Pastoreo

Cuando anhelas tener amigas: Una reflexión para las esposas de pastores

Por Megan Hill

Megan Hill es la esposa de un pastor y la hija de un pastor, ha gastado su vida orando con otros. Sirve en el consejo de redacción para el cristianismo Hoy y es un colaboradora regular en Her.meneutics y en Coalición por el Evangelio. Autora del libro Orando Juntos: La Prioridad y Privilegio de Orar en Nuestras Casas, Comunidades e Iglesias (Crossway, 2016).
Artículo
15.11.2021

«Procura venir pronto a verme» (2 Ti. 4:9).

El apóstol Pablo no era cobarde. Defendió la fe ante reyes (cf. Hechos 26), escribió gran parte del Nuevo Testamento, plantó numerosas iglesias, sufrió un encarcelamiento extenso y soportó golpizas y naufragios (cf. 2 Co. 11:25). Lo describiríamos como inteligente, persistente y resistente. Debido a que tenía ese tipo de carácter, podría ser tentador para nosotros pensar que era alguien que no necesitaba realmente a otras personas y que ciertamente no necesitaba amigos.

Pero estaríamos equivocados.

Repetidas veces en la Escritura, el apóstol Pablo expresa el deseo de estar con varios santos en las iglesias (cf. 1 Co. 16:7; Fil. 2:23-24; 1 Ts. 2:17). Oraba fervientemente a Dios para que le permitiera estar presente físicamente con sus amigos (cf. Ro. 1:9-15), y animaba a los miembros de la iglesia a cultivar relaciones afectivas entre ellos (cf. Ro. 16:16). Tal como lo demuestra el versículo de hoy, Timoteo era íntimo amigo de Pablo, y éste deseaba especialmente verlo. En algunas de sus últimas palabras registradas, Pablo escribe a Timoteo: «Procura venir pronto a verme» (2 Ti. 4:9) y luego, solo unos versículos más tarde: «Procura venir antes del invierno» (v. 21).

La vida en el ministerio a veces puede hacernos sentir que no tenemos amigas. Puedes estar en una iglesia con personas que ya parecen tener muchos amigos, o con quienes tienes poco en común. El papel que desempeñas como esposa de un anciano podría hacer que la gente sea reacia a entablar una amistad contigo, o que esté dispuesta a hacerlo por las razones equivocadas. Las circunstancias difíciles dentro de la iglesia pueden incluso haberte costado amistades.

En 2 Timoteo 4, leemos que los amigos de Pablo lo abandonaron cuando más los necesitaba: «En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon» (v.16). Su respuesta a esta triste situación es un ejemplo y un estímulo para nosotras.

En primer lugar, escribe: «no les sea tomado en cuenta» (v.16). Contrario a lo que podríamos esperar, Pablo cubre con amor los pecados de sus amigos negligentes. Con la ayuda del Espíritu, ¿podemos hacer lo mismo con las personas que nos fallan?

En segundo lugar, Pablo da testimonio de la esperanza de los cristianos solitarios en todo el mundo: «Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas» (v.17). Cuando estás sola, cuando anhelas tener amigas y no encuentras a nadie, el Señor está cerca. Aquel que fue amigo de Abraham (cf. Stg. 2:23) y de Pablo, será también tu amigo.

En tu temporada como esposa de un anciano, sin duda experimentarás tiempos de soledad. El ejemplo de Pablo puede animarte a decir que desear tener amistades es un buen deseo. Además, al igual que Pablo, puedes pedirle en humildad a Dios que te dé buenas amigas mientras confías en que él es tu amigo más preciado.

REFLEXIONA

¿Qué aspectos de ser la esposa de un pastor te dificultan formar y sostener amistades? ¿Es alguno de estos obstáculos algo en lo que puedas trabajar intencionalmente? ¿Qué oportunidades tienes como la esposa de un pastor de entablar amistades con personas que de otro modo no conocerías?

ORA

Da gracias al Señor por las buenas amistades que te ha dado en las diversas temporadas de tu vida. Pídele que te muestre a personas en tu iglesia y comunidad con las que podrías hacer amistad. Pídele que se acerque a ti y te consuele en tu soledad.

ACTÚA

Identifica a una mujer que esté en el ministerio y que probablemente tenga pocas oportunidades de entablar amistades, quizá alguien que esté en el campo misionero extranjero o que trabaje junto a su esposo en la plantación de una nueva iglesia. Acércate a esa mujer para ser su amiga. Pregúntale como puedes orar por ella, y comprométete a visitarla periódicamente.

Traducido por Nazareth Bello.

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Nota del editor: Lo anterior es un extracto del libro de Megan Hill, Partners in the Gospel: 50 Meditations for Pastors’ and EldersWives. Lo recomendamos con mucho gusto.