| Journal - El Evangelio

Saturado del evangelio: una característica de un creyente sano

Por Thabiti Anyabwile

Thabiti Anyabwile es el pastor principal de First Baptist Church of Grand Cayman, Islas Caimán y el autor de Miembro saludable de la iglesia, ¿Qué significa?
Artículo
03.10.2017

La mayor necesidad en el mundo de hoy es el evangelio. Es la mayor necesidad del mundo porque hombres, mujeres y niños se están perdiendo sin un conocimiento vital de Dios a través de Jesucristo. 

La mayor necesidad en la iglesia de hoy es el evangelio. El evangelio no es solo una noticia para un mundo perecedero, es el mensaje que forma, sostiene y anima a la iglesia. Aparte del evangelio, la iglesia no tiene nada que decir, nada que decir que no pueda ser dicho por alguna otra agencia humana. El evangelio distingue a la iglesia del mundo, define su mensaje y misión en el mundo, y acciona a su pueblo contra los dardos ardientes del maligno y las falsas seducciones del pecado. El evangelio es absolutamente vital para una iglesia cristiana, y cristiana vibrante, alegre, perseverante, esperanzada y saludable. Tan esencial es el evangelio en la vida cristiana que tenemos que estar saturados en él con el fin de ser miembros de una iglesia sana.  

¿Cómo, entonces, uno se sumerge en el evangelio? ¿Qué camino podría conducir a una mayor salud espiritual? 

  1. Conoce el evangelio.

El primer punto en la agenda es conocer el evangelio. Esto parece una declaración tan obvia que decirlo puede sentirse tonto. Pero, de hecho, muchos cristianos profesantes y creyentes poseen una comprensión superficial del evangelio como resultado de años de escuchar breves «presentaciones del evangelio» clavadas al final de los sermones. Aún otros que conocen el mensaje de Cristo se encuentran incómodos e incapaces de compartir claramente las buenas nuevas con la familia y los amigos. Tomar medidas para estar seguros de que conocemos el evangelio con cierta claridad y profundidad, entonces, es un primer paso necesario.  

Es útil descartar algunas ideas frecuentemente presentadas como el evangelio. El evangelio no es simplemente que (i) estamos bien, (ii) Dios es amor, (iii) Jesús quiere ser nuestros amigos; O que (iv) debemos vivir bien.14 Tampoco es el evangelio simplemente la noticia de que todos nuestros problemas serán arreglados si seguimos a Jesús o que Dios quiere que seas sano, rico y sabio. Todas estas ideas pueden ser verdaderas en cierto sentido, pero solo en un sentido parcial y nunca como una afirmación suficiente de lo que es el evangelio. 

El evangelio de Jesucristo es literalmente «buenas noticias». Como noticias, contiene declaraciones de hechos y verdades derivadas de esos hechos. Como buena noticia mantiene la esperanza fundada en las promesas de Dios y basada en los hechos históricos y verdades que reivindican esas promesas. 

El evangelio o las buenas nuevas de Jesucristo es que Dios el Padre, que es santo y justo en todos sus caminos, se enoja con los pecadores y castiga el pecado. El hombre, que desobedece al gobierno de Dios, está alejado del amor de Dios y en peligro de una condena eterna y agonizante a manos de Dios. Pero Dios, que también es rico en misericordia, por su gran amor, envió a su Hijo eterno, nacido de la virgen María, para que muriera como rescate y sustituyera los pecados de los rebeldes. Y ahora, a través de la obediencia perfecta del Hijo de Dios y de su muerte voluntaria en la cruz como pago por nuestros pecados, todos los que se arrepienten y creen en Jesucristo, siguiéndolo como Salvador y Señor, serán salvos de la ira venidera de Dios, declarados justos a su vista, tienen vida eterna y reciben el Espíritu de Dios como un anticipo de las glorias del cielo con Dios mismo. 

Es este mensaje —declarado brevemente aquí— que debemos absorber y deleitarnos si queremos ser miembros sanos de la iglesia. 

  1. Desea escuchar el evangelio / predicarte el evangelio a ti mismo.

Y ahora, debemos cultivar y proteger un deseo voraz por este mensaje. Regularmente, al oír y sondar las profundidades del evangelio aumenta nuestro conocimiento del mensaje, afecto por el Salvador y nuestra habilidad de compartir el mensaje. 

Por lo tanto, debemos escuchar activamente las implicaciones del evangelio y el evangelio en los sermones. No apagues tus oídos cuando el pastor comienza a apelar a los no cristianos con el mensaje del evangelio. Escúchalo de nuevo. Reafirma tu creencia en su verdad, promesas y poder en tu vida. Aprópialo para aplicarlo a cualquier pecado que se te haga consciente durante el sermón o a través de un auto-examen. Mira tus pecados clavados en la cruz cuando oigas las buenas noticias. Considera si hay nuevas promesas o aspectos del evangelio incluidos en el sermón. ¿Cómo te aferrarás a esas verdades? 

Escucha tan activamente y con un anhelo tan profundo esta noticia de tal manera que te sientas pobre y malnutrido cuando está ausente en un sermón. Y cuando te encuentres insatisfecho o sin anhelo, predícate el evangelio a ti mismo. Es un mensaje que viene a ti y para ti. Te pertenece. En lugar de simplemente escuchar a los demás, o escuchar la voz que te llena de dudas, preocupaciones y temores, escucha la voz de Dios en el evangelio proclamándola a ti mismo cuando llegue la necesidad. C. J. Mahaney, en su excelente y útil libro La vida cruzcéntrica: lo principal de mantener el evangelio, sugiere que junto con otros santos debemos memorizar el evangelio, orar el evangelio, cantar el evangelio, hacer una revisión de cómo el evangelio nos ha cambiado y estudiar el evangelio. 

  1. Lleva el evangelio a su conclusión.

Al reflexionar sobre los acontecimientos y las promesas del evangelio, lleva todo a la conclusión del evangelio. John Piper nos recuerda que Dios es el evangelio, que el evangelio es un mensaje acerca de que Dios se entrega a nosotros en amor.  

Si los acontecimientos del evangelio de Viernes Santo y Domingo de Resurrección y las promesas del evangelio de la justificación y la vida eterna no te conducen a contemplar y abrazar a Dios mismo como tu mayor alegría, no has abrazado el evangelio de Dios. Has abrazado algunos de sus regalos. Te has regocijado por algunas de sus recompensas. Te has maravillado de algunos de sus milagros. Pero aún no has comprendido por qué vinieron estos dones, recompensas y milagros. Ellos vinieron por una gran razón: para que contemples para siempre la gloria de Dios en Cristo, y para que al hacerlo te conviertas en la clase de persona que se deleita en Dios por encima de todas las cosas, y al deleitarte despliegues su suprema belleza y valor con un brillo y gozo mayor para siempre.15 

  1. Ordena tu vida alrededor del evangelio.

Como miembros de la iglesia, nuestro objetivo es entender el evangelio tan profundamente, tan íntimamente que influya y estimule cada área de nuestras vidas. Nuestra meta debería ser escapar de la falacia que dice (en práctica o efecto) que el evangelio estaba destinado a ser predicado hasta que llegó a mí y luego embotellado hasta que Jesús venga. Queremos que el evangelio sea central en nuestra comunicación con los demás, que sea fundamental en la manera en que animamos y corregimos a otros, fundamental en las decisiones individuales al escoger una profesión o relación, central para las decisiones que la iglesia toma corporativamente y central para todos nuestros hábitos de vida. Queremos que el evangelio, el Dios del evangelio, tenga prioridad en cada área de la vida. 

Los miembros de la iglesia saturados de evangelio deben considerar cualquier número de estrategias para organizar sus vidas alrededor de las buenas nuevas de Jesucristo:  

  • Frecuentar intencionalmente las mismas tiendas (almacenes, restaurantes, etc.) con el objetivo de establecer relaciones y familiaridad con el personal de la tienda, esperando tener conversaciones sobre el evangelio. 
  • Usar las vacaciones para participar en viajes misioneros a corto plazo.  
  • Servir como voluntarios en organizaciones comunitarias para influenciar con el evangelio. 
  • Organizar en casa discusiones sobre religión y filosofía.  
  • Invitar a los vecinos a cenar o a fiestas para hablar con ellos acerca de Cristo. 
  • Organizar estudios bíblicos en el lugar de trabajo.  
  • Unirse a clubes en el vecindario (clubes de jardinería, clubes de ciclismo, etc.) para construir relaciones y promover nuevas oportunidades para compartir el evangelio. 
  • Invitar a amigos a la iglesia y a eventos especiales donde el evangelio seguramente será el centro de todo.  

Queremos reconocer que no hay riesgo en compartir el evangelio, solo la recompensa de la fidelidad. Queremos estar listos con las palabras de la vida. 

  1. Comparte el evangelio con otros.

A veces parece como si algunos cristianos creen que el evangelio estaba destinado a ser predicado ampliamente hasta que llegó a ellos, y luego ser almacenado en la bóveda de su historia personal lejos de todos los demás. Algunos suponen que simplemente compartir su testimonio o vivir una buena vida cristiana les hace testigos tan efectivos como aquellos que hacen evangelismo. No hay duda de que tal vida da cierto testimonio. Pero ¿es un testimonio de la cruz de Jesucristo? ¿«Testificar» dando el testimonio personal y mostrando una buena vida apunta suficientemente a la cruz y al Salvador? 

En demasiados casos, tales intentos solo dejan una vaga impresión de religiosidad, no una brillante exhibición de las glorias de Dios en la redención de los pecadores a través del sacrificio de su Hijo. Si queremos contribuir a la salud de nuestras congregaciones locales, debemos estar comprometidos no solo a abrazar el evangelio para nosotros, sino también enviarlo a otros. Debemos hacer el trabajo de un evangelista. Con urgencia y amor, debemos decir a los no cristianos entre nosotros que se arrepientan de sus pecados y crean en Jesucristo. Debemos decirles que volver sus rostros a Dios no resulta en una vida fácil, pero vale la pena. El perdón y la satisfacción que sus almas anhelan se encuentran solo en la persona de Jesucristo. 

Tenemos la oportunidad de potenciar el trabajo de nuestros pastores plantando y regando las semillas del evangelio, incluso mientras él planta y riega a través de su ministerio desde púlpito. Podemos saludar y hablar con los visitantes de nuestras iglesias e invitar a nuestra familia no cristiana y amigos. Debemos usar la ocasión de su visita para discutir cosas espirituales, particularmente su comprensión y aceptación o rechazo de las buenas nuevas. Podemos reunirnos con otros cristianos específicamente para planear y orar por oportunidades evangelísticas. Una vida saturada del evangelio es una vida que salpica a los demás con las buenas nuevas. Una iglesia sana se construye, en parte, con miembros sanos y motivados por el evangelio. 

  1. Guarda el evangelio.

Finalmente, un miembro sano de una iglesia toma seriamente la responsabilidad de guardar el evangelio de la corrupción y el abandono. El Nuevo Testamento parece asignar esta responsabilidad en última instancia a la congregación y no solo a los pastores. Cuando la iglesia en Galacia fue inestable por los falsos maestros que buscaban agregar la circuncisión a las demandas del evangelio, el apóstol Pablo no escribe a los pastores y ancianos sino a las mismas iglesias. Él se dirige a los miembros y los llama a guardar el evangelio que les había predicado. Su instrucción es fuerte: «Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema. Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguno os anuncia un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema» (Gá. 1:8-9). 

Todos los miembros de la iglesia cristiana deben ser cuidadosos con respecto a lo que ellos abrigan en la predicación del evangelio. El apóstol Juan advierte a sus lectores que «si alguno viene a vosotros y no trae esta enseñanza, no lo recibáis en casa, ni lo saludéis, pues el que lo saluda participa en sus malas obras» (2 Jn. 10-11). Pedro recuerda a sus lectores que aquellos que siguen los caminos vergonzosos de los falsos maestros son culpables de que el camino de la verdad sea «blasfemado» (2 P. 2:2). Por lo tanto, es comprensible, entonces, que Judas exhorte a su audiencia a contender «ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos» (Jud. 3). La iglesia sana y los miembros sanos combaten y luchan por el evangelio apostólico entregado y preservado en las páginas de la Escritura. Ellos hacen todo por protegerlo. Y sin aceptar esa responsabilidad y ser vigilantes en la comprensión, aplicación y preservación del evangelio, dejamos que sea corrompido, abusado y abandonado por maestros sin escrúpulos y las fuerzas del maligno. 

 

Conclusión 

En el evangelio de Jesucristo, Dios se ofrece a sí mismo por los pecadores y a los pecadores. Es el evangelio el que nos hace conscientes del amor de Dios, de nuestra depravación, necesidad de redención y de la posibilidad de gozo eterno por medio de adorar a Dios. Es este mismo evangelio, y una comprensión saludable de él, que crea salud y fuerza en los miembros de la iglesia cristiana. ¡Saturémonos en él! 

 

Este artículo fue traducido por Renso Bello.