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Un sermón centrado en el evangelio es un sermón que hace brillar el evangelio

Artículo
03.10.2017

La película «The Princess Bride»9 tiene una de esas líneas que caracterizan a toda película clásica. Es expresada por el amado Iñigo Montoya, quien está confundido por la repetida exclamación de Vizzini: «¡Inconcebible!». Montoya finalmente responde: «Sigues usando esa palabra. No creo que signifique lo que piensas que significa». 

Cuando considero la frase con la que frecuentemente se describe la predicación –«centrada en el evangelio»– oigo a Iñigo Montoya. Seguimos usando esa frase, y no creo que signifique lo que pensamos que significa. Así que, dediquemos este espacio para razonar juntos. 

 

Negaciones sobre la predicación centrada en el evangelio 

Una breve lista de negaciones nos puede ayudar a aclarar los límites de nuestra comprensión: 

  • Debe negarse que la predicación está centrada en el evangelio simplemente porque el sermón se basó en la Biblia. Hay una manera de predicar la Biblia que condena –incluso cuando la predicación es verso por verso e incluso cuando se predica sobre la vida de Jesús. Los sacerdotes y los levitas eran maestros de la Escritura, pero Jesús los reprendió por no haber observado el testimonio Cristo-céntrico de ella (Jn. 5:39-40). 
  • Se debe negar que la predicación está centrada en el evangelio simplemente porque el sermón consoló a las personas con gracia. La gracia evangélica no solo conforta, sino que obliga. Justifica y santifica. Nos fortalece en indicativos y nos hace crecer con imperativos: eres perdonado, ahora ve y no peques más. 
  • Se debe negar que la predicación está centrada en el evangelio simplemente porque el sermón incluía una referencia a la muerte y resurrección de Jesús por los pecadores. Ciertamente la muerte y resurrección de Jesús por los pecadores es el núcleo del mensaje del evangelio (1 Co. 15:1-4). Sin embargo, un resumen de ese mensaje durante el sermón, como si se tratara de un elemento más en una lista o una nota obligatoria de pie de página, ciertamente no hace que la predicación esté centrada en el evangelio. 

 

Una ilustración de la centralidad del evangelio 

¿Exactamente qué significa la palabra «centrado» cuando hablamos de la predicación de las buenas nuevas de Jesús? Permíteme sugerir una ilustración. Debemos desear que el evangelio sea central en nuestros sermones de la misma manera en que el sol es central en nuestro sistema solar. En nuestro sistema solar todo circunda el sol y es iluminado y calentado por él. La masa enorme del sol crea una fuerza gravitacional que mantiene unido al sistema entero. La luz radiante y el calor del sol llega a todos los objetos en su órbita. 

Así debe ser con el evangelio en nuestros sermones. Cristo el Salvador es el sol, y la Biblia es el sistema solar. Cada pasaje, cada doctrina, cada tema – todo ello orbita la obra salvadora de Jesús. La vida, la muerte y la resurrección de Jesús iluminan y calientan toda la revelación de Dios, así como a la gente que escucha y al predicador mismo. El grado en que un sermón refleja estas realidades es el grado en que un sermón se centra en el evangelio. 

En un sermón centrado en el evangelio, el evangelio es como el sol, atrayendo cada faceta del evento de predicación en su órbita, irradiando luz y calor en todo. Un sermón centrado en el evangelio es un sermón que hace brillar el evangelio. 

 

Preguntas de diagnóstico 

Comparar la predicación con nuestro sistema solar centrado en el sol es imaginativamente útil, pero tenemos que ser un poco más prácticos. ¿Existe una manera de evaluar qué tan bien hemos logrado centrar un sermón en el evangelio? A continuación, ofrezco tres preguntas de diagnóstico que pueden ayudarnos a evaluar nuestros sermones. Estas preguntas, esencialmente, son afirmaciones en contraste a nuestras negaciones anteriores. 

  1. ¿Brilló el evangelio como el sol sobre el texto del sermón? 

El punto principal del texto fue proclamado a la luz del evangelio. Ya sea que el sermón tuvo que ver con la creación, el género, el pacto, el templo, el sacrificio, la santidad, el juicio, la bendición, la maldición, la pureza, la oración, el matrimonio, la soltería, la unidad, la justicia, las misiones, el Padre, el Espíritu, o lo que sea – el punto principal del texto fue predicado con una comprensión clara de cómo la muerte y resurrección de Jesús lo cumple, lo reorienta, lo capacita o lo empodera. En resumen, el punto principal del texto se veía claramente en relación con la obra salvífica de Jesús. Ningún sermón verdaderamente centrado en el evangelio sería recibido con aprobación en una sinagoga o una mezquita. 

  1.  ¿Brilló el evangelio como el sol sobre la vida del oyente? 

El evangelio iluminó no solo el punto del texto sino la vida del oyente. La centralidad del evangelio brilló tanto en la interpretación como en la aplicación. La gente fue llamada a vivir en respuesta al evangelio. A la luz de la gracia de Dios en Cristo los incrédulos fueron instados a arrepentirse, creer y ser salvos. A la luz de la gracia de Dios en Cristo los creyentes fueron animados a despojarse de su viejo ser, a renovarse en sus mentes y a ponerse el nuevo yo. La luz transformadora de la gracia brilla en un sermón verdaderamente centrado en el evangelio. Los imperativos evangélicos surgen de los indicativos del evangelio, y ninguno debe ser descuidado. 

  1.  ¿Brilló el evangelio como el sol sobre el corazón del predicador? 

Un sermón que contiene una mención honrosa del evangelio es mucho mejor que uno que no lo contiene en absoluto. Sin embargo, en un sermón verdaderamente centrado en el evangelio el predicador mismo se ha visto dominado por las implicaciones evangélicas del texto. Él mismo ha visto la luz y ha sentido el calor del sol, por lo que se enfrenta a la congregación sintiéndose menos como Plutón y más como Mercurio. Él mismo se goza en Cristo. En consecuencia, el predicador tiene un deseo ferviente de que la congregación se una a él en su gozo. Él proclama el evangelio no como palabras para ser enterradas sino como noticias de última hora. 

 

¡Inconcebible! 

Esto es la predicación centrada en el evangelio en su versión óptima: la predicación en la cual el evangelio brilla como el sol del texto, en los oyentes y en el predicador. Lo único inconcebible es que la centralidad del evangelio se defina en términos menores. Así que, considera las negaciones. Ejecuta los diagnósticos. Y aprende a predicar el evangelio como el sol que «de un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el término de ellos; y nada hay que se esconda de su calor» (Sal. 19:6). Un sermón centrado en el evangelio es un sermón que hace brillar el evangelio.

 

Este artículo fue traducido por Kevin Lara.