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Carta de un depresivo para otro depresivo

Por Diego Franco

Diego Franco es pastor en la Iglesia Bíblica del Camino en Córdoba, Argentina, y odontólogo. Sirve como profesor invitado en Apoyo Ministerial Pastoral Misionero (Ministerio AM:PM). Es egresado del Seminario Bíblico William Carey, también tiene una maestría en ministerio bíblico, y actualmente está cursando una Maestría en Divinidades en The Master’s Seminary. Diego está casado con Lucila, con quien tiene dos hijos, Pedro y Andrés. Puedes seguirlo en X: @diegoefg2.
Artículo
04.08.2025

La depresión puede llegar a ser un tema tabú en nuestra cultura cristiana. Es algo de lo que pocos conversan o lo evaden. Existe una idea popular en algunos círculos cristianos de que un creyente no puede deprimirse. No pocos ven la depresión como algo imposible que suceda para un verdadero hijo de Dios. Esta es una de las razones por las cuales no se habla del asunto y, en consecuencia, se dificulta su tratamiento a la luz de la consejería bíblica.

Hablemos de la depresión

¿Qué es la depresión? Al ser un término contemporáneo, la depresión no aparece con ese nombre en las Escrituras. Sin embargo, podría diferenciarse del desaliento ordinario, relacionándolo con términos similares como la angustia, la aflicción, la tristeza, el desánimo y el sufrimiento (emocional), cuando estos cuadros permanecen de forma recurrente, con una intensidad considerable que pueden volverse crónicos.

Los creyentes más consagrados no están exentos de sufrir depresión. Tenemos el caso tanto de Moisés como de Elías que, bajo una intensa depresión, desearon la muerte. No querían seguir bajo situaciones que les causaban una gran angustia (Números 11.11–15; 1 Reyes. 19.1–18). Además, la sensación de «el abandono de Dios», un sufrimiento emocional profundo (Sal. 42, 43, 88), podrían relacionarse con lo que llamamos depresión.

Algo que puede caracterizar a una persona deprimida es que todo le resulta antagónico. Si analiza las áreas de su vida, tiene esa sensación de que la está pasando muy mal. Sobre el trabajo, sentirá que no se desempeña adecuadamente. En el matrimonio, piensa que sus fallas son incorregibles. Con sus amistades, que lo defraudan en forma constante. En cuanto a su paternidad, que no es el mejor modelo. Incluso en el ministerio, cree que es un fracaso.

En fin, la depresión puede llevar a una persona a creer que todo está mal. En su mundo, todo parece oscuro. Vive con la sensación de que no encaja en lo que se espera de ella. Frente a su incapacidad de «vivir correctamente», piensa que nada puede hacer. Incluso, un pensamiento invasivo de que no vivir, sería lo mejor que le puede pasar, pudiera estar tomando fuerza en el corazón.

Como alguien que ha experimentado la depresión puede animarte a lidiar con ella

Con honestidad, admito mi lucha contra la depresión. Por esto, te comparto algunas ideas, si enfrentas la misma batalla en tu vida. Los creyentes lidian con diferentes debilidades y los depresivos no estamos exentos.

1. Puedes trabajar en tu depresión

Para que puedas hacer algo con ella, es bueno comenzar reconociéndola. Es lamentable que, en lugar de buscar ayuda, el orgullo del corazón puede engañarte, llevándote al aislamiento. No puedes ayudarte a ti mismo: necesitas de otros santos. En la abundancia de consejeros está la victoria, nos enseña Salomón (Pr.11.14, LBLA).

Aislarte en la depresión alimentará ideas erróneas, el corazón se autopercibe así mismo sabio, lo cual sería muy imprudente (Pr.3.7). Conversar con creyentes maduros es una invitación a la confesión: el cómo tu alma está procesando lo que estás viviendo. Y ellos pueden ayudarte a ver de manera más objetiva tu situación.

2. Puedes prepararte en forma preventiva para la depresión

Es muy útil identificar la ubicación de un matafuego antes de que suceda un incendio, y no cuando se inicia. De la misma manera, forjar convicciones bíblicas de manera previa a los cuadros depresivos es fundamental. Son tus convicciones (y no tus emociones), las que serán útiles para atravesar en forma satisfactoria esos episodios.

Es necesario que aproveches los periodos de «luz» y estar preparado para cuando venga los momentos en que todo te parece oscuro. Es bueno aprovechar el tiempo (Efesios 5.16). Los depresivos tienen la tarea responsable de cuidar su propio corazón (Pr. 4.23). Debes trabajar de manera preventiva, preparándote para la batalla que vendrá. Debes asimilar las verdades bíblicas pertinentes a tu lucha.

3. Puedes disciplinarte durante la depresión

Por la perspectiva oscura que se tiene de la vida cuando te deprimes, necesitas aferrarte a la Palabra de Dios antes, durante y después de los episodios de depresión. Una de las disciplinas más útiles sería poner muy en práctica el mandamiento bíblico de reflexionar en «todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio» (Filipenses 4.8). Este ejercicio es útil siempre, pero ¡cuánto más en un cuadro depresivo! Otra vez, no solo es útil, es un mandamiento divino.

Dios es digno de tu obediencia, y ella es conveniente para ti mismo. Dedicar unos momentos a identificar aquellas cosas en las que él te ordena que reflexiones, además de escribirlas, te será de mucho provecho.

4. No te creas a ti mismo durante la depresión

En realidad, esto no es solo para los creyentes que luchan contra la depresión, es para todos. Las Escrituras nos enseñan que el corazón es «más engañoso que todas las cosas» (Jer17.9). No hay bendición en confiar en él, sino, todo lo contrario (Jeremías 17.5). Para todos los creyentes es importante ubicar al corazón en su lugar: el de ser protegido (Pr 4.23) y no ser el guía.

Si sufres de depresión, tu corazón será tu principal conspirador. Es necesario que lo mantengas en sus límites, evitando que sea la voz que escuches por sobre las otras voces. La que debe prevalecer es la voz de Dios. Esta se da por medio de las convicciones bíblicas has forjado de manera previa. Tu corazón intentará hacerte creer que todo está mal, pero esa no es la realidad, eso es solo la percepción de un corazón caído.

5. La depresión es parte de las tentaciones y pruebas

Ver a la depresión de esta forma es de gran ayuda. Si la miras así, puedes darle un trato espiritual acertado. Si es una tentación a escuchar tu propio corazón por sobre la voz de Dios, debes resistir. Si es una prueba, debes aprobarla.

Tienes una promesa doble de parte del Señor: «no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará la también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1º Co. 10.13). ¡Ánimo! Dios es fiel a sus promesas. Su voz debe imponerse por sobre la de tu corazón. Incluso, al resistir y aprobar, puedes sacarle provecho para poder bendecir la vida de otros. Tú puedes transmitir a los demás el consuelo divino que has recibido (2º Co. 1.3-4).

6. Tu corazón te gritará que algo no está bien en ti

Es esto verdad, pero nadie lo está. Todas las personas están caídas y tienen algo con lo cual luchan. También es cierto que Dios siempre lo supo. Aun así, decidió amar al hombre y entregar a su Hijo en su lugar (Romanos 5.8). En el plan de Dios puedes ver que elige a lo peor del mundo (1º Co.1.26-29), para que toda la gloria sea para él (1ºCorintios 1.29-31), ¿no es maravilloso saber que Dios te amo «antes de la fundación del mundo»? (Efesios 1.4). Así que, nada de lo que hagas puede decepcionarlo o sorprenderlo.

Unas palabras finales,

Dios decidió amarte en Cristo como a su hijo. Te conoce perfectamente y nada, ni nadie podrá separarte «del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Ro. 8.38-39).

No escuches a tu corazón cuando te declare lo contrario. Escucha a Dios reafirmando su amor por ti en su Palabra, una y otra vez. Tu corazón cambiará en los momentos de depresión, te lo aseguro. Pero el amor de Dios nunca lo hará. Esta verdad debería prevalecer frente a cualquiera de tus percepciones o sensaciones. Cuando tu corazón te inquiete en que todo está mal, un recordatorio: Dios es el único que ve todo de manera perfecta y su amor por los suyos es eterno.

 

Editado por Renso Bello

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