Membresía

Limpiando las listas

Por Matt Schmucker

Matt Schmucker fue el director ejecutivo fundador de 9Marks. Ahora organiza varias conferencias, entre ellas Together for the Gospel y CROSS, mientras se desempeña como miembro de la Iglesia Bautista Capitol Hill en Washington, D.C.
Artículo
18.10.2014

Aunque escucho historias sobre líderes de iglesia por todo el país casi cada día, aún sigo asombrado por el siguiente correo electrónico que recibí de un fiel diácono de una iglesia bautista:

“Agradecería tener la oportunidad de hablar con usted con respecto a limpiar la lista de miembros de mi iglesia. Ayer comencé a compilar una lista de las viudas de la base de datos de nuestra iglesia y me encontré con que de un total de 141 viudas que aparecían en nuestra base de datos, 38 habían fallecido y 4 habían transferido su membresía a otras iglesias (sin contar las que están clasificadas como “inactivas” o “miembros no residentes”)”.

Te puedes imaginar cómo un presentador de un programa de entrevistas nocturno haría bromas sobre esto: “¿Habéis oído hablar de los 38 miembros muertos de la Iglesia Bautista Fe Viva? ¡Van a tener que cambiarle el nombre a la iglesia!” Esto sería gracioso si no fuera porque es un retrato de muchas iglesias de nuestra nación y de otras naciones.

Los registros incorrectos y las listas desactualizadas son un problema para la existencia de cualquier pastor fiel. Sin embargo, antes de hacer limpieza general, considera al mismo tiempo el por qué y el cómo se debe llevar a cabo.

¿Por qué deberían las iglesias limpiar sus listas de miembros?

1. El nombre y el honor de Cristo están en juego en el mundo. Piensa en la fervorosa preocupación del apóstol Pablo por aquellos que estaban relacionados con la iglesia de Corinto (1 Co. 5).

2. La membresía de una iglesia debería reflejar —tan bien como sea posible— la membresía en el Reino de Cristo. No debemos recibir ni despedir miembros a la ligera. El borrar a alguien de la lista debería ser tratado con el máximo cuidado, incluso si el propio miembro ha sido descuidado.

3. Los pastores, ancianos y líderes “darán cuentas” a Dios algún día por su pastoreo (He. 13:17). Dios recriminó a los pastores de Israel por su infidelidad reiterada (cf. Ez. 34).

4. Las congregaciones también darán cuentas a Dios por la manera de recibir miembros. ¡Considera a quién se dirige Pablo en 1 Corintios 5!

5. Existe el riesgo para los cristianos menos maduros de confundirse con respecto a la importancia de la iglesia en la vida de los cristianos en fase de desarrollo y podrían verse encaminados hacia la autocomplacencia.

6. Al miembro que se ha mudado de los alrededores de la iglesia se le debería animar a hacerse miembro de una iglesia en su nueva localidad y a darse a conocer allí a los creyentes. Si no lo hace, su iglesia anterior debería animarlo —por carta o por teléfono— a hacerlo. Si permanece indiferente, la iglesia debería informarle de que borrarán su nombre de la lista de miembros en la siguiente reunión administrativa, y en consecuencia le enviarán el mensaje de que ya no responderán por su vida.

¿Cómo deberían las iglesias limpiar sus listas de miembros?

Si abordas todos los casos problemáticos de la membresía al mismo tiempo, estarás metiéndote en problemas. Pero es difícil predecir dónde. ¿Estarán tus miembros dispuestos a quitar a los que viven en la zona pero no asisten? ¿A los miembros de fuera de la zona? ¿A los que han muerto? Pastor, sé sabio y haz solo lo que tu gente puede tolerar. Ten paciencia y enseña hasta que estén listos para seguir adelante.

Así que, ¿dónde comienzas? Imagínate múltiples círculos concéntricos —como una diana— con el centro —el blanco— representando a los miembros significativos. Los círculos de más afuera representan a los miembros menos significativos y, es de esperar, que sean más fáciles de limpiar. Según vas pasando de los círculos externos al blanco de la diana, tu lista de miembros debería constar cada vez más de creyentes que están involucrados activamente en la iglesia. Comencemos desde el exterior y adentrémonos poco a poco:

1. Los miembros que han fallecido (¡en mi iglesia encontramos diez!). Este círculo externo debería ser el más fácil de limpiar. En la próxima reunión administrativa de tu iglesia, presenta esos nombres ante la congregación, con una moción para quitarlos de la membresía en la reunión siguiente. No le pidas a la congregación que quite inmediatamente esos nombres, sino dales tiempo para que piensen en la moción.

2. Los miembros a los que no puedes encontrar. Probablemente este sea el siguiente grupo más fácil de suprimir. Dos mujeres de nuestra iglesia estuvieron a la caza de setenta miembros durante seis meses sin ningún resultado. Esos nombres se presentaron ante la congregación para pedir ayuda. Tras hacer todos los esfuerzos posibles, sin éxito, se presentó una moción ante la congregación para suprimirlos.

3. Los miembros ausentes o desinteresados. Nuestra iglesia tenía docenas de miembros que no querían tener nada que ver con nosotros. Incluso, encontramos a una mujer en Alemania que se había vuelto unitaria y que se molestó porque habíamos contactado con ella.

4. Los miembros que están fuera de la zona. Estas son personas que no pueden asistir con regularidad debido a la distancia, y cualquier intento de mantener una relación responsable es casi imposible. Sin duda, en este grupo te encontrarás con personas que tienen un entendimiento equivocado de la membresía: “Yo he mantenido mi membresía en esa iglesia desde que cantaba en el coro juvenil en 1959”, o “Yo crucé el pasillo de esa iglesia en 1970, y le prometí a mi madre que me mantendría como un miembro fiel”. A pesar de su apego emocional a tu iglesia, este grupo necesita que se le enseñe un entendimiento adecuado de la membresía de la iglesia. Recuerda pastor, tendrás que rendir cuentas por estas personas. No te veas involucrado con nombres de personas en tus listas a las que no has conocido nunca. Presenta una moción para suprimirlas por falta de asistencia en la próxima reunión administrativa.

5. Los miembros en la zona que no asisten. Ciertamente hemos llegado a uno de los círculos más difíciles. Estas personas quieren mantener su membresía y pueden asistir a los cultos; pero quieren tener poco que ver con la iglesia. Este círculo con frecuencia es difícil debido a las relaciones que estos individuos mantienen con miembros que asisten. Tal vez se trata de un hijo que se ha hecho adulto o un viejo amigo del coro. Una vez más, se requiere la enseñanza, y el movimiento ha de ser lento.

Estas cinco categorías son las más grandes y los objetivos más obvios. Hay otras categorías como la de los asistentes que se niegan a firmar la confesión de fe, o aquellos que están en la zona, pero que no pueden asistir. La edad anciana o una enfermedad pueden impedir que un miembro asista; estas personas no deberían ser eliminadas, ¡sino cuidadas de una manera especial! También, nosotros animamos a tener una caridad especial hacia los miembros ancianos que se han trasladado de la zona para ir a vivir a una residencia de ancianos. ¿Por qué? Con frecuencia estas personas crecieron con un entendimiento diferente de la membresía de la iglesia, y es improbable que vayan a cambiar. Por amor, considera permitirles permanecer en la lista.

Una vez más —por amor a tu gente— no limpies la lista más rápidamente de lo que tu congregación puede asimilar. Para algunos, puede tomar años el ir trabajando a través de los diferentes círculos concéntricos. Con frecuencia las iglesias se dividen por acciones pastorales descuidadas, cuando la meta debería ser la unidad. Recuerda que cada inscripción en tu lista, más que un nombre, es un alma.


Traducido por David Rivero