Aconsejando a quienes luchan con pensamientos suicidas
Gracias sean dadas a Dios que, en las riquezas de su misericordia, no quiso destruir sino redimir su creación (Ro. 8:23). No tenemos que lamentar el pecado para siempre, ni desesperarnos por nuestra miserable condición caída. Por causa de la promesa del triunfo escatológico de Dios en Cristo, en vez de escapar del sufrimiento, este es transformado en gozo por la esperanza de que el orden divino, ahora distorsionado por los efectos del pecado, será un día restaurado (Ro. 8:21). Entonces todo el sufrimiento que ahora parece interminable y fuera de control, será como nada ante la visión de la gloria que habremos de tener (Ro. 8:18).