Artículos

Por qué y cómo comenzamos un servicio dominical vespertino

Por Matthew Fletcher

Matthew Fletcher es el pastor principal de Webster Bible Church en Webster, Nueva York.
Artículo
24.12.2019

El primer domingo de 2019, nuestra iglesia comenzó un servicio dominical vespertino. En realidad, es más exacto decir que lo «resucitamos». Como muchas iglesias, nuestro servicio de los domingos por la tarde murió de muerte lenta años atrás. El funeral terminó cuando me convertí en pastor. Durante los siguientes años, la mayoría de nosotros nos contentamos con mantenerlo enterrado.

Mentiría si dijera que no disfruto tener la segunda mitad de mis domingos libres. Disfruté la oportunidad de relajarme con mi familia antes de comenzar otra semana de ministerio.

Pero con el tiempo me preocupé cada vez más por nuestra falta de oración corporativa como iglesia. Además, un número cada vez mayor de nosotros queríamos tiempo adicional para el compañerismo en un formato menos formal y más interactivo en aras del estímulo mutuo, algo que todos podríamos hacer juntos como familia de la iglesia, no solo en grupos pequeños.

Esta exhortación de los hebreos pesaba cada vez más en mi corazón:

«Mantengamos firmes, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerándonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbres, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca» (Hebreos10: 23–25).

Las Escrituras dicen que nosotros, como creyentes, debemos reunirnos para animarnos unos a otros «tanto más», no menos, a medida que «veis[vemos] que aquel día se acerca». Estamos casi 2.000 años alejados de la redacción de esta exhortación y, por lo tanto, tanto más cerca hasta el tiempo del regreso de nuestro Señor. Si esta apelación fue aplicable a los creyentes en el primer siglo, entonces, ¿cuánto más es aplicable a nosotros?

QUÉ FUE LO NUEVO

Entonces, el primer domingo de 2019, resucitamos nuestra reunión del domingo por la tarde. Le dimos un nuevo nombre y ubicación. Lo limitamos a una hora e incorporamos cuatro componentes: canto congregacional, testimonios personales, oración corporativa y exhortación bíblica. Permítanme abordar cada uno de estos elementos brevemente.

Nombre nuevo: Lo llamamos Koinonia, una palabra griega que significa «compañerismo» que aparece primero en Hechos 2:42 y ocurre 20 veces en el Nuevo Testamento. Queríamos enfatizar nuestro compromiso mutuo con esta reunión centrada en el Evangelio. No estábamos aquí para ser espectadores, sino para participar.

Nueva ubicación: Elegimos un salón el cual era lo suficientemente grande como para acomodarnos a todos, pero no tan grande como para minimizarnos y dividirnos (es decir, nuestro santuario). Esto nos mantuvo a todos sentados juntos en un salón lleno, creando así un sentido de unidad.

Una hora: Cumplir 60 minutos nos ayudó a aprovechar al máximo nuestro tiempo. Deliberadamente elegimos reunirnos de 5 a 6 p.m. para que los miembros que son de edad avanzada a quienes no les gustaba conducir después del anochecer aún pudieran participar. Esto también alentó a los miembros a almorzar y regresar para nuestra reunión de Koinonia. Además, los padres de niños pequeños no tenían que preocuparse por mantener a sus hijos despiertos más allá de su hora de acostarse, y la gente todavía tenía la mejor parte de su noche para relajarse antes de comenzar otra semana laboral o la escuela.

CUATRO COMPONENTES

(1) Canto congregacional: además de cantar algunos de nuestros himnos favoritos, pudimos presentar nuevas canciones para que un grupo central de nuestros miembros ya las conociera cuando comencemos a cantarlas en nuestro servicio dominical de la mañana.

(2) Testimonios personales: la mayoría de nuestros testimonios se centraron en ciertos atributos de Dios u oportunidades para compartir el Evangelio. Con respecto a esto último, oramos en el acto por las personas que habían sido evangelizadas y por aquellos que les estaban testificando a ellos. Esto ayudó a promover y mantener el fervor evangelístico entre nuestros miembros.

(3) Oración corporativa: en lugar de orar simplemente por las necesidades del otro (que ciertamente tiene su momento) como lo hacemos en grupos pequeños y otros entornos, nos dedicamos a orar como un cuerpo sobre un tema a la vez. Cada semana, establecí una lista de solicitudes específicas agrupadas en torno a cuatro áreas principales: la persona de Dios (sus atributos gloriosos), el pueblo de Dios (unidad, santidad, etc.), el gobierno (federal, estatal, local) y la Gran Comisión (discipulado personal y evangelismo, plantación de iglesias entre los no alcanzados, etc.).

(4) Exhortación bíblica: esto es una breve descripción de las Escrituras (10–15 minutos) en lugar de una larga exposición (que tenemos en varios otros lugares). Esto proporciona un entorno maravilloso para dar a otros hombres en la iglesia la oportunidad de «probar sus alas» en la enseñanza, al entregar una palabra de exhortación a la iglesia. Esto edifica la iglesia mientras se entrena a «hombres fieles que podrán enseñar también a otros» (2 Tim. 2: 2).

Hace un par de años, en la Conferencia Nacional 2017 de Ligonier, alguien en la audiencia preguntó: «¿Hay una orden bíblica para el culto del domingo al atardecer?». Uno de los panelistas, Robert Godfrey, comentó que una pregunta similar se planteó hace 400 años en el Sínodo de Dort (una reunión internacional de pastores y teólogos calvinistas). En esa ocasión se les preguntó: «¿Qué debemos hacer si nadie quiere asistir al segundo servicio?». Ellos respondieron diciendo que el segundo servicio debería celebrarse incluso si solo asistía la familia del predicador [1].

¡Afortunadamente, los miembros de mi familia no son los únicos que aparecen el domingo por la tarde! Hasta ahora tenemos un promedio de 40 a 50. Esto representa aproximadamente el 20-25% de nuestros miembros. Entonces, si bien hay mucho espacio para el crecimiento, ya tenemos un grupo sólido que constantemente disfruta de los beneficios de reunirse entre ellos «tanto más».

Tristemente, para muchos cristianos, el Día del Señor se ha convertido en la hora del Señor. Si bien las Escrituras no exigen un segundo servicio el domingo, debemos preguntarnos: «¿Cómo podemos usar mejor nuestro tiempo en el Día del Señor?». Iniciar y terminar el día adorando con la familia de nuestra iglesia es ciertamente provechoso para nosotros y agradable para nuestro Señor.


Traducido por Renso Bello.