Clases esenciales: Cristianos en el lugar de trabajo

Cristianos en el lugar de trabajo – Clase 10: Encontrar un trabajo: Establecer prioridades

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
26.02.2019

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Clase esencial
Cristianos en el lugar de trabajo
Clase 10: Encontrar un trabajo: Establecer prioridades


Bienvenido, oremos antes de iniciar. 

  1. Introducción

Una de las rarezas de la civilización occidental moderna es que para muchas personas, el tema de esta clase es un tema de actualidad. Durante gran parte de la historia humana, y para muchas personas hoy, el trabajo es simplemente algo que haces para sobrevivir, y realmente no hay opciones a considerar. Solo haces lo que mamá o papá hacen, fin de la historia.

Así que hagamos una pausa para observar la singularidad de incluso responder esta pregunta, y reconozcamos la arrogancia que puede acompañar incluso la elección de formularla. La idea de que de alguna manera merezco un gran trabajo que haga todo lo que quiero que haga no solo es irreal, es una idea que está más allá de la comprensión de la mayoría de la gente que ha vivido en este planeta.

Sin embargo, muchos de nosotros, tenemos que tomar decisiones. No solo tenemos opciones acerca de los diferentes trabajos que están disponibles para nosotros, también tenemos opciones acerca de las diferentes profesiones a emprender que, idealmente, abrirán paso a esas opciones laborales. Además de eso, con el moderno lugar de trabajo evolucionando como lo ha hecho en el último siglo, escoger un trabajo, e incluso escoger un oficio, probablemente sea algo que hagamos varias veces en nuestras vidas.

Escoger un trabajo es rara vez es fácil. Es difícil encontrar una buena combinación para nuestras habilidades, deseos y necesidades, y es complicado por el hecho de que más personas que nunca están compitiendo por los mismos trabajos. Podemos encontrar en algún punto de nuestras vidas que nuestras habilidades ya no son valoradas, y tendremos que aprender algo nuevo para permanecer en competencia. Además, escoger un trabajo es una pieza clave de cómo podemos aprovechar el lugar de trabajo como parte de nuestro discipulado de Jesús. Por tanto, ¿cómo podemos escoger un trabajo de una manera que nos ayuda a servirle? Ese será nuestro tema el resto del día. Una pregunta que podrías tener es cómo puedes servir al Señor mientras te encuentras buscando un trabajo. Específicamente, cuando estás desempleado. No comenzaremos con esa pregunta hoy, pero la abordaremos más adelante en el seminario.

  1. Establecer nuestras prioridades

Lo primero que necesitamos recordar es que, como todo en la vida, escoger un trabajo es algo que hacemos bajo el Señorío de Cristo, si somos cristianos. Como ya he dicho muchas veces en esta clase, no importa quién sea tu jefe terrenal, finalmente trabajas para Jesús. Colosenses 3:23: «Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres». Y esto es cierto a la hora de encontrar un trabajo como a la hora de trabajar.

Escoge un trabajo sabiamente y mejorarás substancialmente tu capacidad de ser fiel a Cristo en ese trabajo. Escoge un trabajo imprudentemente y pondrás obstáculos reales e innecesarios en tu camino. Y por supuesto el verdadero desafío es que a veces esos obstáculos no se vuelven evidentes sino hasta años después de haber tomado esas decisiones laborales, decisiones que pueden ser bastante difíciles de deshacer.

Entonces, ¿cómo podemos escoger un trabajo sabiamente? La respuesta es que necesitamos empezar con Dios. Por muy trivial que parezca, la verdad es que la mayoría de los cristianos no comienzan sus búsquedas de empleo con Dios y las prioridades de Dios; comienzan con ellos mismos.

A esto es lo que me refiero. Piensa en tu proceso de toma de decisiones como una pirámide, amplia y fuerte abajo, puntiaguda y débil arriba. Una pirámide será estable siempre que la parte fuerte permanezca abajo y la parte débil permanezca arriba, es decir, cuando basamos nuestras vidas y decisiones en nuestras prioridades más grandes y fuertes.

¿Y cuál es el orden correcto? Obedecer y amar a Dios abajo, servir a los demás en el medio, y complacernos a nosotros mismos arriba.  

Esto refleja la manera en que Jesús también nos enseñó a pensar. El gran mandamiento (la base de la pirámide de nuestras vidas) es «Amarás al Señor tu Dios». ¿Después de eso? «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Esto significa que el «yo» viene de último. El «yo» se encuentra situado en la cúspide de la pirámide, no debido a su importancia, sino debido a su debilidad. Simplemente no puede soportar el peso de una vida creada para honrar a Dios.

Así que, ¿qué significa, en lo práctico, mantener las prioridades de Dios como la base de nuestra toma de decisiones cuando buscamos un trabajo? Veamos seis preguntas básicas que quieres hacer cada vez que consideres un nuevo empleo, y las he ordenado de manera bastante deliberada. Las primeras tres preguntas es lo que llamamos lo «imprescindible». Son las preguntas donde realmente necesitas un «sí» para incluso considerar el trabajo. Las preguntas en la base de la pirámide. Las tres últimas preguntas es lo que llamamos lo «opcional». Son las preguntas que pertenecen a la parte superior de la pirámide, las cosas que son geniales si las puedes conseguir, pero que no son necesarias.

  1. Lo imprescindible

A. ¿Puede este trabajo glorificar a Dios?

Esta no es una pregunta tan complicada como parece al principio, ya que todo trabajo que no sea inherentemente pecaminoso puede glorificar a Dios. Puede demostrar lo increíble que él es. Así que no, no puedes trabajar como sicario, traficante de drogas, o personal de una clínica de abortos. El trabajo que es inherentemente pecaminoso deshonra a Dios y está prohibido para los cristianos. Por supuesto, ¡las cosas no siempre son tan claras! Las líneas pueden ser borrosas, y la conciencia de las personas se sentirá diferente en relación a las diferentes líneas de trabajo. Sin embargo, por lo general, es importante comenzar aquí. Queremos que nuestros trabajos glorifiquen y honren a Dios.

B. ¿Este trabajo me permite vivir una vida piadosa?

En otras palabras, ¿este trabajo me permitirá obedecer a Dios en cada área de mi vida, o implicará que debo sacrificar mi obediencia en otras áreas? ¿Este trabajo me permitirá amar bien a mi esposa y criar bien a mis hijos? ¿Este trabajo me obligará a incumplir otra obligación bíblica? ¿Me permitirá obedecer a Dios al tener una sana relación con una iglesia local? Si un trabajo necesariamente implica que tendré que desobedecer a Dios en otras áreas de la vida, entonces, con toda probabilidad, se trata de un trabajo que no debería considerar.

Algunas cosas prácticas para reflexionar:

¿Este trabajo me permitirá ser fiel en mis otras asignaciones?

Parte de esto se reduce a la pregunta del «equilibrio entre el trabajo y la vida» que vimos hace unas semanas. Pero no se trata solo del tiempo. ¿Mi trabajo me deja la energía mental para relacionarme con mi familia, vecinos, amigos y así sucesivamente? Si no es así, ¿está bien eso por un período de tiempo? ¿Y cuánto tiempo es demasiado tiempo para que un trabajo haga que las asignaciones que Jesús me ha dado en otras áreas de la vida se sientan insostenibles?

¿Este trabajo me permitirá estar involucrado en mi iglesia local?

Esto no significa que todas las cosas relacionadas con la iglesia sean necesariamente más importantes que todas las relacionadas con el trabajo. Por ejemplo, sé de alguien que dejó de trabajar como anciano para poder asociarse en su bufete de abogados. Y todos los ancianos pensaron que esto era una decisión bastante sabia.

¿Por qué? Porque su meta al hacerlo no era el prestigio del cargo, sino la capacidad que esa posición le otorgaba para servir mejor a Dios a largo plazo. Se trataba de un trabajo donde podía proveer para su familia, donde podía ser generoso con otros, y donde podía contar con la estabilidad necesaria para servir bien a la iglesia en el futuro.

Sin embargo, aunque las coas en  la iglesia no sean «necesariamente» más importantes que las cosas en lugar de trabajo, una vida sabia es casi siempre una vida centrada en la iglesia local. Un cristiano típico servirá mejor a Jesús a lo largo de su vida si prioriza su capacidad de invertir en la iglesia local al tomar decisiones profesionales, y no al revés. ¿Por qué es así?

  • Encontrar una buena iglesia es más difícil que encontrar un buen trabajo. Una buena iglesia se define no solo como una iglesia que es sana doctrinalmente, sino también como una iglesia donde puedes crecer bien, donde tu familia puede crecer bien, y en la que estás lo suficientemente comprometido con su enfoque ministerial, al que puedes servir felizmente durante muchos, muchos años. Así que mudarte a una ciudad principalmente porque hay un buen trabajo allí y luego encontrar la mejor iglesia probablemente sea la manera opuesta de pensar acerca de esta decisión, ya que la buena iglesia es la mercancía más escasa.
  • Invertir en una iglesia principalmente implica invertir en las relaciones. Y esas relaciones requieren de tiempo para poder desarrollarse. Lo que significa que cuánto más tiempo estés en tu iglesia, más fruto podrás obtener a través de esas relaciones. La mayoría de nosotros hará un mejor uso de su vida si somos miembros de solo una o dos iglesias en nuestros años de adultez en lugar de cambiar cada 3 o 5 años. No todos, pero la mayoría. Esa estabilidad puede ser una gran bendición para ti, para tu familia y para tu iglesia. Ahora bien, esto es una generalidad y no una regla. Así que podría no ser cierto para ti. Pero simplemente porque no se ajuste a las decisiones que has tomado hasta la fecha no significa necesariamente que no lo sea; quizá sea verdad para ti y no estás invirtiendo tu vida sabiamente. Por tanto, considera seriamente el costo de tu servicio en la iglesia local cuando decidas mudarte por un empleo.

¿Las tentaciones de este trabajo refuerzan mis pecados?

Cada trabajo traerá su propio conjunto de tentaciones. La pregunta es, ¿eres la persona correcta para soportar dichas tentaciones? Te daré algunos ejemplos:

  • En algunos trabajos, te pagan por ser famoso. Todo consiste en hacerte un nombre. Eso podría suceder en profesiones que son obvias, como ser una estrella de cine o un artista reconocido. Podría suceder en profesiones que son menos obvias, como ser un profesor de investigación, un escritor o un legislador. Sin embargo, como cristianos, nuestra meta es dar a conocer el nombre de Cristo. ¿Eres la clase de persona que está diseñada para manejar la tensión entre esos dos objetivos?
  • En algunos trabajos, te pagan por ser deshonesto. Los empleos de ventas o periodismo, por ejemplo. En teoría, un vendedor o un periodista honesto puede desarrollar una reputación de honestidad y convertirla en una ventaja. Pero a menudo, el mercado no tiene tanta capacidad de concentración. ¿Qué tan tentado estás de permitir que alguien sea engañado, incluso si nos ha dicho una mentira descarada?
  • En algunos trabajos, te pagan por ser un salvador. Muchos empleos involucrados con la política o la atención médica funcionan de esta manera. Vas, salvas el día y te sientes genial. ¡Grandioso! Pero de nuevo, hay algo de tensión entre eso y un deseo cristiano de hacer todo para la gloria de Dios.

Entiendes el punto. Sin importar el campo en el que te encuentres, probablemente sea una buena idea pasar algo de tiempo hoy anotando las tentaciones que son inherentes a tu profesión. Luego siéntate con un amigo y compara eso con donde tiendes a luchar.

C. ¿Este trabajo provee para mis necesidades y me permite ser una bendición a otros?

La Escritura nos ordena que trabajemos duro para proveer para nosotros y para nuestras familias, y para ser generosos con ellos que están en necesidad. Consideramos esto algo imprescindible porque realmente no es una característica opcional. Pablo escribió en 1 Timoteo 5:8: «Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo». ¡Sorprendente! Eso es bastante esclarecedor, ¿cierto? Si escoges un trabajo que usa tus dones, pero no paga lo suficiente para que cubras tus necesidades básicas y las de tu familia, la Biblia dice que estás viviendo en pecado. Lo creas o no, el dinero es imprescindible.

En lugar de sentirnos mal por preocuparnos por el dinero, ésta debería ser una de las principales razones por las que trabajamos. Si eres el principal proveedor de tu familia, deberías considerar tu capacidad de hacer dinero en tu trabajo a la luz de las responsabilidades actuales y futuras que tendrás. Algunos de nosotros debemos ser expulsados ​​de un trabajo que prioriza la comodidad o el disfrute por encima del dinero que podríamos ganar con nuestras habilidades. Otros necesitamos priorizar «avanzar» en nuestras profesiones. No de una manera mundana, sino de una manera piadosa que nos posicionará para servir a nuestras familias en un área costosa.

Si estás en un trabajo que no provee adecuadamente para tus necesidades, deberías preguntarte: 1) ¿Me estoy esforzando por un estilo de vida que es irreal dado mi potencial de ingresos? Si no es el caso, necesitas hacerte una segunda pregunta: 2) ¿Por qué estoy desempleado y qué puedo hacer al respecto?

  1. Lo opcional

D. ¿Este trabajo tiene el potencial de hacerme crecer como persona?

De muchas maneras, esto es una continuación de la última pregunta. Mi trabajo puede ser capaz de satisfacer mis necesidades y de permitirme ser generoso en esta etapa de la vida, cuando estoy soltero sin un carro, sin una hipoteca y sin hijos. Pero, ¿cómo podré obedecer 1 Timoteo 5:8 una vez que tenga una familia? Bastante simple, siendo más valioso de lo que eres ahora. Y la principal manera de que eso suceda es si tu trabajo te enseña, capacita y desarrolla. Lo principal a tener cuenta aquí es que, con el tiempo, quieres desarrollar una habilidad que esté en demanda. Busca convertirte en un experto en algo, donde tu valor no esté en la cantidad de tiempo que dedicas a tu trabajo, sino en tu capacidad para tomar decisiones que otros no pueden tomar. Por otro lado, si tan solo vendes tu tiempo, la una única manera de hacer que tus ingresos aumenten es trabajar más horas. Y eventualmente eso llegará a un punto de quiebre.

Si tienes una habilidad que está en demanda, es probable que te paguen más, y como cristiano puedes usar ese dinero para un gran bien. Serás capaz de negociar más flexibilidad en tu trabajo. Es probable que te resistas a mudarte con tanta frecuencia. Podrás ser más efectivo en tu trabajo, lo que debería, en cierta forma, ayudarte a servir a los demás, ya sea fabricando jabones, educando a niños o sirviendo comida.

¿Tu jefe simplemente extrae todo el valor que puede obtener de ti? ¿O tiene un gran interés en mejorar tu habilidad para que seas más valioso? No hay nada moralmente malo con una compañía que haga eso. Es solo que un trabajo como ese no te posicionará para servir mejor a Cristo en el futuro.

E. ¿Este trabajo usa mis dones y talentos?

No hay nada malo con trabajar en un empleo donde no uses todo para lo que Dios te ha creado. De hecho, es inevitable que algo en lo que eres bueno quede en el olvido. Pero si puedes trabajar en un empleo donde usas tus dones y talentos, eso es algo maravilloso. Después de todo, la Biblia está llena de historias donde Dios prepara a personas para que hagan un trabajo específico para él. Bezalel estaba específicamente dotado para construir el Tabernáculo, José para administrar el reino del Faraón, Daniel para gobernar, y David para ser un poeta  guerrero.

Por supuesto, a veces Dios hace exactamente lo opuesto: Él demuestra su poder al ponernos en lugares precisamente porque no tenemos ni idea de lo que estamos haciendo. Piensa en Moisés protestando ante Dios porque no sabía cómo hablar, por ejemplo. O en Gedeón viendo a su ejército ser reducido antes de que Dios le permitiera atacar. Por tanto, no asumas que Dios solo puede usarte si estás capacitado. Él puede hacer lo que quiera.

Una pregunta a considerar que a menudo pasamos por alto es si este trabajo valora las cualidades en ti que Cristo también valora. Cristo valora cosas como el liderazgo servicial, la generosidad, la humildad, la paz, la honestidad, el enfoque familiar, etc. ¡Qué maravilloso es encontrar un trabajo que también valore estas cosas! Porque, después de todo, mientras más sirves a Jesús, más te describirán estas cosas. No hay nada necesariamente malo con trabajar en una cultura que desprecia la honestidad, la humildad y tu familia. Pero, ¿por qué pasar por eso si puedes evitarlo? En nuestra clase acerca del género en el lugar de trabajo, nuestro principal mensaje fue: «sé quien eres». Bueno, lo mismo es cierto aquí. Si es posible, busca un trabajo donde puedas ser quien eres en Cristo, y donde lo que eres en Cristo sea bueno para el trabajo.

F. ¿Este trabajo es algo que quiero hacer?

Esta puede ser una pregunta muy peligrosa, dada la manera en que nuestra cultura lo idolatra. Así que permíteme aclarar el lado peligroso primero. Tienes que tener expectativas bíblicas realistas del nivel de satisfacción que un trabajo producirá. Recuerda, en amor, Dios maldijo tu trabajo como inútil, y ningún trabajo en esta vida se escapará de esa maldición. El mundo nos dice que encontrar un trabajo que disfrutes es el objetivo clave en la vida. Pero la Biblia no dice nada parecido. En cambio, escucha los objetivos bastantes prosaicos de Pablo para tu trabajo en 1 Tesalonicenses 4: «Pero os rogamos, hermanos… que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada» (v. 11-12). Nada de «haz un cambio en el mundo» o «haz lo que amas».

Sin embargo, es muy agradable tener un trabajo que disfrutas. Es más fácil trabajar de corazón, como para el Señor, cuando disfrutas lo que haces. El punto ideal, de hecho, probablemente sea un lugar entre lo que te disgusta y lo que te apasiona. Un trabajo que te disgusta puede ser un lugar difícil para permanecer motivado, para trabajar como para el Señor. Puedes sentir la tentación de ser inactivo en tu trabajo. Un trabajo que te apasiona es peligroso a su manera, puede convertirse rápidamente en un ídolo. Un trabajo que disfrutas puede ser bueno, hasta cierto punto.

  1. El peligro de las prioridades invertidas

Da otro vistazo a la pirámide de las prioridades. A medida que estudias estas seis preguntas, avanzas hacia la cúspide de la pirámide. Estas preguntas deberían llevarte a comenzar con Dios, luego a considerar a los demás, y finalmente a pensar en ti. Esa es la clase de mentalidad que te conducirá a un proceso de toma de decisiones estable y piadoso.

La mayoría de las personas, incluso los cristianos, no piensan en esto en absoluto. De hecho, invierten completamente la pirámide.

Inician su búsqueda de trabajo haciendo la pregunta: «¿Qué quiero hacer yo?». Solo después se preguntan si se trata de un trabajo que beneficiará a otros y, finalmente, hacen una revisión rápida para asegurarse de que no están a punto de pecar cuando firmen en la línea de puntos.

El pensamiento invertido conduce a todo tipo de problemas. Engrandece nuestra tendencia a pensar primero en nosotros, lo que distorsiona la manera en pensamos sobre la clase de trabajo que podría ser mejor para nosotros. Si comenzamos con consideraciones egoístas, podemos encontrarnos descartando equívocadamente trabajos que honrarían a Dios perfectamente bien; que nos permitirían vivir vidas tranquilas y piadosas, que proveerían para nuestras necesidades, y nos permitirían beneficiar a otros. Asimismo, el pensamiento invertido puede llevarnos a saltar a un trabajo que podría ser satisfactorio para nosotros a su manera, pero que no pague lo suficiente. Puede llevarnos a un empleo que nos obligue a eludir otras responsabilidades o a un empleo que no beneficie a nadie más que a nosotros mismos. Cuando invertimos la pirámide y esperamos que nuestras preocupaciones soporten el peso de nuestra decisión, todo el proceso se vuelve irremediablemente inestable. No dejes pasar un empleo que aunque no sea personalmente satisfactorio, glorifica a Dios y provee para tu familia. Y no escojas un trabajo que sea personalmente gratificante, pero que no supla esas cosas básicas. ¡Mantén la pirámide boca arriba!

Por supuesto, hay otro punto obvio a tener en cuenta. Si Dios no te da la oportunidad de hacer algo, entonces no te ha llamado a hacerlo, al menos no de momento. Dios dirige nuestros pasos a través de oportunidades presentes. No hay nada de malo con pensar en opciones y considerar las posibilidades. Pero debemos seguir haciendo lo que Dios pone frente a nosotros hoy. Salomón escribió dos proverbios casi idénticos acerca de esta verdad. Proverbios 12:11 dice: «El que labra su tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los vagabundos es falto de entendimiento». Proverbios 28:19: «El que labra su tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza». ¡Este es un punto bastante práctico e importante que Salomón comunica dos veces! No sigas a los ociosos. No persigas fantasías. Aprovecha las oportunidades que tienes ahora en lugar de obsesionarte con oportunidades quizá nunca tendrás. 

  1. Conclusión

Aunque la decisión de procurar cierta profesión o de aceptar determinada oferta de trabajo puede parecer al momento la decisión más importante que tomaremos, la verdad es que también están sujetas a cambios. Esto significa que deberíamos orar, buscar orientación, planear y establecer estrategias con sabiduría, y luego deberíamos tomar la decisión rápidamente y seguir adelante. ¿Por qué? Porque en el análisis final, Dios está en control. Él es soberano sobre todo, ¡y eso ciertamente incluye nuestros trabajos! Podemos colocar nuestras vidas y profesiones en sus manos, sabiendo que él es un Rey bueno y bondadoso que hace que todas las cosas cooperen para su gloria y para nuestro bien. Él no desperdiciará nuestro desarrollo.

Así que por encima de todo, confía en Dios cuando escojas un trabajo. Los trabajos son temporales; Dios es eterno. Si parece que tienes que escoger un trabajo que no es perfecto para ti, alaba a Dios y hazlo de todo corazón. Un día ese trabajo terminará. Y si parece que has encontrado el empleo de tus sueños, trabaja en él de todo corazón. Recuerda, un día, ¡también terminará! De cualquier manera, trabajas para Jesús. Puedes confiar que él tiene buenas razones para el trabajo que te ha dado.