Clases esenciales: Paternidad

Paternidad – Clase 3: La adoración familiar

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
23.11.2018

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Clase esencial
Paternidad
Clase 3: La adoración familiar


  1. Introducción

Hemos pasado un par de semanas estudiando el ministerio de la familia. Hemos visto que Dios quiere usar las relaciones familiares, incluyendo a los hijos, como un medio vital para comunicar las verdades más preciosas acerca de sí mismo, de su plan de salvación, de su plan para nuestra santificación y de su plan para la iglesia, ahora y en el cielo. Por tanto, hemos visto que la edificación de las familias es un ministerio cristiano importante para la iglesia y el mundo.

Ahora queremos avanzar y preguntar, ¿de qué manera ministramos a la familia? Es decir, según el diseño de Dios, ¿cómo deben ser edificadas las familias para que puedan desarrollar este importante rol ministerial?

¿Cuántos de nosotros hemos escuchado el término «adoración familiar»? Si has estado en una iglesia evangélica durante algo de tiempo, probablemente lo has escuchado. ¿Qué crees que significa? [Es importante que la clase ofrezca ejemplos. E.j.: Orar y estudiar juntos la Biblia como una familia; ir a la iglesia juntos]. Queremos explorar hoy día, si y cómo Dios desea que le adoremos juntos como familias.

La primera pregunta que deberíamos hacer, antes de adentrarnos en la adoración familiar, es simplemente, ¿qué es la adoración? Algunos tienden a pensar que adorar consiste principalmente en cantar canciones en la iglesia. Y ciertamente ese puede ser un tipo de adoración. Pero el concepto esencial en la Escritura es «servicio», con una actitud de temor, asombro y admiración (New Bible Dictionary, p. 1262). Así, Pablo escribe en Romanos 12:1: «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto (o servicio) racional». El punto esencial es que nuestras vidas enteras deben ser un continuo acto de adoración. Esto, entonces, enmarca nuestro entendimiento de cómo practicamos esta adoración en el contexto de nuestras familias.

  1. ¿Qué dice la Biblia acerca de la adoración familiar?

¿Dice la Biblia que las familias deberían adorar a Dios? Sí. Hablando a través de Moisés, Dios inequívocamente ordenó al pueblo de Israel, incluyendo a sus hijos, que le sirvieran, humillándose a sí mismos con temor, asombro y admiración:

«Éstos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados… Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas» (Dt. 6:1-3).

¿Ves el mandamiento de adorar?  Israel debía servir («mandamientos… para que los pongáis por obra… guardando todos sus estatutos»), humillarse con temor («para que temas a Jehová tu Dios… todos los días de tu vida») y adorar en asombro y admiración («amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas»).

Pero Moisés no termina allí. Les dice cómo deben criar a sus hijos para ser adoradores:

«Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas» (Dt. 6:6-9).

Aprendemos de estos pasajes que la voluntad de Dios para su pueblo es que ellos y sus hijos le adoren, es decir, que le sirvan con cada fibra de su ser, con una actitud de asombro y amor, y esto requiere que su Palabra habite en los corazones de los padres para que ellos puedan repetir estos mandamientos a sus hijos donde quiera que vayan, en cualquier momento del día. Adoramos donde sea, todo el día.

Esta noción del ministerio centrado en el corazón es la base bíblica para el resto de este seminario, y es esencial para comprender la adoración familiar. La Palabra de Dios enseña claramente que criar hijos íntegros no es lo mismo que criar hijos cristianos. Los trucos que provocan la confirmad externa no provocarán el servicio a Dios con cada fibra del ser de nuestros hijos, con un actitud de asombro y amor. Entonces, ¿qué, por la gracia de Dios, lo hará?

  1. La adoración familiar requiere enseñanza diaria.

Dios nos ha dicho que: debemos «repetir» su Palabra a nuestros hijos. O como lo expresa la NVI, debemos: «inculcarla continuamente».

Y vemos que inculcar la adoración en la familia claramente no es un hobby; es una responsabilidad a tiempo completo, mañana y noche («al acostarte, y cuando te levantes»), dentro y fuera («estando en tu casa, y andando por el camino»), activa y pasiva («las atarás… las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas»). Pero, ¿es esto meramente una actividad informal? Debemos enseñar formalmente a nuestros hijos a ser adoradores, entiéndase, debemos hacerlo de una manera estructurada, ¿como una especie de culto? No, no necesariamente; pero puede ser útil.

  1. La enseñanza diaria formal puede ser sabia.

Es cierto que no hay un mandamiento bíblico explicito que indique que debemos tener un servicio formal de adoración, u otra técnica de enseñanza, en nuestros hogares, así como tampoco hay un mandamiento de que los creyentes deban individualmente hacer un estudio bíblico diario o «devocional». Pero es sabio hacerlo. Asimismo, dada la naturaleza de los hijos, el mandamiento de «inculcar [la Palabra] continuamente» y «repetirla» a nuestros hijos sugiere fuertemente que debemos enseñarles de manera planificada y estructurada; y una buena forma de hacerlo puede ser a través de un breve servicio de adoración diario.

Como lo expresa el profesor Don Whitney, a quien citaremos fuertemente esta mañana:

«Criar a los hijos en la disciplina e instrucción del Señor no se logra de manera involuntaria e incidental. Sí, debería suceder y sucederá a lo largo del día en ocasiones inesperadas y no planificadas, pero también debería suceder a propósito. Sin cierta regularidad, estructura y propósito, es una de esas cosas que asumimos que estamos haciendo, pero que nunca hacemos. La adoración familiar consistente y dirigida por el padre es una de las mejores, más constantes y más fáciles maneras de medir la crianza de los hijos en la disciplina e instrucción del Señor».

Y Whitney muestra que los cristianos siempre han estado de acuerdo respecto a este punto:

A. La historia cristiana muestra el alto valor que los creyentes han puesto constantemente en la adoración familiar formal.

  • Las primeras generaciones de cristianos adoraron consistentemente juntos. Whitney explica:

«A primera hora de la mañana, la familia se reunía y leía una parte de las Escrituras del Antiguo Testamento, que era seguida de un himno y una oración… Por la noche, antes de irse a descansar, la familia se reunía de nuevo, se cumplía la misma forma de adoración… con esta diferencia, que el servicio se prolongaba considerablemente más allá del período que podía asignarse convenientemente al comienzo del día». Donald S. Whitney, Family Worship:  In the Bible, In History & In Your Home [Adoración familiar: En la Biblia, en la historia y en tu hogar] (2005).

  • Martin Lutero dijo que, incluso con todas sus responsabilidades como profesor y líder de la iglesia, como esposo y padre, tenía la responsabilidad de ser el pastor líder de la adoración de su familia, y que su casa era «en realidad una escuela y una iglesia». Whitney.
  • La Confesión de Fe de Londres de 1689, que es la clásica declaración de fe bautista modelada en el Catecismo de Westminster, dice, al igual que el Catecismo de Westminster: «Dios debe ser adorado en todas partes en Espíritu y en verdad; tanto en lo privado, entre la familia, diariamente, y en lo secreto cada uno por sí mismo». Whitney (énfasis añadido).

De hecho, la Asamblea de Westminster divulgó una extensa publicación llamada «El Directorio para la Adoración Familiar», solicitando la disciplina de la iglesia para un hombre que se negaba impenitentemente a dirigir a su familia en la adoración diaria. Nuevamente, no abogamos por esa posición, solo mencionamos esto para mostrar cuán seriamente los creyentes en el pasado han tomado la adoración familiar formal.

  • Matthew Henry escribió: «Si nuestras casas son casas del Señor, por ese motivo amaremos el hogar, considerando nuestra devoción diaria la más dulce de nuestros deleites diarios; y nuestra adoración familiar como la más valiosa de nuestras comodidades diarias… Una iglesia en la casa será un buen legado, es más, será una buena herencia, que dejarás a tu hijos después de ti». Whitney. En relación a la adoración familiar dijo: «Aquí debe comenzar la reforma». Whitney.
  • Spurgeon escribió: «Si queremos criar una familia piadosa, que sean una semilla para servir a Dios cuando nuestras cabezas estén bajo los terrones del valle, formémoslas en el temor de Dios reuniéndonos como una familia para adorar».

En resumen, como lo expresa Spurgeon: «Confío en que no hay ninguno aquí presente, que profese ser seguidor de Cristo que no practique también la oración [por ejemplo, devocionales familiares] en su familia. Puede que no tengamos un mandamiento positivo, pero creemos que concuerda con el genio y el espíritu del evangelio, y que el ejemplo de los santos lo ratifica, que su negligencia es una extraña inconsistencia».

Por tanto, habiendo dicho eso: no queremos convertirnos en legalistas respecto a los devocionales familiares, y simplemente añadirlos a la ya larga lista de las cosas que tenemos que hacer. Pero no queremos ignorar la lógica y la historia que demuestran que tienen un inmenso valor.

B. ¿Cómo debería ser un servicio de enseñanza y adoración familiar?

Entonces, ¿cómo debería ser un servicio de adoración familiar? Spurgeon escribió: «Estoy de acuerdo con Matthew Henry cuando dice que, ‘los que oran en familia hacen bien; los que oran y leen las Escrituras hacen mejor; pero los que oran, leen, y cantan hacen lo mejor de todo». Hay una totalidad en esa clase de adoración familiar que debe ser bastante deseada». Y recuerda que, como discutimos anteriormente, este simple formato de tres partes es el que también usaban los primeros cristianos.

Y Spurgeon practicaba lo que predicaba. Escucha cómo un visitante describió sus noches en el hogar de los Spurgeon:

«Una de las horas más útiles de mis visitas… era la hora de la oración familiar.  A las 6 en punto, toda la familia se reunía en el estudio para adorar. Por lo general, el señor Spurgeon dirigía los devocionales. La parte leída iba acompañaba invariablemente de una exposición. Qué increíblemente útiles fueron esos comentarios caseros y graciosos. Recuerdo, especialmente, su lectura del capítulo 24 del Evangelio de Lucas: «Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos». Con qué dulzura habló de tener a Jesús con nosotros dondequiera que vayamos. No solo en temporadas especiales, sino en cualquier trabajo que emprendamos… Entonces, cuán llenas de súplicas tiernas, de serena confianza en Dios, de simpatía mundial eran sus oraciones… Sus oraciones públicas eran de inspiración y bendición, pero sus oraciones en familia eran aún más maravillosas para mí… El señor Spurgeon, cuando se inclinaba ante Dios en oración familiar, parecía un hombre mucho más grandioso que cuando mantenía a miles de personas cautivadas por su oratoria».

Pero digamos, solo hipotéticamente, que no eres Spurgeon. Prácticamente, ¿qué hacen las familias que no son lideradas por el «príncipe de los predicadores» en los devocionales familiares? Es simple: Orar, leer, cantar.

Ahora, en cuanto a cada una de estos, vamos a ser muy prácticos.

A. En cuanto a la lectura de la Biblia, querrás usar algo apropiado para su edad, pero no subestimes la capacidad de comprensión de tus hijos.

Antes de leer el pasaje, es sabio empezar con una oración; inculcar la idea de que necesitamos la ayuda de Dios para entender su Palabra. Lee con entusiasmo, explica las palabras que ellos quizá no comprendan, y haz preguntas, muchas preguntas al final, las cuales a menudo deberían enfocarse en la aplicación (aunque no siempre tienes que hacerlo, los hijos pueden aprender simplemente el significado del pasaje).

B. En cuanto a la oración, asegúrate de orar usando el pasaje. Puedes ayudarte con oraciones de alabanza, confesión, agradecimiento y súplica. Orar no solo por santidad o necesidades personales, sino por la familia, la iglesia y el mundo también es bueno. Piensa en cómo puedes ayudar a tus hijos a orar por necesidades físicas y espirituales.

Por favor, ¡no subestimes el valor de tus oraciones al impartir fe! Tu expresión de amor por Dios y el sentido de su cercanía son instructivos.

Después de la muerte de Spurgeon, su esposa reflexionó en sus noches junto a sus gemelos:

«Después de la comida, se hacía un intervalo hacia el estudio para el servicio familiar, y era en estos tiempos que las oraciones de mi amado eran notables por su ternura, sentimiento espiritual e intensa devoción. Parecía estar tan cerca de Dios como un niño pequeño con un padre amoroso, y a menudo nos conmovíamos hasta las lágrimas mientras hablaba cara a cara con su Señor».

Si eres soltero o no tienes hijos: Estas son algunas palabras de estimulo para ti:

  • Primero: Date cuenta del impacto que puedes tener en los niños tan solo orando, tal vez cuando enseñes en la escuela dominical, por ejemplo.
  • Segundo: ¿Alguna vez has sentido que Dios es distante o un maestro inflexible? ¿Luchas con el legalismo? Considera ir a un hogar cristiano piadoso para un servicio de adoración familiar. No busques a Spurgeon, pero considera todas las formas en que el hogar está construido como un modelo para ti de tu preciosa relación con Dios. Mira cómo los hijos se relacionan con los padres; observa cómo los padres dirigen la adoración; ¡Ve la ternura, la intimidad, la dulzura de ser adoptado en la familia de Dios! Y si visitas a una familia cuando no todo es color de rosas, entonces observa el perdón y la perseverancia de los padres, y reflexiona sobre la propia paciencia de Dios contigo.
  • Familias – edifiquen sus hogares para que los solteros puedan acompañarles.

C. Finalmente, respecto a cantar, considera comprar algunos himnarios y conserva los cancioneros repartidos en la iglesia. Probablemente sea más edificante elegir una canción que se relacione con el pasaje. Puedes dejar que tus hijos escojan la canción, para que sigan pensando en el significado del pasaje que se está discutiendo, y para ayudarles a aprender himnos y canciones de alabanza.

Hay muchas cosas que puedes hacer, pide a otras familias que te den ideas. Y no te sientas abrumado: escoge algo y luego hazlo. Cambiarás lo que hagas en base a la edad de tus hijos y las circunstancias en tu vida. Algo muy útil es mantener el tiempo lo suficientemente corto para ser consistente. Las claves son: brevedad, regularidad y flexibilidad.

  1. La enseñanza diaria ciertamente debe ser informal.

Ese es el caso para los devocionales familiares formales. Ahora, deberíamos considerar cómo cultivar informalmente la adoración en familia. Recuerda, Moisés escribió acerca de los mandamientos de Dios:

«Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas» (Dt. 6:6-9).

Podemos extraer varias lecciones de este pasaje acerca de cómo enseñar informalmente a nuestros hijos, pero quiero resaltar tres.

Primero, la Palabra de Dios debe ser nuestro tema de conversación constante. Enseñar a nuestros hijos a ser adoradores debe ser algo que se lleve cabo todo el tiempo, donde sea que nos encontremos. Esto quiere decir, por un lado, que no podemos delegar la enseñanza de la Biblia a nuestros hijos a la iglesia. Es nuestro privilegio y responsabilidad. Por supuesto, en el transcurso del día hablaremos acerca de otras cosas: la escuela, actividades, personas, libros, etc., pero debemos asegurarnos de que la Palabra de Dios sea la base a la cual regresemos siempre.

No hay mayor ejemplo que Jesús.  Él «continuamente utilizaba los acontecimientos diarios como oportunidades para impartir la verdad» (Una visión para el ministerio de los niños y sus padres, Iglesia Bautista de Belén, 31):

  • La caída de una torre le dio la oportunidad de hablar acerca del juicio de Dios y el arrepentimiento; (Lc. 13:4).
  • Encontrar a una mujer sacando agua de un pozo se convirtió en una lección sobre el agua viva y la vida eterna; (Jn. 4:10).
  • Las flores del campo se convirtieron en una enseñanza acerca de la fe en la constante provisión de Dios; Mt. 6:28).
  • La semilla de mostaza se convirtió en una lección acerca de la sorprendente manera en que Dios mismo hace crecer su reino (Mt. 13:31).

«Jesús aprovechaba los acontecimientos ordinarios y los convertía en momentos de enseñanza para dar fruto para el reino». Este también es nuestro trabajo. Como dijo Paul Tripp, describiendo a su hijo caminando por la cocina mientras Paul horneaba pan, debemos poder, fácilmente, pasar de la levadura a Dios y viceversa (Lectura 2, The Case for Kids [El caso para niños]).

Segundo, no es fácil mantener la Palabra de Dios como nuestro tema de conversación constante, por lo que necesitamos recordatorios.

¿No es sorprendente que los israelitas pusieran físicamente la Palabra de Dios a su alrededor? Dios sabía que su Palabra competía con otras cosas en sus vidas. Necesitamos tomar medidas prácticas para mantener la Palabra de Dios en el centro de nuestras conversaciones y en nuestras mentes. Podemos poner versículos en el espejo del baño. Y no subestimes el poder de la música. Las canciones de alabanza bíblicas son una excelente manera de fomentar el conocimiento de la Palabra de Dios.

Tercero, si la Palabra de Dios debe ser un tema de conversación constante, necesitamos estar juntos para poder tener esas conversaciones. Observa el predicado de todo esto hablando acerca de la Palabra de Dios: estar juntos.

Aquí hay un desafío especialmente para nosotros los padres. Mientras piensas en la voluntad de Dios para ti en tu trabajo, ya sea considerando uno nuevo o elaborando tu horario en el actual. Pregúntate: ¿Puedes aceptar este trabajo (o esta promoción, o ese deber adicional) y vivir de manera significativa el espíritu de este versículo?

Y eso no es solamente para los padres, la madres también necesitan considerar cómo su decisión de emprender otras actividades (trabajo, ministerio, pasatiempo, lo que sea) afecta su capacidad de enseñar en todo tiempo a sus hijos.

También aplica esto para establecer prioridades para las actividades de tus hijos: ¿Los estás poniendo tan ocupados que no habrá tiempo para conversar acerca de la Palabra de Dios? Algo a tener en cuenta.

Un ejemplo práctico (no inspirado) de hacer esta clase de conversación una prioridad: «Acuéstate» junto a tus hijos todas las noches para hablar. Pregúntales de qué quieren hablar. Si no lo saben, pídeles que te cuenten cómo estuvo su día. Y luego escucha, habla y ríe. Esto les enseña que un padre amoroso quiere escucharlos y hablar su idioma. También te ayuda a conocer sus personalidades y te ayudará a construir amistades sólidas antes de la adolescencia. Quieres que tus hijos estén acostumbrados a hablar contigo sobre lo que piensan, y escuchar tu reacción (con suerte enmarcada en términos bíblicos). Luego,  pueden orar, tal vez cantar juntos una breve canción bíblica, y recordarles que «se arrepientan de sus pecados y descansen en Jesús», a fin de que lo último que escuchen antes de cerrar los ojos sea el evangelio.

  1. La adoración familiar requiere nuestro propio cambio radical.

Hemos hablado acerca de la adoración familiar formal e informal. Pero todavía nos falta un predicado fundamental: nuestras propias vidas transformadas. Por favor, hermanos y hermanas, no ignoren la introducción de Moisés a sus mandamientos acerca de enseñar diligentemente a nuestros hijos: «Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón» (Dt. 6:6). ¿Ves lo que está diciendo? Enseñar a nuestros hijos la Palabra de Dios todo el día, capacitar a nuestros hijos para que tengan corazones que anhelen servir a Dios, sucede solo verdaderamente cuando simplemente estamos transmitiendo lo que ya está rebosando en nuestros corazones.

Vemos un tremendo ejemplo de esto en la vida de Timoteo. Recuerda que Pablo dijo que «la fe sincera» de Timoteo «habitó primero» en su abuela Loida y en su madre Eunice (2 Ti. 1:5). ¿Y qué hicieron ellas con esta fe viva? No tenemos que adivinar: «Pero tú», dijo Pablo a Timoteo, «permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás convencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste. Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús» (2 Ti. 3:15). ¿Escuchas los ecos de Moisés? La Palabra de Dios estaba en el corazón de Loida y Eunice, su fe estaba viva, y así, ellas enseñaron al pequeño Timoteo, quien por la gracia de Dios, la conoció y creyó.

[Ofrece una Palabra de aliento pastoral a los padres en situaciones menos que óptimas].

Hermanos y hermanas, este no es un viaje de culpa, podemos sentir una carga con respecto a nuestro desempeño en esta área, pero debemos comprender que no hay que fingir. No podemos «hackear» la devoción familiar. Si queremos ser padres fieles, para guiar a nuestras familias en la adoración como Dios nos ordena, debemos tener la Palabra de Dios tan profundamente grabada en nuestros corazones que no podamos evitar hablar de ella cada vez que podamos, aplicándola a cada aspecto de nuestras vidas juntos. Como Paul Tripp ha dicho, debemos ser como esponjas: cuando nuestros hijos se «topen» con nosotros, deberían «empaparse» de Dios.

  1. Conclusión

Para finalizar, el ministerio de la familia es un ministerio centrado en el corazón diseñado para crear adoradores: personas que sirvan a Dios con una actitud de temor, asombro y admiración. La Escritura dice que hacemos esto al dirigir a nuestras familias en adoración. Esto se hace a través de la enseñanza formal e informal. El predicado para esto, sin embargo, es tener la Palabra de Dios habitando y rebosando abundantemente en nuestros corazones. Considera solo una de las acciones que hemos discutido. Tómala y aplícala en tu familia. Luego, ora para que Dios haga crecer su adoración en la vida de tu familia. ¿Harás eso esta semana?

Oremos.