Clases esenciales: Viviendo Como Una Iglesia

Viviendo como una iglesia – Clase 8: El liderazgo de la iglesia

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
19.06.2019

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Clase esencial
Viviendo como una iglesia
Clase 8: El liderazgo de la iglesia


1. Introducción
Hoy hablaremos acerca del liderazgo de la iglesia y, específicamente, acerca de la interacción entre el liderazgo y la congregación. Recordarás que hace unas semanas consideramos los oficios bíblicos de los ancianos y los diáconos. En esa clase, el énfasis recaía en la manera en la que Dios nos ha instruido acerca de la organización en la iglesia para su gloria y por nuestro bien. En contraste, la clase de hoy del tema del liderazgo aborda el lado personal del liderazgo de la iglesia. Concretamente, lo que nosotros, como miembros de la iglesia, podemos hacer para promover la unidad a través de nuestra sumisión y respaldo fiel para con el liderazgo. Mientras que al mismo tiempo hacemos nuestro trabajo como congregación para proteger a la iglesia de errores doctrinales graves.

Permíteme comenzar esta clase con la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos nosotros, como miembros de la iglesia, relacionarnos con nuestros ancianos en formas que promuevan la unidad y glorifiquen a Dios?

Hebreos 13:17 nos dice: «Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso». Estas son palabras fuertes: «obedeced», «sujetaos», especialmente en la cultura igualitaria e individualista de hoy.

Pero estas palabras no están allí solo para mantener el orden. Leemos que la sumisión en la iglesia es para nuestro provecho. A través de la sumisión podemos dar ejemplo de la humildad piadosa que debería caracterizarnos. Por medio de la sumisión mantenemos la unidad en medio de los desacuerdos, demostrando que nuestro llamado en Cristo es más importante que los choques de opinión. Finalmente, nuestra confianza o seguridad en quienes nos lideran es mucho más que una simple confianza en el hombre, porque hasta los mejores hombres caen. En cambio, se trata de una confianza en Cristo, que da líderes a su iglesia y trabaja a través de ellos para bendecirnos.

¿Quiere esto decir que debemos decir «sí» a todo? No, de hecho, en el Nuevo Testamento los miembros de la congregación, y no sus líderes, son los responsables de toda enseñanza antibíblica que se filtra en la iglesia. No, en el Nuevo Testamento, en realidad son los miembros de las congregaciones y no solo sus líderes quienes rinden cuentas por la enseñanza no bíblica en la iglesia. Confiar en el liderazgo no significa que debemos considerar las opiniones de nuestros ancianos como verdaderas sin vacilar. Como lo expresó un escritor: «La libertad cristiana se corrompe cuando los laicos se enamoran cada vez más de los decretos de los ancianos y de los mandamientos de los hombres» (Roger Beardmore, ed., Shepherding God’s Flock (Pastoreando el rebaño de Dios) (Harrisonburg, Va: Sprinkle Publications, n.d.) 105-6.).

Empezaremos considerando lo que podemos hacer positivamente para alentar el liderazgo de nuestra iglesia. Haciéndoles trabajar con alegría como leímos en Hebreos 13. Luego dedicaremos el resto de la clase a examinar cómo deberíamos responder cuando discrepamos con el liderazgo de nuestra iglesia. Así que, ¡comencemos!

2. Haz que los líderes trabajen con alegría y sin quejarse
Una de las mejores cosas que podemos hacer para promover la unidad en nuestra iglesia es ayudar a nuestros líderes a ver su trabajo como un deleite dado por Dios. Por supuesto, esto se complica por el hecho de que tanto nosotros como ellos, somos pecadores. Al reconocer todo eso, nuestro llamado en la Escritura como vimos hace unos minutos es: «Obedecerles para que trabajen con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso».

Nunca deberíamos subestimar la conexión entre la actitud de una congregación y la capacidad de sus líderes. Muchas situaciones infelices se resolverían si las congregaciones vieran a sus líderes como compañeros en el gran llamado de la iglesia para reflejar la gloria de Cristo y no como adversarios que vencer. Los líderes son seres humanos, que luchan con la indecisión. Pueden encontrar que las decisiones que deben tomar exceden su sabiduría y experiencia. Pueden luchar con la inseguridad. Pueden ser lastimados y desanimados en su trabajo por la ignorancia o la insensibilidad de los miembros de la iglesia. A menudo, suponemos implícitamente que nuestros líderes deben ser perfectos. Por lo que, cuando vemos señales de su imperfección, ya sea pecado, decisiones cuestionables o características irritantes, sentimos que podemos ridiculizar su liderazgo.

Recuerda que nosotros somos el objeto de la supervisión cuidadosa de los líderes. «Ellos velan por nuestras almas» (Hebreos13:17). Dios valora nuestras almas. Por tanto, él escoge líderes para advertirnos de los peligros espirituales. Así que, ¿cómo podemos ayudarles a cumplir con su labor? Aquí tienes algunas ideas. Como referencia, éstas están basadas en el libro de Wayne Mack y David Swavely llamado Life in the Father’s House: A Member’s Guide to the Local Church (La vida en casa del Padre: La guía de un miembro para la iglesia local).

A. Cree en Jesucristo y camina en obediencia
El primer punto es obvio, pero siempre vale la pena mencionarlo. Podemos alentar a nuestros líderes creyendo en el evangelio y caminando en obediencia a la Palabra de Dios. Piensa en la declaración de 3 Juan 4: «No tengo yo mayor gozo que éste, el oír que mis hijos andan en la verdad».

Da gozo ver la mano de Dios obrar en los miembros para conformarlos cada vez más a la imagen de Cristo. Da gozo ver al pueblo de Dios usar sus dones para la edificación del cuerpo. Da gozo ver a los miembros compartir el amor de Cristo entre sí. Da gozo ver a los santos perseverar en la fe en tiempos difíciles.

Por supuesto, ¿cómo podrán los líderes de la iglesia sentirse alentados por nuestro deleite y crecimiento en Cristo si no lo manifestamos? ¡Deja que los ancianos sepan lo que Cristo está haciendo en tu vida! Y cuando te pregunten cómo estás, diles. Lo que Cristo está haciendo en tu vida, y la forma en la que necesitas oración y consejo.

B. Cultiva y preserva la unidad en el cuerpo
Pablo escribió acerca de esto a los filipenses cuando dijo: «Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa» (Filipenses 2:1-2). Cuando los ancianos buscan candidatos para el diaconado, buscan a alguien que tenga un efecto «amortiguador» y esclarecedor en situaciones susceptibles. Y eso no es algo solo para los diáconos; es algo a lo que todos estamos llamados a hacer. Después de todo, como escribió Santiago: «Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz» (Santiago 3:18). Esa clase de congregación es de gran estimulo para sus líderes.

Ahora bien, ¿cómo podemos promover la unidad actuando como «amortiguadores»? De esto se ha tratado todo este seminario, por lo que algunas de estas sugerencias sonarán familiares. Pero es bueno refrescar nuestras mentes con estas cosas.

  • Primero, trata a los demás con amor. Recuerda lo que Pedro escribe: «Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados» (1 Pedro 4:8).
  • Segundo, y en ese mismo sentido, recuerda en medio del desacuerdo que aunque nuestras opiniones son temporales, las personas con quienes discrepamos son eternas. En medio de una discusión, ten cuidado de no tentar a un hermano o hermana a pecar enojado o con resentimiento.
  • Tercero, anima a otros a confiar en los líderes. Sí, los líderes no son perfectos. Pero aun así deberíamos inclinarnos hacia la confianza y no hacia el cinismo. Cuando alguien se nos acerca con una preocupación por la decisión de un líder de la iglesia, y nosotros sabemos el motivo de esa decisión, podemos explicarlo. Si no lo sabemos, o si una mejor explicación no alivia su inquietud, deberíamos sugerirle rotundamente que hable directamente con ese líder de la iglesia en vez de hacer que las cosas se agraven.

C. Ora por los líderes de la iglesia
En 2 Corintios 1:10-11, Pablo escribe: «En quien Cristo esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte; cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos». Este pasaje nos recuerda dos razones por las que debemos orar regularmente por los líderes de la iglesia. En primer lugar, ellos han recibido un deber formidable: actuar en su humanidad para pastorear una congregación de personas pecaminosas. Pero además, debemos orar por los líderes de la iglesia para que podamos regocijarnos y agradecer a Dios cuando nuestras oraciones sean contestadas. Entonces estaremos asombrados por su poder y experimentaremos la alegría que es nuestra en Cristo.

D. Expresa tu amor por ellos.
Más adelante en 2 Corintios, Pablo describe cómo esto lo hizo sentir. Dice: «Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito; y no sólo con su venida, sino también con la consolación con que él había sido consolado en cuanto a vosotros, haciéndonos saber vuestro gran afecto, vuestro llanto, vuestra solicitud por mí, de manera que me regocijé aún más» (7:5-7).

Qué increíble giro el que Pablo describe aquí. De «ningún reposo tuvo nuestro cuerpo» a «me regocijé aún más». Considera el hecho de que tu ánimo podría ser el consuelo de Dios para un líder que está luchando con el desánimo. Y si no eres el tipo de persona efusiva que a menudo hace comentarios alentadores, tus palabras podrían hundirse incluso más profundamente.

E. Busca su consejo y acepta con gratitud su reprensión
El consejo de los líderes de la iglesia, solicitado o no, debería ser una parte valiosa de nuestras vidas. Parte de su trabajo como pastores es identificar y abordar los problemas en nuestras vidas antes de que se vuelvan dañinos. Dos comentarios al respecto: Primero, recuerda que para que su consejo o reprensión sea específico y bien concebido, nuestros líderes deben saber lo que sucede en nuestras vidas. Es un buen hábito asegurarnos de que al menos un líder de nuestra iglesia esté consciente de nuestras luchas, de futuras decisiones importantes y de lo que nos desanima. Así que, habla regularmente con los líderes de la iglesia, tanto con los ancianos como con los miembros del personal y los líderes de un grupo pequeño.

Y, por supuesto, ve la reprensión piadosa como una consideración cuidadosa. Como leemos en Proverbios 9:8: «No reprendas al escarnecedor; para que no te aborrezca. Corrige al sabio, y te amará».

Ora para que Dios nos ayude a crecer en la madurez de Cristo para que podamos reaccionar positivamente a la reprensión cuando se nos presente, y no de manera defensiva.

F. Cree lo mejor de su carácter y de sus decisiones
En 1 Tesalonicenses 5:12-13, Pablo escribe: «Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros».
Permíteme leerte un párrafo del libro que mencioné anteriormente de Mack y Swavely, ya que captura bien este punto de la Escritura.

«Aunque siempre somos propensos a darnos ‘el beneficio de la duda’, nuestra naturaleza pecaminosa siente la fuerte tendencia a ser desconfiada, escéptica e incluso cínica para con los demás. Esto es especialmente cierto con nuestros líderes. Muchos miembros desarrollan el hábito de disfrutar ‘quemar al pastor’ en su almuerzo, pero el amor bíblico según 1 Corintios 13:7: ‘Todo lo sufre, todo lo espera’. Un miembro amoroso supondrá lo mejor de sus líderes y confiará en ellos hasta que algunas palabras o acciones claras le hagan preocuparse legítimamente por su sabiduría o intenciones».

Debemos confiar en nuestros líderes si no hay razones claras para lo contrario. Y no deberíamos esforzarnos por suponer sus intenciones a no ser que exista un fin elemental para ello. Con mucha frecuencia, no nos molesta lo que se hace, sino el porqué se hace. Lo que, claro está, es totalmente presuntivo a menos que la persona nos diga por qué hizo algo.

A menudo, desconocemos el porqué de las decisiones que se toman. Es peligroso confiar demasiado en nuestra opinión de lo que debería haberse hecho, sin conversar con los líderes de la iglesia. Y es riesgoso suponer razones pecaminosas del porqué se hicieron las cosas. Solo Dios conoce el corazón del hombre, nunca deberíamos creer que nosotros conocemos sus motivos.

Este es el lugar apropiado para hablar de la crítica piadosa hacia los líderes de nuestra iglesia. Nuestros líderes son seres humanos. Son imperfectos como el resto de nosotros. Debemos recordar ser humildes, amorosos y amables al acercarnos a un líder con una crítica apropiada y constructiva. Debemos tener cuidado de no ser excesivamente críticos o directos con comentarios negativos con mucha frecuencia. Pero también deberíamos recordar que hay ocasiones en las que es necesario algo de crítica piadosa, y no deberíamos renunciar a nuestra responsabilidad en esta área. Recuerda esta sección de nuestro pacto congregacional: «Caminaremos juntos en amor fraternal, como miembros de la iglesia de Cristo; nos cuidaremos y supervisaremos en amor, nos amonestaremos y oraremos fielmente los unos por los otros según la ocasión lo amerite».

Aplica tanto para los líderes de la iglesia como para los miembros de la iglesia, ¿cierto? Debemos trabajar arduamente por cultivar una cultura en la que la crítica amorosa y considerada sea dada con prudencia y aceptada libremente. Recuerda Proverbios 25:11: «Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene».

Por tanto, seis formas en las que podemos obedecer el mandamiento bíblico de respetar a quienes nos sirven como líderes, especialmente los ancianos, y ayudarles a trabajar con alegría: (1) camina en obediencia a Cristo; (2) cultiva y preserva la unidad; (3) ora por los líderes de la iglesia; (4) expresa tu amor por ellos; (5) busca su consejo y acepta su reprensión, y (6) confía en su carácter y decisiones.

Y no puedo culminar esta sección sin señalar lo provechoso que es cuando el cuerpo de la iglesia hace esto. El cuidado y el amor que los miembros tienen por sus líderes es asombroso y evidente. ¡Alabado sea Dios por su gracia en eso!

3. ¿Qué hacemos cuando no estamos de acuerdo?
La segunda parte de nuestra clase es lo que deberíamos hacer cuando no estamos de acuerdo con los líderes de la iglesia. Permíteme decir desde el principio que hablaremos dentro de unas pocas semanas acerca de lo que debemos hacer cuando un anciano está en pecado.

Inevitablemente habrá veces para todos nosotros en la que los ancianos tomen decisiones con las que no estemos de acuerdo. Nuestra respuesta puede marcar la diferencia entre promover la unidad o fomentar el disentimiento.

Es posible que hayas visto un útil diagrama ser usado en nuestra iglesia antes, con un eje midiendo cuán clara es la respuesta a una pregunta en específico, y el otro midiendo su importancia. Está en tu folleto y me referiré a él el resto de nuestra discusión.

Comenzando en el cuadrante izquierdo superior, tenemos las cosas que están claras en la Escritura, pero que no son importantes. Honestamente, es difícil pensar en algo que encaje en esta categoría. Si Dios decide algo que es lo suficientemente importante como para que quede claro en la Biblia, deberíamos prestar atención.

Avanzando hacia el cuadrante izquierdo inferior, tenemos las cosas que no son importantes ni claras. Por ejemplo, ¿qué marca de fotocopiadora deberíamos comprar? ¿Cuánto debería durar nuestro tiempo de silencio luego de que culmina el servicio? Puede ser bueno tener discusiones sabias acerca de estos temas. Pero una iglesia haría bien en someterse a las decisiones de sus líderes, quienes probablemente están delegando muchas de estas preguntas al personal o a otros miembros de la iglesia. Si tienes algo qué decir acerca de esta clase de temas, hazlo, pero nunca de manera conflictiva.

Y ahora, en los dos cuadrantes derechos es donde las preguntas se ponen más desafiantes. ¿Qué pasa con los asuntos que son bastante importantes, pero nada claros? ¿Deberíamos reconocer a alguien como anciano o comprar una gran propiedad? Es en estas situaciones que la congregación debe escuchar cuidadosamente a los ancianos y darles el beneficio de la duda. Es por ello que Dios los ha puesto para guiarnos.

Ahora bien, eso no quiere decir que algunas de estas decisiones no sean difíciles de aceptar. Entonces, ¿cómo podemos discrepar de manera piadosa acerca de cosas que están lejos de estar claras, pero cuyas implicaciones son importantes para nosotros como iglesia? Aquí tienes algunas sugerencias:

Primero, debemos reconocer que tenemos un importante rol que desempeñar, y es informar a los ancianos. Los ancianos no siempre están conscientes de todas las necesidades de la iglesia ni están perfectamente informados. Como iglesia, creemos en esto tan fuertemente que hemos escrito en nuestra constitución la norma de que ningún miembro de la iglesia puede hablar públicamente contra un anciano o contra un candidato a diácono a no ser que haya hablado antes con un anciano. La razón para esto NO es que los ancianos tratan de controlar tu voto. Se debe simplemente a que si existe una razón por la que estás en contra de la nominación de esta persona, podría ser una buena razón para que los ancianos reconsideren su decisión.

Por tanto, puedes desempeñar un rol útil al informar a los ancianos. Pero luego deberíamos confiar en lo que ellos decidan hacer con esa información.

Segundo, si no estás de acuerdo con una decisión hecha por el liderazgo, siéntate y habla con ellos para entender su razonamiento. Los ancianos están dispuestos a hacerlo. Ellos ven su cuidado espiritual por la congregación como su máximo deber en la iglesia. Así que, date le oportunidad de ser persuadido por ellos, y abordar el asunto con un espíritu enseñable.

Tal vez te preguntes, ¿qué pasa si me siento intimidado por los ancianos? ¿Cómo puedo participar en esta clase de conversación? Bueno, a la larga, puedes contradecir ese sentimiento conociendo mejor a los líderes. A corto plazo, es probable que de todos modos debas hablar con ellos acerca de tu inquietud, aunque a veces tener una conversación primero con otro líder de la iglesia, como el líder de tu grupo pequeño, puede ser sabio.

Incluso si luego de hablar con los ancianos sigues discrepando acerca de un asunto en esta categoría, está bien. No todos los cristianos pensarán siempre del mismo modo. Puedes confiar en ellos y no discrepar al mismo tiempo. Aquí es donde realmente la teoría se pone a prueba en relación con Hebreos 13:17. Una cosa es obedecer a los ancianos cuando estás entusiasmado y crees que tienen una excelente idea. Otra cosa es sujetarte a ellos cuando no estás de acuerdo con su decisión. En el segundo caso, nos sujetamos porque actuamos en fe. Por fe confiamos en que Cristo nos gobierna por su Palabra y Espíritu y a través de sus líderes.

Y en este punto, solo déjame decir que esto es lo que los ancianos están llamados a hacer cuando discrepan entre sí. Están llamados a someterse a la mayoría de los obispos. Habrá un tiempo en el que cada anciano pertenecerá a la minoría en una votación acerca de un determinado tema. En esas circunstancias, ese anciano está llamado a sujetarse a la mayoría, confiando en que Dios está obrando a través los otros ancianos en la votación. Así que, si uno de los ancianos sale perdiendo en una votación, tiene que dejarlo pasar. No debe buscar apoyo moral luego de la votación ni guardar rencor porque el resto del equipo no compartió su punto de vista. Nuestros ancianos hacen lo mejor para ser un ejemplo de sumisión para la congregación.

Tercero, cuida cómo discutes este asunto con otros. Para los temas en esta categoría de importante, pero incierto, nuestra unidad como iglesia glorificará más a Cristo que el tomar decisiones óptimas. No vayas a espaldas de los ancianos, buscando el apoyo de la congregación, para tratar de derrocar su decisión. No te burles de la decisión de los ancianos al conversar con otros, y corras el riesgo de hacer que sea más difícil para ellos confiar en sus líderes. Y sí hablas acerca de tu posición en una reunión de miembros, hazlo con gracia, bondad y humildad. ¿Cuántas veces hemos escuchado acerca de reuniones de los miembros en las iglesias que terminan en gritos y sentimientos de dolor y enojo?

Finalmente, cuando otros intenten menospreciar al liderazgo al conversar contigo, explícales que deberían hablar con los ancianos directamente si tienen una preocupación. Que hay buenas y malas maneras de criticar esas decisiones.

Ahora, consideremos la última categoría en la matriz donde los asuntos son claros y también importantes. Aquí es donde la congregación se convierte en el respaldo final contra las malas decisiones hechas por los ancianos. Es en estos temas de disciplina y doctrina en los que los apóstoles apelan en el Nuevo Testamento a la iglesia para que actúe. ¿La iglesia en Corinto continuaría aceptando en su comunión a un hombre en grave pecado? ¿Las iglesias de Galacia cambiarían los requisitos del evangelio? Aquí la congregación debe actuar. En este punto, la reputación de Cristo será mejor servida si nos apegamos a la respuesta correcta en lugar de a la unidad visible. Pero incluso aquí las preguntas abundan. ¿Cómo se llevaría a cabo esta acción? ¿Y cómo podemos cumplir nuestro rol bíblico como congregación mientras cuidamos gentilmente la reputación de Cristo entre nosotros y las almas de aquellos con quienes no estamos de acuerdo?

La manera en la que esto sucedería es que la congregación votaría a favor de la moción en cuestión por parte de los ancianos, de nuevo si esa moción es claramente antibíblica. En algunas situaciones, también deberían pedir la renuncia de los ancianos. Pero a lo largo de esto, una iglesia debe tener varias cosas en mente.

Primero, una iglesia no es un lugar para campañas y escrutinios secretos. Si un miembro de la congregación siente que los ancianos están cruzando la línea en temas de disciplina o doctrina, él o ella debe ser franco con los ancianos. Incluso al hablar con otros miembros de la iglesia sobre el mejor curso de acción.

Segundo, si existe un problema en esta categoría en la que los ancianos defienden una posición no bíblica, este es un buen momento para buscar el consejo de líderes piadosos de otras iglesias. Preferiblemente aquellos que conozcan bien a la iglesia y a sus líderes. Simplemente el hecho de que la congregación es la autoridad final en asuntos de disciplina y doctrina, de ninguna manera insinúa que no deberían buscar el consejo piadoso en ninguna otra parte.

Tercero, debemos tener mucho cuidado para proteger el nombre de Cristo en medio de lo que bien puede ser un desacuerdo desgarrador. A veces lees una historia en el periódico de que miembros de una iglesia han contactado medios externos por un desacuerdo en su iglesia, probablemente para reunir apoyo y ejercer presión sobre sus oponentes. Qué espantoso. Qué mundano. El apóstol Pablo arremetió contra la iglesia en Corinto por llevar los desacuerdos entre los miembros de la iglesia ante un tribunal civil. Imagínate cómo habría reaccionado ante la trompeta del desacuerdo de toda una iglesia ante el mundo en general. Sin embargo, lo más importante es pensar en cómo Dios ve estas tácticas. La reputación de Cristo debe dominar nuestras mentes. No debemos tomar medidas ni decir algo, independientemente de las circunstancias, que podría llegar a difamar el nombre de Cristo ante los ojos del mundo que nos rodea. Aún más que la unidad de nuestra iglesia, Cristo debe ser nuestro gozo y nuestro tesoro.

Al ver esta última categoría de desacuerdo, oro para que nuestra iglesia nunca tenga que recorrer un camino tan difícil. Pero si ese día llegara, esperemos de la increíble manera en que nos ha perseverado como cuerpo a través de tres siglos diferentes. Y alegrémonos de que los propósitos de Dios triunfan independientemente de nuestro comportamiento.

4. Conclusión
Cerraré con las palabras de un pastor anciano, Edward Griffin, hablando a su iglesia acerca de su jubilación. Estas son palabras que haríamos bien en prestar atención a todos aquellos que Dios nos ha dado como líderes.

«Por tu propio bien, y por el bien de tus hijos, cuida y respeta a quien has elegido para que sea tu pastor. Él ya te ama; y pronto te amará como ‘hueso de su hueso y carne de su carne’. Será igualmente tu deber y tu interés hacer que su trabajo sea lo más agradable posible para él. No exijas demasiado. No demandes visitas demasiado frecuentes. Si pasara, de esta manera, la mitad del tiempo que algunos exigen, deberá descuidar por completo sus estudios, si no se hunde antes bajo la carga. No le reportes todas las cosas desagradables que puedan decir en su contra; ni insinúes constantemente, en su presencia, oposición. Aunque es un ministro de Cristo, considera que tiene los sentimientos de un hombre». Que así podamos glorificar a Cristo a través del cuidado de nuestros líderes.