Pastoreo

El pastorado bíblico y las misiones globales: una unión vital y necesaria

Por Phil Remmers

Phil Remmers sirvió como misionero en Asia durante 20 años. Es el presidente del Proyecto Robert Morrison. Puede ponerse en contacto con Phil en fusu1734@gmail.com.
Artículo
24.04.2021

Nota del editor: Este artículo es una versión traducida condensada del original. La versión original está disponible en Amazon Kindle y como descarga PDF.

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La eclesiología sana fomenta la misiología sana. La manera en que una iglesia practica la membresía, dirige la disciplina y capacita a los ancianos, determina cómo esa iglesia participa en las misiones. Si tu congregación quiere plantar iglesias eficaces que glorifiquen a Dios en tierras lejanas, entonces primero debe entender y modelar una comprensión bíblica de la iglesia. Las iglesias defectuosas y disfuncionales en casa envían misioneros que plantan iglesias defectuosas y disfuncionales en el extranjero.

En mi experiencia, la mayoría de iglesias evangélicas estadounidenses rara vez consideran cómo su eclesiología determina su misiología. Eso se debe a que hemos separado dos cosas que nunca deben separarse: una compresión bíblica de lo que es un anciano y nuestro compromiso con la Gran Comisión.

Permíteme ilustrar lo que quiero decir con dos ejemplos: uno del extranjero y otro de Norteamérica.

LA ECLESIOLOGÍA Y LA MISIOLOGÍA: DOS CASOS DE ESTUDIO

Asia

Desde 2006 hasta 2016, serví como misionero en un país cerrado de Asia. Durante esa década, me encontré con un número perturbador de misioneros no calificados. Algunos no conocían su Biblia; algunos pensaban que conocían sus Biblias, pero enseñaban doctrinas contrarias a la Escritura. Lo creas o no, algunos incluso eran abiertamente hostiles a las enseñanzas cristianas históricas (Ti. 1:9). Algunos tenían poca o ninguna capacidad para enseñar (1 Ti. 3:2; Ti. 1:9). Muchos de ellos nunca habían sido probados para una vida y doctrina fiel (1 Ti. 3:10). Muchos eran recién convertidos (1 Ti. 3:6). Algunos tenían fallas de carácter significativas (1 Ti. 3:2; Ti.1:7). Otros no sabían el idioma local; muchos tenían habilidades interculturales deficientes. Luego de algunos años, muchos regresaron a sus casas permanentemente y tomaron trabajos seculares.

Fui testigo de este mismo fenómeno desgarrador a lo largo de Asia. Lamentablemente, pocas iglesias misioneras tenían la idea de que su alcance misionero podría estar mal y en necesidad de un profundo cambio estructural. Si acaso, eran impulsadas por un entusiasmo y un celo sin restricciones. Esta desconexión de la realidad me frustraba. Durante muchos años, quise alquilar un avión e invitar a representantes de estas iglesias misioneras para que vieran el impacto de sus decisiones y de su dinero. No se daban cuenta de que lo habían malgastado en misioneros ineficaces y no calificados.

Norteamérica

Los problemas en el extranjero a menudo se pueden atribuir a una eclesiología débil y no bíblica en las iglesias misioneras. Estas iglesias no aplican los mismos criterios al ordenar misioneros que al llamar a un pastor. Esperan que el pastor conozca la Biblia, que sea capaz de enseñar y predicar y que cuente con un historial comprobado de piedad. Desafortunadamente, rara vez aplican estos mismos requisitos a los misioneros. En lugar de enviar hombres maduros, capacitados teológicamente, y con una piedad comprobada; muchas iglesias envían hombres y mujeres jóvenes recién salidos de la universidad, a quienes les encanta viajar y experimentar nuevas culturas. Quizá estén llenos de celo y entusiasmo, pero, por lo general, no tienen los requerimientos del liderazgo espiritual que se describe en la Biblia.

En pocas palabras, no todo el que quiere ser enviado como misionero debería ser enviado como misionero. Las iglesias que envían misioneros sin duda están motivadas por el deseo de obedecer la Gran Comisión. Pero sin importar cuáles sean las buenas intenciones que las incentiven, esta clase de descuido envía y apoya misioneros ineficaces y tal vez dañinos.

Encontramos, quizá, el ejemplo más conmovedor de esto en la historia de las misiones cristianas a China, especialmente de 1907 a 1949. Durante los primeros años, las iglesias misioneras tendían a seleccionar con cuidado a los candidatos a misioneros. Posteriormente, enviaron a una serie de misioneros excepcionales como Robert Morrison, William Chalmers Burns y Hudson Taylor.

Pero con el paso del tiempo, el énfasis cambió de la sana doctrina y fidelidad a la Escritura al celo y la pasión. En 1922, por ejemplo, un misionero señaló: «Por lo general, los misioneros son escogidos por las grandes juntas [de misiones] debido a su espíritu más que a su doctrina». Con los requisitos significativos dejados de lado, cualquiera podía ir. Para 1925, China tenía 8325 misioneros extranjeros, una de las concentraciones de misioneros más grandes en el mundo. A su debido tiempo, la comunidad misionera estableció 180 universidades, 262 hospitales, 19500 iglesias y 69 seminarios y escuelas bíblicas.

A pesar de toda esta inversión de dinero y personal durante sus 142 años en China, ¿cuál fue el resultado? El número de cristianos convertidos nunca excedió el 1% de la población china. Samuel Ling comentó:

«Tanto cristianos como no cristianos admitieron ampliamente que el movimiento misionero no había logrado alcanzar sus objetivos en el campo misionero más grande de la iglesia… En retrospectiva, el movimiento comunista chino por sí solo podía reclamar el éxito; todos los otros sistemas de ideas y movimientos sociales no pudieron tener un impacto comparable en China».

DEMASIADOS COLABORADORES, MUY POCO APOYO

Pensemos más en las iglesias que imprudentemente financian a tales misioneros.

Muchas iglesias apoyan a tantos misioneros que solo pueden proveer a cada uno con una cantidad minúscula de lo que realmente necesitan. Es casi inaudito que las iglesias apoyen a sus misioneros de la manera en que Pablo animó a Tito: «A Zenas intérprete de la ley, y a Apolos, encamínales con solicitud, de modo que nada les falte» (Ti. 3:13). En cambio, las iglesias comúnmente proveen solamente entre 25$ y 250$ mensuales, lo que obliga a los misioneros a buscar apoyo financiero de docenas de diversos colaboradores, normalmente entre 25 y 50.

Esto desata una cadena de reacción de problemas adicionales.

Primero, las iglesias misioneras no tienen una relación significativa con sus misioneros. ¿Cómo podría una iglesia tener una relación significativa con entre 25 y 50 misioneros? Conozco a un misionero que es apoyado por una congregación que tiene cerca de 30 misioneros en su nómina mensual. Recientemente, me dijo que esta iglesia lo contactó por primera vez en 20 años para preguntarle cómo estaba.

Segundo, los misioneros no tienen una relación significativa con las iglesias que los envían. Si las iglesias misioneras brindan poco apoyo, entonces cuando un misionero regresa en licencia, debe pasar varios meses visitando incansablemente a un gran número de iglesias colaboradoras. El resultado final es que la mayoría de los misioneros solo ven a una pequeña fracción de las iglesias que los apoyan. Con el tiempo, ese misionero se convierte en poco más que una tachuela en el mapa misionero de una iglesia.

Tercero, las iglesias establecen un conjunto alternativo de requisitos para seleccionar a los candidatos a misioneros. Cuando no existe una clara relación entre la eclesiología y la misiología, las iglesias a menudo crean un conjunto alternativo de requerimientos extrabíblicos como una manera de escoger a los candidatos a misioneros. Por ejemplo, pueden exigirles a sus misioneros que:

  • sean miembros de su iglesia.
  • asistan a las conferencias de misiones anuales de la iglesia que los envía cada dos o tres años;
  • produzcan un video que describa su ministerio de forma periódica.
  • encuentren formas para que los miembros de la iglesia que los envía participen activamente junto a ellos en el campo, sin importar si están calificados o no.
  • envíen un informe trimestral a la iglesia que los apoya; este informe es adicional a la «carta de oración» trimestral o bimensual.
  • proporcionen solicitudes de oración mensuales a las iglesias que los apoyan; nuevamente, además de la carta de oración estándar.

Por sí solos, estos requerimientos adicionales pueden parecer sabios. Pero aquí está el problema: multiplican los requisitos anteriores por el número de iglesias que apoyan a un misionero en particular. Si un misionero tiene entre 25 y 50 iglesias que lo apoyan, ¡estos requisitos adicionales se acumulan rápidamente!

Por lo general, la mayoría de las iglesias solo ven sus pequeñas solicitudes y piensan que son insignificantes. Cuando en realidad, los misioneros se ven inundados con una serie de requerimientos adicionales como una condición para el apoyo continuo. A medida que aumentan estos requisitos, se desvía el enfoque principal del misionero del campo extranjero para mantener una relación con su multitud de colaboradores.

Dicho de manera sencilla, los cristianos necesitan confiar en la suficiencia de la Escritura. No cargues a tus misioneros con requisitos extrabíblicos.

UN PUNTO DE INFLEXIÓN

Divorciar la eclesiología de la misiología ha dado malos frutos. Pero hay esperanza. La Escritura da directrices claras de cómo avanzar. Esto empieza viendo la labor misionera con los lentes de la eclesiología bíblica.

Por tanto, pastores, que su primer objetivo sea levantar ancianos donde se encuentran, y de ese grupo encontrarán misioneros eficaces y calificados. Sin duda, este puede ser el camino más difícil y largo, pero al final, su iglesia cosechará ricas recompensas tanto a nivel local como en el extranjero.


Traducido por Nazareth Bello

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