Ministerio
Delegar: una máxima necesaria dentro del ministerio pastoral
El liderazgo pastoral nunca fue diseñado para ejércelo en la soledad. Desde la perspectiva bíblica y práctica, el ministerio pastoral sano es aquel que se vive en comunidad, con colaboración, rendición de cuentas y la participación activa de otros líderes. Aun así, en muchas iglesias hoy en día, especialmente en contextos donde el liderazgo bíblico ha sido débilmente formado, prevalece el modelo al estilo llanero solitario: «ese pastor que trabaja solo, toma decisiones solo y sobrelleva la carga solo». Esto de apariencia sacrificial y santa, es un enfoque profundamente contraproducente. Suprime la participación del cuerpo de Cristo, bloquea el desarrollo de nuevos líderes, y en última instancia, daña en forma general a la iglesia local. Este tipo de liderazgo no sólo desgasta a un pastor, sino que limita la expansión del evangelio y deshonra el modelo bíblico del liderazgo plural.
1. El peligro de un ministerio individualista
El llamado al pastoreo no es un llamado a la independencia, sino a la dependencia de Dios y a la interdependencia con otros hermanos maduros. El pastor que se niega a delegar suele resistir la rendición de cuentas, teme que otros no hagan las cosas «como él», y traba su identidad al desempeño. Esto lleva a un pastor a sobreexigirse. Al mismo tiempo, cierra las puertas a otros que podrían colaborar en la obra. Los peligros de este enfoque son múltiples:
- Agotamiento extremo (burnout): La acumulación de responsabilidades sin descanso o ayuda desemboca en el colapso físico, emocional y espiritual.
- Errores sin corrección: La falta de supervisión o consejo fraterno incrementa la posibilidad de malas o pésimas decisiones.
- Ausencia de sucesión: Cuando todo depende de una sola persona, no se forman líderes para el futuro ministerio pastoral de la iglesia local.
- Descuido de la familia: El tiempo y la energía que deberían invertirse en el hogar se absorben por completo en el ministerio.
- Desviaciones doctrinales o morales: Sin rendición de cuentas ni comunidad, un pastor queda vulnerable a errores graves, e incluso a pecados encubiertos.
La iglesia que depende de una sola figura para todas las decisiones y funciones espirituales se vuelve muy frágil, centrada en el hombre, y pierde la riqueza de la diversidad de los dones que Dios ha derramado sobre su pueblo.
2. El modelo bíblico: Delegar con visión de multiplicación
La solución bíblica es cristalina a luz de las Escrituras: el liderazgo plural y el discipulado intencional en la vida de la iglesia. Desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, observamos que Dios nunca pensó en el liderazgo como una tarea individual. En Éxodo 18:17-23, el suegro de Moisés le dice: «No está bien lo que haces… desfallecerás del todo… escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud… y ponlos sobre ellos como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez».
Este consejo fue una intervención divina para evitar que Moisés colapsara. La prevención fue delegar, establecer líderes y compartir las responsabilidades.
En el Nuevo Testamento, el patrón apostólico continúa con este principio. Jesús mismo — el único verdaderamente autosuficiente — no ejerció su ministerio solo. Llamó a doce discípulos, los entrenó, los envió, y luego prometió estar con ellos. Delegó autoridad, formó líderes y estableció la iglesia como una comunidad de acción cooperativa.
El apóstol Pablo también adoptó este modelo. Sobre esto instruye a su hijo espiritual Timoteo, «lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros» (2 Ti. 2:2). Si observas, este texto es una joya clásica en la formación ministerial y reproducción de líderes: Pablo → Timoteo → hombres fieles → otros. Es una cadena de delegación, entrenamiento y multiplicación. Es, en esencia, una rectificación del ministerio centrado en un solo hombre.
3. Pluralidad de ancianos: un modelo neotestamentario
El patrón neotestamentario de los dirigentes en la iglesia local no es monárquico ni jerárquico, sino plural y pastoral. En todas las iglesias que Pablo y los apóstoles plantaban, establecían una pluralidad de ancianos, veamos:
- Pablo y Bernabé, «constituyeron ancianos en cada iglesia» Hechos 14:23.
- Pablo instruyendo a Tito, «te dejé en Creta para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad» Tito 1:5.
- Pablo reúne y exhorta a los ancianos de la iglesia de Éfeso, «mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor» Hechos 20:17-28.
No es hombres en solitario tomando todas las decisiones, sino que se trata de un equipo que guía, cuida y supervisa la iglesia como un cuerpo. Este modelo proporciona lo siguiente:
- Balance y sabiduría colectiva.
- Corrección mutua y rendición de cuentas.
- Distribución saludable de la carga de trabajo.
- Entrenamiento continuo para la sucesión.
- Mayor alcance en el cuidado del rebaño.
La pluralidad de ancianos no diluye la autoridad, sino que la fortalece mediante la sabiduría conjunta. Así refleja de forma más eficaz el carácter trinitario de Dios: la unidad en la diversidad.
4. Delegar: Un acto de humildad y fe
Delegar no es una muestra de debilidad, sino de humildad. Requiere que reconozcas que no lo sabes todo, que no estás en capacidad de hacerlo todo, y que Dios ha capacitado a otros santos (miembros de tu iglesia) con dones valiosos.
Cuando un pastor delega, confía en el Espíritu Santo que habita en otros creyentes. Este acto no solo alivia su carga de responsabilidades, sino que fortalece la iglesia. Como dice Efesios 4:11-12: «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo».
El objetivo es claro: que toda la iglesia participe activamente, no que el pastor haga de todo.
5. Cultivando una cultura de delegación en la iglesia local
- Identifica y afirma los dones: Como pastor, observar y afirmar los dones espirituales de los miembros de tu iglesia, es el primer paso que debes dar. No todo empieza en el púlpito; hay muchas formas de liderazgo y servicio.
- Enseña con visión: Pastor, ayuda a tu congregación a comprender que todos ellos son parte del cuerpo y que todos deben participar.
- Forma líder en forma intencional: Pastor, debes invertir tiempo en el discipulado personal de aquellos que muestran madurez, como lo hizo Jesús con sus discípulos.
- Delega pequeñas tareas y de manera progresiva concede más responsabilidades: Pastor, no se trata de que entregues todo de forma inmediata, sino de ir confiando tareas a otros en forma gradual.
- Establece las estructuras de rendición de cuentas: Pastor, delegar no significa desentenderte de tu ministerio, sino de acompañar, evaluar y fortalecer a otros.
- Modela un carácter humilde: Pastor, reconoce públicamente que necesitas apoyo, que otros también son parte vital del avance de la obra de Dios.
Conclusiones
Delegar es amar a la iglesia. Delegar no es solo una estrategia organizacional, es un acto de amor hacia la iglesia de ti como pastor. Al delegar, abres espacio para que otros crezcan, participen y se multipliquen. Proteges tu salud, preservas la fidelidad del evangelio y reflejas el diseño de Dios para su pueblo.
Recuerda, un «llanero solitario» puede impresionar por un tiempo, pero el liderazgo bíblico transforma vidas a largo plazo. Pastor, eres llamado no a ser indispensables, sino a ser obediente, y a preparar a otros para que la obra continúe después de ti. Que el Señor te dé la gracia de liderar con humildad, delegar con sabiduría y formar comunidades donde cada miembro sirve con gozo y propósito, para la gloria de Dios y la edificación de su iglesia.
Editado por Renso Bello
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