risas, trances, visiones y convulsiones eran bastante comunes, y algunos ministros manipularon deliberadamente estas respuestas.
Algunos de los ministros de las iglesias más establecidas en Boston comenzaron a quejarse de estos excesos y de los avivamientos en general. Contra estos ataques, Edwards demostró ser el mayor defensor teológico de los avivamientos. También fue su crítico más penetrante.
A. Tratado sobre afecciones religiosas.
En 1741, pronunció un discurso de graduación en Yale titulado «Marcas distintivas de la obra del Espíritu de Dios». El sermón se amplió más tarde en su Tratado sobre afecciones religiosas. En ese tratado, Edwards analiza doce cosas que uno no puede considerar como evidencia de una obra del Espíritu, tales como las manifestaciones sobrenaturales, el hablar en exceso acerca de la religión, incluso la memorización de las Escrituras.
En la segunda mitad del libro, da doce señales que, de hecho, pueden tomarse como evidencia de una obra del Espíritu de Dios: amar a Dios, honrar a Cristo y, sobre todo, vivir una vida justa.
B. Problemas en Northampton
Una disputa teológica en la iglesia de Edwards finalizó lo que había estado creciendo entre Edwards y la congregación de Northampton.
El pastor anterior, Stoddard, había enseñado que la comunión era una ordenanza conversora; que el pan y el vino en sí mismos podían comunicar la verdad del evangelio y debían entregarse a los no convertidos. Edwards creía que la comunión debía reservarse para aquellos que habían hecho una profesión creíble de fe en Cristo.
Cuando trató de cambiar esto, muchos en la Congregación se rebelaron, y después de largas disputas, el 22 de junio de 1750, la congregación votó abrumadoramente para despedir a su pastor.
C. Misionero a los nativos americanos (1751-1757)
Se convirtió en pastor de una iglesia misionera en Stockbridge, Massachusetts (oeste de Northampton), les predicaba a través de un intérprete. Escribió tratados: El pecado original; La libertad de la voluntad; El fin para el cual Dios creó el mundo y La naturaleza de la verdadera virtud. Continuó su trabajo en su magisterial, pero nunca terminó Una historia de la obra de la redención.
D. A Princeton y a su Salvador
El 16 de febrero de 1758, Edwards se instaló como el tercer presidente de la Universidad de Nueva Jersey (Princeton). Algo imposible de imaginar que un pastor evangélico se convierta en presidente de Princeton hoy.
Siempre interesado en la investigación científica, Edwards se dejó inocular con una nueva vacuna contra la viruela el 23 de febrero de 1758. El experimento fracasó y Edwards murió el 22 de marzo de 1758.
Concluimos con la mayor preocupación de Edwards y el tema más persistente. En una carta a Deborah Hatheway, una adolescente que se había convertido durante los avivamientos, Edwards la alentó a que recordara que: «Aunque somos extremadamente pecaminosos, tenemos un abogado para con el Padre, Jesucristo el justo, la preciosidad de cuya sangre, y el mérito de cuya justicia y la grandeza de cuyo amor y fidelidad superan infinitamente las montañas más altas de nuestros pecados»[4].
[1] Citado por Edwin Gaustad, A Documentary History of Religion in America to the Civil War (Una historia documental de la religión en Enstados Unidos hasta la guerra civil), p. 204-205.
[2] Citado en Marsden, 156-157.
[3] Citado en Marsden, 208.
[4] Citado en Marsden, 225.
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