Membresía

Doce pasos para recuperar la membresía significativa

Por Mark Dever

Mark Dever es el pastor principal de Capitol Hill Baptist Church en Washington, D. C., y el presidente de 9Marks. Puedes encontrarlo en Twitter como @MarkDever.
Artículo
18.01.2023

Supongamos que, por alguna razón, te encuentras como pastor de una iglesia que no practica la membresía significativa. Pero ahora has sido convencido por las Escrituras de que la membresía debe tomarse en serio. Siguiendo 2 Corintios 6:14-7:1, crees que la iglesia debe trabajar arduamente para asegurarse de no unirse en yugo con los incrédulos. Y ahora deseas pastorear a toda la congregación para que entienda mejor sus responsabilidades bíblicas mutuas.

¿Qué puedes hacer para recuperar la membresía significativa en tu iglesia? A continuación, se sugiere un plan de recuperación de 12 pasos para que los pastores recuperen la membresía significativa en la iglesia.

1) Proclama regularmente el evangelio en tu predicación. Asegúrate de incluir declaraciones claras de la naturaleza de Dios, del pecado humano, de la provisión de Dios en Cristo, de su muerte sustitutiva y resurrección corporal. Sé claro al llamar al arrepentimiento y a la fe. Incluso en la forma de explicar cómo es el arrepentimiento, puedes dejar claro que las personas que no se entregan con amor a los demás no tienen motivos para pensar que se han entregado con amor a Dios. Define lo que significa ser cristiano una y otra vez de forma provocativa que haga que los evangélicos complacientes obedezcan la exhortación de Pablo de: «Examinaos a vosotros mismos» (2 Co. 13:5).

2) Ten y utiliza una Declaración de Fe y un Pacto de la Iglesia acordados por la congregación. La mejor manera de servir a las congregaciones es mediante documentos más breves que los que deben acordar los ancianos presbiterianos, pero más extensos que una simple profesión de fe. La membresía eclesiástica conlleva responsabilidad. Las declaraciones de lo que la congregación cree en conjunto, y cómo vivirán juntos son importantes. Son una base clara de unidad, una herramienta de enseñanza, y una valla contra los mundanos que borrarían tales distinciones, o los divisivos que las estrecharían.

3) Exige la asistencia a las clases de membresía antes de admitir a alguien como miembro de la congregación. Es un acto amoroso presentar cuidadosamente las expectativas que otros tendrán de ellos, y lo que ellos, a su vez, pueden esperar de la congregación. Es una oportunidad para enseñar cuidadosamente la declaración de fe y el pacto de la iglesia antes de que se les pida que los firmen. También puedes explicar la membresía, algo de la historia del cristianismo y de su denominación, e incluso de tu propia congregación en particular. También es un buen momento para orientarles acerca de los aspectos prácticos del funcionamiento de la propia iglesia local.

4) Solicita una entrevista después de que hayan pasado por las clases de membresía, pero antes de que hayan sido recomendados a la congregación para que sean miembros. Esta entrevista puede ser la ocasión para la firma de los dos documentos que han estudiado en las clases de membresía. En el pasado, los cristianos han llevado a cabo estas entrevistas de membresía por un comité de miembros, o diáconos, o ancianos, o incluso delante de toda la congregación. La práctica de nuestra congregación es hacer esto con un anciano y una o dos personas presentes (usualmente del personal o un pasante). En esta entrevista pídeles que compartan el evangelio, y que den un relato detallado de su propia conversión, y su discipulado desde entonces.

Reitera las expectativas que tiene la congregación de que estén presentes en las reuniones del Día del Señor, en la Mesa del Señor y en las reuniones de los miembros. Recuérdeles también su obligación de entablar relaciones a medida que van conociendo a los demás y se dejan conocer, de orar por los demás miembros y de ofrendar económicamente.

5) Deja de bautizar y admitir niños en la membresía formal de la iglesia local. He aquí lo que dijo un expastor bautista y profesor de evangelismo en Southwestern hace algunas décadas, al notar la tendencia a los bautismos de cada vez más jóvenes: «En una edad en la que es demasiado joven para elegir la ropa por sí mismo, en la que es demasiado joven para elegir una vocación de vida, en la que es demasiado joven para servir en un comité de la iglesia, en la que es realmente demasiado joven para votar inteligentemente sobre asuntos de la iglesia, en la que no se considera legalmente responsable por cualquier acción en la comunidad, ha habido una tendencia a sentir que es lo suficientemente responsable como para tomar una decisión permanente y vinculante para toda la vida respecto a su relación con Cristo y su iglesia. Si no estamos dispuestos a sentir que el niño es capaz de tomar decisiones menores, ¿cómo podemos justificar nuestra confianza en la eficacia de esta gran decisión a esta edad?».

La cuestión no es si un niño de 5 o 10 años puede confesar a Cristo para salvación. La cuestión es la capacidad de discernimiento de la congregación. El gran número de cristianos nominales y rebautismos en las iglesias bautistas del Sur parece responder a la pregunta claramente en sentido negativo. No se supone que podamos distinguir completamente el amor y la confianza de un niño en Dios, de su amor y confianza en los adultos, especialmente en sus propios padres. Eso crece con el tiempo, a medida que los distintos contornos de la vida del joven adulto se van perfilando cuando siente la atracción del mundo, de la carne y del diablo, y sin embargo sigue a Cristo. Los bautistas de todo el mundo lo saben; los bautistas de Estados Unidos solían saberlo. Podemos hacerlo de nuevo.

6) Comprende que la admisión en la membresía de la iglesia es un acto de la congregación. Esto está claramente implícito en 2 Co. 2:6. Ya sea que se haga de la manera más directa (por votación congregacional) o de un método menos directo, publicando los nombres por un período de tiempo determinado y pidiendo retroalimentación, se debe enseñar a la congregación que actúa para admitir a alguien en su membresía, y que (además de la muerte) actúa para liberar a alguien de su membresía.

7) Publica un directorio de miembros en el que los miembros de la iglesia estén representados por nombre, foto, dirección física, correo electrónico y números de teléfono del trabajo y de casa. Publícalo con regularidad para que sea exacto. Enseña a los miembros a actualizar sus datos con regularidad. Cultiva el uso de este directorio como lista de oración para los pastores y los miembros de la iglesia. En nuestra congregación, pedimos a los miembros que intenten orar por una página cada día en su tiempo de oración personal.

8) Ofrece una supervisión pastoral activa a los miembros. Trate de asegurarte de que cada miembro esté en conversación regular con algún anciano o algún cristiano maduro en la congregación. Toma la iniciativa de tratar de saber lo que pasa en la vida de los miembros. Los almuerzos, las llamadas telefónicas y los correos electrónicos, las recomendaciones de libros y las conversaciones después de las reuniones de la iglesia son herramientas obvias. Los pastores también pueden hacer esfuerzos más estructurados para visitar a los miembros.

9) Trabaja en crear una cultura de discipulado en la iglesia. En lugar de confiar básicamente en programas de grupos pequeños o intereses compartidos, anima a los miembros a entregarse deliberadamente en amor los unos a los otros. Anímalos en sus responsabilidades de cuidarse mutuamente. Utiliza al personal para facilitar las relaciones, con el objetivo de que todos en la iglesia tengan múltiples relaciones naturales con otros en la congregación en las que estén siendo edificados como cristianos. Ayúdales a comprender que su bienestar es asunto de sus hermanos y hermanas.

10) Limita algunas actividades, eventos y áreas de servicio a los miembros. Por ejemplo, debería haber reuniones a las que solo asistan miembros. Estas podrían ser el domingo por la noche o el sábado, pero tendrían que estar separadas de los servicios públicos a los que todos son bienvenidos. Una práctica bíblica de la membresía de la iglesia requiere discusiones que sean de toda la iglesia, pero que sean solo de la iglesia (Mt. 18:17 parece implicar algo así). Asegúrate de que solo los miembros pueden ocupar cargos en la iglesia, dirigir en diversos tipos de servicio, asumir funciones públicas que parecerían implicar el conocimiento y el consentimiento de la congregación.

En nuestra congregación, a excepción de los grupos pequeños de evangelización, tenemos grupos pequeños disponibles solo para los miembros. Como parte del plan de discipulado de nuestra iglesia, nos responsabilizamos de ellos, por lo que necesitamos poder aprobar a los líderes y resolver cualquier dificultad que surja. (Por supuesto, nuestros miembros son libres de organizar estudios bíblicos con quien quieran, de cualquier iglesia. Nosotros, como personal, simplemente no asumimos la responsabilidad de formar a esos líderes ni de llenar esos grupos. No dependemos de ellos para la vida de nuestra propia congregación).

11) Solo después de recuperar la membresía, considera revivir la práctica de la disciplina correctiva eclesiástica (incluyendo la excomunión o la exclusión). Demasiados pastores intentan recuperar la membresía significativa de la iglesia recuperando primero la práctica de la disciplina correctiva de en la iglesia, pero esto es normalmente una transición discordante en la vida congregacional. Primero hay que dar pasos para recuperar una comprensión y experiencia positivas de la membresía, antes de empezar a excluir a miembros por pecados evidentes e impenitentes de inasistencia, adulterio, etc.

12) Por último, debemos recuperar algo de la grandeza del plan de Dios. Ore por las bendiciones de Dios sobre otras congregaciones evangélicas locales por su nombre en sus servicios dominicales matutinos. Recuerda a la congregación la historia en la que estamos involucrados y que es más grande que nuestra congregación local.

Los pastores deben meditar de nuevo sobre Hebreos 13:17 y considerar la seriedad de la rendición de cuentas a Dios que debemos dar por aquellos a quienes hemos dado seguridad de su salvación. La membresía continua en nuestra congregación es dar tal seguridad. Si no hay señales de que un pecador está arrepentido y se ha reconciliado con Dios, no lo amamos simplemente añadiendo su nombre al papel de nuestra iglesia, y contándolo entre nuestros números. Y acuérdate de Aquel que finalmente determina el significado de la membresía de la iglesia.

Me encanta esta cita del pastor escocés John Brown en una carta de consejos paternales a uno de sus alumnos recién ordenado en una pequeña congregación: «Conozco la vanidad de tu corazón, y que te sentirás mortificado de que tu congregación sea muy pequeña, en comparación con las de tus hermanos que te rodean; pero fíate de la palabra de este anciano, que cuando vengas a dar cuenta de ella al Señor Cristo, en su tribunal, pensarás que ya has tenido suficiente».

En última instancia, esa es la importancia de la membresía de la iglesia.

 

Traducido por Nazareth Bello

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Nota del editor: Este material ha sido adaptado del capítulo de Mark Dever «Regaining Meaningful Church Membership» en Restoring Integrity in Baptist Churches, ed. Thomas White, Jason B. Duesing y Malcomb B. Yarnell III, páginas 57-60. Thomas White, Jason B. Duesing y Malcomb B. Yarnell, III, páginas 57-60.

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