Membresía
El ser iglesia, los unos a los otros
Algunos creyentes, movidos por el deseo de experimentar algo superior, expresan su anhelo de vivir la iglesia como la fue en los tiempos de la iglesia primitiva. Pero, ¿a qué aspectos se refieren? Es importante señalar que aquella tuvo sus particularidades, y algunas de ellas no fueron especialmente alentadoras.
Por ejemplo, Pablo escribe su carta a Tito para que estableciera orden en la iglesia en Creta (Tito 1:5), esto supone un desorden previo. Por otra parte, los corintios estaban fascinados por los reconocimientos y lo sobrenatural. Los gálatas querían imitar las tradiciones judías después de haber sido alcanzados por el evangelio de la Gracia. De esta forma, podríamos seguir enumerando las debilidades de la iglesia primitiva, según las epístolas escritas por los apóstoles y las cartas del Apocalipsis a las iglesias locales del Nuevo Testamento. En realidad, la vida de la iglesia ha sido compleja desde su comienzo. Y por lo que se ve, se mantendrá así hasta el regreso de Jesús.
1. El ser iglesia, necesidad de un equilibrio
Pero no todo es una pérdida. Al enfocar la vida de la iglesia en las comunidades locales, se observa que estas atraviesan un proceso de madurez. En las distintas etapas de ese proceso, los miembros desempeñan un papel fundamental. Para la madurez de una congregación, ¿es importante contar con una predicación bíblica? Totalmente de acuerdo. ¿Es importante la obediencia de los miembros a esa enseñanza? Por supuesto que sí. Ambos principios deben trabajar en un equilibrio para que una iglesia local alcance su madurez. También, en forma frecuente, existe otro asunto relacionado: la cultura de iglesia. Es decir, la visión que tienen los miembros de lo que significa ser iglesia. Es evidente que el ser iglesia y el ser cristiano es algo que no debería separarse. Aquel que es salvo, llega a ser parte de la iglesia; y es cristiano, todo el que confía en Jesús como su salvador.
2. El ser iglesia, más que una buena moral y el congregarse
Sin embargo, ¿cómo se ve el ser iglesia? ¿Cómo se entiende el cristianismo dentro de la iglesia? O mejor aún: ¿Cómo debería ser y cómo debería percibir una iglesia según las Escrituras? ¿Ser iglesia es tener una buena moral y congregarse en forma regular? Sí, pero es mucho más que eso. La moral es una de las aristas de la santidad, es importante y de un valor permanente. Comportarse de manera adecuada, con la mayor altura moral posible, es apreciable en el cristianismo.
Ahora, congregarse también es importante para la iglesia. Después de la resurrección de Cristo, comenzó la práctica de las reuniones dominicales para la iglesia, consolidándose como el Día del Señor. Con algunas variantes respecto al día de reposo, pero el domingo es un día especial de reunión continua, intencional y fraternal entre los cristianos. Pero, el cristianismo es mucho más que tener una buena moral y encontrarse en el culto dominical. Lamentablemente, un porcentaje de cristianos cree que se trata tan solo de esto, y otros ni siquiera lo consideran.
3. El ser iglesia, principios en la práctica
¿Cómo se ve el ser iglesia? Favorablemente, se encuentran en las Escrituras un conjunto de principios que Dios ha dejado para su pueblo. Principios que deben ser puestos en la práctica en el contexto de ser una iglesia local. Con respecto a esto, puede ser de beneficio para la iglesia una recompilación establecida por MacArthur y Mayhue, en su libro de Teología Sistemática (págs. 1038-1039, formato digital). Aquí se recoge:
- Amarse los unos a los otros (Ro. 12:10; 13:8; 1 Ts. 3:12; 4:9; 2 Ts. 1:3; 1 P. 1:22; 4:8; 1 Jn. 3:11, 23; 4:7, 11-12; 2 Jn. 5).
- Vivir en armonía unos con otros (Ro. 12:16; 15:5; cf. Gá. 5:26; 1 Ts. 5:13).
- Recibirse los unos a los otros (Ro. 15:7; cf. Ro. 16:16).
- Amonestarse los unos a los otros (Ro. 15:14; Col. 3:16).
- Preocuparse los unos por los otros (1 Co. 12:25).
- Servirse los unos a los otros (Gá. 5:13; 1 P. 4:10).
- Soportar los unos las cargas de los otros (Gá. 6:2).
- Ser pacientes unos con otros (Ef. 4:2; Col. 3:13).
- Ser amables unos con otros (Ef. 4:32).
- Perdonarse los unos a los otros (Ef. 4:32; Col. 3:13).
- Cantar alabanzas unos con otros (Ef. 5:19; Col. 3:16).
- Estimar cada uno a los demás como superiores a él mismo (Fil. 2:3).
- Decirse la verdad unos a otros (Col. 3:9).
- Alentarse unos a otros (1 Ts. 4:18; 5:11; He. 3:13; 10:25).
- Seguir lo bueno unos para con otros (1 Ts. 5:15).
- Estimularse unos a otros al amor y a las buenas obras (He. 10:24; cf. 1 Ti. 6:17-18).
- Confesarse los pecados unos a otros (Stg. 5:16).
- Orar unos por otros (Stg. 5:16).
- Ser hospitalarios unos con otros (1 P. 4:9).
- Ser humildes unos con otros (1 P. 5:5).
Estos son principios para ser puestos en práctica «los unos a los otros», para obedecer, no simples sugerencias. ¿Los obedecerás como iglesia local?
Las personas suelen alarmarse cuando escucha desde un púlpito la expresión: «Usted le está robando a Dios». A veces, no siempre, es posible que quien hace tal afirmación pudiera estar a punto de robarle a sus oyentes. Pero, los cristianos pudieran estar haciendo algo parecido. Por ejemplo, cuando un empleador contrata a un empleado por ocho horas de trabajo al día. Si la persona contratada no está laborando ese tiempo y finge, le está robando a su empleador.
Si Dios salvó a una persona, la salvó para que sea suya. Los cristianos deben vivir según sus propósitos, de forma individual como de manera corporativa al ser iglesia (1º Co. 6:19-20; 2º Co. 5.15). Los cristianos deben obedecer los principios citados arriba, de manera intencional y constante, en el contexto de «los unos a los otros».
Lamentablemente, algunos que no obedecen estos principios, piensan acerca de esto lo siguiente: que es trabajo de los pastores o es algo que los demás deberían hacer con ellos. Así como no existe el mandamiento a «sujetar a su esposa», sino que la esposa debe aceptar el liderazgo de su esposo, tampoco estos principios existen para que alguien los reclame, sino para que los ponga en práctica. Cada creyente tiene una deuda que saldar: «No deban a nadie nada, sino el amarse unos a otros…» (Ro.13:8). Una manera de saldarla es poner en práctica: el «unos a los otros» o el «entre nosotros».
Para ser una iglesia sana deberá ocurrir un cambio de perspectiva. En parte sucederá cuando los miembros de la iglesia se reconocen mutuamente como deudores de sus hermanos, y perciben a Dios como su acreedor. Es muy probable que la reunión dominical no sea lo suficiente para que los miembros puedan cultivar los principios bíblicos que recogen MacArthur y Mayhue en su libro. Por lo cual, deberían esforzarse y ser intencional para aplicarlos fuera del culto de la iglesia. Es su responsabilidad «los unos a los otros».
Palabras finales,
Anhela una visión clara de lo que Dios demanda y espera de ti, como parte de su pueblo. Cultiva como cristiano una manera continua de saldar la «deuda de amor» que tienes para con los otros. Un recordatorio para animarte: «Hagan todo esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de despertarse del sueño. Porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando creímos. La noche está muy avanzada, y el día está cerca. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz» (Ro. 13.11-12).
Hermano, has lo que te corresponde para ser iglesia, y una iglesia bíblica que honre a Dios.
Editado por Renso Bello
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