Clases esenciales: Buen Comienzo

Buen Comienzo – Clase 2: Viviendo en los caminos de Dios

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
18.04.2017

  Descargar Manuscrito en formato Word
  Descargar Folleto del Alumno en formato Word

 
Clase esencial
Buen Comienzo
Clase 2: Viviendo en los caminos de Dios


Ora

Resumen del curso – Dos objetivos

A modo de introducción para los que faltaron a la clase de la semana pasada, BC se enfoca en las disciplinas básicas de la vida cristiana. Por lo que el principal objetivo de la clase es responder a la pregunta, «¿Qué significa vivir como un cristiano?» «¿Cómo me habla Dios a mí?» «¿Cómo yo hablo con él?» «¿Qué es la iglesia?» «¿Y cómo yo voy a comunicarle al mundo la Buena Noticia de Jesucristo?» Estos son los temas prácticos que miraremos durante las próximas 6 semanas.

  1. Viviendo en los caminos de Dios: Introducción

La semana pasada, sentamos las bases para entender el milagro de nuestra salvación. Pasamos un rato, principalmente en Efesios y Tito mirando nuestra condición apartados de Cristo. Y las dos imágenes que pasamos un tiempo discutiendo fueron la de un esclavo y un cadáver. Y vimos cómo Dios, a pesar de nuestra condición indefensa, inicia y termina la obra de salvación: que la salvación es, de principio a fin, una obra de Dios.

Y es importante para la clase de hoy que aprendimos que Dios no nos salva a nosotros para que podamos tener un seguro contra incendios y podamos seguir viviendo nuestras vidas como nos plazca. Por el contrario, Dios nos salva para su gloria.

Esto nos lleva al tema de hoy donde consideraremos lo que significa vivir en los caminos de Dios. Este es realmente el tema lógico que sigue al tratar de lograr el objetivo principal de esta clase y debería ayudarnos a sentar las bases para las próximas clases mientras destacamos los problemas de comunicación con Dios, ser parte de la familia de Dios, y vivir vidas centradas en el evangelio en medio de este mundo.

  1. Viviendo en los caminos de Dios: Nuestro llamado

Mencionamos la semana pasada que Dios no sólo nos salva para que podamos estar libres de su ira, sino más bien él nos salva para glorificarse a sí mismo. Por tanto, si negativamente, somos salvos de la ira de Dios, entonces positivamente, fuimos salvados para glorificar a Dios. Y, para darnos cuenta lo que significa vivir en los caminos de Dios, es útil comenzar nuestro tiempo esta mañana, destacando la vida que estamos llamados a vivir como cristianos.

Ya comentamos la semana pasada que nuestras vidas apartadas de Cristo están marcadas esencialmente por una auto-orientación, donde vivimos para nosotros mismos, no para Dios, somos hostiles hacia él y otras personas. Pero cuando nos convertimos en cristianos todo eso cambia. En todo el Nuevo Testamento leemos que no sólo somos salvos de la ira justa de Dios, pero somos salvos también para glorificar a Dios y vivir una nueva vida.

  • 1 Pedro 2:9, «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable».
  • Efesios 1:4, «según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él».
  • Efesios, 2:10, «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas».

En estos tres versículos, vemos que somos escogidos para anunciar las virtudes de Dios, para ser santos y sin mancha, y que fuimos creados para buenas obras. Sin embargo, cuando pensamos en tales cosas, nos enfrentamos con un problema: en nuestra condición natural, hemos visto cómo somos descritos apartados de Cristo: esclavos al pecado, muertos en nuestras transgresiones…

Por tanto, surge la pregunta…

P: ¿Cómo entonces somos capacitados para cumplir nuestro llamado a ser santos, a hacer obras que glorifican a Dios, y declarar sus alabanzas? ¿Cómo es posible?

R: Bueno, en resumen, y como lo desarrollaremos un poco más hoy, cuando nos convertimos, Dios hace un trabajo de limpieza inicial en nosotros, creando un quiebre decisivo en los patrones de pecado en nuestras vidas como discutimos la semana pasada:

  • 1 Co. 6:11, después de recordar a los cristianos en Corinto de su anterior forma de vida, Pablo escribe, «más ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios».

Esta verdad permite a Pablo escribir en 2 Co. 5:17, «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas». Por tanto, como cristianos ya no somos esclavos al pecado y muertos a las cosas de Dios.

A través de la obra de Cristo en la Cruz y por el poder del Espíritu Santo, Dios nos toma, a los que estábamos muertos y nos hace nueva creación. El no sólo nos da auxilio sino que, además, respira nueva vida en nosotros.

Y, como comentamos la semana pasada, podemos tener confianza de que Dios completará la obra de salvación en nuestras vidas. Recuerda, no somos nosotros los que en última instancia, por nuestros propios esfuerzos nos consagramos y nos santificamos. Más bien es Dios, por la obra terminada de Cristo, a través del Espíritu Santo, quien obra en nosotros para completar la obra de salvación en nuestras vidas. (1 Tesalonicenses 5:23-24, Filipenses 1:6, 2 Corintios 1:21-22).

Y, como nuevas creaciones, tenemos la «obligación privilegiada» de vivir, no como solíamos vivir apartados de Cristo, sino como aquellos que son redimidos. Como miembro de CHBC, cada vez que tomamos la Cena del Señor, reconocemos esta obligación como cita nuestra declaración de fe: «Vamos a buscar, con la ayuda divina, vivir con cuidado en el mundo, renunciando a la impiedad y los deseos mundanos, y recordando que como hemos sido voluntariamente sepultados por el bautismo y resucitados simbólicamente de la tumba, así hay ahora en nosotros una obligación especial de llevar una vida nueva y santa».

III. Viviendo en los caminos de Dios… Tres características de nuestra nueva vida en Cristo

Al comenzar esta mañana, podemos destacar tres características de nuestra nueva vida en Cristo cuando Dios nos convierte y nos sella con el Espíritu Santo que son vitales para entender cómo es posible vivir una vida que agrade a Dios. Para ayudarnos con esto vamos a ver unos pasajes en Romanos.

Nueva naturaleza/mentalidad, Romanos 8:5-8

P: ¿Podría alguien leer estos 3 versículos?

«Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios».

P: ¿Cuál es la principal diferencia entre un cristiano y un no-cristiano?

R: La frase los que son de que Pablo utiliza, cuando hace la distinción entre aquellos que viven ocupándose de la carne o el espíritu, indica la esencia fundamental, inclinación o disposición de una persona. Sabemos por otras partes de la Escritura, que los que viven según la naturaleza pecaminosa o la carne, en otras palabras, aquellos que son controlados por el pecado, manifiestan obras de la carne (Gálatas 5): Codicia, ira, envidia, pecado sexual, engaño… Algunas de las cosas mencionadas la semana pasada.

En realidad, antes de ser cristianos, actuamos de tal manera porque nuestra naturaleza no ha sido cambiada y por tanto nuestra forma de pensar, o lo que deseamos/y nuestros afectos, se encuentra orientada a las cosas de la naturaleza pecaminosa. Y Pablo dice en el versículo 7, la mente pecaminosa o no espiritual, es hostil a Dios y no se somete a Dios, porque no puede, es incapaz de hacerlo, no tiene los medios para hacerlo.

Pero los que viven conforme al Espíritu, literalmente, aquellos que son salvos, habitados por el Espíritu Santo, han recibido una nueva naturaleza, y ahora operan bajo una mentalidad totalmente diferente, una que está viva a lo que el Espíritu desea. Dicho de una manera diferente, ahora deseamos y tenemos afecto por las cosas de Dios.

P: En el contexto de la vida que se supone que debemos vivir como cristianos (santos, etc…) ¿Por qué es tan importante el comprender la nueva naturaleza que Dios nos ha dado?

R: Dios no nos hace demandas que no podamos cumplir y más importante, que no tengamos ningún deseo de cumplir. Él ha cambiado nuestros corazones para que ahora deseemos obedecer, no simplemente por obligación o por miedo, sino por afecto y amor a Dios y sus mandamientos. Somos del Espíritu y ahora deseamos lo que desea el Espíritu.

Lo que me lleva a la segunda característica de nuestra nueva vida en Cristo… porque se nos ha dado una nueva naturaleza y, como dice Efesios 2, «tenemos vida juntamente con Cristo», ahora estamos…

Muertos al y liberados del… Pecado, Romanos 6:1-2, 6-7

Dado el énfasis la semana pasada, en el hecho de que apartados de Cristo, somos en realidad un cadáver espiritual—muerto a las cosas de Dios y un esclavo del pecado, es importante tener en cuenta que como cristianos ninguna de esas dos cosas nos describen ahora.

P: En los folletos he puesto unos versículos de Romanos 6, ¿podría alguien leer estos versículos?

«¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?… sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado».

Ahora, hay mucho que podríamos descomprimir en estos pocos versos, pero para nuestros fines esta mañana Pablo nos dice aquí que cuando somos incluidos en Cristo (al arrepentirnos y creer), su muerte se aplicó a nosotros de tal manera que cuando él murió en la cruz, nuestro viejo hombre, nuestra naturaleza pecaminosa fue crucificada con él. El resultado es que ahora hemos muerto al pecado y ya no se nos define como ese viejo hombre que está marcado por las cosas que discutimos la semana pasada—la hostilidad hacia Dios y otras. Así que, seguir viviendo en pecado, es totalmente contrario a la nueva realidad de la vida espiritual que ha tomado su lugar dentro de nosotros.

P: ¿Y cuál es el resultado de la muerte del viejo hombre?

R: Hemos sido liberados de nuestros pecados. (vs. 7)

Así que mientras que en nuestra forma de vida anterior, estábamos muertos a Dios, ahora estamos vivos para Dios y estamos muertos al pecado. El pecado, por tanto, ya no es nuestro amo como lo fue una vez. Esencialmente, hay un amo nuevo en nuestra casa, el Espíritu Santo que mora en nosotros y nos sella hasta el día de la redención (Ef. 2:14).

P: ¿Crees que Pablo está diciendo aquí que nunca más lucharemos / cometeremos pecado?

R: No, de hecho en Romanos 7, Pablo escribe abiertamente sobre su lucha con el pecado y la guerra entre su espíritu y su carne, o entre su vieja naturaleza de pecado y su nueva naturaleza en Cristo. En el pasaje de Romanos que estábamos viendo, observa que Pablo pregunta, «¿Cómo podemos vivir en pecado?» y no «¿Cómo podemos nosotros pecar?»

Aquí Pablo transmite la verdad de que como cristianos, hemos muerto al pecado y que éste ya no reina en nuestros corazones y no nos controla como lo hizo una vez. Entonces, aunque podemos cometer pecado y luchar con diversas tentaciones, no vivimos en el pecado como una vez lo hicimos, sin convicción piadosa o remordimiento, sin frutos espirituales.

Esto nos conduce al último aspecto de nuestra nueva vida que hoy vamos a mencionar…

Estamos en una batalla espiritual

A pesar de que cuando nos convertimos en cristianos, la orientación de nuestra vida cambia hacia Dios, y estamos muertos al pecado, hay tensión entre lo que somos posicionalmente en Cristo—muertos al pecado y vivos a Dios—y la presencia de nuestra carne que continua todavía siendo tentada por el pecado. Esto es lo que podríamos llamar el «ya pero todavía no» de nuestra santificación. Ya estamos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo, lo que nos permite reconocer y superar nuestro pecado, pero todavía no estamos totalmente o completamente santificados, lo cual significa que el pecado aún tiene una presencia en nuestras vidas.

Por tanto, ahora hay un conflicto en nosotros entre la carne y el Espíritu. Pablo captura este conflicto en Gálatas 5:17-18: «Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis». Mientras que antes de nuestra conversión, éramos esclavos al pecado, ahora reconocemos el pecado por lo que es y con la ayuda de Dios batallamos con él.

John Piper tiene una gran manera de capturar esta tensión o conflicto: «Cuando Pablo dice que la carne ha sido crucificada, [significa] que la batalla decisiva ya se ha luchado y ganado por el Espíritu. El Espíritu ha capturado la capital y rompió la retaguardia del movimiento de resistencia. La carne está realmente muerta. Su perdición es segura. Pero hay guerrillas de resistencia. La guerrillas de la carne no sueltan las armas y hay que luchar contra ellas a diario».

Por tanto, la guerra ha sido ganada. Si estamos en Cristo estamos muertos al pecado y vivos con Cristo, pero todavía hay batallas que debemos luchar. Toda exhortación para que los cristianos pongan al pecado lejos de ellos, es un llamado a nosotros para poner cada vez más en práctica lo que ya somos en Cristo por posición.

  1. Viviendo en los caminos de Dios… Nuestro llamado a la acción

Mencionamos anteriormente que cuando nos convertimos, nuestra naturaleza es cambiada para que nuestra mentalidad, o nuestros afectos y deseos, sea orientada a las cosas de Dios. Podemos ver y entender lo que no podíamos ver y comprender antes de la obra de salvación de Dios en nuestras vidas. También hemos observado que en última instancia, es Dios el que nos permite vivir de acuerdo a sus caminos y seguirlo, y que es Dios quien completa la obra de salvación de principio a fin. Sin embargo, nuestra vida cristiana no debería ser un «deporte para espectadores». Más bien estamos llamados a la acción.

Me encanta cómo Pablo lo pone en Filipenses 3:12, «No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús». Pablo sabe que es Dios el que lo transforma, pero que eso no lo lleva a ser pasivo en su caminar cristiano, sino más bien a la acción, a asir la vida para la cual Cristo lo asió él.

Esta doble forma de pensar sobre nuestra vida cristiana se encuentra en todas partes en las Escrituras. Esta mañana vamos a mirar tres cosas básicas que la Escritura nos llama a hacer como cristianos que buscamos vivir una vida que agrada a Dios. Busquemos Colosenses 3:1-14. Alguien lea los versículos 3:1-4

Pon la mira en las cosas de arriba

Colosenses 3:1-4

En el versículo 1, Pablo hace una exhortación general a que pongamos nuestro corazón en las cosas de arriba, literalmente a que busquemos las cosas de Dios. Pero luego sigue con tres exhortaciones más específicas, que forman parte de la base del esquema de esta mañana.

Creo que es interesante que la primera exhortación seguida del llamado general a ir en busca de Dios, trate con nuestra mente. En el versículo 2, Pablo nos dice que debemos poner nuestra mira en las cosas de arriba y no en las cosas terrenales. En otras palabras, si vamos a vivir una vida que glorifica a Dios, que le busca a él y a su voluntad, debemos cultivar una mentalidad celestial, santa.

Así que no es suficiente para nosotros simplemente asumir que Dios nos ha dado una nueva naturaleza y junto con ella, una nueva mentalidad, para que nos sentemos a observar como el Espíritu se mueve. En ninguna parte en las Escrituras se nos dice «despreocúpate y déjaselo a Dios», en el sentido de una inactividad pasiva y desinteresada en nuestra vida cristiana. Al contrario, debemos ser proactivos en cambiar nuestras mentes de maneras de pensar no espirituales y que desean cosas que alimentan nuestra naturaleza pecaminosa, a pensar espiritualmente y desear las cosas de Dios.

En Efesios 3, Pablo se refiere a esto como la renovación de nuestras mentes. Cuando nos arrepentimos y creemos, una vez y por todas se nos da una nueva naturaleza y forma de pensar, pero continuamente debemos renovar nuestras mentes, que todavía tienden a caer en viejos patrones de pensar y de desear.

P: ¿Cómo ponemos nuestra mira en las cosas de arriba?

R: Existen muchas cosas que podríamos decir aquí, pero voy mencionar dos: en primer lugar, debemos seguir el consejo de Filipenses 4:8, que dice: «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad». A menudo, la mejor cura para el pensamiento negativo, pecaminoso es un pensamiento positivo, espiritual. En otras palabras, meditar en la palabra de Dios, lo que él ha revelado acerca de sí mismo y su plan, nosotros y la vida que estamos llamados a vivir.

En segundo lugar, debemos escuchar el consejo de Filipenses 4:9, que dice: «Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced». Por tanto, deberíamos ser obedientes a lo que dice la palabra de Dios. Sabemos que la obediencia es la evidencia de que estamos viviendo por fe, confiando en Dios y con la esperanza de una herencia que nunca se desvanecerá. Pero también deberíamos ser conscientes del papel que juega la obediencia en el cambio de nuestros deseos. Es un proceso reciproco: Cuando obedecemos, damos evidencia de fe genuina y además, también se fortalecen nuestra fe, nuestra esperanza y confianza en Dios se vuelven más seguras.

Y noten que en el versículo 3, que la base para el desafío de Pablo a los cristianos tiene sus raíces en la verdad de que en Cristo ellos han muerto al pecado y están guardados con Cristo. Por tanto, Pablo está diciendo que prácticamente viven en la realidad de Cristo. La idea es que muerto al pecado, vives para Cristo, entonces pon tu mira en cosas que reflejen esa realidad.

Avancemos…

Haz morir las cosas pertenecientes a la naturaleza pecaminosa

Colosenses 3:5-9

P: En el versículo 5, ¿qué le dice Pablo a los cristianos de Colosas que tienen que hacer?

A: Hacer morir todo lo que pertenece a su naturaleza pecaminosa

Pablo primero exhorta positivamente a los cristianos a poner su mira en las cosas de arriba, para cultivar una disposición espiritual. En segundo lugar, él da una exhortación negativa de dar muerte a la carne. Recuerda que según Romanos 6, ya estamos muertos al pecado y hemos crucificado nuestra vieja naturaleza en la cruz con Cristo, sin embargo Pablo exhorta a los cristianos a seguir dando muerte a las actitudes y acciones que pertenecen a su naturaleza pecaminosa. Otra vez, debemos seguir convirtiéndonos en prácticamente lo que ya somos posicionalmente en Cristo: Santos e intachables. Así, a medida que más pecado es purificado de nosotros, más nos volvemos como Cristo.

Nota la amplitud de esta exhortación. Pablo dice hagan morir lo que sea que pertenezca a la naturaleza pecaminosa. No podemos crear categorías de pecados y ordenarlos de acuerdo a cuáles son admisibles y cuáles no son admisibles. Cualquier remanente en nuestra vida que no sea del Espíritu es incompatible con nuestra nueva naturaleza y con quien somos en Cristo. Y, debe irse.

P: Todo esto plantea la pregunta: ¿Qué significa hacer morir todo lo que pertenece a nuestra naturaleza pecaminosa?

R: Quiero destacar que esto significa dos cosas:

Primero, significa ser consciente de las actitudes pecaminosas y acciones en tu vida que son incompatibles con lo que somos en Cristo, que el Espíritu Santo a través de nuestra conciencia y la palabra nos lo hacen conocer. Así que, la primera etapa para poner las cosas de la naturaleza pecaminosa a muerte es identificar esos patrones de pensamiento y deseos que guerrean contra la santidad.

Una buena manera de hacer esto es mirar pasajes como Colosenses 3 y Gálatas 5, identificar las actitudes y acciones de la carne y comparar tu vida con ellas. ¿Cuáles de estas cosas tienen todavía indicios de presencia en tu vida?

Segundo, significa estar activamente buscando liberación de las cosas que has identificado. Después de que hayas hecho tu trabajo de ID, lo mejor que puedes hacer es pedirle a Dios por liberación de ellos, porque es sólo a través de él que vas a superar el pecado. Pero mientras oras, puedes hacer lo que recomienda John Stott y mata de hambre al viejo hombre, o la carne.

P: ¿Qué crees que significa matar de hambre a la carne?

R: La forma de alimentar la naturaleza pecaminosa que aún hace guerra contra tu nueva naturaleza, es dejar de pelear con el pecado. El problema es que cuanto más alimentas la carne, más hambrienta se vuelve, a fin de que nunca satisfagas el deseo que el pecado produce. Del lado opuesto, la forma de matar de hambre la naturaleza pecaminosa es no darle lo que desea, es decir, pecado. Y esa es la esencia de lo que Pablo nos exhorta a hacer. Elimina las actitudes, deseos, acciones que alimentan al viejo hombre.

Creo que una última cosa que destacar sobre hacer morir a las cosas que pertenecen a la naturaleza pecaminosa es que, dada nuestra susceptibilidad a caer en viejos patrones pecaminosos, esto es necesariamente una actividad diaria o continua. Esta declaración simplemente hace eco de lo que Jesús dice en Lucas 9:23, «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame». Por tanto, debemos renovar cada día nuestra actitud de rechazo implacable e inflexible hacia el pecado.

Sobre este mismo tema John Stott escribe:

«Si el pecado nos asedia constantemente como plaga, es porque nunca nos hemos arrepentido, o porque, habiéndonos arrepentido, no hemos mantenido nuestro arrepentimiento. Es como si, después de haber clavado nuestra vieja naturaleza a la cruz, continuamos con nostalgia regresando a la escena de su ejecución. Empezamos a abrazarla, acariciarla, deseando su regreso, hasta incluso intentar bajarla otra vez de la cruz. Tenemos que aprender a dejarla ahí. Cuando algún pensamiento celoso, u orgulloso, o malintencionado o impuro invade nuestra mente lo debemos patear hacia fuera al instante. Es fatal empezar a examinarlo y considerar si vamos a ceder o no. Hemos declarado la guerra, no vamos a reanudar las negociaciones. Hemos cerrado el caso para siempre; no vamos a volver a abrirlo. Hemos crucificado la carne; nunca vamos a sacar los clavos». (Stott, BST Comentario sobre Gálatas, pág. 152)

Así que, dar muerte a cosas que pertenecen a nuestra naturaleza pecaminosa significa seguir a Cristo en pos de la cruz. En cierto sentido, debemos comportarnos como un criminal condenado y llevar nuestra cruz hasta el lugar de la ejecución. Y hay que asegurarnos, con la ayuda de Dios de que la ejecución se lleve a cabo. De que, hablando metafóricamente, nuestro ser orgulloso y rebelde sea clavado en la cruz.

Por último, leamos los versículos 12-14

Vístete con virtudes cristianas

Colosenses 3:12:14

«Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto».

Hasta ahora, Pablo desafía a los cristianos a cultivar una mentalidad o disposición espiritual, para hacer morir todas las cosas producidas por la naturaleza pecaminosa. Finalmente, en los versículos 12-15, Pablo nos da otro desafío. Otra vez, observa que estamos llamados a la acción: A literalmente vestirnos con los frutos del Espíritu.

Ahora, podríamos pasar mucho tiempo en cada uno de estos diferentes frutos del Espíritu, cada uno de los cuales están establecidos en contraste a las obras de la carne o la naturaleza pecaminosa que se describe en los versículos 5-9. Pero hay uno al cual Pablo da prominencia encima de todos los otros.

P: ¿Cuál es aquí el fruto más superior y por qué?

A: El amor, porque enlaza a todas las otras virtudes en unidad perfecta.

Esencialmente, Pablo dice que el amor es el principio o la fuente de donde todas estas otras virtudes provienen. Si lo piensas bien, sin amor, estas otras virtudes serían huecas y vacías. John Gill escribe: «Sin esto (el amor) todas las otras (es decir, las otras virtudes mencionadas) no son nada; ellas sólo se llevarían a cabo por simple apariencia y por hipocresía, si amar es querer; es sólo de este principio que procede la verdadera simpatía, una bondad real, la humildad, la mansedumbre, el sufrimiento, la paciencia y el perdón de corazón».

Así que, como cristianos, la única pieza indispensable de ropa que debemos vestir es el amor, si realmente deseamos vestirnos con cualquiera de las otras virtudes.

P: Pero, ¿cómo tomamos una exhortación tan abstracta como, «vestíos de amor», o de cualquiera de las otras virtudes y podemos entenderla?

R: Una vez más, hay muchas cosas que podríamos decir aquí, pero hay dos cosas fundamentales que hacer:

Primero, medita a menudo sobre el hecho de que las virtudes con las cuales debemos vestirnos son todas las virtudes que Dios nos muestra en la salvación: La compasión de Dios con nosotros y la bondad hacia nosotros son evidentes en que él nos salvó cuando estábamos desamparados y en guerra con él. Filipenses 2 es sólo un gran pasaje subrayando la humildad de Cristo cuando él condescendió a encarnar y morir. La mansedumbre y paciencia son evidentes en la acción redentora de Dios hacia nosotros y son todavía evidentes mientras imperfectamente le seguimos.

Así que, esencialmente, medita en el evangelio y en lo que significa ser amado por Dios. Porque todas estas cosas son el resultado del amor de Dios para con nosotros en Cristo Jesús. La misericordia de Dios, como dice en Tito 3, es la razón que Dios tiene para salvarnos. Pablo escribe en Gálatas 2:20, «y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí». Pablo entendió, que el amor, fue la gran base del evangelio.

En segundo lugar, a medida que entiendes más sobre cómo el amor de Dios se ha aplicado a ti, aplica ese mismo amor a las situaciones y relaciones que encuentres cada día. Ésta es esencialmente la conclusión que Juan nos enseña. En 1 Juan 3:16, Juan escribe, «En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos». La base de nuestra propia capacidad de amar a los demás es lo que Cristo ha hecho por nosotros. Así que vestirnos con amor y posteriormente, con las otras virtudes, es vestirnos con el evangelio.

Y un punto final, la semana pasada hablamos sobre el cimiento de nuestra seguridad objetiva: Lo cual significa que la obra de Dios en nuestro nombre fue hecha antes de la fundación del mundo. Sin embargo, nuestra seguridad subjetiva se consolida cuando vemos el fruto del Espíritu en nuestras vidas. Y en particular, dice Juan, nuestra capacidad de amar a otros cristianos como Cristo nos amó a nosotros nos da gran confianza en nuestra salvación. 1 Juan 3:14, «Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte».

  1. Conclusión

Hay muchas cosas que podríamos decir sobre el tema de la Viviendo en los caminos de Dios, pero espero que al menos, reconozcamos que es Dios quien nos permite vivir una vida agradable a él, pero que también nosotros como cristianos estamos llamados a buscar la piedad, y que podemos hacerlo de esta forma:

  • Cultivando una mentalidad piadosa.
  • Haciendo morir todo lo que pertenece a nuestra naturaleza pecaminosa,
  • Vistiéndonos con virtudes cristianas, en particular el amor.

Lecturas adicionales: Manteniendo el paso junto al Espíritu: El camino de la plenitud andando junto a Dios de J.I. Packer; Santidad por J.C. Ryle.

Oración – Próxima semana – Escuchando a Dios