Liderazgo

Tu mala eclesiología está afectándonos

Por Mark Collins

Mark Collins es un pastor y plantador de iglesias que ha servido en Asia durante 18 años. Vive allí con su esposa Megan y cinco niños, pero es originario de Fairfax, Virginia.
Artículo
23.05.2018

«¿Qué es una iglesia?»

Fue la pregunta que más temí. Tenía 28 años y había sido promovido de líder de equipo de misiones a director regional. Estaba sentado en nuestra reunión mensual de líderes con otros 10 líderes de equipo presentando más de 80 misioneros a tiempo completo respaldados que servían en la ventana 10/40. Nuestras discusiones estaban supuestas a ser motivadoras y alentadoras, y a veces lo eran. Hablamos acerca de estrategias y el fruto del evangelismo de los discípulos en crecimientos, y el potencial para la multiplicación en el futuro. Pero luego alguien HIZO esa pregunta, o una parecida. ¿Es nuestro objetivo plantar iglesias? ¿Estábamos haciendo eso? Y, oh, a propósito, ¿estamos de acuerdo en lo que es una iglesia? ¿Qué hace que una iglesia sea una iglesia?  

Temí la pregunta porque no sabía la respuesta. Pero, sabía de varias discusiones sin fruto que nadie de los que estaban en el salón sabía la respuesta. No sabíamos cómo definir una iglesia, y mucho menos una que fuera buena y sana. ¿Cuál era la diferencia entre una iglesia y una reunión de 25 estudiantes en un campus universitario? Habíamos tenido muchos de esos. ¿Cuál era la diferencia entre una iglesia y 30 negocios profesionales reunidos para un estudio de la Biblia?

Esto no era simplemente una pregunta académica para nosotros. Por la gracia de Dios, habíamos sido testigos de ver a Dios producir frutos maravillosos a través de nuestra labor. Por tanto, mientras manteníamos esas discusiones sabíamos que había creyentes que se reunirían cada semana. Estas reuniones estaban llenas de personas que habíamos discipulado, muchos de los cuales estaban buscándonos para obtener dirección. Descubrieron rápidamente que no teníamos mucho que ofrecerles.

LA MISMA HISTORIA EN TODAS PARTES

Durante diecinueve años desde mi inicio en el campo misionero, he visto y escuchado la misma historia repetirse en las organizaciones y regiones. Muchas veces los misioneros occidentales no tienen mucho que decir acerca de la iglesia, por lo menos no con una claridad bíblica. Afortunadamente, entre los evangélicos el evangelio generalmente permanece claro, la inerrancia de la Escritura es generalmente afirmada y la importancia de la teología es normalmente reconocida. ¿Pero la iglesia?

Pregúntale a algunos misioneros que conozcas si pueden explicar cómo se relaciona lo que hacen con la plantación de iglesia y obtendrá menos respuestas de lo que esperas. Pregúntales cómo definen ellos la iglesia y como luce una iglesia sana, y obtendrás aún menos respuestas.

La realidad es que cuando envías misioneros, cuando los respaldas y cuando te asocias con otros para que sean enviados, estás exportando una doctrina de la iglesia. A lo largo de los años, he concluido muchas veces que estamos exportando una mala eclesiología.

Y los resultados del campo misionero pueden ser trágicos.

¿CÓMO LLEGAMOS AHÍ?

Probablemente hay muchas cosas que contribuyen al problema. Quiero sugerir tres.

  1.   Enviar iglesias que muchas veces ven las misiones como algo que pueden delegar en otros.

Los líderes tienen suficiente cosas que afrontar en sus propias iglesias, y por eso supervisar y ofrecer recursos misioneros muchas veces va más allá de su capacidad o experiencia.

Ciertamente es verdad que el hecho de que las agencias enviadoras suplan estas necesidades tiene muchas ventajas, pero el problema aquí es que las iglesias frecuentemente subestiman lo que puede hacer una agencia enviadora. Por ejemplo, ningún proceso de explicación puede sustituir la evaluación de los dones y capacidad de una persona a través de su involucramiento regular en la vida de la iglesia local. Este tipo de investigación debería comenzar durante el inicio del proceso y no como una lista de verificación rápida cuando se requiere un formulario de referencia de una iglesia.

  1.   Las agencias enviadoras reciben la contratación externa pero no tienen una doctrina clara de la iglesia.

Las agencias enviadoras son creadas con cierto enfoque ministerial o pueden crear uno sobre la marcha. Algunas deciden enfocarse en el evangelismo en ciertos segmentos de la población, como los estudiantes o los profesionales de negocios. Otros grupos se enfocan en entrenar líderes de cierto programa teológico. Mientras que otras se enfocan en comenzar nuevas iglesias en una región o entre ciertas personas.

Lo que parece extraño en estos escenarios es que la agencia evalúe adecuadamente el «éxito» al considerar la salud a largo plazo de las iglesias que han plantado. Como líder de nivel medio en mi agencia enviadora, recuerdo la lucha de vivir entre la tensión de los objetivos organizacionales medibles (¿cuántos grupos nuevos has comenzado?) y el deseo de que nuestro trabajo tenga una factibilidad a largo plazo. Mis intentos de tener conversaciones acerca de la salud de nuestro trabajo más allá de los números no llegaron muy lejos.

  1.   Los misioneros mismos no sabían lo que estaban buscando.

Dice el dicho, «apunta a la nada y siempre será así». Cada misionero del campo trata de hacer un buen trabajo. Ellos comparten su fe, tratan de discipular a nuevos creyentes, y oran para que Dios bendiga el trabajo. Es un buen comienzo pero no es lo mismo que tener una clara imagen de una iglesia plantada funcionando de manera bíblica y levantando sus propios recursos para el ministerio futuro. Ellos carecen de esta imagen porque no entienden lo que dice la Palabra de Dios acerca de la iglesia local y el papel principal en el cumplimiento de la gran comisión.

¿QUÉ SE PUEDE HACER?

¿Qué puedes hacer como pastor para ayudar a comenzar a exportar una mejor eclesiología?

  1.   Evaluar de manera práctica tu programa de misiones.

¿Es que tú como pastor conoces la calidad de las personas que estás enviando? ¿Sabes lo que realmente están haciendo en el campo? ¿Le has pedido que describan su trabajo de manera detallada? ¿Has hecho que avance de su trabajo sea parte de la vida de oración de tu iglesia? ¿Es que tus líderes y miembros invierten en ver plantadas iglesias sanas a través de tus misioneros?

  1.   Toma el primer viaje misionero de Pablo como ejemplo para las misiones (Hechos 13-14).

Enfócate en la calidad de los misioneros y no en la cantidad. El Espíritu dirige la iglesia de Antioquía a enviar a Pablo y Bernabé, ¡dos de sus mejores (Hechos 13:2)! Busca exhortar a aquellos que ya están ministrando en el contexto de tu iglesia a pensar y orar acerca de las misiones.

Haz que el trabajo de los misioneros sea una parte importante de la vida de tu iglesia. El envío de Pablo y Bernabé implicó un largo tiempo de ayuno y oración de la iglesia (Hechos 13:3). De la misma manera, considera cómo puedes hacer que la oración por tus misioneros sea más consistente en tu propia iglesia. Utiliza tu oración pastoral y reuniones de oración de la iglesia como tiempos para orar regularmente por la labor de los misioneros que respaldas y por la evangelización de personas alrededor del mundo.

Exhorta a tus misioneros a mantener sus ojos en la recompensa de las iglesias plantadas de manera sana. Pablo y Bernabé no solo predicaron o solo discipularon; ellos continuaron visitando y pastoreando hasta que los ancianos fueron nombrados en cada iglesia (Hechos 14:23). Supuestamente esto es lo que la iglesia de Antioquía esperaba que ellos hicieran. Por tanto, pídele a los misioneros prospectos que elaboren un plan ministerial que incluya la plantación de iglesias y el pastorado de esas iglesias hacia la salud.

Invita a misioneros permitidos a hacer un reporte total a la iglesia. Pablo y Bernabé reunieron la iglesia y «refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos» (Hechos 14:27). Durante un permiso reciente fui solicitado por un cuerpo de ancianos de varias iglesias que respaldan, hacer un reporte a ellos. ¡Me encantó! En el fondo los misioneros quieren saber que las iglesias que los respaldan están con ellos en la tarea de levantar iglesias indígenas. También amamos la responsabilidad de saber que necesitamos compartir más que solo algunas fotos con personas locales sonrientes en ellas.

  1.   Considera hacer más con menos.

En última instancia, exportar una mala eclesiología viene de la idea occidental de que más es necesariamente más. Enviamos más obreros y les pedimos más resultados. Medimos nuestro éxito en términos de más profesiones de fe y más iglesias plantadas, sin preguntar por la salud de los «convertidos» o las «iglesias». Pienso que sabemos de manera intrínseca que muchos de los sistemas en funcionamiento buscan la amplitud más que la profundidad, pero no sabemos cómo cambiarlos.

Un simple comienzo podría ser, con el tiempo, cambiar a respaldar menos personas de una mejor manera. Darle más dinero a menos misioneros. Cambiar la dirección de algún dinero para que un anciano visite regularmente su obra. Hacer posible que los misioneros con permiso puedan estar más tiempo con su iglesia. Sobre todo, considerar su obra y no la tuya. Haz que tu objetivo sea no sólo dirigir una iglesia sana sino ver iglesias sanas plantadas en todos los lugares que estás enviando misioneros.

Traducido por Samantha Paz.