Clases esenciales: Paternidad

Paternidad – Clase 7: Disciplina Correctiva

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
23.11.2018

  Descargar Manuscrito en formato Word
  Descargar Folleto del Alumno en formato Word

 

Clase esencial
Paternidad
Clase 7: Disciplina Correctiva


La vara de la corrección

El pastor cristiano Tedd Tripp, y su familia recibieron en su hogar a su amigo Nick luego de la iglesia un domingo, y la novia de Nick, Angela, también estuvo. Durante la comida, uno de los niños de Tedd desobedeció, por lo que fue llevado a una habitación privada en la parte superior para ser disciplinado. Angela preguntó qué iba a hacer Tedd. «Probablemente darle una nalgada», contestó la esposa de Tedd con naturalidad. Y ciertamente, en ese momento, se escuchó un grito desde el piso de arriba.

Angela huyó de la casa, extremadamente agitada.

Angela no está sola. Algunos de nosotros podemos estremecernos ante la idea de que los padres den nalgadas a sus hijos.

Quizá algunos de nosotros nos hayamos embarcado en la paternidad, convencidos de que la Biblia enseña la «vara» de la corrección, pero no hemos sabido cómo emplearla, o nos hemos vuelto temerosos y terminamos desistiendo. Otros continuamos haciéndolo, pero tenemos dudas persistentes.

Recibimos poco refuerzo en la cultura. George Holden, profesor de psicología en la Universidad Metodista del Sur, ayudó a fundar la «Alianza de los Estados Unidos para Acabar con la Violencia Infantil», que tiene como objetivo eliminar el castigo corporal en los Estados Unidos en todos los contextos. Él dice: «Las nalgadas son un eufemismo», afirma, «hacen que parezca que golpear es una parte normal en la crianza de los hijos».

Hace algunos años, Murray Straus, profesor de sociología y codirector del Laboratorio de Investigación Familiar de la Universidad de New Hampshire, dijo al diario Concord Monitor de New Hampshire (28/02/08): «En este momento, en Concord, puedes apostar que hay un padre frustrado y enojado golpeando a un niño contra una pared. La mayoría de esos niños van a rebotar, ilesos. Pero uno… tendrá una conmoción cerebral. Entonces será abuso infantil».

Estudios previos han demostrado que el 90% de los padres «golpean a sus niños pequeños», estadística que se ha mantenido durante los 30 años que Straus ha investigado el castigo corporal.

Así que las palabras y sus definiciones importan: «herida»… «golpeando a un niño contra una pared»… «golpean a sus hijos pequeños».

Cuando se trata de términos como éste, estamos de acuerdo con el profesor Straus, en que, como le dijo al reportero, le gustaría ver una «disminución en el uso del castigo corporal», si estamos hablando de violencia física, como golpear o pegar. Eso es abuso infantil, y tememos por el que un día rendirá cuentas ante Dios algún día por tales actos atroces. Odiamos esa clase de comportamiento, denunciamos esa conducta; y te exhortamos delante Dios a NUNCA hacer tales cosas. Por favor, no asocies esta clase de comportamiento con el cristianismo fiel y la paternidad bíblica.

Pero en esta clase intentaremos definir una forma bíblica –y, por tanto, buena– de la disciplina correctiva. Recuerda que hasta ahora en el seminario, nos hemos esforzado por destacar la importancia del corazón. Deseamos reflejar a Dios en nuestra paternidad, y a Dios le importa el corazón. Si solo trabajamos en corregir la conducta, perderemos lo que más le importa a Dios: la actitud del corazón. Y en consecuencia corremos el riesgo de distorsionar el evangelio.

Entonces, nos involucramos en la disciplina formativa: guiamos a nuestras familias en adoración, nos involucramos en muchas formas distintas de comunicación para llegar a los corazones de nuestros hijos. Nuestra meta en las edades de 1 a 5 años, es enseñarles a nuestros hijos a ser personas bajo autoridad; y en las edades de 6 a 12 años, enseñarles un carácter piadoso. Y al hacerlo, nuestro objetivo es llegar a sus corazones y llevarlos a Cristo, su verdadera autoridad, y al Espíritu Santo quien puede darles caracteres completamente nuevos.

Pero como vimos la semana pasada, nada de esto insinúa que a Dios no le importa la conducta, o que no deberíamos abordar el comportamiento de nuestros hijos. Y el tema de hoy, la disciplina correctiva bíblica, aborda directamente la conducta, mientras sigue sirviendo a nuestra meta de entrenar al corazón. Ahora bien, verás, tenemos el contexto apropiado para abordar la conducta: tenemos padres amorosos que buscan reflejar a Dios y que están más preocupados por los corazones de sus hijos.

Este contexto es extremadamente importante. Tomar la instrucción de Dios de corregir la conducta fuera de este contexto es una manera fácil de caer en la manipulación grosera o en el abuso egoísta y lleno de enojo. Para ayudarnos a pensar más bíblicamente, consideraremos tres nociones clave, y luego algunas preguntas comunes.

  1. La naturaleza de nuestros hijos demuestra su necesidad de la vara y la sabiduría que ésta imparte.

Para entender el plan de Dios, necesitamos escuchar qué dice Dios acerca de la naturaleza de nuestros hijos. Si los hijos nacen ética y moralmente buenos o incuso neutrales (como el mundo afirma), entonces no necesitan corrección; necesitan dirección. No necesitan disciplina, necesitan instrucción.

Pero, ¿es su problema más básico la falta de información? ¿Desaparecen todos los problemas una vez que reciben suficiente educación? ¡Por supuesto que no!

Los hijos no nacen siendo moral y éticamente buenos o neutrales. La Biblia enseña que el corazón es «engañoso y perverso» (Jeremías 17:9). El problema de nuestros hijos no es principalmente un déficit de información. Su problema es que son pecadores.

La «vara» como se le llama en las Escrituras, funciona en este contexto. Se emplea para suplir las necesidades dentro del hijo. Estas no pueden ser satisfechas con una simple charla. Proverbios 22:15 dice: «La necedad está ligada en el corazón del muchacho; más la vara de la corrección la alejará de él». (¿Qué haces con eso? ¿Redefinirlo? ¿Rechazarlo? ¿Ignorarlo?).

Cuando este pasaje habla de la «necedad», no se refiere a simples niñerías. Los niños derraman la leche. Desarman las cosas sin saber que pueden romperse. Pasan por encima de los dedos de los pies de mamá sin saber cuán grande es realmente el triciclo. No disciplinamos por niñerías.

En cambio, Proverbios relaciona la necedad o la estupidez con la persona que no tiene temor de Dios. El necio no escucha la reprimenda. No se somete a la autoridad. Se burla de Dios y le falta sabiduría (el temor del Señor). «Dice el necio en su corazón: No hay Dios» (Salmo 14:1). El necio vive de la inmediatez de sus placeres, deseos, expectativas, esperanzas y miedos.

Entiende: Es un asunto de autoridad. ¿Vivirá el hijo bajo la autoridad de Dios y, por tanto, bajo la autoridad de sus padres, o bajo su propia autoridad, impulsada por sus deseos y pasiones?

Para aquellos de ustedes que no tienen hijos, confíen en que esta declaración es verdadera: los hijos, en su estado natural, tienen corazones necios. Se resisten a la corrección. Permite que esta actitud se arraigue y crezca en sus años de adolescencia y tendrás a un hijo que actué como niño en el cuerpo de un adulto que no se someterá a nadie, a ninguna regla, a ninguna autoridad ni a Dios sin su intervención salvadora y enseñanzas de la Escritura.

  1. La vara es una herramienta clave para eliminar la necedad.

Bíblicamente hablando, Dios ha ordenado la vara de la disciplina para esta condición. La disciplina bíblica expulsa la necedad del corazón de un hijo. El hijo joven que se niega a someterse a la autoridad se encuentra en lugar de grave peligro. Recuerda: «Dice el necio en su corazón: No hay Dios» (Salmo 14:1).

Ahora considera esto: Proverbios 23:13-14 dice: «No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol». El alma de tu hijo está en peligro de muerte, muerte espiritual. Tu deber es rescatar a tus hijos de la muerte. El uso fiel, oportuno y controlado de la disciplina correctiva es una herramienta de rescate ordenada por Dios.

Este rescate no sucederá meramente con la educación y no ocurrirá naturalmente si simplemente te dedicas a esperar. Los padres a menudo preguntan: ¿Acaso no todos los hijos eventualmente aprenden a obedecer? No, lo dice nuestra experiencia y lo dice Proverbios: «La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre. Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma» (Pr. 29:15,17).

No obstante, es de vital importancia que recordemos que el contexto importa. El uso de la vara NO es para que un padre harto descargue su ira sobre un niño pequeño e indefenso. ¡Así no es como queremos reflejar a Dios en las vidas de nuestros hijos!

Más bien, el uso de la vara significa que un padre fiel reconoce humildemente el peligroso estado de su hijo y emplea amorosamente el remedio dado por Dios. El problema NO es la insistencia de los padres en ser obedecidos, eso estaría más cerca del autoritarismo.

El problema es la necesidad del hijo de ser rescatado de la muerte, la muerte que resulta de la rebelión que queda sin respuesta en el corazón.

Pero, ¿cómo rescata la vara? Proverbios 29:15 dice: «La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre». Da sabiduría.

El hijo que no se somete a la autoridad de sus padres actúa neciamente. Está rechazando la jurisdicción de Dios. Desea vivir su vida para la satisfacción inmediata de sus placeres y deseos. Escoge su propio gobierno despreciando el gobierno de Dios, y la Escritura deja en claro que esto conduce a la muerte. Ese es el peso de la necedad.

La vara de la corrección da sabiduría al hijo al: (1) proveer una demostración inmediata y tangible de la necedad de la rebelión; y (2) al impartir en el hijo un temor apropiado por el castigo. La disciplina bíblica con vara ejercida correctamente enseña al hijo que la rebelión solo produce problemas y humilla el corazón de un hijo, trayéndolo de vuelta bajo la instrucción de sus padres.

Hebreos 12:11 señala: «Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados». Hay sabiduría aquí; pero, definamos «la vara» un poco más concretamente.

La vara es un padre, que por su fe en Dios y por fidelidad hacia sus hijos asume la responsabilidad de un uso cuidadoso, oportuno, moderado y controlado del castigo físico para recalcar la importancia de obedecer a Dios, y así rescatar al hijo para que no continúe en su necedad hasta morir. Veamos la definición paso a paso.

Un ejercicio parental

La Biblia NO concede el uso de la vara a todos los adultos. En las Escrituras, siempre aparece en el contexto de una relación entre padres e hijos porque la disciplina bíblica está siempre en el contexto del amor.

Un acto de fe

Dios ha ordenado el uso de la vara. El padre obedece, no porque entiende perfectamente cómo funciona, o porque se siente perfectamente cómodo con esta exigencia bíblica, sino porque Dios lo ha ordenado. Su uso es una expresión de confianza en la sabiduría de Dios y en la fiabilidad de su consejo.

Un acto de fidelidad

Esta es una expresión de amor y compromiso con tu hijo, que reconoce que en la disciplina hay esperanza, y se rehúsa a ser parte voluntaria de la muerte espiritual de tu hijo.

Una responsabilidad

La intención del padre no es castigar, su intención es obedecer. El padre es el representante de Dios que actúa en nombre de Dios para lo que Dios lo ha llamado a hacer. Hay muchas figuras bíblicas (como el rey Saúl) que rechazaron la responsabilidad de la orden de Dios y pusieron en peligro su propia posición ante Dios y la de las personas que representaban.

Nuestros hijos no son finalmente nuestros; son un regalo y un encargo del Señor y él los ama mucho más de lo que nosotros podremos hacerlo. Son suyos para amarlos, criarlos, enseñarlos y corregirlos de acuerdo con su voluntad.

Un uso moderado del castigo físico

La vara es el uso cuidadoso, oportuno, moderado y controlado del castigo físico. Nunca es una válvula de escape para el enojo del padre. No es lo que el padre hace por frustración. El padre sabe la medida apropiada de severidad para un hijo en particular en un momento en particular.

Una misión de rescate

El hijo que necesita disciplina con la vara se ha distanciado de sus padres a través de la desobediencia. La aplicación de la vara está diseñada para rescatar al hijo que continúa en su necedad y restaurar la paz entre el padre y el hijo y, por tanto, en el hogar.

Efesios 6:1-2 dice que obedecer a los padres es el primer mandamiento con promesa: a saber, al hijo que obedece le irá bien y disfrutará de una larga vida en la tierra. Pero el hijo que desobedece ha sido removido del «círculo de seguridad» bíblico, y se ha puesto en grave peligro. Tedd Tripp cuenta de uno de sus hermanos, que estaba a punto de desobedecer, que le advirtió: «No quieres vivir mucho tiempo, ¿verdad?». Uno de los otros niños dijo: «¿Qué pasará? ¡¿Te matará tu papá?!». No, por supuesto, el sabio hermano estaba advirtiendo a su hermano que no saliera del círculo de seguridad.

Por la gracia de Dios, la vara de la corrección devuelve al hijo al interior del círculo. Es una misión de rescate. La gente dice que ama demasiado a sus hijos como para corregirlos. No tanto. La Biblia dice: «El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige» (Pr. 13:24). ¿Amas a tus hijos? Entonces usarás la vara con ellos.

  1. ¿Cuándo y dónde usar la vara? 

Cuándo

Cuando has dado una directriz que tu hijo ha escuchado y entendido, y está en su capacidad obedecer, y no lo  ha hecho sin desafiarte, excusarse o demorarse, entonces el uso de la vara está en juego.

No olvides que desafiarte también implica quejarse. Debemos disciplinar por las malas actitudes. Dios ordena que los hijos no solo obedezcan, sino que también honren a sus padres. Y un hijo que contesta, refunfuña, reclama, pone los ojos en blanco, golpea o patea no está honrando a sus padres.

Cómo

  1.  Lleva a tu hijo a un lugar donde puedan hablar juntos en privado. No lo humilles en público. En cambio, muestra respeto.
  2. Dile específicamente qué ha hecho o en qué ha fallado. Nunca lo castigues por «propósitos generales».
  3. Asegúrate de que tu hijo entienda lo que ha hecho.

Por ejemplo: (Da un ejemplo personal o usa el que se muestra abajo).

Así es como se desarrollaría una conversación en un escenario típico.

  • Al pequeño Pedro (5 años de edad) se le dijo y entendió claramente que no debía llamar a su hermana «estúpida». Él ha memorizado Efesios 4:29 («Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes»).
  • Pedro, en presencia de su madre, en un momento de ira llamó a su hermana estúpida.
  • Mamá: Pedro, te dije que no le dijeras así a tu hermana. Ve al baño y espérame.
  • [En el baño] Mamá: Pedro, ¿cómo llamaste a tu hermana?
  • Pedro: Estúpida.
  • Mamá: Así es. ¿Te está permitido llamarla estúpida?
  • Pedro: No.
  • Mamá: Entonces, ¿obedeciste o desobedeciste?
  • Pedro: Desobedecí.
  • Mamá: ¿Y qué dice Dios que tiene que pasar cuando un hijo desobedece?
  • Pedro: Tiene que ser corregido.
  • Voy a darte [x] nalgadas.
    • Esto depende de lo que conozcas acerca de tu hijo. Algunos necesitan una; otros tres o cuatro, o incluso cinco.
  • Aplica la vara.
    • No es necesario bajar la ropa interior, pero puede ser difícil dar una nalgada con la ropa puesta. Nosotros usamos una cuchara plástica de la cocina. Ciertamente no queremos lastimar a nuestros hijos. Buscamos dar un leve golpe o pinchazo en la piel, no traumarlos o presionarlos. No tienes que quitarle el pañal a un niño de 2 años, aplicar la vara en la parte posterior del muslo de un hijo es efectivo. Una buena regla general podría ser que le des una palmada en la mano (sosteniendo su mano) antes de que comience a gatear y añade la vara cuando empiece a caminar.
  • Si tu hijo comienza a hablar y está llorando fuertemente luego de la disciplina, cálmalo hasta que esté más bajo control y tranquilo.
  • Generalmente te estará viendo ahora.
  • Mamá: Pedro, mamá te ama mucho, y espero no tener que volver a castigarte de nuevo. Ahora, ¿cuál es la buena noticia?
  • Pedro: Dios envió a Jesús porque las personas como tú y yo pecamos.
  • Mamá: Es correcto. Tú pecas y yo peco. Y hay esperanza para personas como nosotros, y se encuentra en Jesús, el Hijo de Dios. Jesús tomó nuestro castigo al morir en la cruz si dejamos nuestros pecados y confiamos en él. Oremos juntos.
    • La madre puede guiar al hijo en oración u orar por él.
    • Digamos que la madre guía al hijo, ella puede orar: «Querido Padre [pausa], por favor, perdóname por desobedecer a mamá y llamar estúpida a mi hermana. Por favor, toma mi pecado y ponlo en Jesús. Y toma su bondad y ponla en mí. Y dame un nuevo corazón que te ame y quiera obedecer. Amén».
  • Abrázalo: Examina el espíritu del hijo. ¿Está demasiado desanimado, enojado o rebelde? Si es así, quizá sea necesario corregirlo otra vez.
  • Luego di, terminamos. No hablaremos más al respecto.
  • Asegúrate de que el pequeño Pedro y su hermana pasen por un proceso de reconciliación.

¿Ves cuán esperanzador es este proceso? Abordaste la conducta, a los hermanos y hermanas. Tu hijo está aprendiendo que no debe desobedecer. Se siente seguro al saber que hay límites firmes, y el hogar es un lugar de orden. Los hijos piensan que quieren estar a cargo, pero si se les concede su deseo son miserables, todos somos miserables.

No solo eso, acabas de tomar un evento difícil y molesto —la desobediencia— y has llevado a tu hijo a la cruz de Cristo. Un padre en nuestra iglesia le preguntó a su hijo de 10 años de edad qué creía él que era importante que los padres supieran acerca de los castigos. Él dijo:

Pienso que es realmente importante que nos digan que hay buenas noticias, porque sin ellas, no seríamos redimidos. Estarían imponiendo la ley, sin esperanza… sin el Salvador.

¡No puedo mejorar eso! Con la disciplina correctiva bíblica, hacemos cumplir la ley como Dios lo prescribe, con la vara, y luego guiamos a nuestros hijos al Salvador.

  1. Preguntas frecuentes 
  1. ¿Cuándo es mi hijo lo suficientemente grande como para ser disciplinado? Cuando tu hijo es lo suficientemente grande como para resistirse a tus directrices, es lo suficientemente grande como para ser disciplinado. La disciplina evoluciona con la edad (apretón de manos, golpe leve, nalgada, etc.).
  2. ¿Cuándo es un hijo demasiado grande? No hay una respuesta obvia. Claramente, el uso de la vara debería disminuir a medida que el hijo crece. La vara es más efectiva cuando se trata de hijos pequeños y debería empezar a menguar, y nuestra práctica tendría que comenzar a desaparecer alrededor de los dos dígitos (10 años).
  3. ¿Puedo usar el «tiempo fuera» en lugar de la nalgada? No sustituyas la nalgada con el tiempo fuera. Primero, porque NO es lo que Dios ordena. Segundo, parece prolongar el problema. Usa el tiempo fuera cuando veas que tu hijo siente la tentación de pecar (Por ejemplo: Veo que estás pensando en dejar el patio y cruzar la puerta; así que hagamos una pausa y pensemos en esto antes de que desobedezcas a papá). Sin embargo, puede ser bueno tener un período de reflexión inmediatamente antes o después de usar la vara.
  4. ¿Y si mi hijo dice: «Pero, no te escuché»? Evita llamar a tu hijo mentiroso si existe alguna duda en tu mente; habrá muchas veces en el futuro donde estés completamente seguro. Tedd Tripp señala que él comenzó a castigar a sus hijos por un recurrente problema de audición, y el problema se aclaró inmediatamente.
  5.  Si sigo tu consejo, todo lo que haré es dar nalgadas. Usualmente no. La disciplina bíblica fiel, produce  más obediencia, menos conflictos, más alegría, menos desafíos y más paz en el hogar. Al comienzo puede ser difícil, pero mientras más fiel es la disciplina, mejor responderá el hijo.
  6.  ¿Y si estoy demasiado enojado? Involucra a tu cónyuge o haz una pausa para calmarte. No contamines el proceso con tu ira injusta. Si quieres usar la vara, no estás listo para hacerlo. De hecho, es mejor no hacerlo que hacerlo y pecar… Sin embargo, también es tu obligación erradicar esta ira y abordarla bíblicamente, para que no te conviertas en un siervo indigno.
  7. ¿Qué pasa si no estamos en casa? Si tu hijo es grande, recordará por qué está siendo disciplinado al llegar a casa. Si es pequeño, quizá tengas que pasar por alto una infracción cuando estés fuera. Pero esto no debería ser un gran problema, ya que la mayor parte de tu tiempo de entrenamiento se lleva a cabo en casa. No corras el riesgo de ser acusado de abuso infantil por disciplinar públicamente a tu hijo.
  8. Estoy intentando salir por la puerta para llegar a tiempo a una cita con el doctor o a un servicio dominical, y mi hijo me desobedece, ¿lo disciplino y llego tarde? Algunas veces. Ha habido muchas veces en que he tenido que dirigirme verbalmente a alguno de mis hijos por un acto de desobediencia, en lugar de tomarme el tiempo para seguir todos los pasos. La puntualidad (por ejemplo, si tienes una responsabilidad en particular) puede ser la prioridad sobre ese incidente en específico. En otras ocasiones, o si la falta es particularmente flagrante, puedo cambiar de opinión.

Conclusión

Comenzamos con advertencias apropiadas acerca del uso incorrecto de la vara. Quiero cerrar recordándonos Hebreos 12:11: «Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados». Hermanos y hermanas, busquemos esta cosecha de justicia en nuestras propias vidas al ser disciplinados por Dios, confiando en sus buenos y paternales propósitos, y no privemos a nuestros hijos de esta cosecha evitando la vara.