Evangelio

Cómo mantener la fe en medio del sufrimiento

Por Liliana Llambés

Liliana Llambés es misionera junto a su esposo, por más de 20 años con la International Mission Board (IMB). Tiene una Maestría en estudios Teológicos de Southern Baptist Theological Seminary, y finalizando la Maestría en Consejería Bíblica en dicho seminario. Está cursando estudios de doctorado en evangelismo y misiones e SWBTS. Escribe en múltiples plataformas y es la autora de " 7 Disciplinas Espirituales para la Mujer". Ha estado casada por más de 30 años con su mejor amigo Carlos Llambés, es madre de 4 hijos y abuela de 10 nietos. Actualmente reside en Panamá, donde es líder del ministerio "Mujeres de Gracia" de la nueva plantación Iglesia Bautista Ciudad de Gracia y misionera catalizadora para el Caribe. Puedes encontrarla en su blog y sus redes sociales: Facebook, X e Instagram.
Artículo
28.11.2024

Son muchos los sufrimientos los que mi familia y yo hemos transitado estos años. En esta ocasión me enfocaré en los más recientes, los cuales marcaron nuestras vidas profundamente.

A finales de 2023, afronté uno de los dolores más hondos que he vivido: La despedida de mi padre, partió para estar con el Señor. En mi andar como cristiana, no había experimentado una pérdida tan cercana, pero también tenía una paz que solo Dios puede dar. Esa paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7). En medio de mi duelo, el Señor me sostuvo con su gracia. Me recordó que, aunque mi padre no está aquí, su esperanza era firme y profunda en Cristo. Ahora disfruta de la gloria eterna con él (2 Corintios 5:8).

Dos meses después, sobrevino otra prueba: mi madre fue diagnosticada con cáncer. Esto trajo consigo no solo la preocupación por su salud, sino el desafío de que vivía en otro país. Era muy difícil estar a su lado en ese momento crítico, aunque viajamos para estar con ella. A pesar de la distancia, el Señor nos fortaleció para confiar en sus planes perfectos. Nos recordó que nunca nos deja ni nos abandona (Hebreos 13:5).

Mientras procesaba este evento, un mes después sufrí una fractura, mientras estaba en otro continente. Fue un momento de mucha vulnerabilidad, pero también una oportunidad para depender aún más de la provisión y el cuidado de Dios. Desde la atención médica hasta el apoyo emocional, otro recordatorio de que el Señor es mi Pastor, y en él nada me falta (Salmos 23:1).

En medio de estas circunstancias, el Señor comenzó a dirigirnos hacia un nuevo llamado: irnos a otro país para plantar una iglesia. Esta transición ha sido un acto de fe, dejando atrás nuestra apreciada iglesia local y los lazos que hemos cultivado esos años. Aunque ha sido difícil decir adiós, estamos convencidos de que aquel que nos llama es fiel y que equipará todo lo necesario para cumplir su propósito (1 Tesalonicenses 5:24).

Por último, recientemente recibí la noticia de que debo realizarme dos cirugías para poder obtener una biopsia y descartar posibles complicaciones de salud. En los momentos, a la espera de los resultados de la segunda, la primera dio negativa. Esto llegó mientras el año se acerca a su fin, sumándose a la lista de pruebas enfrentadas. Sin embargo, en medio de esta incertidumbre, experimento la seguridad de que Dios tiene el control de cada detalle de mi vida y su gracia es suficiente para cada día (2 Corintios 12:9).

Al mirar atrás, no niego que ha sido un año lleno de sufrimientos y desafíos, pero también uno en el que he aprendido a depender profundamente del Señor. Cada prueba me ha llevado a su Palabra, donde hallo consuelo, esperanza y dirección. Por eso, te compartiré cómo en medio del sufrimiento, el Señor ha fortalecido mi fe, sosteniéndome fielmente.

La vida cristiana está marcada por momentos de gozo, pero también por temporadas de sufrimiento. Aunque el dolor puede desafiar tu fe, La Palabra de Dios te brindará los recursos para mantenerte firme y confiar en su soberanía, incluso cuando las pruebas te parezcan abrumadoras.

Exploremos a la luz de las Escrituras, el cómo puedes mantener el enfoque de tu fe en medio del sufrimiento. Algunos principios a tomar en cuenta:

1. Adopta una perspectiva eterna

«Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada». Romanos 8:18.

El texto es una clara invitación que debes considerar: Lo breve del sufrimiento terrenal en contraste con la eternidad gloriosa que te aguarda como un hijo de Dios. Pablo, de quien provienen estas palabras, no era ajeno al sufrimiento. En su vida enfrentó persecuciones, cárceles, naufragios y rechazos (2 Corintios 11:23-28). No obstante, el apóstol mantuvo firme su fe. Él entendía que el propósito final de su propia vida no estaba en este mundo, sino en la eternidad con Cristo.

La clave para soportar el sufrimiento radica en que adoptes una perspectiva eterna.

Cuando comprendes que tus pruebas son temporales y que Dios está obrando un plan eterno para tu bien (Romanos 8:28), encontrarás esperanza para perseverar. Esto no minimiza tu dolor, pero te recuerda que Dios tiene la última palabra, que su gloria será incomparablemente mayor que cualquier tribulación presente.

2. Procura una renovación interior constante

«Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria». 2 Corintios 4:16-17.

Observa que Pablo aborda el desgaste corporal y emocional que puede acompañar al sufrimiento. Reconoce que nuestro «hombre exterior» —nuestro cuerpo y estado físico— puede debilitarse, pero señala que nuestra renovación espiritual es un proceso que Dios realiza en forma continua en nosotros.

La renovación interior es el resultado de tu comunión con Dios. En la búsqueda de su presencia en oración, la meditación en su Palabra y tu dependencia del Espíritu Santo, recibirás las fuerzas que van más allá de lo ordinario. Este proceso te permitirá ver las pruebas como oportunidades para crecer en tu fe y tu carácter (Santiago 1:2-4).

El sufrimiento, lejos de ser inútil, tiene un propósito en la economía de Dios. Pablo lo llama «leve tribulación momentánea», no porque sea fácil de soportar, sino que en comparación con la «gloria eterna» que produce, su peso se vuelve intrascendente. Esta perspectiva transformará tu manera de ver las dificultades, además te darán las fuerzas para avanzar con constancia.

3. Aprende a vivir por fe, no por vista

«No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas». 2 Corintios 4:18.

Se añade aquí otra dimensión: Pablo nos llama a cambiar nuestro enfoque del mundo visible al invisible. Las cosas materiales y temporales —tu dolor, tus pérdidas y tus dificultades— son reales, pero no lo son todo. Hay una realidad espiritual más insondable y perdurable que solo alcanzarás a percibir por fe.

Vivir por fe significa que debes aprender a confiar y descansar en las promesas de Dios. Incluso, al no ver resultados inmediatos o respuestas claras. Hebreos 11:1 define la fe como «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». En medio de tu sufrimiento, esto implica confiar en que Dios está presente. Sus planes son perfectos y cumplirá sus promesas a su debido tiempo.

4. Enfócate en Jesús

Jesús es el modelo perfecto de cómo mantener la fe en medio del sufrimiento. En Hebreos 12:2 se nos dice que debemos enfocarnos en Jesús «el autor y consumador de la fe», quien soportó la cruz por el gozo puesto delante de él. Jesús comprendía que su sufrimiento tenía un propósito eterno: la salvación del ser humano.

Imitando su ejemplo, puedes enfrentar tus pruebas con la seguridad de que Dios tiene un propósito incluso en medio del dolor. Al confiar en él, tu sufrimiento no será en vano, sino que producirá un fruto eterno.

5. Prácticas que debes considerar

Puesto que el sufrimiento puede afectarte tanto a nivel mental como espiritual, es importante que cultives estas prácticas basadas en Las Escrituras:

  • Clama a Dios en oración: Como Jesús en Getsemaní (Marcos 14:34-36), presenta tu dolor y tus dudas a Dios. Él no se ofende por tus preguntas ni por tus lágrimas; al contrario, está cerca de los quebrantados de corazón (Salmos 34:18).
  • Afírmate en las promesas de la Palabra de Dios: Memoriza y medita en textos bíblicos que te recuerden la fidelidad del Señor, como Isaías 41:10, Salmos 23 y Filipenses 4:6-7.
  • Rodéate de una comunidad de fe: No enfrentes el sufrimiento solo. Busca apoyo en tu iglesia local, en amigos cristianos que puedan orar contigo y alentarte (Gálatas 6:2).
  • Recuerda los testimonios del pasado: Reflexiona sobre cómo Dios ha sido fiel en otras temporadas de tu vida. Esto fortalecerá tu confianza en que él seguirá siendo fiel en el presente.
  • Exalta a Dios en medio de la prueba: La exaltación a Dios cambiará tu perspectiva, enfocándote en quién es él en lugar de tus circunstancias (Hechos 16:25).

Mantener la fe en medio del sufrimiento no será fácil, pero es posible cuando te enfocas en Cristo y en las promesas eternas de su Palabra. Romanos 8:18 y 2 Corintios 4:16-18, es un aliciente para animarte a adoptar una perspectiva eterna, buscar tu renovación interior y que vivas por fe, no por vista. El sufrimiento puede ser un instrumento que Dios usa para moldearte a la imagen de su Hijo, fortalecer tu carácter y prepararte para la gloria eterna. Mientras caminas por el valle, puedes descansar en la verdad de que no estás solo. El fiel Pastor te guía y su gracia es suficiente para cada día (Salmos 23; 2 Corintios 12:9).

Es mi oración, tanto para ti como para mí, mientras enfrentamos el sufrimiento, que recordemos: nuestro dolor es temporal, pero la gloria que nos espera en Cristo es eterna. Perseveremos en fe, confiando en que el Dios que comenzó la buena obra en nosotros la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6).