Pastoreo
4 Razones por las que los pastores deberían ser amables
Como líderes del pueblo de Dios, todos deseamos hacer una diferencia por Cristo. No queremos ser infructuosos. Queremos que nuestras vidas tengan propósito. Vemos que el reloj sigue latiendo y que moriremos pronto. Nuestra única esperanza de hacer un impacto desaparecerá por siempre.
Así que es fácil que el celo, fervor, intensidad, y la prisa predominen nuestro ministerio, nuestra predicación, nuestra consejería, las evaluaciones de nuestro equipo, nuestras cartas pastores, y correos electrónicos.
LECCIONES EN MANSEDUMBRE
Lo que podemos olvidar en este trabajo es tener un espíritu manso. Considera lo que la Biblia dice acerca de la mansedumbre:
«La lengua apacible es árbol de vida…» (Proverbios 15:4).
«Bienaventurados los mansos…» (Mateo 5:5).
«Mas el fruto del Espíritu es…mansedumbre…» (Gálatas 5:22-23).
«Con toda humildad y mansedumbre…» (Efesios 4:2).
«Sigue…la mansedumbre» (1 Timoteo 6:11).
«Pero la sabiduría que es de lo alto…amable…» (Santiago 3:17).
CUATRO RAZONES PORQUE DEBEMOS SER MANSOS
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La mansedumbre sorprende a la gente
En este mundo molesto, irritado, la mansedumbre se nota. Nos toma desapercibidos. En medio del clamor, una voz mansa cautiva nuestra atención. Por tanto, la mansedumbre es una apologética poderosa. No es que seamos mansos para atraer atención, pero cuando seguimos el llamado de la Escritura de ser mansos, sentimos calma al saber que esto va a sorprender a los demás. Pueda parecer contraproducente, pero esto es solo porque vivimos en una cultura (en ocasiones esta cultura es en la iglesia) ruidosa y agresiva.
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La mansedumbre atrae a la gente
Como una anémona del mar que se le convence a abrirse, la mansedumbre ayuda a que la gente se abra. La mansedumbre hace que la gente se sienta segura. Cuando somos agresivos o innecesariamente duros contra otros, aunque no lo demuestren, ellos estarán levantando sus defensas. Estarán alerta. Es posible que ganemos el argumento, pero no ganaremos a la persona. La mansedumbre hace que ganemos a la persona sin importar lo que sucede en el argumento racional.
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La mansedumbre dignifica a la gente
El subtexto de un trato agresivo muestra superioridad. Nos falta paciencia al alzar nuestras voces, porque muy dentro, nos creemos superiores. Por otro lado, el subtexto de la mansedumbre es: Tu importas. Tú tienes significado y yo no lo voy a ignorar. Dios te ha hecho a su imagen.
No es solamente que todos somos creados a imagen de Dios, sino que todos sufrimos. Cada ser humano camina con una carga, como si fuese una mochila llena de decepciones, rechazos y ansiedades. La mansedumbre trata a la gente de acuerdo a la gloria innata, en lugar de tratarlos como gente difícil a causa de las adversidades de esta vida.
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La mansedumbre le da a la gente un retrato vivo de Jesús mismo
Fuera de la Palabra y las ordenanzas, lo más cercano a Jesús que la gente experimentará en este mundo caído es a los cristianos que son como Cristo. Los cristianos son vasijas llenas del amor bondadoso de Cristo. Tu trato hacia los demás les habla acerca de lo que tú crees acerca de cómo es Jesús, sin importar lo que digas acerca de Jesús.
LA FUENTE DE LA MANSEDUMBRE
¿Dónde encontraremos a esta mansedumbre tan elusiva?
No es algo innato. El llamado de la Escritura hacia la mansedumbre es un llamado a ser piadoso. Podemos concluir al mirar al tsunami y al elefante que Dios es muchas cosas menos manso, pero la Biblia dice:
«Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas» (Isaías 40:11).
Así es Dios.
La mansedumbre no es solamente cómo es Dios, sino como es Cristo específicamente. El lugar singular donde los cuatro evangelios nos muestran como es el corazón de Jesús es que él es «manso y humilde» (Mateo 11:29). Esto no contradice la ira o la indignación santa de Jesús, como dijo C.S. Lewis en una carta casi al final de su vida:
¡«Bondadoso Jesús», mi codo! Lo más asombroso acerca de nuestro Señor es la unión de ferocidad como extrema bondad…y a esto agregamos que es el supremo ironista, dialéctico, y en ocasiones humorista. ¡Así que anda! Estamos en el camino correcto: estás acercándote al verdadero hombre detrás de los muñecos de yeso que han servido como sustitutos de él. Esta es la imagen en forma humana del Dios que hizo al cordero y el tigre, la avalancha y a la rosa. Él puede espantar y confundirte: pero el verdadero Cristo puede ser amado y admirado en una manera que el muñeco no.
Pero tendemos a imitar el celo de Cristo en lugar de imitar su mansedumbre. Te invito a entrar dentro de la mansedumbre en tu vida y ministerio que quizá nunca has conocido.
Te sugiero que lo hagas no solamente al pensar en el trato bondadoso que ha tenido Cristo hacía ti. ¿Cuántos de tus pecados conoce Cristo? ¿Cuántas veces le has fallado, lo has puesto a un lado, o lo has tomado por sentado? ¿Y en cuántas de esas ocasiones te ha tratado con dureza? ¿Acaso no te trata con bondad y mansedumbre? ¿Acaso no lo has conocido en tu propio caso como «La caña cascada no quebrará» (Mateo 12:20)?
Confía en Dios lo suficiente para que sature tu ministerio de mansedumbre. Deja que el Espíritu haga la obra que nuestra agresividad no puede hacer. Transmite mediante tu propio corazón humilde y manso el corazón humilde y manso de Jesús mismo.
Traducido por Abraham Armenta.
Nota del editor: Contenido adaptado de Gentle and Lowly por Dane Ortlund. Una versión de este artículo y la obra de arte aparecieron por primera vez en Crossway.org ; utilizado con permiso.