Predicación expositiva

Predicación a mujeres: Cosas a considerar por un pastor

Por Erin Wheeler

Erin Wheeler vive en Washington, D. C., con su marido, Brad, y sus cuatro hijos. Asiste a Capitol Hill Baptist Church, donde Brad sirve como pastor asociado.
Artículo
08.07.2015

Durante los últimos 37 años como creyente, por muchos años he calentado una silla de iglesia con dolor en mi alma esperando que la verdad de la Palabra de Dios llegase a mí, una mujer, una persona creada a la imagen de Dios. Como muchas de mis amigas, he sido curtida en varias épocas de la vida. He sido una jovencita seguidora de Cristo, sola en el colegio; una adolescente luchando por comprender mi identidad en Cristo en un mundo hostil; una estudiante universitaria y profesional batallando para entender mi identidad fuera de mi educación cristiana; una joven mujer casada, sintiéndose sola y confusa; una agotada mamá primeriza luchando por mantenerse despierta. Ahora, soy una mamá de jóvenes necesitada (y estoy todavía desesperada por que las Escrituras sean abiertas y explicadas). Como María en Lucas 10:39, vengo cada domingo a sentarme a los pies de Jesús y escuchar. Pero, ¿oiré? ¿Puedo oír?

Al igual que todos los cristianos, necesito la munición del evangelio para otra semana de batalla en este mundo hostil. Así que, para vosotros, pastores, expositores de la Palabra de Dios, ¡acordaos de nosotras! Recordad a las mujeres creadas a la imagen de Dios en vuestra labor a la hora de aplicar las palabras de la Escritura para vuestra congregación. Al fin y al cabo, hombre o mujer, todos necesitamos el evangelio. La cruz es central para todo. Todos necesitamos la Palabra predicada y necesitamos la teología para nuestro diario vivir. En esencia, nuestros asuntos son los mismos: somos pecadores en necesidad de un Salvador, en necesidad de la cruz. Si eres un pastor leyendo esto, sabes que es cierto. Sabes que hay un hambre de la Palabra de Dios en los púlpitos de hoy, en todo el mundo.

Así que, cuando camines hacia el púlpito este domingo, es muy probable que prediques principalmente a las mujeres. Pero, ¿las estás alcanzando con tu predicación? ¿Están cambiando sus vidas para asemejarse más a Cristo? Como mujeres, ¿dirían que se sienten alimentadas por tu predicación? La primera regla para hablar en público es, «Conoce a tu audiencia». Bien, ¿la conoces? Como predicadores, vais a necesitar tiempo para preguntar, para escuchar y para responder a las mujeres a las que predicáis.

PREGUNTA

En primer lugar, comienza por preguntar. Conoce a las mujeres de tu congregación y tu comunidad. Tu esposa, en caso de estar casado, es siempre un buen lugar para empezar (empieza ahí ya que ella es un regalo único dado por Dios). Ella puede darte información valiosa sobre las mujeres que esté discipulando, ministrando y con quienes entra en contacto con más frecuencia.

Sin embargo, ella es solo una mujer, con una serie de valores, experiencias y amistades. Así que no te detengas en ella, sino que busca en una amplia gama de mujeres. Pueden ser mujeres que tienen ministerios en la iglesia, mujeres que tu familia esté ministrando fuera de casa, o mujeres jóvenes que vienen para recibir consejería. Deben ser jóvenes y mayores, en el trabajo y en el hogar, solteras y casadas. Familiarízate de forma segura y en maneras apropiadas y procura constantemente hacerles preguntas.

Pregúntales con qué están luchando, cómo se sienten valoradas, qué cuestiones están enfrentando en el lugar de trabajo o en los estudios, ¿qué atributos de Dios encuentran desafiantes en la etapa de la vida en la que se encuentran? Haz preguntas claras, directas y concretas de modo que puedas entender mejor lo que estas mujeres están diciendo. ¿Cómo es la vida para ellas como portadoras de la imagen de la mujer hoy? Intenta entender mejor su mundo. Esto es exactamente lo que Jesús hizo en la encarnación. Él entró en nuestro mundo. Entra en el de ellas. Pueda la iglesia ser un lugar donde encontrar refugio de la presión y las mentiras del mundo en el que vivimos hoy.

ESCUCHA

No es bueno si solo preguntamos y nunca escuchamos. La simpatía viene a través de escuchar y aprender, y después de un tiempo, podrás escuchar temas y ver los patrones. Nuestra cultura moldea nuestras ideas, conocimientos, valores y sentimientos. Como la historiadora Anne Firor Scott ha dicho, nuestra cultura afina la lente a través de la cual podemos ver la realidad. ¿Cómo son las lentes de las mujeres a las que les predicas? ¿Cuál es su realidad?

Sé consciente de la actual oleada de luchas culturales que afectan a las mujeres hoy en día. El empuje cultural por una igualdad funcional está difuminando las líneas de género, y coloca un modelo para la mujer de Tito 2 en oposición a todo lo actualmente considerado sagrado. Cada día se nos dice a través de anuncios publicitarios y los medios de comunicación que somos traicionadas si optamos por quedarnos en casa. O bien, estamos engañadas si elegimos no subir la escalera profesional por el bien del hogar. Pero una palabra de advertencia es útil aquí: Al mismo tiempo que escuchas, ten cuidado con los estereotipos de género. Todas somos mujeres, pero no todas somos iguales. Practicar el arte de escuchar bien te ayudará a ver variaciones, y te ayudará a responder mejor a los diversos tipos de mujeres en tu atención pastoral, especialmente en tu predicación.

RESPONDE

La verdad de la Palabra de Dios habla a todas las áreas de nuestras vidas. Como ministro de la Palabra, tienes un privilegio único y tienes la responsabilidad de ayudar a la gente a ver esto cuando se predica la Palabra de Dios cada semana. Mientras piensas en ilustraciones y aplicaciones, detente y pregúntate, «¿Es esta una idea predominantemente masculina?»,  «¿Muchas de las mujeres a las que conozco comprenderán qué es lo que estoy tratando de decirles?». No hay nada de malo con el uso de una ilustración de fútbol o de cocina, pero si esa es toda la amplitud de alcance que tienes, es el momento de volver a la mesa de trabajo y orar para que Dios te conceda una nueva visión para ilustrar y aplicar las verdades de su Palabra a los hombres y a las mujeres que te oyen. Una vez más, ten cuidado con los estereotipos. Algunos hombres odian el fútbol, y algunas mujeres odian cocinar.

Mientras preparas el texto para predicar la semana que viene, toma tiempo para orar siguiendo el directorio de tu iglesia. Si no tienes uno, encuentra alguna otra forma sistemática para orar por un variado grupo de los miembros de la iglesia. A medida que observes los nombres de mujeres que están en diferentes etapas de la vida, detente y pregúntate, “¿Por qué ___­­­________ necesita escuchar este pasaje?». Si has estado escuchando bien, serás capaz de responder a esta pregunta mejor y así podrás aplicar mejor el contexto del pasaje a los corazones de las oyentes. Pregúntate a ti mismo: ¿Cómo puedo amonestar a la ociosa «Clara», animar a la tímida «Roxanne», ayudar a la agobiante «Lucy», y ser paciente con las mujeres encomendadas a mi cuidado? (1 Ts. 5:14)

QUEREMOS SER RECORDADAS

Como mujeres, no queremos ser atendidas de forma especial en tu predicación. Solo queremos ser recordadas. Necesitamos a alguien que nos ofrezca el cielo cada semana y nos recuerde lo que se avecina. Necesitamos a alguien que nos ayude a despegar los ojos de nosotras mismas y llevarlos a nuestro Salvador. Necesitamos a alguien que nos anime en nuestra necesidad, que nos recuerde que cuando nos falla alguien que nos conduce en esta tierra, hay uno que nunca nos falla, ni nos deja, ni nos abandona. Como mujeres, fuimos creadas para ser de ayuda y ser seguidoras, pero necesitamos a alguien que valga la pena seguir. Así que, ya sea que lleguemos como María o como Marta a la iglesia este domingo, necesitamos predicadores fieles a la Palabra que nos pregunten, nos escuchen y entonces nos respondan en su predicación a través de una aplicación inteligente, específica y que exalte a Cristo.

Traducción / Revisión: Américo López / Olmer Vidales