Teología bíblica

Reflexionando sobre la homogeneidad: el caso bíblico para las iglesias multiétnicas

Por Aubrey Sequeira

Aubrey Sequeira creció en el sur de la India. Es candidato a doctorado en teología bíblica en el Seminario Teológico Bautista del Sur y actualmente es pasante de pastoral en el Centro NETS para la plantación y revitalización de iglesias en Williston, VT. Puedes seguirlo en Twitter en @AubreySequeira
Artículo
19.03.2019

Soy cristiano, indio y ex músico de rock. Crecí en el sur de La India y viví en una sub-cultura específica de mi diversidad cultural urbana india.

Cuando el Señor me salvó durante mi último año de universidad, de repente me encontré a mí mismo rodeado de personas completamente diferentes a mí, personas de diferentes etnias y culturas que hablaban idiomas diferentes, comían diferentes tipo de comida y hasta tenían preferencias musicales completamente diferentes (¡ni siquiera sabían quién era Deep Purple!) ¿Me sentía incómodo? Sí. Pero lo que me sorprendía entonces y continúa sorprendiéndome ahora, no son las diferencias radicales y «alteraciones» que nos separan. No, lo que me sorprendía era la unidad y hermandad que estas personas compartían unos con otros a pesar de sus diferencias, una unidad y hermandad a la que fui incluido a través de mi conversión a Jesucristo, quien rompe todas las barreras y une a todas las personas como miembros de su familia.

Tanto en Estados Unidos como en la obra misionera alrededor del mundo, el «principio de unidad homogénea» del crecimiento de la iglesia ha sido asumido de forma incuestionable como la manera más efectiva de multiplicar discípulos y plantar iglesias «estratégicas». (1) Los gurús del crecimiento de iglesias dicen que las iglesias crecen más rápido cuando el evangelio es difundido a través de las líneas sociales y redes existentes, y cuando las personas no tienen que atravesar barreras étnicas, culturales o de clase para convertirse en cristianos. (2) En consecuencia, las personas son agrupadas en las iglesias definidas por sus diferencias etnolingüísticas, de tribu o casta, posición social y económica, nivel educativo, profesión y hasta grupos de afinidades en común como las iglesias de vaqueros o de los que aman NASCAR (esto no es una hipérbole, ¡búscalos en Google!). El «principio de unidad homogénea» del crecimiento de la iglesia sostiene que dichas iglesias homogéneas crecen más rápido porque acomodan más a los desconocidos que pueden sentirse incómodos con las barreras culturales, étnicas y cualquier otra. Esta homogeneidad «estratégica» se extiende a múltiples organizaciones plantadoras de iglesias y llena las páginas de los manuales de estrategias de misiones y plantación de iglesias. ¿Pero la Biblia apoya la homogeneidad? ¿O la Escritura establece una visión diferente para la iglesia local?

Mi objetivo aquí es desacreditar el principio de unidad homogénea de crecimiento de iglesia demostrando que este marco pragmático está antitéticamente opuesto a la visión apostólica de la iglesia del Nuevo Testamento. Al hacerlo expresó que siempre que sea posible, establecer iglesias multiétnicas no solo es más fiel a la Escritura sino que las iglesias multiétnicas reflejan mejor el glorioso evangelio de Jesucristo. (3) En otras palabras, las iglesias deben esforzarse por ser tan diversas como las comunidades en que se encuentran.  

Una teología (breve) del plan de redención multiétnico de Dios

Para establecer el contexto de la visión multiétnica del cristianismo del Nuevo Testamento, exploraré brevemente la manera como este tema se manifiesta a través del canon. La diversidad lingüística de la Escritura comienza en Babel, donde Dios responde a la rebelión arrogante de la humanidad confundiendo su idioma (Génesis 11:1-9). En la próxima página vemos el plan de redención multiétnico de Dios en su pacto-promesa a Abraham de que todas las naciones serían benditas a través de la simiente de Abraham (Génesis 12:1-3; 22:15-18). Esta promesa es reforzada a través del corpus bíblico de la misma manera que a David se le promete un reinado universal en el que la ley y la gloria de Dios serían establecidos en toda la tierra (2 Samuel 7:19; Salmo 72:17-18). Los profetas aclaran aun más esta visión cuando predicen una restauración escatológica gloriosa en la que un Israel reconstituido y restaurado consistiría no solo en judíos étnicos sino personas de todas las naciones que adoran y conocen a Yahweh, el Dios vivo y verdadero (Isaías 2:2-24; 56:6-8; Zacarías 8:20-23).   

El Nuevo Testamento nos muestra que la promesa de Dios de redención mundial llegó a su cumplimiento en Cristo, y la barrera del pueblo de Dios ya no está marcada por la identidad judía sino por el arrepentimieno y la fe en Jesucristo. Israel es reunido, reconstituido y resucitado en y a través del Mesías resucitado que ha establecido el nuevo pacto por medio de su sangre. La fe en Cristo ofrece un acceso total a la membresía del pueblo del nuevo pacto de Dios. Este movimiento redentor histórico es desarrollado en el libro de los Hechos, donde Lucas nos muestra el evangelio expandiéndose en círculos de ensanchamiento concéntrico para incluir a aquellos que una vez fueron excluidos. El pueblo de Dios está reunido en asambleas locales que proclaman y reflejan el glorioso evangelio de Cristo. El Nuevo Testamento culmina con la visión maravillosa de Juan de una enorme multitud de personas redimidas de toda tribu, lengua y nación adorando a Cristo al unísono (Apocalipsis 7:9-10).

La heterogeneidad de las iglesias apostólicas

La visión bíblico-teológica de la redención mundial nos ayuda a entender el modelo apostólico de las iglesias. En el Nuevo Testamento, la gloria calidoscópica de la obra redentora de Cristo es reflejada en el establecimiento de iglesias locales que atraviesan líneas étnicas, culturales, socioeconómicas y hasta lingüísticas. (4) La heterogeneidad sorprendente del modelo apostólico fluye de la convicción dominante y firme de la unidad en Cristo, quien ha reconciliado a los creyentes con Dios y unos con otros (Gálatas 3:28; Colosenses 3:11). (5) La «diversidad» de las diferentes personas es superada por la «unanimidad» que estas comparten con Jesucristo.

Mientras la congregación primitiva crecía, los apóstoles enfrentaron varias situaciones que surgieron de la diversidad de congregaciones emergentes, pero nunca dividieron la iglesia en unidades homogéneas. La evidencia de los Hechos es que en la iglesia formada inicialmente en pentecostés compuesta de judíos cristianos de amplios trasfondos culturales y lingüísticos (Hechos 2:5-11). En Hechos 6:1-6, surgieron tensiones entre aquellos de diferentes grupos culturales-lingüísticos como la diáspora judía (helenístico) y los judíos siro-palestinos (hebreos). Los apóstoles no los separaron pero resolvieron las situaciones designando hombres de los grupos minoritarios para la labor del servicio. Hechos refuerza aun más la naturaleza heterogénea de la iglesia primitiva al hablarnos acerca de la diversidad del liderazgo de la iglesia de Antioquía (comparar con Hechos 13:1), lo cual incluyó a un ex fariseo (Pablo), un ex gentil (Lucio de Cirene), y un ex levita (Bernabé), un miembro de la corte de Herodes (Manaén), y un hombre de piel oscura (Simón, que se llamaba Niger).

En Romanos, Pablo se dirige a una congregación que seguramente estaba compuesta de personas de diferentes etnias, judíos y griegos (Romanos 7:1; 11:13). Pablo les ruega que vivan juntos en amor por el evangelio y que sacrifiquen sus preferencias por el bien de los demás (Romanos 13:8-10; 14:1-23). Aquí vemos que el evangelio tiene implicaciones no solo para la salvación individual sino también para la santificación corporativa, los creyentes deben aprender a vivir en comunidad con aquellos que son diferentes a ellos siguiendo el ejemplo de Cristo y considerando a los demás antes que a ellos mismos.

En 1 Corintios y escribiéndole a una congregación con miembros de diferentes trasfondos, Pablo afirma su unanimidad en Cristo y los exhorta a apoyarse unos a otros y mostrar sensibilidad por las conciencias de los hermanos más débiles (1 Corintios 10:23-33; 12:12-13). En ambos casos, el asunto de iglesias separadas por líneas homogéneas es completamente ajeno al pensamiento de Pablo. Las consideraciones «estratégicas» para un ministerio de alcance más efectivo o para hacer que las personas se sientan más cómodas nunca prevalece por encima de la vida compartida en Jesucristo. Mas bien, la convicción de que los creyentes son una nueva humanidad en Cristo produce unidad cristiana en la iglesia, mientras los creyentes se aman unos a otros de la misma manera que Cristo los ha amado. En realidad, Pablo proclama que la múltiple sabiduría y gloria de Dios es manifestada en la iglesia a través de la unidad de personas diferentes (Efesios 3:1-10).

Además, la iglesia primitiva rompió radicalmente las divisiones sociales y económicas. Pablo trastorna radicalmente el orden social de esclavitud exhortando a los esclavos y los amos a compartir juntos como hermanos en Cristo en una congregación (1 Corintios 7:17-24; Filemón 8-16). La fe en Cristo elimina la posición social como barrera para el compañerismo. De la misma manera, Santiago ordena que no haya parcialidad o tratamiento especial para las personas ricas. Santiago asume que las personas ricas y pobres compartirán juntos en unidad, en lugar de estar separadas en unidades homogéneas a través de las líneas socioeconómicas (Santiago 2:1-9). El Nuevo Testamento también nos muestra que las iglesias eran «multi-generacionales», ya que consistían en personas jóvenes y ancianas que vivían en comunidad, unidad y servicio sacrificial (1 Timoteo 4:12; 5:1-16; Tito 2:1-8; 1 Juan 2:12-14).

El modelo apostólico de congregaciones heterogéneas multi-étnicas no está limitado al Nuevo Testamento sino que también está apoyado por la evidencia de la historia de los primeros cristianos.  Como decía David Smith, «fue precisamente la naturaleza heterogénea multi-étnica de la iglesia lo que hizo un impacto en el mundo romano dividido y dio lugar al crecimiento del movimiento cristiano». (6) Aunque la homogeneidad de las iglesias simplemente refuerza estado actual de la sociedad, la evidencia bíblica nos muestra que el evangelio rompió y atravesó las barreras étnicas, sociales, económicas y culturales de maneras nunca vistas anteriormente en la historia.

La polémica del Nuevo Testamento contra el etnocentrismo

Otra razón por la que la homogeneidad es contraria al Nuevo Testamento es porque promueve y refuerza la mentalidad etnocéntrica. A lo largo del Nuevo Testamento, vemos un ataque al etnocentrismo y consecuentemente una orden para los creyentes de diferentes trasfondos étnicos a aceptarse unos a otros amorosamente y vivir juntos en armonía en las iglesias locales.7 Pablo es firme en su insistencia de que judíos y gentiles han sido reconciliados con Dios a través de la sangre de Jesucristo, y por eso en Cristo «no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos» (Colosenses 3:11).

Cristo «es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades» (Efesios 2:14-16). Los creyentes son parte de la nueva creación de Dios que una vez fueron pecadores en Adán, pero ahora son la nueva humanidad en Cristo.

El asunto se ve más claro en Gálatas 2, donde Pablo reprende a Pedro por su separación de sí mismo de los gentiles (Gálatas 2:11-16). Pedro, juntos a los demás judíos cristianos en Galacia, estaba actuando con temor de que los judíos se ofendieran por compartir la mesa del compañerismo con gentiles. Pero Pablo insiste en que este tipo de abstinencia es una afrenta al evangelio mismo (Gálatas 2:15-21). Aquí la aceptación de los gentiles, aquellos de diferentes grupos étnicos, como hermanos miembros de la familia de Dios al compartir la mesa del compañerismo tiene prioridad por encima del deseo pragmático de evitar ofender a los demás.

En Romanos también, Pablo ataca la raíz del etnocentrismo. Pablo afirma la depravación humana universal y el poder del evangelio para salvación en un acto de justificación de Dios para judíos y gentiles en Cristo (Romanos 1-3). Todos hemos pecado, hemos sido destituidos de la gloria de Dios y somos justificados por gracia a través de la fe en Cristo (Romanos 3:21-26). Todos nos convertimos en hijos de Abraham por medio de creer en el Dios que justifica a los impíos (Romanos 4). Todos fuimos condenados por Adán y todos somos justificados en Cristo (Romanos 5:12-21). Pablo advierte a los judíos y gentiles a no volverse arrogantes sino reconocer la gracia de Dios para ambos pueblos (Romanos 2:17-29; Romanos 11:17-24). La evidencia de Romanos indica que Pablo estaba casi definitivamente escribiéndole a una congregación heterogénea, exhortándoles a dejar de lado el orgullo étnico y vivir juntos la unidad cristiana.

La polémica contra el etnocentrismo no está limitada a Pablo sino que también es dominante a lo largo de los evangelios. Jesús ofende el orgullo etnocéntrico de los fariseos asociándose con gentiles, recaudadores de impuestos y pecadores. Los evangelios enseñan que la ciudadanía del reino de Dios se obtiene a través de la fe en Cristo en lugar de la identidad étnica. (7) El llamado al arrepentimiento incluye un llamado a arrepentirse del orgullo étnico y racial. Como lo expresa John Piper: «la fe en Jesús triunfa sobre la etnicidad». (8) Piper menciona varios ejemplos de este tema en los evangelios: el elogio de la fe del centurión (Mateo 8:5-13), la historia del buen samaritano (Lucas 10:33), la sanidad de los diez leprosos, de los cuales sólo el extranjero se devolvió a dar gracias (Lucas 17:16), la sanidad de la hija de la mujer sirofenicia (Marcos 7:26), la limpieza del templo (Marcos 11:17). Claramente, Jesús no tenía temor de ofender el orgullo etnocéntrico de los fariseos.

Ahora, para ser claros, los defensores del «principio de unidad homogénea» establecen que no quieren promover el orgullo etnocéntrico en los cristianos, sino que sostienen que las iglesias homogéneas son más sensibles culturalmente y acomodan a los no creyentes que pueden sentirse incómodos al cruzar las barreras culturales. En otras palabras, los defensores de la homogeneidad creen que es más estratégico remover las barreras culturales del evangelio estableciendo iglesias monoétnicas y monoculturales. Sin embargo, es ingenuo y demasiado esperanzado asumir que los pecadores que tienen una disposición inherente hacia el prejuicio etnocéntrico se beneficiarán en alguna manera de ello sin ser llamados a vivir en comunidad con aquellos que son diferentes a ellos. (9) La evidencia del Nuevo Testamento indica que Jesús y los apóstoles nunca acomodaron el etnocentrismo de los no creyentes sino que incluyeron el llamado al arrepentimiento del etnocentrismo y el llamado a abrazar «a los demás» como parte integral del mensaje del evangelio. Aunque el «principio de unidad homogénea» enfatiza la búsqueda de ganar personas no ofendiendo su sensibilidad etnocéntrica porque el enfoque de Jesús es muy diferente, Cristo corta la raíz del orgullo étnico. (10)

¿Habían iglesias del Nuevo Testamento «monoétnicas»?

Donald McGavran, el padre del movimiento de crecimiento de iglesias que formuló el «principio de unidad homogéneo», estableció que las congregaciones del Nuevo Testamento eran de carácter monoétnico». (11) McGarvan mantuvo que bajo la influencia del Espíritu Santo, los apóstoles avanzaron a lo largo de las líneas de unidades homogéneas alcanzando principalmente a los judíos en primera instancia con el fin de hacer crecer la iglesia: «mientras los judíos pudieran convertirse en cristianos dentro del judaísmo, la iglesia podría y pudo crecen de manera asombrosa entre los judíos. Estos, al convertirse en cristianos dentro de la sinagoga, pudieron hacerlo sin las barreras raciales y de clase». (12)

Así y de manera natural, debemos lidiar con el asunto de si esto es una lectura fiel del Nuevo Testamento. Yo sostengo que la lectura de McGavran de la evidencia es distorsionada porque pasó por alto la manera en que Lucas muestra la historia de la salvación como algo que se despliega progresivamente en el libro de los Hechos. (13) Los apóstoles no fueron guiados por ningun tipo de «principio de unidad homogénea», esto se manifiesta claramente a partir de la diversidad cultural y lingüística de los judíos del día de pentecostés y la naturaleza heterogénea de las congregaciones plantadas luego que los gentiles fueron llevados hacia la iglesia. Lucas describe el avance de la misión de la iglesia entre las líneas de salvación histórica en los Hechos. El punto de Lucas es que el evangelio, proclamado por los apóstoles y empoderado por el Espíritu Santo, atraviesa barreras insuperables mientras el pueblo de Dios es reconstituido alrededor del Cristo resucitado. En consecuencia, Donald McGavran y el movimiento de crecimiento de la iglesia han utilizado una lectura de la Escritura equivocada para apoyar la homogeneidad, imponiendo un marco preconcebido de forma pragmática en el texto.

Conclusión

El modelo apostólico de la iglesia del Nuevo Testamento indica que, donde quiera que sea posible, las iglesias no deben ser establecidas o divididas en líneas de etnicidad, cultura, clase, edad o grupo de afinidad. En algunos casos, las diferencias en el lenguaje puede necesitar de iglesias separadas, pero aun en esos casos, si hay un lenguaje común en el que las personas pueden comunicarse, las diferencias lingüística no necesitan separación.

La gloria de Cristo es vista de una forma más viva cuando los extraños observan el amor y la unidad en forma de cruz e intercultural que los creyentes de diferentes trasfondo comparten unos con otros. Un deseo pragmático de crecimiento y multiplicación rápido de las iglesias no debe llevarnos a comprometer la unidad que Cristo compró con su sangre. René Padilla lo expresa muy bien:

Puede ser verdad que a «los hombres le gusta convertirse en cristianos sin tener que atravesar barreras raciales, lingüísticas o de clase», pero eso es irrelevante. La membresía del cuerpo de Cristo no es un asunto de gustos o disgustos, sino de incorporación en la nueva humanidad bajo el señorío de Cristo.

Si a una persona le gusta o no, el mismo acto que reconcilia a uno con Dios de forma simultánea introduce a la persona a una comunidad donde las personas encuentran su identidad en Jesucristo en lugar de su raza, cultura, clase social o sexo y son consecuentemente reconciliadas unas con otras. (14)

¿Estoy en contra del crecimiento y la multiplicación rápida? ¡De ninguna manera! Yo también deseo profundamente ver multitudes de grupos de personas ser alcanzados por Cristo, pero le pido a los obreros del evangelio que tengan presente que en ningún lugar del Nuevo Testamento se nos ordena dividir las iglesias por grupo de personas. Como hemos visto, la evidencia de la Escritura apunta exactamente hacia la dirección opuesta, personas de diferentes tribus, lenguas y naciones son llevados hacia el único pueblo de Dios para adorar a Dios juntos en compañerismo y armonía como un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Que la iglesia de Estados Unidos continúe trabajando en la reconciliación racial mientras aprendemos a reconocer que en Cristo no hay «negro» o «ku klux klansman». De la misma manera, que reconozcamos que en Cristo no hay «brahmin» o «dalit» o «tutsi» o «hutu». Que nuestra unidad sea reflejada en las composiciones demográficas de nuestras congregaciones como una manifestación de la múltiple sabiduría de Dios que nos ha reconciliado consigo a través de la cruz de nuestro Señor Jesucristo (Efesios 3:10). Que Él reciba la gloria y el honor de la cual es digno!


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1 Este artículo incluye varios resúmenes editados y modificados del siguiente artículo del autor, «Caste and Church Growth: An Assessment of Donald McGavran’s Church Growth Principles from An Indian Perspective (Casta y crecimiento de iglesia: una evaluación del crecimiento de la iglesia de Donald Garvan desde una perspectica india)». The Southern Baptist Journal of Missions and Evangelism (Revista de misiones y evangelismo de los bautistas del sur) (próximo).

2 Donald A. McGavran, Understanding Church Growth (Entendiendo el crecimiento de la iglesia) (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1970). 190–211.

3 Por supuesto, no me estoy refiriendo a los contextos monoétnicos como las regiones rurales o los Estados Unidos suburbanos, donde la demografía del contexto es predominantemente de una cultura/etnicidad, y por eso las iglesias monoétnicas son inevitables. Me refiero específicamente a los contextos donde es representada más de una cultura / etnicidad. Sin embargo, aun en contextos monoétnicos, no creo que las iglesias deban deben ser establecidas a través de líneas homogéneas relacionadas con la clase, edad o afinidad.

4 Ver las críticas incisivas y la refutación completa del principio de unidad homogénea de McGavran del teólogo latinoamericano C. René Padilla, «The Unity of the Church and the Homogeneous Unit Principle (La unidad de la iglesia y el principio de unidad homogénea)», International Bulletin of Missionary Research (Boletín internacional de investigación misionera) 6 (1981): 23–30. La mayor parte de mi discusión aquí está en deuda con el examen persuasivo y penetrante de la evidencia bíblica.

5 David Smith, «The Church Growth Principles of Donald McGavran (Principios de crecimiento de la iglesia de Donald McGavran)», Transformation (Transformación) 2 (1985): 27.

6 Ibid., 28. Cf. Michael Green, Evangelism in the Early Church (Evangelismo en la iglesia primitiva), rev ed. (Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans, 2004).

7 Un énfasis renovado en la polémica del Nuevo Testamento contra el etnocentrismos ha sido una de las contribuciones útiles (a pesar de otros problemas) del llamado «New Perspective on Paul (Nueva perspectiva sobre Pablo)». See for instance, N. T. Wright, Paul and the Faithfulness of God (Pablo y la fidelidad de Dios), vol. 2 (Minneapolis: Fortress Press, 2013), 774–1038.

8 Ver la excelente discusión de John Piper en Bloodlines (Linaje), 115–27.

9 Ibid., 118.

10 Esto es tristemente confirmado por mi propia experiencia con varias congregaciones monoétnicas alrededor del mundo, así como las experiencias dolorosas de amigos de la obra del ministerio pastoral en La India. Por ejemplo, en violación directa a 2 Corintios 6:14-18, las personas prefieren casarse con no creyentes de su misma etnia/grupo de casta antes que hacerlo con creyentes de otros grupos étnicos. A veces, cuando dos creyentes se aman y desean casarse por encima de la diferencia de casta o línea racial, el prejuicio etnocéntrico levanta su fea cabeza mientras sus familiares cristianos se oponen a dicho matrimonio. Aparentemente, el principio de unidad homogéneo ha fomentado y reforzado el prejuicio etnocéntrico pecaminoso en un pueblo que profesa conocer a Cristo.

11 Algunos defensores de la homogeneidad establecen que no debe existir un paralelo entre la división judío-gentil y la división moderna racial, etnolingüística y cultural de cuatro posiciones: (1) «judíos» y «gentiles» no son principalmente términos étnicos; (2) la división entre judíos y gentiles estaba fundamentada en la Ley, a diferencia de las divisiones étnicas modernas; (3) la distancia cultural entre judíos y gentiles en los tiempos del Nuevo Testamento no era tan grande como la distancia cultural entre la etnicidades de hoy, y (4) los judíos lucharon para aceptar la salvación de los gentiles, que no es el caso del panorama cristiano de hoy. Richard W. Hardison, «A Theological Critique of the Multi-Ethnic Church Movement: 2000–2013 (Una crítica teológica del movimiento multiétnico: 2000-2013)», (Ph.D. diss., The Southern Baptist Theological Seminary, 2014), 117. Primero, es verdad que «judíos» y «gentiles» no eran principalmente diferencias étnicas fundamentadas en el pacto de la ley. Sin embargo, la hostilidad existente entre judíos y gentiles era más que simplemente algo religioso; se extendía a la cultura, el idioma y la etnicidad. La idea de que judíos y gentiles no compartían una gran distancia cultural es sencillamente incorrecta, como lo indica cualquier investigación de literatura del judaísmo del 2do templo. Finalmente, es verdad que los judíos lucharon para aceptar la salvación gentil, que no es el caso de hoy en día, pero el etnocentrismo de los judíos es equivalente al etnocentrismo de todos los seres humanos de todos los tiempos simplemente porque somos personas caídas que luchan para aceptar y vivir en comunidad con aquellos que son diferentes a nosotros. Por tanto, aunque hay algunos puntos de discontinuidad entre la división judío-gentil y las divisiones etnoculturales modernas, hay suficientes puntos de continuidad para garantizar la equivalencia. Además, el Nuevo Testamento extiende el llamado a la unidad más allá de «judío» y «gentil» para incluir categorías como «bárbaros» y «escita», que son categorías etnolingüísticas (Colosenses 3:11). En el Nuevo Testamento, la unidad en Cristo triunfa por encima de todos los demás asuntos de identidad y el llamado a abrazar a los «demás» encierra todas las categorías de «diferencias» y toma forma en la vida juntos de la iglesia local.

12 Donald A. McGavran, «The Priority of Ethnicity (La prioridad de la etnicidad)», Evangelical Missions Quarterly 19 (1983): 15.

13 Donald A. McGavran, Understanding Church Growth (Entendiendo el crecimiento de la iglesia) (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1970), 202.

14 Como destaca Padilla: «sin embargo, el testimonio de Lucas no justifica la tesis de que los apóstoles promovieron deliberadamente la formación de ʻcongregaciones de una razaʼ y toleraron los prejuicios judíos contra los gentiles por el bien del crecimiento numérico de la iglesia. Para declarar que lo hace, uno necesita ir a la Escritura con la idea preconcebida (1) que los apóstoles compartieron la teoría moderna de que el prejuicio de la raza puede y debe ser convertido en una ayuda para la cristianización, y (2) que la multiplicación de la iglesia requiere invariablemente un ajuste del principio de unidad homogénea. Sin esta suposición injustificada, uno puede difícilmente perder el punto expuesto en Hechos de que la extensión del evangelio a los gentiles fue un paso muy difícil para la iglesia de Jerusalén que tuvo lugar solo con la ayuda de las visiones y mandatos (8:26 y siguientes; 10:1-16) o bajo la presión de la persecusión (8:1 y siguientes; 11:19-20). Nunca se sugiere que los judíos cristianos predicaron el evangelio a ʻnadie excepto los judíosʼ debido a las consideraciones estratégicas. Padilla, «Unity of the Church (La unidad de la iglesia)», 25 (énfasis original).

15 Padilla, «Unity of the Church (La unidad de la iglesia)», 24.