Evangelio
El evangelio ya es relevante
Yo era un hombre joven y parte del equipo de liderazgo juvenil de una iglesia que tuvo la bendición de tener una gran cantidad de jóvenes. Elaboramos nuestro calendario una agradable tarde de domingo y noté una tendencia.
¡Torneo de baloncesto! ¡Fiestas de pizza! ¡Olimpiadas juveniles! ¡Noche de concierto! ¡Noche de galería de arte! ¡Noche de juegos! ¡Día de tacos! ¡Día de playa! ¡Acampar!
Parecía que sería un año lleno y fantástico. Los jóvenes estarán encantados, pensé. Luego, cuando fuimos a planificar los servicios de la iglesia… ¡Necesitamos luces! ¡Necesitamos máquinas de niebla! ¡Necesitamos bocadillos! ¡Necesitamos café!
Una vez más, en aquel tiempo, pensé: “¡Suena genial!”.
Pero luego nos sentamos a un estudio bíblico, y la lección fue sobre el noviazgo. Y luego la próxima semana fue sobre el noviazgo otra vez. La semana siguiente fue sobre la escuela… y el noviazgo. Podría ser porque yo era el rey de la soledad en el reino de las citas, pero me molestaba que los estudios no fueran exactamente sobre la Biblia. Parecía que eran más “mi consejo, y luego algunas citas bíblicas vagamente relacionadas”.
CUANDO FORZAMOS LA RELEVANCIA
Todos estamos familiarizados con los problemas que han tenido nuestros pastores de jóvenes para evitar que los adolescentes inquietos se desconecten. Están en una carrera interminable para seguir siendo relevantes, mantenerse al día con los últimos memes, o el último video viral, o tratando de averiguar cómo inscribirse en Instagram y hacer cualquier uso de él. Y cuando comienza todo a tener sentido, felicidades, eso ya pasó de moda.
Nunca podremos ganar esa carrera.
Es una tremenda tentación abrazar esta mentalidad en el esfuerzo por atraer a la gente a nuestro alrededor. Después de todo, ¿no sería genial si un video de nuestro sermón se vuelve viral? ¿O si nuestro equipo de adoración comienza a tener tendencia? ¿No sería increíble si miles de personas compartieran un hashtag que inventamos? ¡Qué mejor manera de difundir el evangelio en esta época!
Nada de esto es malo… necesariamente. Pero si se convierte en el objetivo de nuestra cultura de la iglesia local, si estamos cultivando activamente contenido “viral”, entonces puede ser que estemos, más bien, persiguiendo el viento. Esa es una batalla perdida. Y al igual que el pastor juvenil que se frustra porque sus adolescentes prefieran pasar el tiempo con sus amigos, o jugando Fornite en su casa, el pastor que intenta atrapar una ola de tendencia solo se estrellará en la orilla de la irrelevancia.
HAY ALGO MUCHO MEJOR
No podemos entretener mejor que el mundo. Nuestro equipo de adoración no será mejor que el concierto del sábado por la noche. Nuestro pastor no es más divertido que el comediante de moda. Nuestro café no es mejor que el de la esquina. Pero tenemos algo mucho más valioso que podemos ofrecer, algo para lo que fuimos creados.
Pablo escribió al pastor Timoteo:
“En la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por Su manifestación y por Su reino te encargo solemnemente: Predica la palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo. Amonesta, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción. Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, conforme a sus propios deseos, acumularán para sí maestros, y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a los mitos”, 2 Timoteo 4:1–4.
Este es el encargo del predicador, y por extensión, el de la iglesia. Ninguna banda puede predicar la Palabra como lo hace la Iglesia. Ninguna cafetería puede descubrir el pecado, advertir de sus consecuencias, y apelar al arrepentimiento como la iglesia. Hermanos, somos los portadores del tesoro más grande que Dios consideró adecuado darle al hombre. No es la política ni el entretenimiento. No es la autoayuda o una simple charla. Es este evangelio doloroso, lleno de angustia, pero victorioso, el que trae la verdadera revolución. Esto es lo que hace que la Iglesia sea permanentemente relevante.
FIDELIDAD, NO ENTRETENIMIENTO
Efectivamente, el evangelio se ha convertido en un mensaje nada popular. Pero todo esto lo anticipó nuestro Dios soberano. Y si el evangelio es repugnante ante los oídos de la sociedad, entonces es nuestro gran honor predicarlo aún más. Debemos ser cautelosos cuando la gente acepta nuestro mensaje sin reservas. Jesús nos advirtió que angosta es la puerta, y pocos son los que la encuentran. Si predicamos fielmente, entonces seremos odiados por muchos. Pero nos uniremos a nuestro Salvador en sus sufrimientos, y cumpliremos su Palabra.
“Si el mundo los odia, sepan que Me ha odiado a Mí antes que a ustedes. Si ustedes fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no son del mundo, sino que Yo los escogí de entre el mundo, por eso el mundo los odia”, Juan 15:18–19.
No podemos creer que podemos competir contra el mundo y sus lujos. Las personas jóvenes y adultas encontrarán placeres en esta vida moderna que incluso nuestras congregaciones con más dinero no podrían comenzar a igualar. Pero el más pobre, el más triste, el más ruinoso edificio mohoso, puede albergar un evangelio vibrante, eterno, que rescata el alma, y hace temblar al mundo.
Artículo publicado primero en Coalición por el Evangelio
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