Discipulado

Seis principios para el ministerio juvenil

Por Jonathan Leeman

Jonathan (@JonathanLeeman) edita la serie de libros 9Marks, así como el 9Marks Journal. También es autor de varios libros sobre la iglesia. Desde su llamado al ministerio, Jonathan ha obtenido un máster en divinidad por el Southern Seminary y un doctorado en eclesiología por la Universidad de Gales. Vive con su esposa y sus cuatro hijas en Cheverly, Maryland, donde es anciano de la Iglesia Bautista de Cheverly.
Artículo
01.02.2019

«¿Qué hace tu iglesia por los estudiantes de secundaria y preparatoria?». Un pastor amigo recientemente hizo esta pregunta.

No tengo experiencia especial con los jóvenes, y tiendo a pensar que hay cierta medida de flexibilidad programática. ¿Organizas un evento semanal? ¿Para quién? ¿Qué haces? Proyectos especiales o viajes? Lo dejaré para que lo resuelvas.

Pero aquí hay algunos principios bíblicos a los que deberíamos prestar atención sin importar qué, y mi sensación es que muchos grupos juveniles no quieren prestarle atención.

1) Hagas lo que hagas, mantén una línea clara entre la iglesia y el mundo.

Jesús, Pablo, Pedro y el resto insisten en que tracemos líneas claras entre la iglesia y el mundo, ya sea que una persona tenga 14 o 84 años (por ejemplo, Mateo 18: 15-20; 2 Corintios 6:14-7:1; 1 Pedro 2: 9-12). Muy poco moderno! Pero como Dios estaba profundamente preocupado por quién se identificaba con su nombre en el Antiguo Testamento, a Jesús le preocupa que se identifique públicamente con su nombre en el Nuevo (por ejemplo, Ezequiel 36: 20-27, 36; Mateo 18:20 ; 28:19; ver 1 Corintios 5:4).

La tentación del ministerio juvenil, si puedo acuñar una palabra, es simplificar esta línea. Ya sabes, tienes una mezcla de chicos de la iglesia y chicos sin iglesia. Algunos dicen ser cristianos; algunos no. Pero ¿quién puede decir, realmente la verdad?

Bueno, ese es el punto, por eso algunas iglesias prefieren no bautizar a los adolescentes, un curso de acción que podría considerar. Esté o no de acuerdo con esta postura, asegúrate que tus palabras, programas y métodos ayuden a los jóvenes a comprender que: «existe la iglesia y existe el mundo. Y punto». Amas a tus hijos adolescentes al ayudarlos a comprender que la decisión más importante que tomarán es decidir en qué lado estarán parados. ¿Con quién estás?

Así que, no trates el ministerio juvenil como un ala separada de la iglesia donde las reglas, expectativas e identidades normales de la membresía de la iglesia no se aplican.  En cambio…

2) Si bautizas a los adolescentes, trátalos como adultos.

De nuevo, no estoy recomendando que bautices a los adolescentes. No estoy seguro de que deberías hacerlo. Pero si lo haces — y sé que muchos de ustedes lo hacen— deben tratarlos como cristianos adultos. Ellos han sido bautizados en el nombre de la familia (Mateo 28:19). Por lo tanto, son responsables, junto con toda la iglesia, del nombre de la familia (Mateo 18:20, 1 Co. 5: 4-5). Son parte del cuerpo y; por lo tanto, deben sentirse atraídos por el cuidado del cuerpo (1 Corintios 12: 21-26, véase 2 Corintios 2: 6).

Ellos deberían tener un voto en las reuniones de los miembros. Deberían estar sujetos a la disciplina de la iglesia si quedan atrapados en la escena de la fiesta en la escuela secundaria y comienzan a vivir en pecado sin arrepentimiento. Se les debería requerir que asistan a la reunión principal de la iglesia, y pedirles que oren por la iglesia. Se les debería pedir que concilien cualquier relación quebrantada antes de tomar la Cena del Señor. Necesitan estar bajo la supervisión de un anciano, etc.

Después de todo, insistir en la plena responsabilidad de los adultos de la membresía es insistir en las responsabilidades básicas de ser   un cristiano.   Jesús quiere que todas   sus ovejas cuiden el nombre de la familia, cuidarse unos a otros, edificarse mutuamente en el amor y ser pacificadores. No querrás enseñarle a los jóvenes lo contrario si practicas lo contrario.

Bautizar a un adolescente como miembro de la iglesia significa darle a la iglesia un tipo de autoridad sobre la profesión de fe del joven que el padre no posee. Los ancianos de la iglesia, sin duda, siempre deberían involucrar a los padres para ministrarle a él o ella. Pero en el análisis final, los padres deben ceder a la iglesia cuando se trata de la inclusión o exclusión de la iglesia por parte de sus hijos bautizados. La iglesia posee la autoridad de las llaves, no el padre (Mateo 16: 18-19).

¿Debería todo esto hacer que disminuyas la velocidad antes de bautizar? ¡Sí!

3) Bautizados o no, intégralos dentro de la vida cronológicamente rica de la iglesia.

Las empresas y los medios occidentales gastan miles de millones de dólares cada año en marketing para jóvenes y los capacitan para ser consumidores: «Oigan chicos, pueden obtener lo que quieren en sus términos de inmediato». Por eso, los jóvenes de hoy no se presentan en la iglesia esperando vivir en un mundo adulto, como lo hubieran hecho hace 100 años. Esperan pasar el rato con un grupo de personas que son como ellos, sus pares.

Te animo a que seas muy precavido al jugar con estos instintos en tu programación juvenil, ya que el consumismo funciona en contra de la madurez del altruismo. Pero hagas lo que hagas, date cuenta de que  haciendo discípulos genuinos   funciona mejor atrayendo a los jóvenes a la vida cronológicamente rica de la iglesia. De nuevo, necesitan ver todo el cuerpo en acción para saber qué es lo que realmente representa el cristianismo. Necesitan ver al discipulado más viejo al más joven, y al joven aprender del mayor (por ejemplo, 1 Timoteo 5: 1, Tito 2: 2-6, 1 Pedro 5: 5).

El camino del cristianismo es el camino de la unidad entre los santos viejos y jóvenes en el cuerpo, y si quieres que nuestros jóvenes lo sigan, muéstrales el camino.

4) Equipar a los padres para ministrar a sus jóvenes.

La Biblia ordena a los padres, no a los maestros de jóvenes, a entrenar a sus hijos de la manera en que deberían andar (por ejemplo, Efesios 4:11, 6:4). No estoy diciendo que deberíamos deshacernos de los líderes de jóvenes. Estoy diciendo, coordinadores de jóvenes, asegúrense que su trabajo y programación no brinden a los padres cristianos una excusa para desobedecer a la Biblia, sino que faciliten el trabajo de los padres para obedecer la Biblia.

5) Aproveche la oportunidad evangelística de este periodo.

Como anciano de la iglesia, leo cada solicitud de membresía y, por lo tanto, cada testimonio de personas que se unen a nuestra iglesia (¡Qué alegría es para mi alma!). Lo que llama la atención es la cantidad de gente que llegó a la fe en la escuela preparatoria o secundaria, tanto de hogares cristianos como no cristianos. Esta es una temporada oportuna para compartir el evangelio con las personas.

¿Qué aspecto tiene esto programáticamente? No lo sé. ¡Pero haz algo!

6) Hagas lo que hagas programáticamente en los puntos 1 a 5, no permitas que tus planes humanos interfieran con estos objetivos bíblicos. Facilítalos.

Asegúrate de que las estructuras o grupos que tienen instalados no funcionen en contra de la participación de sus jóvenes en la vida de la congregación, o desdibuje la línea entre la iglesia y el mundo. Quieres que sean discipulados por miembros mayores, no sólo por sus propios compañeros.

No estoy seguro de cómo todo esto funciona programáticamente (¿Ya dije esto?), pero mi sensación es que podría haber algo de espacio para limpiar la pizarra con una lluvia de ideas aquí. ¿Por qué crees que tantos padres ven a sus jóvenes «cristianos» irse a la universidad y luego abandonar la fe? Mi suposición es que, en muchas circunstancias, hubo dos fallas: un fracaso en el discipulado y una falta de sabiduría en los asuntos estructurales del bautismo, la membresía y la disciplina.

Entonces, ¿cómo trazas cuidadosamente la línea entre la iglesia y el mundo con sus jóvenes congregados y  ayudarlos a ser evangelizadores? ¡Escuchemos algunas propuestas!