Plantación de Iglesias

Trece pilares para plantar iglesias sanas

Por Matt Rogers

Matt Rogers es pastor de Christ Fellowship Cherrydale en Greenville, Carolina del Sur, y coordinador de desarrollo de la iglesia para The Pillar Network.
Artículo
30.08.2022

Nota del editor: La siguiente es una declaración sobre la plantación de iglesias de The Pillar Network, una red de plantación de iglesias formada por iglesias bautistas del sur. Apreciamos su énfasis en las iglesias sanas y creemos que vale la pena compartir la declaración con un público más amplio.

Plantar iglesias no es suficiente. El objetivo de la tarea misionera es establecer iglesias sanas, fuertes y bíblicas. Así es como evidencian la múltiple sabiduría de Dios y establecen un testimonio fiel y duradero del evangelio en nuestra comunidad.

Pero para llevar a cabo esta tarea, necesitamos saber lo que la Biblia dice que es una iglesia.

El objetivo de este documento es describir 13 pilares para plantar iglesias sanas. Estos son apoyos necesarios. No son solo importantes «en los primeros días», sino en cada etapa del desarrollo, aunque se requiere sabiduría para aplicarlos durante las diferentes fases de la vida de una iglesia.

PILAR 1: UN COMPROMISO CON LA ECLESIOLOGÍA BÍBLICA

La iglesia local es el medio y el fin de la misión (Hechos, Apocalipsis 2-3).

El misionero designado por Dios para evangelizar y hacer discípulos es la iglesia local, a la que ha prometido su cuidado continuo, le ha concedido su manto de autoridad y la ha ordenado como pilar de la verdad y puesto de avanzada de la misión en una comunidad (Ef. 5:29-30; Mt. 16:18-20; 1 Ti. 3:15; Hechos).

Cuando decimos «eclesiología bíblica», nos referimos a un intento fiel de entender y aplicar la intención de Dios para su iglesia tal como se revela en su Palabra. Los plantadores de iglesias fieles deben empezar por aquí. Como creador de la iglesia, Dios posee toda la autoridad para declarar sus intenciones acerca de cómo debe funcionar la iglesia.

A lo largo del libro de los Hechos, a medida que el mensaje de Jesús se traslada a nuevos contextos y la gente responde con fe y arrepentimiento, el pueblo de Dios forma nuevas iglesias. Los misioneros ciertamente dan testimonio de Jesús, pero la labor continua se confía a las iglesias locales organizadas según el designio de Dios (Ti. 1:5). Los que se unen a la iglesia dan testimonio de que han sido unidos a Cristo y regenerados por el poder del Espíritu (Ro.6:5; Tit.3:5). Estos creyentes se comprometen a edificar la iglesia, tanto en su profundidad de madurez como en su alcance al mundo (Ef. 4:11-16).

La plantación de iglesias no es un esfuerzo empresarial diseñado para apoyar a los misioneros independientes. Tampoco es una construcción humana que pueda ser manipulada con fines pragmáticos. La plantación de iglesias es el resultado del plan de Dios para redimir a su pueblo a través de Jesús. Es entrar en la obra que Él está haciendo para salvar a los pecadores y recomponer el mundo de los terrores de Satanás, el pecado y la muerte (1 Co. 3:9).

Los plantadores de iglesias deben comenzar su trabajo con un compromiso profundo con la iglesia local, una definición clara de lo que es la iglesia y una fijación tenaz para dar prioridad a la salud de estas asambleas locales.

PILAR 2: UN COMPROMISO DE ORACIÓN FERVIENTE

Dios es el plantador de iglesias por excelencia. No solo ha estado estableciendo iglesias durante unos dos mil años, sino que también es el único agente que da vida a los muertos en el pecado y los une a la iglesia (Ef. 2:1-22).

Los plantadores de iglesias reconocen su profunda dependencia del Espíritu de Dios mediante la oración ferviente (Hch. 6:4). Reconocen que ninguna técnica pragmática es suficiente o necesaria para edificar la iglesia de Dios. Los plantadores no deben repudiar todas las formas de estrategia y planificación, pero elaboran estrategias y planes con su esperanza y confianza en la actividad de Dios, no en la suya propia.

Esta confianza se manifiesta en la vida de la plantación de una iglesia de numerosas maneras, la primera de las cuales es la oración. Las oraciones de alabanza y agradecimiento deben ser normales cuando la iglesia disfruta de las bendiciones de Dios (Fil. 1:3-5). También deben ser normales las oraciones para pedir al Señor sabiduría y necesidades prácticas.

Además, las iglesias deben orar juntas con regularidad. Jesús declaró que su pueblo sería una casa de oración (Mt. 21:13). Desde el principio, los miembros de una iglesia deben ver la oración como una de las cosas más importantes que hacen juntos.

PILAR 3: UN ENFOQUE EN LEVANTAR ANCIANOS FIELES

La iglesia local es una comunidad dirigida por hombres calificados que aspiran a la labor de pastorear al pueblo de Dios (Hch. 20:17-38; 1 Ti. 3:1-7; Ti. 1:5-9). La selección de los líderes de una iglesia es una de las decisiones más importantes que la iglesia tomará para su viabilidad y fidelidad a largo plazo.

Muchas iglesias comienzan con un equipo de pastores. Algunas comienzan con un solo «pastor plantador». Lamentablemente, en estos casos, es demasiado común que un candidato a pastor se nomine a sí mismo.

En general, el ministerio pastoral en solitario no es suficiente. La Escritura es clara en cuanto a que los pastores deben dirigir y cuidar a la iglesia. Un plantador debe comenzar a encontrar y levantar otros líderes que ya están calificados para tal trabajo o que podrían asumir este papel con la formación y el apoyo adecuados.

A veces, estas personas serán enviadas por una iglesia envidadora y se trasladarán con el equipo de plantación. Otras veces, surgirán del contexto de plantación. En cualquier caso, la nueva iglesia debe conocer, observar y afirmar a estos hombres para el trabajo.

Y las plantaciones de iglesias deben ser cuidadosas. La necesidad de liderazgo no es excusa para apresurar el proceso (1 Ti. 5:22). Los nombramientos apresurados de nuevos pastores son una receta para el desastre. Una iglesia debe determinar pacientemente si un candidato a pastor demuestra un carácter piadoso o no.

Un hombre no debe desear un título, sino pastorear al pueblo de Dios de corazón. Para aquellos que sirven en contextos internacionales o en ciudades transculturales, es sabio considerar la mejor manera de entrenar y nombrar pastores autóctonos para pastorear a su gente. Los pastores deben forjar relaciones vibrantes y sanas, basadas en la confianza, el amor y la interdependencia. La formación de estas relaciones será probablemente el mayor desafío en los primeros días de la plantación y la revitalización. Pero con el tiempo, bendecirán a la iglesia durante años.

PILAR 4: PRIORIDAD A LA VERDAD CORRECTAMENTE PROCLAMADA

Un pastor dirige la iglesia principalmente a través de la predicación y la enseñanza fieles (2 Ti. 4:2). La Biblia es la Palabra revelada de Dios. No tiene errores y es suficiente para todos los asuntos relacionados con la vida y la piedad (2 Ti. 3:16-17; 2 P. 1:3). El pastor debe guiar a la iglesia para que estime la Biblia como tal.

Un ministerio de predicación vibrante es esencial para establecer iglesias sanas. Los plantadores de iglesias están, por supuesto, ocupados. Las tareas se acumulan, al igual que la presión de dedicar menos tiempo a la predicación y más tiempo a llenar los espacios en blanco.

Un pastor fiel, sin embargo, dará prioridad al tiempo necesario para estudiar, preparar y predicar sermones que demuestren la centralidad de Cristo en toda la Escritura. Será un modelo de estudio bíblico fiel que los miembros podrán replicar por sí mismos. Con el tiempo, la predicación de una iglesia —junto con una dieta de oración saludable— hará más para desarrollar la salud espiritual de la iglesia que cualquier otra práctica. Otras tareas también son importantes, pero ninguna debe sustituir la centralidad del ministerio de la Palabra.

El acto semanal de predicar a la iglesia reunida no es el único caso de ministerio centrado en la Palabra. Como dice un autor, la Palabra debe sonar desde nuestros púlpitos el domingo por la mañana y luego reverberar a lo largo de la semana, a través de las relaciones de discipulado, la hospitalidad, la evangelización, el asesoramiento, los devocionales familiares y los grupos pequeños.

PILAR 5: UNA INVERSIÓN EN LA EVANGELIZACIÓN GOZOSA

La iglesia es un testimonio corporativo del mensaje transformador de la vida perfecta, la muerte sustitutiva y la resurrección victoriosa de Jesús. Los que han recibido esta buena noticia por la fe son comisionados como embajadores para declarar ese mensaje a otros (2 Co. 5:17-21; 1 P. 2:9-10). La famosa parábola de Jesús acerca del sembrador recuerda a la iglesia su tarea de esparcir amplia e indiscriminadamente la semilla del evangelio, aun cuando confiamos en que Dios es quien, en última instancia, da el crecimiento (Mt. 13). Él concede la salvación; la iglesia simplemente proclama el mensaje de salvación.

A los plantadores de iglesias les encanta esparcir la semilla del evangelio. Pero la evangelización no es solo el trabajo del pastor o del plantador de iglesias. Es el trabajo de toda la iglesia. De hecho, hay un sentido en el que son los miembros de la iglesia los que están en la «primera línea» de los esfuerzos de evangelización. Son ellos los que Dios ha colocado en la sociedad entre los no creyentes y, por tanto, los que pueden proclamar más fácilmente a Jesús al mundo que los observa.

Una iglesia se reúne el domingo y luego se dispersa a lo largo de la semana. Al hacerlo, toda la iglesia se dedica a la evangelización tanto de forma corporativa como individual. Las iglesias plantadas deben ser conocidas por su fervor evangelizador y su claridad y confianza en el evangelio.

PILAR 6: UNA ESTRATEGIA PARA LA MEMBRESÍA INTENCIONAL Y LA DISCIPLINA

A medida que una iglesia crece —ya sea a través de conversiones o transferencias— debe hacer el arduo trabajo de mantener una membresía significativa. ¿Qué significa una membresía significativa?

En primer lugar, los pastores fieles se asegurarán, lo mejor que puedan, de que los candidatos a miembros entiendan el evangelio, crean en la obra terminada de Jesús y den frutos que demuestren que el Espíritu de Dios actúa en sus vidas.

En otras palabras, una iglesia debe tener un proceso de membresía claro en el que los pastores expliquen lo que su iglesia cree y cómo sus miembros se comprometen a cuidarse unos a otros. Estas creencias y promesas generalmente se detallan en la declaración de fe y el pacto de la iglesia.

Una visión elevada de la membresía de la iglesia local también requiere la práctica ocasional de la disciplina eclesial, como se explica en Mateo 18:15-20 y 1 Corintios 5. Surgirán situaciones en las que un miembro de la iglesia no presta atención a la Palabra de Dios y se niega a arrepentirse del pecado conocido. En tales casos, la iglesia debe proteger su salud y su testimonio exhortando al miembro y, si no se arrepiente, debe excomulgarlo. La motivación para esta acción es siempre el amor, por la iglesia en general, por el mundo que nos observa, e incluso por el miembro en cuestión.

Aunque es difícil, la práctica de la disciplina eclesial es vital para las plantaciones de iglesias. Debe enseñarse y practicarse desde el principio, porque una iglesia infestada de pecados y llena de miembros no arrepentidos, en última instancia, obstaculizará su propia misión y dañará el nombre de Cristo en una comunidad.

PILAR 7: UNA PREOCUPACIÓN POR LA SALUD ESPIRITUAL

Este pilar de la membresía y la disciplina eclesial no significa que nuestro pastoreo deba ser impersonal y cargado de estructuras. Más bien, estas prácticas simplemente significan que los líderes se preocupan por las almas y el bienestar espiritual de cada una de las ovejas.

Una iglesia comprometida con estas prácticas estará llena de relaciones que comparten sus cargas. Estará dirigida por pastores que conocen a las ovejas que Dios les ha dado. Los pastores no son directores generales encargados de dirigir una organización; son pastores que darán cuenta a Dios del bienestar espiritual de cada uno de sus miembros (He. 13:17, 1 P. 5:1-5).

A medida que una iglesia crece, los pastores confiarán esta labor de cuidado espiritual a más y más miembros. Esto es lo que significa para los pastores equipar a los santos para la obra del ministerio, para que el cuerpo se edifique a sí mismo (Ef. 4:1-16). Este trabajo se llevará a cabo de manera informal cuando los miembros asuman la tarea de cuidarse unos a otros, y de manera formal a través de las diversas estructuras ministeriales de la iglesia.

PILAR 8: UN COMPROMISO PERSEVERANTE EN LA FORMACIÓN DE DISCÍPULOS

Dios hace crecer su iglesia a su tiempo, según su plan. El desarrollo de la iglesia a menudo parecerá lento, incluso agotador. Habrá temporadas en las que el estancamiento o el retroceso parezcan implacables. Sin embargo, los plantadores de iglesias deben confiar en las órdenes de marcha que Jesús dio por primera vez a su iglesia y a todos los creyentes posteriores (Mt. 28:18-20).

La obra de hacer discípulos —es decir, bautizar y enseñar entre todas las naciones— no se hará rápidamente. Pero tendrá éxito porque Jesús está a nuestro lado durante todo el camino (Mt. 28:20).

En los primeros años de una iglesia, particularmente durante las temporadas de estancamiento, los líderes se verán tentados a buscar una «solución rápida», alguna manera de hacer crecer la iglesia aparte del arduo trabajo interpersonal del discipulado. Pero los plantadores y pastores fieles resistirán. Perseverarán en el trabajo, a pesar del aparentemente lento progreso.

Estos líderes también se comprometerán a desarrollar a otros que puedan asumir la tarea de discipular a los creyentes hasta la madurez. Ni siquiera el mejor pastor puede atender solo las necesidades de discipulado de una iglesia (Ef. 4:11-16; 1 Co. 12:12-30). El trabajo debe ser distribuido para que varios miembros, con sus diferentes dones, enseñen colectivamente a otros cómo seguir a Jesús (Ro. 12:4-8). Este trabajo es particularmente necesario para los nuevos convertidos, quienes necesitan que los miembros de la iglesia caminen con ellos.

En los primeros años de una iglesia, este proceso puede ser informal. Pero a medida que la iglesia crezca, sus líderes probablemente tendrán que desarrollar sistemas para asegurar que dicha formación de discípulos ocurra entre el cuerpo.

Por último, debemos recordar que este proceso llevará tiempo. Por eso, los pastores deben estar dispuestos a quedarse, para ver cómo se lleva a cabo. Los líderes deben ser pacientes mientras esperan en oración que la cultura de discipulado eche raíces en la congregación.

PILAR 9: EL USO DE OBRAS DE MISERICORDIA Y COMPASIÓN

A lo largo de la Escritura, la irrupción del reino se demuestra mediante signos de cómo será la vida cuando Dios vuelva a poner todas las cosas en su sitio (Lc.8, Hch.2:42-47). Estas demostraciones del poder de Dios no son el foco principal de la obra redentora de Dios; son un foco de atención que valida la identidad y la misión de Jesús.

Las plantaciones de iglesias se destacan en su comunidad no solo por lo que enseñan, sino también por las obras de misericordia y compasión. En una sociedad rota, las necesidades son enormes, incluso abrumadoras. Por ello, los plantadores deben determinar cómo enfocar el tiempo y los recursos limitados de su iglesia.

La evangelización y el discipulado son el núcleo de la tarea del plantador, pero incluso una iglesia joven tendrá presente la exhortación de Pablo de hacer el bien a todos (Gá. 6:10). Estas buenas obras son un medio a través del cual la iglesia brilla con su luz en un mundo oscuro, una luz que el Señor puede utilizar para atraer a la gente hacia él (Mt. 5:14-16; Ti. 2:14).

¿Cómo se relacionan estas obras con el ministerio de la predicación y el discipulado de la iglesia? En resumen, el ministerio de la Palabra de una iglesia debe potenciar todo lo que hacen sus miembros al aplicar las verdades del evangelio en sus lugares de trabajo y vecindarios. Cuando los miembros de la iglesia viven para la gloria de Dios, proclaman el evangelio a sus colegas, e invierten en buenas obras de misericordia y compasión, proporcionan una posición de avance viable para las relaciones significativas.

PILAR 10: UNA EXPECTATIVA DE GUERRA ESPIRITUAL

Los esfuerzos del enemigo se centran en la obra de la iglesia local (Mt. 16:18). Si Satanás está trabajando para hacer fracasar a la iglesia, entonces podemos estar seguros de que la iglesia vale la pena edificarla. Estos ataques estarán siempre presentes, particularmente contra el plantador y su familia.

La forma de estos ataques variará, pero los temas comunes de la guerra espiritual incluyen ansiedad o depresión intensas, enfermedades o males no diagnosticados, discordia y desunión marital, tentación persistente de fortalezas de pecado anteriores (como el alcoholismo o la pornografía), soledad real o percibida, y conflicto entre el equipo de plantación de iglesias o los líderes clave.

Los plantadores sabios anticipan estos ataques y se preparan. Los reconocen como batallas espirituales que deben combatirse con medios espirituales (Ef. 6). No se avergüenzan de los ataques que enfrentan porque reconocen la obra del enemigo y se confían al poder de Dios para que luche en su favor. También deben tener un plan para buscar la resolución de conflictos y luchar por la unidad relacional.

También significa que estos plantadores y sus iglesias podrían beneficiarse de sistemas de apoyo fuera de su iglesia local que puedan acompañarles en la batalla.

PILAR 11: UNA ASOCIACIÓN ESTRATÉGICA CON UNA IGLESIA ENVIADORA

Los plantadores de iglesias deben mantener una relación estrecha con su(s) iglesia(s) enviadora(s). El plantador de iglesias probablemente recibió capacitación y afirmación de su iglesia enviadora. Y es bajo el cuidado de esa iglesia que él y su equipo fueron enviados a la misión, de manera similar a como la iglesia de Antioquía invirtió en Pablo y Bernabé (Hch. 13:1-3).

Una iglesia enviadora funciona como un portaaviones que alimenta al equipo de plantación y lo libera en su misión. La iglesia que envía es también el contexto más vital para afirmar si un plantador de iglesias está calificado.

Pero la relación no debe terminar ahí. La confianza forjada a través de este proceso prepara al equipo de plantación para una relación a largo plazo. Esta relación permite al pastor y a la iglesia en general disfrutar de atención, oración y asesoramiento a largo plazo.

La relación no es unidireccional; es recíproca. La iglesia plantada anima a su iglesia enviadora contándole cómo el Señor está trabajando entre ellos. Invitan a la iglesia que los envía a orar, servir y quizás incluso a apoyar financieramente su ministerio a largo plazo. De esta manera, los plantadores de iglesias y las iglesias que envían entran en el patrón de Hechos de asociación entre iglesias.

PILAR 12: UN MODELO FINANCIERO SOSTENIBLE

Aunque no lo creas, el dinero para los pastores y las iglesias plantadas aparece con bastante frecuencia en el Nuevo Testamento. Pablo pidió a las iglesias que plantó que invirtieran en su labor misionera continua (2 Co. 11:9). También reconoció la necesidad de que los pastores recibieran una remuneración por su trabajo (1 Ti. 5:1-18). Incluso el propio Señor Jesús tuvo colaboradores financieros (Lc. 8:1-3).

Los plantadores de iglesias generalmente enfrentan un desafío único. Su iglesia no puede apoyarlos completamente. Los plantadores deben tener en cuenta esto; si no lo hacen, es poco probable que su trabajo perdure. Incluso si se las arreglan en su nueva ciudad, la presión de la escasez sobre la familia probablemente acabará con la vitalidad del ministerio con el tiempo. En respuesta a esto, algunos pastores buscan un trabajo secundario para llegar a fin de mes. Pero este acto de malabarismo a menudo resulta difícil.

Entonces, ¿qué debe hacer un pastor?

En pocas palabras, los plantadores de iglesias deben esforzarse por desarrollar un modelo financiero que les permita realizar la labor del ministerio durante un período prolongado. Con demasiada frecuencia, los recursos financieros de los plantadores se agotan mucho antes de que la iglesia haya salido de la infancia. En algunos casos, sobre todo en los centros urbanos, es posible que los plantadores y las iglesias nunca lleguen a ser totalmente autosuficientes. Estos líderes necesitan tener un plan de apoyo externo a largo plazo, tanto para ellos como, posiblemente, para su iglesia en general.

Una iglesia enviadora sana debe ayudar al plantador a desarrollar este modelo. Basándose en las necesidades únicas del plantador y del lugar, se debe desarrollar desde el principio un presupuesto básico y un plan de recaudación de fondos. Si bien la iglesia enviadora puede apoyar una parte importante de estas necesidades, a menudo es prudente facultar al plantador para que también recaude algo de dinero.

PILAR 13: UNA ASOCIACIÓN CON IGLESIAS AFINES

El trabajo misionero puede ser solitario, especialmente para quienes están acostumbrados a una comunidad cristiana vibrante y en crecimiento. Dado que la plantación de una iglesia sana llevará tiempo, los plantadores deben esperar algunas dificultades relacionales e incluso la soledad.

Un antídoto es fomentar las relaciones con iglesias afines en la nueva ubicación. Estas amistades serán más fáciles de conseguir en algunos lugares que en otros, pero independientemente del contexto, un pastor necesita encontrar una fraternidad de amigos con los que pueda relacionarse, compartir y servir. Las diferentes redes pastorales y eclesiásticas, como Pillar Network, pueden ayudar a este propósito.

También es probable que haya pastores en la ciudad que lleven años, incluso décadas, trabajando en las misiones. Los plantadores harían bien en entrar humildemente en estas relaciones, hacer preguntas y escuchar. Es fácil que un plantador entre en un nuevo lugar con algo que demostrar y busque validar su identidad haciendo algo mejor que cualquier otro que haya venido antes que él.

Esto da lugar, incluso sin quererlo, a relaciones adversas con los líderes existentes. Esta tensión no contribuye a promover la causa compartida de la obra de Dios en un lugar. Aunque no todos los líderes existentes serán favorables, un plantador sabio tratará de ganarse el derecho a entrar en un lugar fomentando las relaciones con los líderes que ya están allí.

Sin embargo, lo más importante es que el sembrador fomente las relaciones con líderes de ideas afines que tengan el mismo significado cuando hablan del evangelio de Jesús, la misión de la iglesia y la tarea del pastor. Estas coincidencias doctrinales establecen una base para la asociación tanto en el presente como en los futuros esfuerzos de plantación. A través de estas relaciones, un plantador de iglesias recién llegado puede apoyar el trabajo de las iglesias con ideas afines que se encuentran en algún lugar del proceso de plantación.

A veces, la denominación de un plantador le ofrece esto. Pero los vínculos denominacionales pueden ser tan amplios que un plantador busca una «tribu dentro de su tribu» para una verdadera asociación en la obra. Independientemente de cómo se formen estas relaciones, los pastores y las iglesias necesitan relaciones significativas con otras iglesias, para alentarlas, edificarlas y obtener una imagen más completa de Dios reuniendo un pueblo para sí mismo en todas las naciones.

CONCLUSIÓN

Plantar iglesias es una cosa. Plantar iglesias sanas es otra. Estos 13 pilares jugarán un papel en el establecimiento de iglesias locales sanas. Como ya se mencionó, los líderes necesitan estar comprometidos con ellos, no solo desde el principio, sino a lo largo de todo su ministerio. Su importancia nunca desaparece, aunque las necesidades cambien con el tiempo.

Pillar Network existe para animar a las iglesias a plantar iglesias sanas que, juntas, adoren al Señor Jesús e inviertan en su misión hasta ese gran día en que él regrese.

Traducido por Nazareth Bello