Evangelio

«Sólo una parte de nuestras transgresiones»: Una oración modelo de confesión

Por Omar Johnson

Omar Johnson es pasante de pastoral en la Iglesia Bautista Capitol Hill en Washington, D. C.
Artículo
08.07.2019

Nota del editor: en 9Marcas hablamos mucho sobre la oración corporativa (hemos dedicado una revista y un episodio de Pastor’s Talk al tema). Así que pensamos que valdría la pena compartir un ejemplo. Más abajo se encuentra la oración de confesión que se hizo en la Iglesia Bautista Capitol Hill, hecha por Omar Johnson. Esto ayudó a nuestra congregación a ver mejor nuestro propio pecado al confesarlo, además de que también nos enseñó como confesar nuestro pecado de manera individual. Espero que les motive para su propio bien, y el guiar a sus congregaciones en la oración.

Jonathan Leeman.


ORACIÓN DE CONFESIÓN

«Padre, venimos no como aquellos que son fuertes en la fe sino como aquellos cuya fe es débil y ha sido debilitada porque hemos confiado en nosotros mismos—nuestras propias habilidades, nuestras propias fuerzas, nuestro intelecto—en lugar de confiar en ti. Esta mañana nos hemos levantado de nuestras camas, hemos participado de comidas, hemos movido nuestras extremidades, utilizando nuestros sentidos con corazones ingratos, ignorándote a ti, el Dios Soberano en cada detalle de nuestras vidas.

Confesamos que hemos pensado que eres un Dios pequeño y que las personas de la tierra son como gigantes. Hemos temido a los hombres, en lugar de temer a Dios. Hemos exaltado y reverenciado personas en nuestros trabajos, nuestros gimnasios, aún en nuestros hogares y en esta iglesia, para alabarnos y llenarnos del amor que sólo tú puedes proveer.

Padre, admitimos que muchas veces hemos puesto nuestros afectos en las cosas de este mundo. Hemos valorado las posesiones y alabado a las personas, hemos sido cautivados por libros y entretenidos por televisores, y hemos pensado que tú el Dios del universo—que da vida al muerto y llama a las cosas que no son como si fuesen—eres aburrido. ¡Oh, cuán enfermas están nuestras almas! Pero hemos rehusado venir a Cristo para ser sanados. Nuestras almas están sedientas de ti, pero nos hemos negado a venir a Cristo, la fuente de agua de vida, para beber y ser satisfechos. Padre, perdónanos por menospreciar la amabilidad y misericordia de nuestro Salvador, por estar renuentes a venir a él, cuando él siempre está tan disponible y dispuesto a perdonar.

Señor, admitimos que hemos fallado en confiar en tu testimonio, de que eres bueno, y que todo lo que haces es bueno. En lugar de eso, hemos cuestionado tu bondad y despreciado el hecho de la  condición en que nos tienes, ya sea solteros, o casados con una pareja difícil, o criando hijos rebeldes, o cuidando padres ancianos, o sufriendo por una enfermedad o dolencia. Y en lugar de ver estas cosas como los medios que utilizas para acercarnos, hemos permitido que éstas amarguen nuestros corazones y nos alejen de ti.

Señor, confesamos que no hemos seguido el camino de nuestro Maestro. No hemos reflejado el amor y cuidado de Jesús por los enfermos. Hemos cerrado nuestros corazones y permanecido lejos de aquellos que consideramos inmundos. En el peor de los casos, hemos considerado a las personas de diferentes razas, diferentes clases o con trabajos menores, como algo inmundo. También hemos considerado las personas que viven en las aceras de Pennsylvania Avenue como algo sucio. Oh Señor, nosotros hemos sido inmundos, pero tú nos has tocado, y a través de la sangre de Cristo hemos sido hecho puros. Perdónanos por nuestros corazones duros y sin compasión, que nos han hecho pensar de nosotros mismos como mejores que los demás, y que no han demostrado tu amor y carácter.

Perdónanos por nuestra falsa adoración, como si simples palabras y obras pudieran complacerte, en lugar de adorarte en espíritu y verdad. Perdónanos por tratar de vestir nuestra queja, chisme y descontento con peticiones de oración, como si tú no vieras el corazón y supieras las motivaciones e intenciones.

Padre, venimos ante ti, con una porción del catálogo de transgresiones que hemos cometido contra ti. Si tú, O SEÑOR, tomaras en cuenta las iniquidades—si contabilizaras las cosas que hemos preferido antes que a ti; si consideraras los pensamientos llenos de orgullo, o lujuria o amargura, o envidia que hemos acumulado en nuestros corazones; si abrieras un record y nos juzgaras por cada palabra vacía u ociosa que hemos hablado—O SEÑOR, ¡¿quién podría estar de pie ante Ti?! Pero en ti hay perdón a través de Jesucristo, quien fue traspasado por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades, y por cuyas heridas somos sanados. Es en su Nombre que oramos. Amén».

SEGURIDAD DE PERDÓN

Los santos, habiendo confesado nuestros pecados a nuestro Padre celestial, escuchemos su Palabra de consolación: «Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu» (Salmos 34:17-18).