Reseñas

Reseña del Libro: Conciencia, por Andy Naselli y J. D. Crowley

Por Paul Alexander

Paul Alexander es el pastor de la Iglesia Grace Covenant de Fox Valley en Elgin, Illinois.
Artículo
25.04.2018

Todos alguna vez hemos dicho o escuchado de una manera o de otra: «simplemente acordemos estar en desacuerdo en esto». ¿Pero como te das cuenta de cuándo se te permite hacer eso y cuándo no? La conciencia frecuentemente nos da la clave y este nuevo libro ̶ Conciencia, por Andy Naselli y J. D. Crowley ̶ te ayudarán a vivir en paz con la tuya, y con otros que están en desacuerdo contigo.

FORTALEZAS

La fortaleza más prominente del libro es la claridad. Naselli y Crowley claramente definen la conciencia no sólo como una «capacidad para el juicio moral» (22), pero también mientras «tu conciencia de lo que crees que es correcto y equivocado» (42), lo cual varía entre las personas, puede cambiar en las personas (añadiendo o quitando reglas, ver pág. 70-80), y puede funcionar como una guía y testimonio (42-43).

Los dos grandes principios de conciencia son que sólo Dios es el Señor de la conciencia, y que deberías (normalmente) obedecer su propia conciencia (30). Puedes dañar tu conciencia haciéndola insensible o muy sensible (29). Y cuando tu conciencia te condena, en lugar de silenciarla para excusar tu pecado, deberías confesar tu pecado a Dios en Cristo Jesús para esclarecer tu conciencia (53). En muchos puntos, los autores dan una paráfrasis de fondo de los principios bíblicos que aclaran cómo deberíamos mantener nuestras visiones para poder estar con los que están en desacuerdo con nosotros en la iglesia. Esta fortaleza es reflejada de una manera más aguda en el tratamiento de los 12 principios tomados de Romanos 14 (87-115). Tal vez el mejor de ellos está en la página 115: «la libertad cristiana no consiste en ‘yo siempre hago lo que quiero.’ Ni tampoco es ‘yo siempre hago lo que otra persona quiere.’ Sino que es yo hago lo que trae gloria a Dios. Yo hago lo que lleva a otros bajo la influencia del evangelio. Yo hago lo que lleva a la paz en la iglesia».

Segundo, está matizada. Me alegra verlos popularizar la imagen de trayectoria teológica de Al Mohler (85-87). Más cristianos necesitan desarrollar no sólo la habilidad de distinguir entre los asuntos de primer, segundo y tercer orden, sino también de priorizar la capacidad de pensar en dichas categorías para no mantener opiniones de tercer nivel con el mismo vigor que sólo merecen «los asuntos de mayor peso». La ausencia de dichas categorías ha dividido a muchas iglesias.

Tercero, es bíblico. Las páginas 33-44 están dedicadas a citar y explicar brevemente todo los pasajes del Nuevo Testamento que mencionan o aluden la conciencia (Gk, syneidesis), con un tratamiento en particular (y excelente) dado más tarde a Romanos 14, 1 Corintios 8-10, Gálatas 2, y Colosenses 2 (88-117). Entre otras cosas, estos pasajes enseñan que una conciencia puede ser buena y limpia, o puede ser débil (herida muy fácilmente), contaminada, motivada al pecado, culpable o cauterizada (40-41). También puede dar testimonio, pasar juicio, o llevarte a actuar o no actuar de cierta manera (40-41). Su tratamiento de la calibración de la conciencia de Pedro en Hechos 10 también probablemente se afirmará en más que algunos sermones expositivos (64-66). Y su tratamiento de Romanos 14 nos ayudará a manejar los asuntos de conciencia concienzudamente con otros en nuestra iglesia que no comparten nuestras opiniones de tercer nivel.

Cuarto, es evangélico. En otras palabras, exhorta la motivación del evangelio mismo vía Romanos 15:1-7, donde el fuerte no está llamado a complacerse a sí mismo sino a soportar las debilidades de los débiles, precisamente porque Jesús no se complació a sí mismo, sino que llevó el reproche por nuestro bien. Debemos recibir a los cristianos que están en desacuerdo con nosotros en asuntos de conciencia de la manera que «Cristo nos ha recibido a nosotros» (Romanos 15:7; 114-115). Ellos también estaban muy claros sobre la cruz como el puente del evangelio para la brecha en crecimiento entre un conocimiento cristiano de la ley de Dios y su obediencia a esas leyes (48-50).

Quinto, es eclesiástico y misiológico. Los autores no simplemente están preocupados por la piedad privada, sino por cómo el conocimiento de nuestra conciencia aumenta la unidad de la iglesia y [particularmente] fortalece el evangelismo y las misiones (17). En otras palabras, ellos saben que la conciencia no se trata sólo de Jesús y yo, sino de manejar nuestras propias convicciones y opiniones, y compartirlas de manera que no hagan que mis otros hermanos y hermanas se sientan como si no fueran cristianos porque están en desacuerdo conmigo.

Se trata también de manejar mis opiniones de manera tal que no necesariamente ofendan a los no creyentes al escuchar el evangelio de mi parte. La mayoría de nosotros está claro en que queremos ganar personas para Cristo, no para nuestra propia cultura. Pero ¿estamos nosotros igualmente claros sobre la distinción entre ganarlos para nuestro Cristo y no para nuestra propia conciencia? Las aplicaciones misiológicas de Crowley nos ofrecen alguna guianza necesaria (118-140).

La conciencia también puede probar ser algo esencial en el trabajo a veces delicado de la reforma de la iglesia (piensa en asuntos como el estilo de música, circunstancias de adoración, elementos programáticos de cultura de iglesia atesorados, escatología, vestimenta del domingo, etc). No hay duda, los pastores necesitan ser firmes con la verdad en la iglesia, y el evangelio no sólo especifica el contenido sino que implica ciertos métodos. Todo esto es verdad a partir de las Escrituras y la conciencia (por lo menos la mía). Pero si no tienes cuidado como pastor joven o nuevo, puedes elevar tus asuntos de conciencia a asuntos del evangelio sin darte cuenta, y luego encerrarte en una posición insistiendo en que todos estén de acuerdo con tu conciencia. Eso puede necesariamente alejarte. Ten cuidado como reformador.

Sexto, está culturalmente consciente. Fui instruido y edificado de manera particular por la manera en que se dieron cuenta de lo que nuestros corazones y culturas incrédulas hacen con la conciencia: tratamos de silenciarla (45) para excusar nuestra indulgencia sobre nuestros pecados favoritos. Esta conciencia cultural funciona como un buen modelo para mostrar cómo dirigirnos a la cultura en el lugar que está, en lugar de asumir un acuerdo que no existe. Nos muestra la forma de hablarle a la cultura como evangélicos comprometidos en lugar de ignorarlos como si fueran una sub-cultura de auto-referencia, condenándola como si fuéramos complacientes con las personas o persiguiéndola como si no pudiéramos relacionarnos con la experiencia humana pecaminosa. Confronta la cultura, pero con preocupación.

Séptimo y finalmente, es ilustrada. Lo siento, no hay extensiones de la foto, pero si menciona 27 elementos de la conciencia que ayudan a identificar los tipos de cosas sobre las cuales podemos y deberíamos estar de acuerdo en estar en desacuerdo (80-81). También ofrece algunas ilustraciones personales sobre cómo han medido sus propias conciencias añadiendo reglas necesarias o eliminando las innecesarias.

DEBILIDADES

Pero es precisamente aquí, en la fortaleza de las ilustraciones personales, que tal vez surgen una debilidad que es inevitable. Aquellos que tienen conciencias débiles (muy sensibles) sin duda sentirán que los autores quizá tomaron en cuenta éticas situacionales en el peor de los casos, o están por lo menos hablando como si la moralidad se hubiera convertido en algo subjetivo de conciencia a conciencia o de cultura a cultura. Así que, lector, ten cuidado,  este es exactamente el tipo de libro que puede tentarte a convertirte en alguien equivocadamente juicioso si estás en desacuerdo con conclusiones que los autores trazan a partir de los ejemplos personales que dan. Dicho esto, esto normalmente será problema de los lectores, no de los autores.

Por lo tanto, hubo momentos en los que me pregunté si se podrían haber utilizado más las  Escrituras a medida que trabajaban con sus ejemplos personales concretos, incluso cuando estuve de acuerdo con sus conclusiones (por ejemplo, 70-72).

Los autores admiten que no pueden crear un argumento para cada ilustración (68), y que el propósito no es persuadir sino ilustrar. Por eso explican la dificultad. Pero sería bueno verlos trabajar cuidadosamente a través de las Escrituras en por lo menos uno o dos asuntos, para mostrarnos el proceso de llegar a enfrentarnos no sólo con nueva información fuera de la Biblia, sino con nuevas aplicaciones e implicaciones de la Biblia misma. Entonces una vez más, si hubieran hecho eso, tal vez la conclusión pudo haber sido más como un asunto de ley que de conciencia, precisamente lo que tenían cuidado de evitar. Aunque la intención de los autores no es promover una lista detallada de las posiciones de sus propias conciencias, y reconocen la necesidad de no hacerlo, esa dificultad es visible. Concretizando los principios con ejemplos de cómo funciona lleva de manera casi inevitable a una avalancha de conversaciones con una aparente objetividad sobre las mismas cosas que ellos (en un sentido) están tratando de subjetivizar.

Habiendo dicho esto, sigo siendo comprensivo con la difícil situación de los autores, no envidio su tarea, y hay ninguna alternativa clara especialmente porque los ejemplos concretos son precisamente lo que hacen que un libro sobre la conciencia sea tan útil. Y una vez más, su objetivo no es convencernos de adoptar las conclusiones de sus propias conciencias, sino mostrarnos cómo medir nuestras propias conciencias a partir de la verdad de la Biblia y el mundo. ¡Mi conciencia no puede condenarlos!

RECOMENDACIÓN EN RESUMEN

Me siento agradecido de haber leído este libro para mi propio crecimiento en gracia y amor. Recibí un sentido renovado de sobriedad sobre mantener una conciencia limpia yo mismo. Y renové mi cuidado sobre cómo manejar mi propia conciencia y hablar sobre sus asuntos sin dañar la conciencia de otros en la iglesia local que puedan estar en desacuerdo conmigo. Esto me llevará a ser un mejor miembro de iglesia, un mejor amigo, un mejor evangelista, un mejor pastor. De hecho, está probado como algo útil en el ministerio pastoral. Por la providencia de Dios, tuvimos un estudiante universitario viviendo con nosotros durante el verano. El día que terminé de leer este libro él había tenido que enfrentar una conversación difícil con un amigo sobre asuntos de conciencia que amenazaban con abrir una brecha en su relación. Tuve una conversación de una hora con el hermano. Puedes adivinar cuál libro utilicé para el contenido de mi consejo con él. El día siguiente le compré un par de copias que ahora tratamos de leer juntos con su amigo. Oré para que sea útil para él. Algo me dice que tu probablemente deberías leer este libro también. Pero claro, es asunto tuyo asumir tu propia conciencia.