Clases esenciales: Misiones

Misiones – Clase 5: La supremacía de Dios en las misiones a través del sufrimiento y la oración

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
28.03.2019

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Clase esencial
Misiones
Clase 5: La supremacía de Dios en las misiones a través del sufrimiento y la oración


Repaso de las tres primeras clases.

¿Por qué es importante un entendimiento bíblico del sufrimiento y la oración para un entendimiento bíblico de las misiones?

 1. Primero, consideremos el sufrimiento.

 ¿Por qué el evangelio tiende a avanzar hacia nuevas áreas acompañadas por el sufrimiento?

Sufrir por la fe de uno no está exclusivamente asociado con la evangelización intercultural. No queremos insinuar eso. Sin embargo, una lectura minuciosa del Nuevo Testamento y de la historia misionera más reciente parece indicar que el sufrimiento de tipo inusual ha acompañado los avances más audaces del evangelio. Desde los disturbios en Éfeso bajo la predicación del apóstol Pablo, hasta la persecución en Tesalónica en Hechos 17, la oposición y los problemas han sido un extraño compañero para las misiones cristianas. Considera el ejemplo de Adoniram Judson, cuya biografía está disponible en nuestro stand de libros. Cuando estaba en Birmania, perdió dos esposas y 7 de sus 13 hijos, además de colega tras colega[1]. Y luego tenemos a los Busses, que estuvieron con nosotros anteriormente. Hace unos 15 años, cuando se encontraban en Kazajstán, Kevin fue agredido por algunos lugareños borrachos y terminó teniendo que someterse a una cirugía reconstructiva. Fueron expulsados de países por predicar el evangelio y, posteriormente, Kevin fue tildado de terrorista en algunos de ellos. Y una de sus hijas sufrió una  grave lesión encefálica en un lugar donde la atención médica era bastante mala. Añade eso a las historias de cientos o incluso miles de misioneros que han sido golpeados, que han pasado hambre, que han perdido hijos, que han sido encarcelados, que han deteriorado su salud y que incluso han muerto como resultado de llevar el evangelio. La historia del avance del evangelio es, desde cierto punto de vista, una larga y consistente historia de siervos que sufren.

Me gustaría que exploremos la voluntad de Dios respecto del sufrimiento en las misiones haciendo tres preguntas:

  • ¿Quién es la causa de este sufrimiento?
  • ¿Por qué ocurre este sufrimiento?
  • ¿Quién sufre?

Basándonos en la respuesta a estas preguntas, buscaremos aplicarlas a nosotros.

¿Quién es la causa del sufrimiento?

¿Por qué los cristianos sufren? Bueno, de acuerdo con la Escritura, parte de la respuesta es que los cristianos sufren porque Dios lo permite. La Biblia no limita la imagen de los santos sufriendo por disposición de Dios, pero finalmente se presenta como una obra de su voluntad soberana.

Hechos 4:27-28: «Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera».

Considera la referencia de Pedro a la acción detrás del sufrimiento de Jesús en Hechos 4:27-28. Aquí se nos dice que el mayor sufrimiento en toda la historia, el sufrimiento de Cristo, no fue algo que Dios permitió que ocurriera, sino algo que decidió que debía de ocurrir. Dios no es una víctima, permitiendo pasivamente el sufrimiento, en este caso, al menos, era el agente todopoderoso, moviendo incluso los planes de hombres malvados para cumplir su propósito bueno y santo.

1 Tesalonicenses 3:3-4: «A fin de que nadie se inquiete por estas tribulaciones; porque vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos. Porque también estando con vosotros, os predecíamos que íbamos a pasar tribulaciones, como ha acontecido y sabéis».

¿Por qué Dios designa a sus siervos el sufrimiento?

Eso nos lleva al por qué más difícil de la mañana. ¿Por qué un Dios bueno y amoroso designaría, ordenaría y destinaría a sus hijos al sufrimiento? Bueno, basta con mirar las Escrituras para encontrar una serie de razones:

  • Profundizar nuestra fe y hacernos crecer en santidad (2 Corintios 1:8-9).
  • Darnos un mayor gozo en nuestra recompensa y en la gloria de Cristo (2 Corintios 4:17-18).
  • Despertar a otros cristianos y hacerlos más valientes (Filipenses 1:14).
  • El sufrimiento lleva a los cristianos a los lugares a los que él quiere que vayan (Hechos 8:1, Hechos 11:19).

Pero hay una razón final que creo puede ser la más importante para que la consideremos y entendamos hoy, dada la tendencia de nuestra cultura y de nuestros corazones. Partiendo de las Escrituras, parece claro que la razón por la que Dios ordena, dispone, designa y determina que su pueblo sufra, es porque su sufrimiento glorifica el valor del evangelio de Cristo.

  • El sufrimiento magnifica el poder y el valor de Cristo.

Mateo 13:44-46: «Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo».

El valor de un tesoro escondido se mide por lo que venderás para ganarlo. El valor de una perla se mide por lo que venderás para comprarla. El valor del reino de Dios se pone de manifiesto, no por lo agradecido que estamos de obtener las cosas que queremos en esta vida, sino por lo que con mucho gusto perderemos en el curso de nuestra dedicación al reino.

Otros pasajes como 2 Corintios 12:9-10, donde Pablo dice que se deleita en las persecuciones para que el poder de Cristo pueda revelarse.

2 Corintios 12:9-10: «Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte».

Solo cuando los cristianos continúan deleitándose en Dios, incluso en medio de una gran pérdida personal, queda claro para los incrédulos que aman a Dios no por lo que él da, sino por lo que él es. Ese es quizá el punto central del libro de Job. Satanás acusó a Job de amar a Dios solo por las cosas que Dios le había provisto. La persistencia de Job en su obediencia a Dios frente a una increíble pérdida, demostró una vez más que Satanás era un mentiroso.

Hagamos una pausa y reflexionemos en el increíble plan de Dios de glorificarse a sí mismo, y cómo lo hace en diferentes facetas. En las clases anteriores, hemos discutido cómo Dios desea ser glorificado. Él es la fuente e inspiración para las misiones. No solo eso, la manera en que ha escogido ser glorificado demuestra su gracia y su justicia. Pero esta semana, añadimos a eso el hecho de que Dios se glorifica incluso a través de los medios que ha designado para llevar su evangelio a las naciones, cuando su pueblo declara sus alabanzas y persiste en el sufrimiento, él se glorifica porque su pueblo demuestra su valor y el valor de su evangelio.

Así que, hemos hablado acerca de quién causa el sufrimiento y por qué Dios lo hace. Ahora, consideremos quién sufre.

¿Quién sufre? 

  • ¿Es normal que los cristianos sufran?

Eso nos lleva a la inevitable pregunta: «¿Es ‘normal’ esta clase de sufrimiento para los cristianos?». ¿O es para los cristianos espirituales, ya sabes, para los que son misioneros y pastores?

Es normal que los cristianos sufran.

  • Juan 15:20: «Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán».

Jesús advierte a sus discípulos que así como hombres malvados lo persiguieron; también a nosotros nos perseguirán.

El hecho básico es que se nos dice que la misma asociación que tenemos con Cristo significa que los cristianos fieles serán perseguidos.

  • 1 Pedro 4:1 y 12: «Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado… Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña aconteciese».

Pedro nos dice que pensar en el sufrimiento de Cristo, y en la semejanza de nuestro sufrimiento, es algo que deberíamos hacer para «armarnos» para la vida cristiana… a fin de prepararnos de antemano para el sufrimiento.

Consideremos, entonces, qué aplicación tiene esto para nosotros. Como escribe Pedro, armémonos con la actitud de Cristo.

Primero, ¿qué reacción tiene el pueblo de Dios ante el sufrimiento?

¿Resignación o desesperación? En realidad, la Biblia señala que su pueblo se regocija.

  • Hechos 5:41: «Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta a causa del Nombre».

Porque si saben que esto da gloria a Dios, pueden regocijarse en su sufrimiento si aman la gloria del Señor más que su propia comodidad. Por eso es importante para nosotros conocer estas cosas… nos ayudarán a regocijarnos al pensar en la manera en que nuestro sufrimiento glorifica al Señor.

  • Hebreos 10:34: «Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos».

Y si verdaderamente esperan algo mejor y más perdurable en los cielos, entonces la pérdida de cosas en esta vida no parecerá una definitiva. Pueden perder cosas en esta vida sin perder nada en absoluto.

El pueblo de Dios se regocija en su sufrimiento.

¿Deberían los cristianos escoger sufrir?

Parece que la Biblia habla muy bien del sufrimiento. ¿Deberíamos nosotros como cristianos realmente escoger sufrir? Una cosa es establecer que los cristianos deberían estar dispuestos aceptar el sufrimiento gozosamente si finalmente éste llega a su vida, pero ¿debería un cristiano escoger deliberadamente una vida de sufrimiento?

No y sí. No, no deberíamos ser insensatos y actuar estúpidamente para así tentar a Dios. Sabemos que Pablo usó muchos medios para intentar evadir el sufrimiento y la muerte cuando pudo… La ciudadanía romana, amigos que lo escondían, entre otros. Pero al mismo tiempo, sí escogió vivir una vida de sufrimiento… deliberadamente. Y leemos en otras partes de la Palabra, que el pueblo de Dios le amará más que a las comodidades de la vida.

Y aquí es donde, espero, empezamos a ver la esencia de lo que significa decir que los cristianos aceptarán gozosamente el sufrimiento. Porque es en nuestro sufrimiento que el valor del regalo del evangelio se pone de manifiesto a un mundo que no cree en el mensaje de Cristo. Pero, ¿cómo verá el mundo que valoramos el evangelio más que a la vida si básicamente procuramos las mismas cosas que ellos? Si el límite de nuestra dedicación a Cristo consiste en simplemente agradecerle por las «cosas» que nos da, ¿en qué nos diferenciamos realmente del mundo? Ellos desean dinero, poder, comodidad, placer… y también muchos de los que invocan el nombre de Cristo.

¿Deberían los cristianos escoger hacer cosas que resultarán en el sufrimiento de otras personas?

Piensa en este escenario. Estás en el extranjero, en un país donde es ilegal compartir el evangelio, y ciertamente ser cristiano. Desarrollas una amistad con algunos lugareños, que parecen estar interesados. Pero sabes que si se convierten, podrían ser rechazados por sus familiares y, quizá, incluso ser perseguidos por el gobierno.

¿Valdría la pena hablarles de Jesús cuando podría significar causarles problemas a tus amigos? ¿Qué pasa si por eso podrían incluso morir? Piensa en cómo eso podría afectar a una familia: un hombre, su esposa, sus hijos, si creen.

Cuando la persecución y el sufrimiento se extienden a otras personas, podríamos ser más cautelosos al compartir el evangelio. Y esta no es una situación poco común. Pero deberíamos decidir que sí, vale la pena la posible persecución, incluso de nuestros amigos. La razón es que el problema que nuestros amigos enfrentan es mucho más grande que cualquier persecución que podrían enfrentar en este mundo: les espera un martirio interminable en el infierno si no creen. Por tanto, definitivamente es un acto de amor compartirles el evangelio.

¿Cómo nos preparamos para el sufrimiento? 

a) Conoce el valor del evangelio. Debes estar claro acerca de qué es lo que esperas como cristiano. 

Como cristiano, nuestra esperanza no está puesta en las mismas cosa que el mundo espera. Nuestra esperanza es que un Dios santo ha hecho un camino para que su correcta e infinita ira por nuestro pecado sea derramada sobre Cristo. De manera que, ya no estamos bajo una sentencia del infierno, sino que ahora nos aguarda una eternidad para disfrutar de Dios. Eso es el evangelio. Y como cristiano, una de las mejores maneras en que podemos prepararnos para el sufrimiento y las dificultades que conllevan las misiones, es contrastar deliberadamente nuestras aflicciones con el valor del mensaje del evangelio.

Las personas que no tienen su esperanza puesta en Cristo a menudo encuentran el sufrimiento intolerable porque éste les roba su única esperanza… el placer y la satisfacción en esta vida. Pero, como cristianos, nosotros tenemos una esperanza diferente. Está arraigada en la alegría de conocer que veremos y disfrutaremos la gloria de Cristo.

b) Considera si tu actual estilo de vida hace que tu esperanza sea visible (1 Pedro 3:15). 

Entonces, si no somos como aquellos que solo esperan en este mundo, si valoramos genuinamente el valor del evangelio por encima de todas las cosas, ¿es eso visible a otros? Si otras personas dieran un vistazo a tu vida, ¿les quedaría claro que tienes una esperanza diferente a la de ellos? ¿O simplemente pensarían que tu cristianismo es una herramienta que usas para ayudarte a conseguir las mismas cosas que ellos desean… comodidad, éxito, seguridad, dinero y la aprobación de los demás?

¿Qué hay de considerar salir del país? ¿La posibilidad de sufrir, ya sea la pérdida de tu propia comodidad, de tu cónyuge, o de tus hijos, te ha impedido ir? Seamos claros acerca de por qué no queremos salir al extranjero. Si es porque tememos perder las cosas de este mundo, esa es una mala razón.

No debemos procurar la simplicidad por el bien de la simplicidad. Pero se nos dice en Lucas 12:29, que no busquemos las cosas de este mundo, como posesiones materiales, porque todas las naciones paganas están tras ellas. No, debemos buscar el reino de Dios sin estar ansiosos por las cosas temporales que el mundo busca. Debemos hacerlo por el bien del reino.

¿Es esto una verdad en tu vida? ¿Es tu estilo de vida tan diferente al de las personas que te rodean que suscita preguntas acerca lo que TÚ esperas, ya que, claramente, tu esperanza no está puesta en las mismas cosas que ellos?

c) Calcula conscientemente el costo. 

El sufrimiento pasará. Servir fuera de tu país te costará. Si piensas en ir al extranjero, es bueno tener claro cuáles podrían ser esos costos. Y si estás casado y piensas salir del país, sería útil analizar esto con exactitud junto con tu cónyuge. Deberíamos calcular el costo, así como Jesús dice que deberíamos hacerlo en todas las áreas de nuestro discipulado (Lucas 14:27-30, 33).

El sufrimiento podría tomar diferentes formas, especialmente para los occidentales que vivimos en el siglo XXI. Esto podría no ser la muerte, la cual padecieron Esteban o Pablo. Los occidentales probablemente no seremos amenazados a un nivel físico; por la providencia de Dios, usualmente lo peor que puede pasar es una expulsión. Pero podría ser, en otro nivel, más difícil. Después de todo, el martirio es un evento de una sola vez. En general, el sufrimiento que enfrentan los misioneros se encuentra en un nivel más mundano: ocurre día tras día tras día.

Sin embargo, con frecuencia los problemas se relacionan no solo con uno mismo sino con otros. ¿Qué pasa si ir a un lugar no alcanzado implica ver que tu familia atraviese situaciones incómodas? Los problemas con los hijos son una de las principales razones por las que los misioneros terminan abandonando el campo. Es posible que tengan dificultades para adaptarse a la cultura o, por otro lado, que se adapten tan bien que cuando vuelvan a su país, parezcan desorientados. La educación de los hijos puede ser un problema. La pregunta puede ser: ¿vale la pena estar en un área no alcanzada si eso significa que tus hijos, al llegar a la escuela secundaria, podrían tener que ir a un internado?

Ahora, no es necesario que ocurran todas estas situaciones. Pero es bueno conocer y considerar los tipos de sufrimiento que podrían darse. Finalmente, no obstante, tener una de esas listas no debería desanimarnos ni asustarnos. Más bien, deberíamos estar cultivando un espíritu de confianza en Dios y de gratitud por su gracia.

d) Cultiva un espíritu de gratitud, no de derecho. 

Todavía recuerdo algo que dijo Zane: «No tienen derecho a nada. Si obtuviéramos lo que realmente merecemos, estaríamos todos en el infierno. Por tanto, todo lo que tenemos proviene de Dios, por su gracia a través de Cristo». Zane le estaba diciendo esto a misioneros que enfrentarían el sufrimiento de muchas maneras, desde el choque cultural, las viviendas de calidad inferior hasta la oposición del gobierno y de los lugareños. Los problemas vendrán. El sufrimiento vendrá. Pero es útil aprender a ser agradecidos y a no enfocarnos en lo que tenemos derecho.

Dios nos ha dado estos dones para que podamos usarlos para su gloria. No nos los ha dado porque los merezcamos o porque él nos deba algo. Así que no podemos aferrarnos a nada. Tenemos que estar dispuestos a soltar, por amor a él.

  1. La oración 

Si Dios es soberano en las misiones, ¿por qué deberíamos orar?

La oración demuestra la supremacía de Dios en las misiones.

¿Cómo es que específicamente Dios pretende que su gloria sea exaltada en la oración por las misiones? Para considerar esto, quizá nos ayude ver algunos pasajes específicos de la Escritura.

  • Salmo 50:15: «Invócame en el día de la angustia… (invócame en el día de la angustia; te libraré y tú me honrarás)».

Dios se glorifica al librar a su pueblo cuando éste lo invoca.

  • Juan 14:13: «Y todo lo que pidieres al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo».

Dios se glorifica al responder las oraciones de su pueblo.

  • Juan 16:24: «Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido».

Cuando Dios responde las oraciones de su pueblo, éste se alegra, y así él es glorificado.

Dios tiene un gran plan para ser glorificado a expensas del conocimiento de su evangelio. Es algo así… Dios proveerá la salvación en su Hijo, nosotros saldremos para llevar ese mensaje de salvación hasta los confines de la tierra. Dios ordenará que padezcamos aflicciones y probabilidades aparentemente insuperables en esa gran obra. Entonces, nosotros lo invocaremos en el día de la angustia. Él responderá como le parezca más sabio, y cuando abra las puertas, vencerá la oposición, nos dará fuerzas, nos rescatará de los problemas, nos proporcionará los recursos necesarios, entre otros. Luego le alabaremos por su provisión y demostraremos públicamente que él es el poder detrás de las misiones cristianas. Dicho de otra manera, recibiremos la ayuda que necesitamos en la obra de las misiones, pero llegará de tal manera que Dios sea visto como la fuente… y entonces él recibirá la gloria.

Dios también, a menudo, se glorifica a través de la oración… al responder las oraciones de sus hijos, demostrando que es el benefactor amoroso, todopoderoso, y suficiente de su pueblo, quien los lleva y sostiene en la obra de las misiones.

El sufrimiento es parte de la obra misionera porque glorifica el valor de Dios. La oración también debe ser una parte de las misiones porque glorifica la bondad y el indetenible poder Dios. Ambos son parte de la obra de Dios porque Dios debe ser glorificado en todos los aspectos.

Dios ganará la guerra – Entonces, ¿por qué orar?

 Y por qué es que tenemos tal esperanza en nuestras oraciones por las misiones. Eso se debe a que, en pocas palabras, al orar por el avance de la gloria de Dios, el crecimiento de su iglesia, la obediencia de las naciones y la respuesta de los inconversos… Podemos SABER que estamos orando conforme a la voluntad de Dios y que él hará. Ciertamente, Dios no ha revelado esta voluntad a cada persona y circunstancia, pero ha revelado su voluntad en general.

  • Mateo 16:18: «…edificaré mi iglesia…» (Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella).
  • Génesis 49:10: «…a él sea dada la obediencia de los pueblos…». (El cetro no se apartará de Judá, ni  lavara de gobernante de entre sus pies, hasta que venga Siloh, y a él sea dada la obediencia de los pueblos) (LBLA).
  • Juan 10:16: «…oirán mi voz…». (También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor).

En medio de la dificultad y las situaciones adversas, es alentador saber que Dios cumplirá sus propósitos.

Isaías 45:21-25: «21 Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador, ningún otro fuera de mí. 22 Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más. 23 Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua. 24 Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados. 25 En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel».

Algunos podrían preguntar, ¿por qué orar por las misiones si Dios lo hará? Bueno, en primer lugar, simplemente porque el Señor nos ha dicho que debemos hacerlo. Jesús nos dijo que oremos para que venga el reino de Dios y que pidamos «al Señor de la mies, que envíe obreros» para la obra de evangelización. Subrayando eso, deberíamos estar animados y emocionados de orar por la obra misionera porque tenemos buenas razones para confiar en el sentido global, y buenas razones para estar esperanzados incluso en casos específicos. De esto va Dios en el mundo, y de cómo ese objetivo central se convierte en el objetivo central de nuestras propias oraciones, creo que también encontraremos que la alegría y la confianza en nuestras propias oraciones aumentan.

[Por qué] La oración debe ser central para las misiones que honran a Dios.

  • Porque Dios no dará su gloria a nadie más.

Dios ha ordenado que la obra del evangelio avance con la oración para él recibir la gloria. Como humanos que comunicamos el evangelio, debemos orar para que el mundo conozca que es Dios el que envía, provee, sostiene, convierte, rescata y salva. Debemos orar para que él sea glorificado. [No nosotros, ¡sino él!].

  • ¡Para que nosotros recibamos la ayuda mientras que él recibe la gloria!

En su bondad y sabiduría, Dios ha instituido un plan donde el evangelio avanzará, nosotros podremos participar en esa obra, pero a través de nuestras oraciones él sigue recibiendo toda la gloria. Nosotros recibimos la ayuda y él recibe la gloria… Qué gran plan.

  • Porque queremos llevar fruto que permanezca… Juan 15:16.

Finalmente, tenemos que hacer que la oración sea central para que cada vez más el fruto duradero de nuestra labor esté vinculado a las oraciones que oramos.

¿Cómo deberían ser nuestras oraciones por las misiones? 

  1. Ofensivas, sabiendo que a Dios le interesa que su gloria se extienda hasta los confines de la tierra.
  2. Perseverantes, sabiendo que Dios nos pide que oremos. Así que debemos orar incluso si no hay mucho fruto, considera el ejemplo de China, donde misioneros han trabajo por cientos de años. Piensa en cuán desanimados estaban los misioneros en 1949 después de que los comunistas tomaron el poder. Ellos pensaban que la iglesia en China se perdería. Pero personas habían estado orando por China durante cientos de años antes de eso y continuaron orando. Mira el fruto ahora.
  3. Informadas, sabiendo cómo podemos orar por otros. Deberíamos ser diligentes y conocer por quién estamos orando.
  4. Seguras, sabiendo que Dios es soberano y cumplirá sus propósitos. Sabiendo también que él es sabio y que los está cumpliendo de la manera que más lo glorifique.
[Entonces, si estamos convencidos de que la oración por las misiones es importante, ¿cómo podemos crecer en esta área?].

Maneras de animarte a orar por las misiones. 

  • Entiende que el orar por las misiones es un deber de todo cristiano maduro y equilibrado.

Orar por las misiones no es algo que deba ser reservado para los «guerreros de oración» especiales o para aquellos particularmente interesados en otras culturas o en las misiones. [Ciertamente puede haber ciertas personas que tengan un deseo especialmente fuerte por glorificar a Dios en oración por la evangelización intercultural]. 

  • Usa «Operación Mundial» en tus devocionales.

El libro Operación Mundial es una maravillosa herramienta que puedes usar para guiar tus tiempos de oración por las misiones. Contiene información muy útil para ayudarte a conocer más sobre otras naciones y grupos de personas para animarte a orar por ellos.

  • Ora por los «obreros respaldados» en el directorio de membresía de CHBC.

En la parte trasera del directorio de CHBC, hay fotos e información acerca de la mayoría de los misioneros que apoyamos o con los que tenemos relaciones especiales. Puedes usar esa lista como un trampolín para ayudarte a orar de manera sistemática por los obreros que son cercanos a esta comunidad local.

  • Recoge las cartas de los misioneros en la oficina o en las actualizaciones por el correo electrónico de CHBC.

Muchos de nuestros obreros envían boletines impresos que puedes recoger en la oficina, o pueden enviarlos a los miembros de la iglesia que los soliciten. Además, también puedes ver la actualización semanal por el correo electrónico de CHBC para actualizaciones periódicas de nuestros obreros respaldados. Esto te permite conocer algo de lo que está sucediendo con nuestros obreros para informar y estimular tus oraciones.

  • Establece un horario específico para orar por las misiones como parte de tus tiempos de oración regulares.

Como parte de tus oraciones diarias, o en un día específico de la semana. Esta disciplina te ayudará a crecer de manera regular y profunda en tu compromiso de orar por las misiones.

  • Conoce a los obreros respaldados de CHBC cuando nos visiten aquí.

La oración fluye de nuestro amor por Dios, pero también tiende a fluir en menor grado de nuestro amor por otras personas. Si te esfuerzas por conocer a los obreros que respaldamos, creo que encontrarás que tu corazón simplemente se conmueve a orar por estos obreros que cada vez conoces y amas más.

 

[1] http://www.desiringgod.org/library/biographies/03judson.html