Pastor: Cuida tu corazón
Cuando Pablo lista las cualidades de un fiel anciano y ministro de la Palabra, el carácter y la conducta triunfa sobre la aptitud ministerial, pues solo un corazón limpio y una conducta intachable nos permitirá ser la encarnación de Cristo a nuestra congregación local
El Pastor Irreprensible
¿Cómo queremos ser recordados en la tierra? ¿Cuál es el galardón que esperamos en el cielo? ¿Qué mencionarán los vivos cuando hayamos pasado a morar nuestra eternidad? Ojalá y puedan testificar que fuimos hombres de Dios, gente de una sola pieza, intachables e irreprensibles, que servimos bien a nuestra congregación y a nuestra ciudad. Pero sobre todo, que el día que lleguemos frente al trono eterno de Dios, escuchemos una voz “como estruendo de muchas aguas” que proclame: “Ven buen siervo y fiel, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré. ¡Entra en el gozo de tu Señor!”.
Me toca predicar… Y ahora, ¿Qué Hago?
El mismo Dios que nos llama, es quien nos capacita, y “el que invita es el que paga”. Creamos con fe que Dios multiplicará nuestra sabiduría e inteligencia espiritual para la tarea que nos ha asignado, pues no somos mejores ni peores que Moisés el viejo tartamudo, Jeremías el joven asustado, Isaías el de labios impuros, Gedeón el cobarde, Sansón el carnal, o Jonás el profeta rabioso. ¡Dios se place en usar vasijas de barro para que la gloria solo sea para él!